Relación con la comunidad

Identidades étnicas: un pueblo cordobés reivindica sus raíces prehispánicas

 

La Higuera es un pequeño poblado cordobés, ubicado al noroeste de la provincia. El año pasado, sus vecinos instituyeron el 1 de agosto, “Día de la Pachamama”, como principal festejo del pueblo. Así, La Higuera se convirtió en la primera localidad argentina que celebra su existencia desde tiempos prehispánicos. Los integrantes del programa de extensión “Antropología y comunidades” de la FFyH fueron convocados, junto a otras organizaciones, a trabajar en la creación de un museo y la revalorización de los sitios arqueológicos existentes en la zona.

A unos 200 kilómetros de la ciudad de Córdoba, entre Villa de Soto y San Carlos Minas (al noroeste provincial), se encuentra ubicada la localidad de La Higuera. Este pequeño poblado, que registra alrededor de 400 habitantes, el año pasado se convirtió en noticia por haber establecido el 1 de agosto, “Día de la Pachamama”, como “día del pueblo”. La elección de esa fecha se llevó a cabo a través de una votación popular y con la activa participación de los habitantes de la comunidad y de algunos jóvenes radicados en Córdoba, que cursan sus estudios en el Instituto de Cultura Aborigen.

La iniciativa también contó con el acompañamiento y apoyo del programa de extensión Antropología y Comunidades de la FFyH. “La idea era revalorizar las identidades étnicas originarias. Aunque la ‘Pachamama’ tiene referencias vinculadas específicamente con el mundo andino, se toma como un aspecto emblemático de los pueblos originarios”, afirma Laura Misetich, coordinadora del programa. “Ellos vieron que como pueblo no tenían fecha de fundación, entonces empezaron a pensar cuál podría ser y en función de eso decidieron declararse como pueblo prehispánico”, señala Alfonso Uribe, arqueólogo e integrante del programa. A nivel nacional, fue la primera vez que una comunidad decide autoproclamarse de esta manera. “Los vecinos convocaron al Museo de Antropología para ver cómo podían recuperar la cultura material de la zona y comenzar a vincularse con otras instituciones culturales”, relata Alfonso.

El programa Antropología y Comunidades, que cuenta con el aval del Museo de Antropología y la Secretaría de Extensión de la Facultad, está integrado por especialistas y agentes que trabajan en esta institución, muchos de ellos formados en la Maestría en Antropología, interesados en responder a una serie de demandas que giran en torno a la emergencia de identidades étnicas, la valorización de la historia y la cultura local, la búsqueda de raíces, la organización del patrimonio y el interés por el resguardo de objetos con un determinado valor cultural. De acuerdo con Laura Misetich, el programa plantea “dar respuesta a las demandas, no sólo de formación de recursos sino también de acompañamiento de grupos, instituciones y localidades que han encontrado en la antropología una forma de relacionarse con su medio y valorizar su pasado, las memorias y las identidades locales”.

Explotación minera
La Higuera es una pequeña comunidad de las serranías cordobesas. Con una típica plaza central, la iglesia principal domina todo el paisaje y puede divisarse desde una loma en la ruta provincial de acceso a la localidad. Hasta el 2006, la única celebración que aglutinaba anualmente a la comunidad era la fiesta patronal, de carácter religioso.

Los integrantes del programa universitario son conocidos en la zona porque desde hace un tiempo se encuentran trabajando en relación con el tema de la explotación minera. “La problemática surge en La Higuera por la explotación de granito grismara, una cantera de tercera categoría que voló un área en la que había pictografías. Eso también fue un elemento movilizador para toda la comunidad”, explica Alfonso. En febrero de 2007, distintas agrupaciones culturales se manifestaron para pedir a la Provincia que declarase zona de exclusión minera a los yacimientos arqueológicos del noroeste deteriorados por la explotación ilegal de granito. En esa oportunidad, se advirtió acerca del grave problema que constituye que la explotación minera se desarrolle en el mismo ámbito geográfico donde se encuentran aleros y cuevas que resguardan pictografías, petroglifos y demás vestigios rupestres, legado de las antiguas culturas que habitaron la región.

Rituales
Este año, el festejo del 1 de agosto volvió a ocupar un lugar central en la agenda local. La plaza principal “José Gabriel Brochero” logró reunir a más de mil personas que viajaron desde distintos puntos del país para participar en las actividades programadas. La ceremonia contó con la presencia de vecinos, autoridades locales y provinciales, docentes y alumnos de escuelas de la zona, artistas e integrantes de organizaciones. En esta segunda fiesta, también se llevó a cabo el ritual de la Pachamama en la plaza central y se dejó instalado de manera permanente un mojón con piedras. Además, se montó una carpa en la que se realizaron las actividades “oficiales”, las cuales continuaron en los patios de las casas donde también se reunieron las familias para celebrar.

El programa universitario participó con la realización del taller “Huellas en las piedras”, a cargo de Silvia Burgos y Natalia Zabala, también miembros del programa, quienes convocaron alrededor de cuarenta niños. La actividad partía de un relato que se iba recreando con elementos del entorno de los niños y que concluía con la realización de afiches murales, los cuales fueron expuestos en las paredes del viejo almacén.

Los integrantes del programa también ofrecieron, en el marco de estos festejos, una charla titulada “Comunidad, museo y patrimonio”. Al anochecer, y ante una concurrencia de público que sorprendió hasta los mismos organizadores, los universitarios abrieron el diálogo con el propósito de indagar acerca de qué son los museos y los aspectos que entran en juego al momento de crear este tipo de instituciones. “Tomamos este eje porque respondía al pedido que nos hicieron desde la comunidad. Ellos querían que los ayudemos, después de dar este paso, a organizar y darle más sistematicidad a la propuesta de formar un museo”, explica la coordinadora.

El museo y los sitios arqueológicos
“Macat Henen” es uno de los grupos locales que se organizó en La Higuera en torno a la temática de la identidad, cuya propuesta fue comenzar a reunir objetos de la cultura material de los pueblos originarios para conformar un museo. El programa Antropología y Comunidades acompañó ese proceso que -según los especialistas- también se registra, con características similares, en otras localidades del interior provincial.

Durante el festejo, los vecinos abrieron una exposición en el viejo almacén, ubicado frente a la plaza principal. Para armar la muestra, la gente del lugar aportó sus objetos particulares. Así, la exposición logró reunir colecciones etnográficas, arqueológicas, religiosas, históricas y biográficas que incluían desde mantas, tejidos y mariposas hasta fotografías y morteros, entre otros objetos.

Para los especialistas, el aporte de la universidad en este proceso que se inició en La Higuera tiene varias aristas. Por un lado, se atienden demandas técnicas sobre problemáticas vinculadas a la preservación de los sitios arqueológicos. En relación con este punto, los investigadores destacan el hallazgo de objetos y lugares con manifestaciones de arte rupestre y también de “casas-pozos” pertenecientes a los habitantes originarios de la región y que se encontraron, en muchos casos, dentro del mismo predio urbano.

Por otra parte, el programa asesora a las organizaciones en la conformación del museo, para lo cual se propició una instancia de discusión sobre cómo orientar este proyecto institucionalmente y dotarlo de un orden legal y administrativo que le permita funcionar en el tiempo. “La idea era ver cómo estos museos que nacen de manera espontánea en las comunidades, transcurrido un año, pueden superar la faceta romántica de la creación para entrar en una fase más técnica”, indica Alfonso. Esto implica inscribir el museo con un nombre, organizar un reglamento y confeccionar un inventario para poder brindarle un marco legal a las acciones que se realizan en el museo. “Sobre las colecciones históricas no hay hasta el momento una ley específica, pero para los objetos arqueológicos y paleontológicos sí hay leyes de protección”, apunta el arqueólogo. Por lo tanto, es importante que los vecinos conozcan las reglamentaciones vigentes, las normas para confeccionar los inventarios y los organismos ante los cuales tienen que presentar la documentación requerida.

Nuevas formas de interpelación ciudadana
Desde el programa, reconocen que las emergencias y necesidades en materia de patrimonio son numerosas en esa región, por lo que Laura comenta: “Lo que demuestra la creación de un museo o la cristalización de una fiesta popular es que en esa zona hay una movilización social y nuevas formas de interpelación ciudadana al Estado, en una escala local”. Esto también implica, para la coordinadora, nuevas formas de pensar la relación entre el poder y la cultura, así como nuevas estrategias para la resolución de los problemas de desarrollo local. Para Misetich, el aporte del programa, entonces, puede sintetizarse en la recuperación, por un lado de la raíz prehispánica y, por otro, en el acompañamiento de estos procesos, a partir de una intervención de animación socio-comunitaria y un ordenamiento técnico-administrativo en función de los marcos jurídicos y criterios patrimonialistas y museográficos vigentes. Además, sostiene Laura, la propuesta procura apuntalar “el pilar del desarrollo de la comunidad” y analizar, junto con los vecinos movilizados, “el para qué de estos procesos”. “No llevamos una receta, nos constituimos en mediadores entre algunas herramientas y ciertos conocimientos que se generan desde la Universidad, el Estado, las organizaciones y los pobladores locales”, afirma.

La pregunta por la identidad
Según los investigadores, las circunstancias históricas hacen variar la intensidad de los reclamos acerca de los derechos de los pueblos originarios en el territorio nacional. La proximidad con el Bicentenario (1810-2010) de la Argentina, expresa Alfonso, incide particularmente en los discursos oficiales y en las maneras de ver este fenómeno.

No obstante, la aparición pública de interrogantes sobre los descendientes de los habitantes originarios en el territorio cordobés, así como la reivindicación de las comunidades que reconocen este origen, es bastante reciente. “El Estado también se va adaptando a esta realidad. Cuando nos preguntábamos dónde había descendientes de los pueblos originarios, se respondía ‘en el norte y en la patagonia’, y en el centro del país parecía que no quedaba nadie”, reflexiona el arqueólogo. En el ideario colectivo parecía haber quedado instalada la noción de que en Córdoba no había descendientes de las comunidades originarias.

Alfonso reconoce que la declaración de las estancias jesuíticas como Patrimonio Cultural de la Humanidad, por parte de la UNESCO en el año 2000, le dio mayor difusión a esta problemática. Del mismo modo, la aparición de algunas líneas de investigación dentro de la Universidad que indagan sobre el poblamiento de Córdoba también incide en la emergencia de estas cuestiones. “Son todos disparadores que ayudan a que estas comunidades comiencen a plantearse de dónde venimos, quiénes somos y cómo nos reconocemos”, destaca.

Por su parte, Laura considera que en los últimos tiempos, a nivel del Estado nacional, también “se habilitó la posibilidad de que emerjan las identidades étnicas originarias”. En este sentido, ella reconoce una impronta política de reivindicación de los derechos de las minorías. Minorías que han logrado encontrar un intersticio para interpelar al Estado, ya sea por la reivindicación de la tierra, la lucha por el medioambiente o el reconocimiento de una presencia étnica. “El patrimonio revela múltiples dimensiones”, advierte.

Después de la crisis de los años noventa, Laura considera que, entre los argentinos, aparece de manera particular la pregunta por la identidad (“¿quiénes somos, frente a un nosotros que se desarma?”), pero al mismo tiempo se manifiestan otros interrogantes sobre los usos políticos de las memorias. “Esto significa empezar a pensar las memorias ligadas a la identidad y a las formas posibles de identificación y, en función de eso, definir políticas de Estado que vayan marcando lineamientos y condiciones de posibilidad para cuestiones antes impensadas, como la visibilización de ciertas identidades: la ranquelidad en el sur provincial o los comechingones en las sierras centrales”, aclara.

Antropología y Comunidades
El Programa Antropología y Comunidades constituye un espacio de trabajo y formación en torno a la Antropología creado por resolución del Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía y Humanidades a instancias de la propuesta presentada desde el Museo de Antropología a la Secretaría de Extensión de la Facultad.
El Programa comprende un conjunto de proyectos y actividades de carácter extensionista y ha sido creado por un equipo de personas que trabajan en el Museo de Antropología y/o antropólogos que, vienen desarrollando distintas actividades teniendo como objetivo, el desarrollo del campo antropológico en Córdoba. En ese sentido, este proyecto está vinculado directamente con el posgrado en Antropología que, desde el año 2001, ha formado a profesionales en esta disciplina, animando la consolidación del campo antropológico en el interior del país.
El programa tiene áreas de investigación, capacitación y de intervención y proyectos. Esta última tiene como objetivo diseñar, implementar, asesorar, gestionar o coordinar actividades en las que participen miembros del Programa y del Museo que, de manera conjunta a otros actores sociales, promuevan la concientización, el trabajo cooperativo, la difusión y reflexividad en torno a problemáticas afines a lo objetivos generales del programa, en particular, aquellos vinculados al desarrollo de proyectos comunitarios que demanden de la Universidad y del Museo recursos humanos que puedan colaborar en actividades como jornadas, muestras, talleres como instancias de diálogo fértil entre grupos sociales y especialistas en museología y antropología.
En tal sentido, este espacio posibilita la coordinación y planificación de las actividades que se vienen ya desarrollando de manera continua e incorporar en la medida de las posibilidades otras que, con más fuerza en estos tiempos, provienen de los grupos indígenas, los migratorios, instituciones educativas, medios de comunicación, organismos públicos, etc.

Objetivos del programa
- Encuadrar en este espacio aquellos proyectos comunitarios y actividades que demanden del Museo de Antropología agentes especializados en temáticas y estrategias de abordaje de problemáticas sociales contemporáneas.
- Fortalecer la presencia y acción de la Universidad en diversos contextos social es y estrechar lazos mediante el diseño de proyectos colaborativos, el aporte profesional, el diálogo cooperativo en torno a necesidades y problemas que emerjan de diversas comunidades y se vinculen con herramientas teóricas y metodológicas que propone la Antropología y el Museo.

Contacto
Para contactarse con los responsables del Programa, los interesados deben dirigirse al Museo de Antropología de la FFyH, ubicado en Hipólito Yrigoyen 174, Córdoba; al teléfono (0351) 4331058 o a los correos electrónicos antropologíaycomunidades@ffyh.unc.edu.ar o lauramisetich@yahoo.com.ar , bien ingresar a www.ffyh.unc.edu.ar/comunidades

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