Silvina Issa junto a la Orquesta Sinfónica de la UNC
“Sentir que la música me envolvía y ser parte de esa música... sentir que todos me acompañaban y que yo era parte de ellos fue una experiencia maravillosa”, cuenta Silvina Issa, dispuesta a conservar en su memoria hasta el último segundo de aquella noche especial.
Como alumna de la licenciatura en Perfeccionamiento Instrumental del departamento Música de la Escuela de Artes, Silvina fue dueña de una oportunidad única y protagonista de un evento trascendente, tanto en el plano personal como institucional. Sentada frente al piano, en el gran escenario de la Sala de las Américas, ella se convirtió en la primera tesista de esta casa que ejecutó su trabajo final junto a una orquesta en vivo.
El concierto se registró el 8 de diciembre último, en ocasión de la Velada de Gala de la Universidad, y estuvo a cargo de la Orquesta Sinfónica de la UNC -bajo la dirección de Federico Abiuso- y de Silvina, que ejecutó su parte como pianista solista. El programa incluyó el Concierto Nº 5 para piano y orquesta “Emperador”, de Ludwig Van Beethoven.
“Este concierto cobra un significado especial por ser la primera vez que una tesista puede tocar con la orquesta en vivo. Hasta ahora, los exámenes se realizaban con dos pianos, uno de ellos ejecutando una reducción de la parte orquestal”, explica la directora del departamento Música, Myriam Kitroser. Y agrega: “Más allá de ser una formalidad a cumplir para la tesis, resulta una experiencia artística invalorable para el alumno”.
Y Silvina lo confirma. “El maestro Dante Medina (director de la tesis) se dedicó mucho y me impulsó a hacer esto que para mí fue una experiencia inolvidable. Yo siempre quise saber qué se sentía desde adentro de una orquesta, cómo se lograba ese ensamble. Y la verdad, sentí que la música me vibraba por la venas. Fue hermoso”.
Público de lujo
Al concierto asistieron, además de su director de tesis Dante Medina, el tribunal formado por los profesores Arnaldo Ghione, Soledad Caballero, Héctor Rubio, Carmen Aguilar y Myriam Kitroser. A su vez, por tratarse de una velada de gala, el concierto tuvo mucha publicidad y convocó a una cantidad importante de espectadores. “Eso me creaba mayor responsabilidad. No quería decepcionar al director de la orquesta, a mi maestro, a la Escuela de Artes que me había dado esa oportunidad, y tampoco al público”, dice la pianista.
La carrera de Perfeccionamiento Instrumental tiene como objetivo fundamental preparar artistas que dominen con solvencia profesional la ejecución de su instrumento; para ello es necesaria una formación técnica y musical sólida que se brinda en el transcurso de la carrera. Como culminación de este proceso, el estudiante debe ejecutar un concierto público donde se encuentra incluida una obra con orquesta.
Pero para que eso se concretara, tuvo que gestarse la oportunidad: “Se iba a hacer la velada de gala y el director de la orquesta necesitaba un pianista para el Concierto 5 de Beethoven. En un principio se pensó en la posibilidad de hacer un concurso, pero después se creyó conveniente darme la oportunidad de que fuera parte de mi tesis”, precisa Silvina. Según consta en el reglamento, el trabajo final consta en realidad de tres partes: una obra con orquesta, una obra como solista y una monografía.
“En los objetivos de la creación de la Orquesta Sinfónica de la Universidad se expresa la voluntad de brindar a nuestros alumnos esta oportunidad que hoy vemos concretada y que esperamos sea la primera de muchas otras”, agrega Kitroser.
Madre y pianista
Silvina tiene 37 años y es cordobesa. Dejó de cursar durante algunos años para dedicarse a criar a sus cuatro hijos, que tienen entre 6 y 9 años. Los más chicos, una varón y una nena, son mellizos. Sin embargo, y pese a esa pausa, nunca dejó la música. “En ese tiempo trabajaba con un sintetizador realizando secuencias; me ponía los auriculares mientras ellos dormían y aprovechaba ese tiempo para dedicárselo a la música”.
Cuando sus cuatro hijos comenzaron la escuela, decidió retomar la carrera. “De alguna manera también lo hice en memoria de mi papá, que si bien era médico también era pianista y organista. Cada vez que toco, en mi mente está su imagen apoyándome en lo que estoy haciendo”.
Para el concierto, que incluye tres movimientos, Silvina se preparó durante tres meses. Y al finalizar la velada, hizo como bis el Preludio de Gershwin. “Nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo de mis profesores, de mi familia y sobre todo de Dios, que me sostuvo en todo momento”, dice la pianista, que ya hace planes para el futuro.
“Me gusta mucho la tarea de pianista acompañante, aunque si surge la posibilidad de ser solista no la voy a desaprovechar. Y si tengo que ejercer como docente, también lo haré”.