Editorial
Capaces de soñar
El próximo 16 de diciembre, la Asamblea Universitaria – integrada por
los miembros de los consejos directivos de las doce facultades- se reunirá
para elegir a las nuevas autoridades que ocuparán los cargos de rector
y vicerrector en la UNC por un período de tres años.
En un escenario marcado fuertemente por las disputas personales y los enfrentamientos
mezquinos, es propicio reflexionar sobre la Universidad, promover los grandes
debates pendientes y apoyar las decisiones institucionales sobre bases más
serias. De ese modo será posible avanzar en replanteos estructurales
considerando, sin embargo, que los cambios sustanciales son el resultado de
procesos acumulativos, de construcción cotidiana, donde los que asuman
la responsabilidad de gestión de los asuntos comunes deberán comprometerse
a trabajar por la equidad, la publicidad de los actos, la construcción
de consensos, la seriedad académica y la racionalidad administrativa,
pero, sobre todo, a no aceptar directa ni indirectamente, la impunidad y la
arbitrariedad en el manejo de los asuntos públicos. Surge, así,
con fuerza la necesidad de construir y apoyar nuevos espacios políticos,
generados a partir de las convicciones y la activa participación de hombres
y mujeres que sueñan un destino diferente para nuestra Universidad.
Retomando la histórica función de esta institución, que
debe aportar al bien común y a la construcción colectiva del conocimiento,
es imperioso bregar por una Universidad democrática, pluralista, promotora
de la calidad académica y de los valores humanistas; que apunte a la
formación no sólo de profesionales idóneos sino, también,
de ciudadanos comprometidos con su tiempo, capaces de defender la educación
como un derecho humano. Una institución generadora de conocimiento con
posibilidades ciertas de pensar los temas más sustanciales del país
y del mundo, aportando perspectivas que permitan dar respuesta a los debates
más urgentes e importantes.
Hace tiempo que nos enfrentamos a una forma empobrecida o menoscabada de la
política universitaria, reducida al mero equilibrio de intereses entre
los sectores gobernantes, al reparto de beneficios, a la administración
de los recursos, a la mera aceptación pasiva del orden de las cosas.
La implementación de un nuevo proyecto para la UNC supone, pues, una
nueva valoración de la política puesto que ella, como toda institución
pública, es constitutivamente política. Y esta caracterización
no nos desvía de las metas educativas, científicas, de formación,
de participación en la solución de los problemas sociales que
la caracterizan; sino que entendemos que esta meta, por ser de interés
público, sólo puede resolverse políticamente a partir de
mecanismos y conductas que preservan el sentido democrático propio de
nuestra condición de ciudadanos.