Relación con la comunidad

Bibliotecas activas para los adolescentes rurales

Promover la educación en zonas rurales pobres, fortaleciendo las bibliotecas de las escuelas de campo. De eso trata el trabajo de extensión que desarrolla desde el año último un equipo interdisciplinario de la FFyH. El proyecto “Bibliotecas activas en las Escuelas de la Familia Agrícola” fue diseñado para esos singulares establecimientos educativos surgidos a inicios de los ’70 y comprometidos con la participación comunitaria y la formación integral de los adolescentes.




El proyecto “Bibliotecas activas en las Escuelas de la Familia Agrícola” alcanza a establecimientos de todo el país.

Convertir a las bibliotecas de las escuelas rurales en verdaderos espacios de encuentro y aprendizaje, y proveerles materiales para que puedan dar respuesta a las necesidades de los adolescentes que viven en el campo. Ese es el objetivo del proyecto “Bibliotecas activas en las Escuelas de la Familia Agrícola”, que se desarrolla desde el año último en el marco de la secretaría de Extensión y radicado en el Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades.

Sin embargo, el proyecto no abarca a todas las escuelas rurales sino a aquellos establecimientos de educación media denominados Escuelas de la Familia Agrícola (EFAs), y que están diseminados por casi todo el país. Las EFAs están organizadas bajo el régimen de ‘alternancia educativa’ especialmente pensado para zonas rurales, en el que los alumnos permanecen entre una semana y quince días internos en la escuela y ‘alternan’ con el trabajo desarrollado en sus hogares a través del Plan de Búsqueda, herramienta original de su sistema pedagógico. Si bien atienden a sectores rurales pobres y en algunos casos a jóvenes urbanos desplazados de las escuelas citadinas, estas escuelas están reconocidas entre las privadas subvencionadas por el Estado.

Surgidas como propuesta alternativa en los movimientos agrarios progresistas de la Francia de posguerra, comienzan a abrirse en la Argentina -en la zona centro y norte de Santa Fe- a principio de la década del setenta, ligadas también al ruralismo militante de esa época. 

Actualmente, son numerosos los establecimientos diseminados en la provincia de Santa Fe, en el Litoral -especialmente en Corrientes y Misiones- y en diversos puntos del país tales como Chaco, Salta, Santiago del Estero, Buenos Aires y Córdoba. 

Sostienen un ideario de compromiso social, participación comunitaria y formación integral de los adolescentes, revalorizando su espacio en la sociedad local y el trabajo. A lo largo de los años, las transformaciones sociales producidas en la ruralidad y las dinámicas socioeconómicas predominantes han modificado las características de su alumnado y han profundizado la necesidad de redefinir y enriquecer su trabajo educativo.

Problemas en lectura

La mayoría de estas escuelas cuentan se sostienen con recursos del Estado, pero a menudo recurren a diversas fuentes de apoyo financiero para satisfacer necesidades puntuales. En este caso, a través un relevamiento previamente realizado, se habían detectado fuertes dificultades en relación con la lengua escrita y la lectura, así como pobreza en los aprendizajes vinculada al restringido acceso a materiales de estudio y de divulgación general. 

Así fue como a principios de 2004, un conjunto de fundaciones interesadas en promover la educación en esos contextos rurales apelaron a la trayectoria de trabajo -de investigación y extensión- que se venía desarrollando con las Escuelas de la Familia Agrícola en el Centro de Investigaciones “María Saleme de Burnichon”, para solicitar una propuesta de formación. 

Ante el pedido recibido, se decidió generar una respuesta institucional y se formó un equipo integrado por licenciados en Ciencias de la Educación y bibliotecarios, avanzando en una experiencia de trabajo interdisciplinario y con una fuerte perspectiva socio-institucional. Para reunir a miembros de todas las escuelas del país, el trabajo se distribuyó en tres sedes: Córdoba, Corrientes y Misiones. Así surgió el proyecto “Bibliotecas activas en las Escuelas de la Familia Agrícola”, que consiste en un programa de fortalecimiento institucional y provisión de material para las bibliotecas de estos establecimientos.

Desmitificar la biblioteca

El programa incluye la capacitación en cuestiones institucionales, socio-pedagógicas y técnicas relativas a la organización y sistematización del funcionamiento de la biblioteca.  Se trata de aportarles elementos para que las escuelas puedan pensar un diseño propio de biblioteca, ajustado a su contexto social y a su realidad institucional; también, que elaboren planes de trabajo concebidos para promover la participación efectiva de los jóvenes rurales y de los diversos actores del medio local. 

La desmitificación del lugar de la biblioteca y su transformación en un espacio de encuentro de los estudiantes, los docentes y la comunidad con múltiples recursos para su aprendizaje y formación, así como para la satisfacción de sus necesidades informativas y culturales, constituyen las premisas más importantes en la tarea del equipo.

En el primer cuatrimestre de 2004 se llevó adelante un proceso de formación e integración del equipo, y en el segundo se realizaron los encuentros de capacitación, con muy buenos resultados. A principios de este año las instituciones han presentando sus proyectos para recibir el financiamiento ofrecido y continuar con la capacitación. Debe destacarse que no se trata de un concurso eliminatorio, y que el papel del equipo universitario está ligado exclusivamente a la formación y orientación de los docentes involucrados como responsables institucionales.

El equipo está dirigido por Olga Silvia Ávila y lo integran Beatriz Madrid, Andrea Martino y Silvia Vázquez desde las ciencias de la Educación; más Silvia Mateo, Verónica Lencinas y Abel Díaz como bibliotecarios. A su vez, en febrero último el programa se amplió con la participación de la licenciada en Letras Lucía Robledo, para complementar la tarea del equipo en la etapa de selección de material.