Entrevista a Carlos Skliar

“Me pregunto si la tolerancia
es necesariamente distinta del racismo”

El especialista de Flacso, Carlos Skliar, arribó a Córdoba para participar de las decimoquintas jornadas de la Red Universitaria de Educación Especial que se llevaron a cabo del 7 al 9 de septiembre en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC.
Durante el encuentro, organizado por la Escuela de Ciencias de la Educación, dictó una conferencia sobre "La configuración del cuerpo y las pedagogías en educación especial", en el Salón de Actos del Pabellón Argentina.


Skliar: "Los discursos que se vuelven obsesión generalmente mueren en la expresión tolerancia".


Doctor en Fonología y especialista en Problemas de la Comunicación Humana, Skliar actualmente se desempeña como profesor del programa de posgraduación en educación de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul y como investigador del Área Educación de Flacso, donde coordina el proyecto “Experiencias y alteridad en educación”. Entre sus publicaciones se destacan: “La educación de los sordos. Una reconstrucción histórica, cognitiva y pedagógica” (1997); “¿Y si el otro no estuviera ahí?” (2002); “Intimidad y alteridad” (2005) y “Entre pedagogía y literatura” (2005), recientemente editado.

En diálogo con Alfilo, Skliar habló sobre el discurso de las diferencias y los modos de incorporar la alteridad en la sociedad. También se refirió a las instituciones, los procesos de reconocimiento y la formación docente en el campo de la educación especial.

- ¿Por qué dice que la educación no está preocupada por las diferencias sino obsesionada por lo diferente?
- En algún momento empecé a notar que en muchos discursos escritos y hablados, la preocupación pedagógica pasó de la homogeneidad a ciertos otros que aparentemente no habían estado hasta ahora en el mundo pedagógico. A primera vista, pueden parecernos todos discursos preocupados, responsables, éticos y que quieren darle la bienvenida al otro anunciando su ausencia. En otros términos, pueden parecernos discursos inclusivos. Entonces, son dos oposiciones que me puse a pensar, por un lado, la preocupación y la obsesión y, por otro, la hospitalidad y la hostilidad. Desde el punto de vista de la ética, ésta supone una preocupación pero no una obsesión. La obsesión comienza a producir efectos no éticos. Cuando uno está obsesionado con cierto tipo de otros, puntuales y específicos, empezamos a hablar en nombre de ellos, a suponer lo que les pasa. Y lo que básicamente planteo es que en la obsesión nuestras preguntas acerca de ellos se transforman en las únicas preguntas. La preocupación, en cambio, invierte la lógica y plantea que hay que darle cabida a la pregunta del otro. Sólo que esa pregunta no viene siempre formulada como nosotros queremos: en la misma lengua, con el mismo tono, racionalidad o gramática.

- ¿Cómo se presentan los “discursos obsesivos”?
- Los discursos que se vuelven obsesión y donde sólo existen nuestras preguntas mueren generalmente en la expresión “tolerancia”. Es un tejido argumentativo muy sutil que se está repitiendo enfática y permanentemente. Supuestamente me preocupo, instalo mis preguntas y la única relación que planteo es la de la tolerancia. Es decir, tener que aceptar al otro como es, tener que respetarlo, reconocerlo y tolerarlo. Ahí es donde se supone que se ha logrado dar cuenta de la preocupación porque ya no tenemos una actitud racista, sino que lo que hemos hecho es invertirla hacia el campo de la tolerancia. Entonces, me pregunto si la tolerancia es necesariamente distinta del racismo. Y creo que no.

- ¿Considera que la idea de “lo diferente” remite a ciertos supuestos sobre lo anómalo, desviado o enfermo en la sociedad?
- En primer lugar, para mí la diferencia no está en un sujeto sino en una relación. La atribución a cualquier sujeto de una diferencia no es un discurso sobre las diferencias sino que son leguajes que hablan de los diferentes. En ese sentido, no hemos cambiado mucho. Los diferentes siguen siendo los mismos de siempre, rodeados de otro halo eufemístico. Si se habla de “diferencias de género” y se apunta con el dedo acusador al elemento débil que es la mujer, entonces de las diferencias no decimos nada. Solamente decimos quién es el diferente de la diferencia. Cuando uno se instala en el lenguaje de la diferencia, no hay diferentes. Por ejemplo la homosexualidad, aún aceptada, es la diferencia de la sexualidad y sobre ese ser diferente se plantean todas las obsesiones. Esto en el campo de la pedagogía reproduce situaciones similares. El que no aprende no tiene una diferencia natural y en sí mismo, sino que su diferencia de aprendizaje tiene que ser puesta en relación a otras formas de aprender. Lo que nos permite revisar por qué en algún momento se establece que hay una forma “normal” de aprender.

- ¿Qué efectos producen estos conceptos en las instituciones?
- La consecuencia en el plano de la acción pedagógica-cultural es ¿creamos instituciones hospitalarias o instituciones hostiles? Puede haber cruzamientos muy interesantes como suponer que tenemos una preocupación ética y crear instituciones hostiles. Entonces, revisemos este proceso, volviendo otra vez al tema de cómo ese lugar deja permear la pregunta del otro. Es una pregunta compleja, difícil. Una pregunta hecha por la presencia misma del otro. Por eso el ocultamiento y la invisibilidad histórica. En la inclusión y la visibilidad no puede controlarse la pregunta del otro. Lo paradójico del proceso es que, por un lado, el otro esté supuestamente aquí y ahora entre nosotros, pero no se dá este espacio para su pregunta. Con lo que las instituciones vuelven a ser hostiles, porque de alguna manera lo invitan a participar de un bien común pero le plantean exigencias sobre los modos en que tiene que acceder al mismo.

- La situación que viven las personas con discapacidad también puede pensarse en relación a otros sectores de la sociedad como los jóvenes, los inmigrantes, los presos…
- He luchado mucho para comprender el caso de las personas con discapacidad en el marco de lo que llamo “diferencialismo”. O sea, procesos a través de los cuales sociedades determinadas -y por medio de mecanismos de saber- apuntan contra sujetos que aparentemente no encajan en los dispositivos de normalidad. Pero la interrogación es sobre los dispositivos de normalidad y no sobre los sujetos. Ésa es la inversión que planteo.

- ¿Cómo puede la sociedad incorporar esa alteridad sin volverse obsesiva por la diferencia?
- Primero, hay que hacer un proceso de reconocimiento de que esas diferencias ya estaban ahí, antes de que se formule un lenguaje jurídico. Si no, lo que se produce es un nuevo tipo de sociedad donde el otro existe gracias a mí. Tengo que pensar que el tesoro universal, la herencia, a la cual todos tenemos derecho, no puede generar en las nuevas instituciones figuras de “deudores”. Es decir, personas a las cuales les decimos “ustedes tienen acceso, pero deberán pagar en términos simbólicos”. Por ejemplo, siendo como yo soy, aprendiendo mi lengua, viviendo como yo vivo. Sólo podemos pensar instituciones nuevas si somos capaces de anteponer el lenguaje de la ética al lenguaje jurídico.

- ¿Cómo se visualizan estas temáticas desde el terreno de la formación docente?
- La formación de maestros, muchas veces, tiene que ver con ser capaces de hablar sobre algo. Por ejemplo, los maestros se forman con discursos sobre la infancia pero, generalmente, no se relacionan con la infancia concreta. En este sentido, hay tres modelos: primero, la tradición indica que en el campo de la educación especial el docente tiene que ser un especialista capaz de montar un discurso racional acerca del otro, aunque sea incapaz de relacionarse con él. Luego, se puso más el acento en que el maestro debe saber “conversar con”, lo cual me parece muy bien. Sin embargo, hay un tercer tramo que se refiere a que un maestro deber ser capaz también de dejar que los otros conversen entre sí. Entonces hay que estar atento a ese triple proceso. De ahí surgen las figuras del “maestro orador”, el “maestro gramático” y el “maestro artista”. Éste último es el que ofrece algo y no controla la respuesta.