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Editorial
La Universidad en el Cordobazo[1]
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Imágen extraída de
http://radiotosco.blogspot.com/
A mediados de los ´60 el modelo universitario
no estaba exento de contradicciones y mostraba signos de un temprano
cansancio. El principal problema fue el sistema productivo -acotado
y de distorsionado crecimiento- y el carácter profesionalista
y tradicional de la educación superior, que impidió
una adecuación acelerada de la universidad a las necesidades
del desarrollo científico-tecnológico impulsado por
las propuestas del desarrollismo. Entre los síntomas a resaltar
podemos nombrar que la masificación de la universidad, es
decir, el incremento en la matrícula, presionó negativamente
sobre la calidad de la enseñanza y el aumento de los egresados
creó severas tensiones sobre las oportunidades ocupacionales,
en un aparato productivo incapaz de absorberlos. De todas maneras,
el sistema universitario de los sesenta había logrado un
razonable impulso al intentar transformarse y adecuarse a los proyectos
renovadores.
El golpe del ’66, que inaugura la dictadura de Onganía,
mostró escasa imaginación y una falta total de proyecto
universitario. Entre las presiones cientificistas y las corporativistas
sólo atinó a aplicar un régimen sólidamente
autoritario, eliminando la vida política de la universidad,
cercenando la autonomía universitaria y suprimiendo el cogobierno.
La intervención a las universidades, después del golpe
del 66, expulsó a una gran cantidad de docentes, intelectuales
y científicos que debieron presentar su renuncia por no acatar
a las autoridades de la intervención. El periódico
“La Voz del Interior”, en esos días, comentaba
que “por Resolución del Poder Ejecutivo se suspenden
docentes universitarios, bajo las disposiciones de la ley 16.912”.
Esta legislación dicta la intervención en las universidades
que, a partir de ese momento, comienzan a depender del Ministerio
de Educación, y se suspenden las actividades de los consejos
directivos y del Superior.
El rasgo ideológico dominante del onganiato fue el anticomunismo
a ultranza y la represión a toda manifestación de
oposición e inconformidad al modelo impuesto; representativo
de esto será “La noche de los bastones largos”
en Buenos Aires y el asesinato del estudiante Santiago Pampillón
en Córdoba.
La política de autoritarismo ostensivo de Onganía,
como lo expresa Facundo Ortega, fue vivida como una singular frustración
por estudiantes e intelectuales que vieron ahogadas sus expectativas
individuales, políticas y sociales. La irritación
e impotencia que creó el golpe del ´66 es un antecedente
importante para comprender la participación masiva de estudiantes
e intelectuales en la protesta social del ´69.
Los acontecimientos de Corrientes y Rosario en las primeras semanas
de mayo del ´69, en coincidencia con los sucesos del 15 de
mayo en el Córdoba Sport, donde se reprime a los asambleístas
del SMATA, van a ser detonantes junto a otros sucesos del alza del
movimiento estudiantil.
Las movilizaciones estudiantiles de mayo del ´69 superan ampliamente
a las anteriores, pero hay un elemento importante a resaltar, que
es el distanciamiento que el movimiento estudiantil toma de las
formas orgánicas y tradicionales de los aparatos de representación
estudiantil, que darán lugar con el tiempo a nuevas formas
democráticas y de autogestión.
La crisis de legitimidad de la conducción tradicional del
movimiento estudiantil produjo el surgimiento de formas de democracia
directa que dio motivo a la aparición de una nueva dirección
integrada por cuadros surgidos casi espontáneamente de la
base; ello abrió paso a una nueva generación de activistas
y de dirigentes políticos que tendrán protagonismo
en y luego del Cordobazo. La crisis de legitimidad no sólo
involucraba a las organizaciones estudiantiles, sino que era extensiva
al resto de los partidos políticos, que en su interior sufren
polémicas y críticas severas de los sectores jóvenes,
que cuestionan las formas tradicionales de la práctica política
y muchas veces conformarán nuevas fracciones dentro y fuera
de las organizaciones.
Lo novedoso de este renovado movimiento estudiantil estuvo dado
por la participación masiva de los estudiantes en los reclamos
en torno a la situación académica: libertad de cátedra,
pluralismo teórico, autonomía universitaria, concursos.
Muchas veces estos reclamos fueron acompañados en las asambleas
por profesores, alguno de los cuales habían sido expulsados
por el golpe del ´66.
Otra posición del movimiento estudiantil apuntó a
hacer una crítica al sistema educativo en su totalidad, al
que entendía como el principal vehículo de reproducción
ideológica del sistema capitalista. Estas posiciones llevaron
a impulsar, como práctica política y de cuestionamiento,
la creación de cátedras paralelas.
A lo largo de los sesenta, la masificación de la universidad
permitió el ingreso de nuevos grupos sociales, relacionados
con los sectores de servicios y productivos; muchos de estos estudiantes
estaban vinculados a sindicatos con intensa actividad política,
como Luz y Fuerza o SMATA, y a pequeñas empresas subsidiarias
de la renovación industrial que habían surgido en
Córdoba por esos tiempos. Esto facilitó el fortalecimiento
de las relaciones entre el movimiento estudiantil y los movimientos
políticos y sociales.
Las reivindicaciones sostenidas en este movimiento marcaron la década
del setenta tanto en las nuevas prácticas políticas,
en las formas de organización, como en las formas de expresión
de las organizaciones populares.
El Cordobaza impulsó en la universidad una pronta radicalización
de las organizaciones estudiantiles, que ya no buscaron en las viejas
tradiciones políticas universitarias sino que el imaginario
comenzó a rescatar políticas e ideas con cuestionamientos
más amplios y radicales.
Las organizaciones estudiantiles comienzan a plantearse una lucha
que excede totalmente el campo gremial propiamente dicho, y hacen
extensiva su mirada a la caída del régimen burgués
y la creación de una nueva república.
Dardo Alzogaray
Docente e investigador
1. Texto realizado en base
al artículo “Los estudiantes en el mayo cordobés”,
publicado en la revista Estudios Nº 4 del Centro de Estudios
Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba (1994), escrito
por Horacio Crespo y Dardo Alzogaray.
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