Entrevista a Darío Fiorentini

“Hay que producir una nueva relación con la matemática”

 

Darío Fiorentini es doctor en Educación por la Universidad Estadual de Campinas (UNICAMP) de Brasil. Invitado por la carrera de Doctorado en Ciencias de la Educación (UNC), estuvo en la Facultad de Filosofía y Humanidades durante la primera quincena de agosto dictando el curso Formación y desarrollo profesional de maestros y profesores. Reflexión e investigación desde la perspectiva de los docentes. En diálogo con Alfilo, se refirió a los desafíos que deben enfrentar hoy los docentes y el rol de los universitarios para contribuir a la transformación de las prácticas educativas. “Creo que podemos (universitarios y maestros) comenzar a construir juntos la posibilidad de pensar los cambios curriculares en las escuelas”, expresó.

Fiorentini posee una larga trayectoria en la formación de docentes de nivel primario y medio, en Brasil, también se ha desempeñado como consultor en México, Guatemala y otros países de de América Latina. Durante su visita a Córdoba, el autor de Cartografías del trabajo docente y Formación de profesores en matemática, impartió un curso de posgrado y, además, ofreció dos conferencias con entrada libre y gratuita, dirigidas al público en general. Estas actividades se llevaron a cabo en el marco del proyecto asociado entre el Programa de Posgrado en Educación de la Universidad Estadual de Campinas (UNICAMP-Brasil) y la carrera de Doctorado en Ciencias de la Educación (UNC).

- Usted habla del rol del docente de matemáticas en la actualidad, ¿lo plantea como un rol distinto con respecto al que se ejercía en otras épocas?

- Sí, porque el mundo cambia, la sociedad cambia y el docente tiene que cambiar su práctica, su trabajo. La formación que ellos tienen no siempre acompaña el desarrollo de la sociedad, sobre todo con la aparición de las nuevas tecnologías y de la sociedad del conocimiento y la información. Cambia toda la relación con el conocimiento. Si antiguamente el maestro tenía un papel muy importante en la socialización del conocimiento sistematizado, hoy ya no es así. Los alumnos no necesitan memorizar el conocimiento, porque está disponible en las bibliotecas y, sobre todo, en internet. Los alumnos deben tener un conocimiento crítico, y saber utilizarlo, interpretarlo y apropiarse del mismo con discernimiento. El papel del docente, entonces, tiene que cambiar en relación con el conocimiento. Se tiene que plantear una triple relación: el docente debe ser un puente entre el conocimiento sistematizado y producido históricamente, los conocimientos y las prácticas sociales de referencia que están cambiando en todo momento y la cultura local y situada del alumno (su capacidad de cognición). El profesor tiene que tener una cierta habilidad con respecto a todo eso.

- ¿Cuál es el papel de la universidad ante estos desafíos?

- Nosotros, desde la universidad tampoco sabemos formar al maestro con lo que necesita en la práctica actual, porque también nosotros fuimos formados en una tradición académica. La solución que yo propongo es establecer una alianza entre los profesionales de la universidad -académicos e investigadores- y los docentes y practicantes de la escuela, y juntos construir una nueva posibilidad para desarrollar un sistema educativo que sea importante y significativo. Aquello que el docente enseña hoy ya no tiene más sentido y significado para los alumnos. Ellos ya no quieren aprender matemática y ciencia. El docente tiene que desarrollar otro tipo de actividades que sean significativas para la formación del alumno. Éste es el desafío.

Precisamente, a la matemática muchas veces se la incluye entre las disciplinas más complejas para trabajar en el aula y concentra una fuerte carga al momento de pensar en el fracaso escolar de los alumnos…

- Esto forma parte de la historia de las matemáticas. Es un conocimiento milenario, importante para el conocimiento de la sociedad y el desarrollo tecnológico de una nación, pero al mismo tiempo ha sido un problema tanto para los maestros como para los alumnos. Ellos muchas veces no se identifican con el formato más tradicional de las matemáticas, que implica hacer cuentas y ejercicios. Hay que producir una nueva relación con la matemática, más exploratoria e investigativa, y que los alumnos puedan también gustar de ellas. Este tipo de enseñanza hoy no es significativa para ellos, y por lo tanto los docentes tienen que conquistarlos para el estudio de la matemática. La modificación es muy grande. La matemática tiene un vínculo con la tradición académica más formal, y los docentes que provienen de esta disciplina constituyen una de las comunidades con más dificultades para cambiar y establecer otra relación con los contenidos de la matemática. Esto no es simple.

- También se refería en sus clases a algunas “experiencias exitosas” desarrolladas en Brasil acerca de la enseñanza de la matemática ¿podría contarnos en qué consisten?

- Esas “experiencias exitosas” son propuestas que no vienen de arriba, de las reformas del gobierno. Las perspectivas que están siendo más efectivas son aquellas que vienen de los docentes de las escuelas, teniendo colaboración y apoyo de la universidad. La relación de los académicos universitarios con los docentes de las escuelas, históricamente, ha sido muy “colonizadora”, como ha sido la “colonización” de los europeos con los americanos. Entonces, los universitarios decían: “ustedes tienen que enseñar así”. El docente no tiene voz, no tiene participación ni protagonismo en construir una nueva práctica a partir de su realidad. Nosotros, desde la universidad, no conocemos la complejidad de las prácticas de los docentes en la escuela. Entonces creo que podemos (universitarios y maestros) comenzar a negociar y construir juntos la posibilidad de pensar los cambios curriculares en las escuelas.

Fiorentini ha realizado una compilación titulada Historias de las clases de matemática. Compartiendo saberes profesionales en la que, precisamente, son los propios maestros los que escriben sus historias. La publicación incluye algunos registros y narraciones de experiencias “exitosas” y, otras, que no lo son tanto. “Ambas traen reflexiones de los docentes. Esto les permite ir cambiando, porque a partir de esta reflexión pueden comprender mejor la complejidad de su práctica”, explica el profesor. Además, rescata el valor de apostar a una construcción asentada en la realidad de la escuela. “Como dice Paulo Freire, es a partir de la práctica de reflexión de los docentes que se puede cambiar efectivamente la escuela”, sintetiza. Para Fiorentini la escuela ha cambiado “demasiado poco” en los últimos tiempos, mientras que la sociedad evoluciona a alta velocidad. “La escuela –en sus propios términos- va a paso de tortugas”.

- ¿Esto se vincula con la relevancia que tiene para Ud. el registro escrito, discursivo y reflexivo en la formación docente?

- Mucho se dice acerca de que los docentes, y todos los profesionales, tienen que ser reflexivos en su práctica, para poder mejorarla y transformarla permanentemente. Pero cuando el maestro tiene que dar muchas clases, no tiene mucho tiempo para la reflexión. Y con la reflexión puramente oral, no basta. El maestro necesita tener un poco más de tiempo para poder escribir. Cuando los docentes hacen registros escritos, entonces pueden producir un distanciamiento de su práctica. Nosotros cotidianamente no percibimos las limitaciones de nuestra propia práctica; no conseguimos tener una visión más distanciada para comprenderla mejor. Nuevamente, como dice Paulo Freire, hace falta un distanciamiento para acercarnos más a ella. Eso no es tan fácil. La escritura favorece este proceso de extrañamiento. Por eso también es importante la presencia de los universitarios; no para criticar a los maestros, sino para ayudarlos a construir nuevas alternativas de asociación. En este proceso, los docentes aprenden mucho más que en cualquier otro curso de formación continua.

- ¿Cómo deberían reorientarse las políticas públicas para atender a estas nuevas demandas?

- Las políticas públicas tienen una perspectiva de la racionalidad técnica, de producir innovaciones a partir de una superestructura e implantarlas en la escuela. Para ello, realizan el entrenamiento de los docentes sin tomar la práctica como análisis de posibilidades de los cambios curriculares. Las políticas públicas han apostado por este trabajo más “colonizador” que consiste en contratar especialistas de la universidad para hacer reformas o textos para los alumnos. Esto no cambia la práctica docente, porque el docente no se ve identificado con las propuestas. Las propuestas son para alumnos ideales y las clases son siempre muy heterogéneas, entonces alguna que otra cosa se aprovecha, pero no mucho. Son políticas poco efectivas. Nosotros en Brasil, en este sentido, tenemos una lucha política. Yo no acredito estas políticas públicas colonizadoras sino que me interesan los proyectos de construcción colectiva de los docentes. Sobre eso el gobierno no tiene mucho control. Eso va a contramano de las políticas neoliberales que son muy fuertes actualmente y que trabajan con un costo mínimo y los docentes tienen que dar al máximo. En ese esquema los docentes no tienen mucho tiempo para reflexionar.

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