Historias y personajes

Moreschi y la generación fundadora

Oscar Moreschi trabaja desde hace más de cuarenta años en la Escuela de Artes. Es licenciado en Cinematografía, participó en la apertura del Departamento de Cine y pasó por todas las administraciones. Fue cesanteado durante la dictadura y después reincorporado en 1984. Desde 1988 es el secretario de la Escuela y la conoce como nadie.


Oscar Moreschi, también conocido como el "Indiana Jones" de la Escuela.

La cinta no alcanza para grabar todas las anécdotas que cuenta Moreschi. Algunas quedarán afuera. Conoce como pocos a la Escuela de Artes y, sin dudas, es uno de los empleados que más años de servicio tiene dentro de la institución, a la que ingresó siendo un joven con poco más de 20 años.

Oscar nació en Godoy Cruz, Mendoza, el 15 de enero de 1942. Hijo de Carlina Mercedes Baiardi y Humberto Primo Moreschi -quien llegó a ser diputado por Mendoza durante el gobierno peronista- cursó los estudios primarios y secundarios en su provincia natal. Hoy está casado con Ana Inés Punta y tiene dos hijas: Luciana y Mariana.

Después de cursar el bachillerato en el Colegio Nacional Agustín Álvarez, llegó a Córdoba a estudiar Abogacía en 1959. “Hice hasta tercer año completo, con materias rendidas y todo. Me trabé en Penal II, que no me animé a rendirla, porque el profesor era el más exigente que había en la disciplina”, cuenta Moreschi con respecto a su paso por esa carrera.

Si bien cursó algunas materias de cuarto año, Oscar señala que “en esa época ya estaba más identificado con el cine”. Antes de seguir, aclara que vino a Córdoba teniendo una especial afinidad por el séptimo arte: “En Mendoza, con mis compañeros de secundario y amigos del barrio, asistía a cineclubes; pero eso era muy mal visto. Era como ser un subversivo en potencia. El cineclub funcionaba en la legalidad pero controlado permanentemente; siempre estaba censurado y había películas que no se podían exhibir. Todo eso hizo que viniera a Córdoba con un incipiente interés por el cine”.

En esa época, de gran militancia estudiantil, apenas entró a Abogacía, Oscar comenzó a participar en las actividades culturales del centro de estudiantes de Derecho. También militaba en la Federación Universitaria de Córdoba y en 1960 ya era el proyectorista del cineclub “1918” de la FUC, que funcionaba en la Facultad de Arquitectura, sobre la calle Vélez Sarsfield.

“El cineclub tenía una función semanal, los socios se inscribían, pagaban una cuota, y tenían acceso a publicaciones y exhibiciones de estrenos como las películas de Bergman y Visconti, lo que era muy extraño porque no las pasaban en los otros cines”, narra Moreschi.
Al mismo tiempo que estudiaba Abogacía, Oscar empezó a trabajar como empleado administrativo en el Despacho de Alumnos de la Escuela de Artes, en noviembre de 1964. Al año siguiente, fue nombrado con el cargo de secretario de la Escuela.

La magia del cine
Su relación más estrecha con el cine comienza en 1961 en el Instituto de Cine Arte de la Dirección de Cultura de la Provincia, que funcionaba en el cuarto piso del entonces Teatro Rivera Indarte (hoy Teatro San Martín). En ese lugar, se dictaba un seminario que tenía un plan de estudios de tres años, y que se cerró en 1963. “Nos quedamos en la calle –recuerda Oscar-, pero ya teníamos un centro de estudiantes, con el que organizamos el cineclub ‘Sombras’". “Ese seminario sirvió para establecer un nexo con la gente que venía de Buenos Aires, con una interesante experiencia realizativa y en enseñanza del cine, como Víctor Iturralde Rúa, Rogelio Parolo, Jorge Petraglia y Mario Grasso”, explica.

Además, con el grupo de jóvenes cineastas que salieron del Instituto realizaron una película que fue distinguida con el primer premio al mejor cortometraje argentino, en el primer Festival Internacional de Cien Experimental y Documental, organizado por la Universidad Católica de Córdoba, en agosto de 1964, y cuyo presidente del jurado fue el canadiense Norman Mac Laren. El film se titulaba “Más de la mitad”, era en blanco y negro y duraba 14 minutos.

El “Grupo Piloto”
Al conocer esta experiencia, el arquitecto Bulgheroni -director de la Escuela de Artes en aquél entonces- se entusiasmó con la creación de un Departamento de Cine. Por eso, convocó a un grupo de personas para conformar el “Grupo Piloto de Cine”. Esta fue la primera experiencia cinematográfica de la Escuela y formaron parte de ella alrededor de 15 personas, entre las que se encontraban algunos de los pioneros de Canal 10.

Con el Grupo Piloto, Moreschi realizó un corto en 1964 llamado “El hacer artístico en la Universidad”, un documental sobre las actividades de la Escuela de Artes. Además, dictó un curso de iniciación al cine. Al año siguiente comenzó a funcionar el cineclub universitario en el Pabellón Argentina, con una primera función en la que se estrenaron las dos películas que había realizado el Grupo. En el estreno estuvo Lautaro Murúa como invitado, quien presentó y comentó las películas. “Para nosotros era la gloria”, recuerda Moreschi.

En 1965, con el Grupo Piloto participó en dos cortos: “Estudiantina”, que mostraba lo que sucedía en los festejos por el día de la primavera en la Ciudad Universitaria; y “Difunta Correa”, un documental sobre el fenómeno religioso, mágico y social que encierra esta creencia popular, filmado en el pueblo de Vallecito, en San Juan, en base a la investigación antropológica de un profesor del Instituto de Antropología.

El Grupo Piloto, durante estos años, colaboró intensamente para sentar las bases de la creación del Departamento de Cine y participó en la redacción del primer plan de estudios, aprobado en 1966. “Fue una experiencia muy linda”, reconoce Moreschi, mientras recuerda las personas que lo formaban: “Había nueve integrantes que eran del centro de alumnos del seminario de Cine Arte y otros que venían de Canal 10. De nuestro grupo eran Simón Banhos, Miguel Ángel Biasutto, Daniel Salzano, Federico Bazán, Efraín Rosales, Nelly Mosconi, José Bellotti y Eduardo Boccio; mientras que Guillermo López, Enrique Lacolla y Cachoito De Lorenzi pertenecían al Canal”.
Moreschi también trabajó en televisión. En 1971 recibió el premio Bamba al mejor programa cultural por “Teorema”, que se emitía en vivo y en directo por Canal 10 entre 1970 y 1971. En ese programa, Oscar se desempeñó como guionista, productor ejecutivo y conductor de cámaras. Igualmente fue reconocido en 1972 con el premio Santa Clara de Asís por su participación en “Fabulario”, un programa cultural que también se emitía por Canal 10 entre 1970 y 1972.

Muchos años después, Moreschi participó en el programa infantil que salía por Canal 8, “Rito y sus amigos” y en “Córdoba de Ayer”, un segmento educativo que se vio entre los años 1983 y 84, basado en ideas y guiones del historiador Efraín Bischoff. Entre 1980 y 1985, Moreschi fue Jefe de operaciones de Canal 8 y estuvo a cargo de la coordinación y dirección para puesta en el aire.

Años nefastos
Antes que se instale el gobierno de facto de 1976, en la Escuela de Artes ya se vivían años difíciles. En 1975, la Escuela fue intervenida y pasó a depender de la FFyH. “Eran tiempos muy duros, por el nivel de delaciones y controles. El Departamento de Cine, durante ese año, intentó funcionar como una escuela de cine científico pero no prosperó y lo cerraron”, dice Moreschi y recuerda: “Había algunos personajes locales tenebrosos que presentaban proyectos para obtener los cargos de los profesores despedidos. Era gente que venía a hacerse cargo de esto como botín de guerra y como forma de control de los demás”, señala.

Por ese motivo, pidió licencia por un año, sin goce de sueldo. Le concedieron la solicitud y, el 20 de abril de 1976, en Claromecó –donde se encontraba por ese entonces con su familia– recibió el expreso de Encotel que traía la infortunada noticia: “Me dirijo a usted a fin de comunicarle que se le dan por terminadas las funciones como Secretario del Área Administrativa de la Escuela de Artes, a partir del 9 del corriente. Saluda a Ud. atentamente Mayor Ricardo Moreno. Delegado Militar de la FFyH”.

Moreschi relata algunos avatares de esa época: “Me pasó de ir a pedir trabajo a agencias de publicidad, donde tenía conocidos, y no me querían tomar porque me habían echado de la Escuela. Pensaban que eso era un problema”, y continúa: “Se generaba un sistema de prohibiciones y censura, que te seguía a todas partes”. Al año siguiente, Moreschi pidió la reincorporación, que por supuesto le fue negada.

Como los amigos son amigos en las buenas y en las malas, entre 1976 y 1979, trabajó en la producción de films y videos publicitarios en la empresa “Productora de Cine y Video: Páez, Bellotti, López, asociados”, de sus compañeros del Grupo Piloto. “Con esa empresa ganamos la licitación para hacer una película sobre el Pucará y filmar unos lanzamientos de cohetes de la Fuerza Aérea en Chamical. Ahí conocí, por lo menos de vista, al que había firmado la resolución por la cual me despedían, que era el comodoro Pierrestegui, rector en esa época de la UNC”, cuenta Oscar, que se ocupaba de la redacción de los textos, en tanto que Bellotti se desempeñaba como camarógrafo en esa producción.

Volver a casa
En noviembre de 1984, Moreschi fue reincorporado a la UNC. Sin embargo, todavía no podía regresar a la Escuela de Artes. A partir de esa fecha, y durante ocho meses, cumplió funciones administrativas en el Área Económico-Financiera del Hospital de Clínicas.
En 1985 volvió a su cargo de secretario de la Escuela de Artes, y al año siguiente fue convocado como secretario de Coordinación de la Facultad. A Moreschi le correspondió elaborar la resolución de reapertura de los departamentos de Cine y Teatro. Ese cargo lo mantuvo hasta el año 1988 y, durante la gestión de la decana María Saleme de Burnichon, regresó a la Escuela de Artes. “Hace del ‘88 que estoy en esta oficina, pero no quiero sacar cuentas porque me asusto”, sonríe Moreschi.

Como si todo esto fuera poco, en el ámbito académico se desempeñó como Jefe de trabajos prácticos, docente y colaborador en diversas materias de la carrera de Cine y TV, entre las que se encuentran Realización Audiovisual I, el Seminario de medios audiovisuales y el cursillo de orientación y nivelación. También fue jefe del Departamento de Medios Audiovisuales de la Escuela Manuel Belgrano y trabajó como docente del Programa de Postitulación de la FFyH. Desde el año 2000 también integra la Comisión de Apoyo al Doctorado en Artes de la Facultad.

“Después de tantos años, le rindo un homenaje al director, los ordenanzas, los docentes y los empleados no docentes que crearon esto. Porque en cada espacio, en cada libro, en cada documento que veo de la Escuela está la mano de la gente que trabajó”, reflexiona Oscar. “Siento que pertenecí a una generación y a una etapa fundadora. Hoy, con este sistema tan perverso, pienso que se perdió el espíritu de vocación de la manifestación artística como creación, ya sea con sentido social, político o experimental; y creo que hay una especie de rutinización en la función docente”, sentencia con voz crítica.

L´enfant sauvage

Para quienes no lo conocen, imagínense un primer día de clase. El aula uno del Pabellón Francia Anexo repleta de ruidosos estudiantes de Cine y TV. Entra un señor alto, canoso, con dos portafolios y una enorme pila de fotocopias y videos. Hasta ahí todo indica que se trata del profesor. Deja sus cosas sobre el escritorio y saluda diciendo: “Bueeeeeenas”, mientras saca de su bolsillo un extraño sonajero de plástico verde que agita provocando la sorpresa y risa de todos los presentes. "Raro el profe, ¿no?", se escucha como murmullo. Y el profesor logra su objetivo: silencio y atención. Así se presenta Oscar Moreschi, uno de los maestros más queridos de la Escuela de Artes. Quizás algunos lo conozcan como el "Indiana Jones de la facultad", nombre acuñado cariñosamente por sus alumnos, debido a su impecable vestuario de sobretodo, sombrero y pañuelo al cuello.
Sus clases a veces parecen un explosivo cóctel audiovisual: neorrealismo italiano, una publicidad de Johnny Walker, películas de los Lumiére, noticieros televisivos, la Nouvelle Vague, experimentos cinematográficos de Man Ray, videos educativos, programas de Tinelli y mil cosas más. Uno, como alumno, se pregunta inocentemente “¿a dónde nos está llevando este señor?”. Él lo sabe bien y, finalmente, los estudiantes también.
Todo lo que ocurre en sus clases está planificado como un estricto guión en el que al final se revelan todos los misterios y los fragmentos dispersos de unifican para cobrar sentido. Sus clases tienen ritmo, sentido narrativo, suspenso, humor. Todos estos son conceptos sobre los que se empeña con firmeza en que reflexionemos, con abundante bibliografía. Los recursos audiovisuales que enseña los aplica en la construcción de sus clases, que transcurren como si fuesen películas en vivo. Y, como todo buen film, muchas veces termina con ovaciones y aplausos.
Es un docente incansable, capaz de transmitir entusiasmo y curiosidad hasta a la audiencia más apática. Pocas veces pierde ese buen humor, tan particular, que lo caracteriza. En realidad, eso suele ocurrir cuando el proyector de video produce una imagen poco contrastada por agotamiento de las lámparas o cuando no puede oscurecer totalmente el aula y se trepa a las inestables sillas para mantener las cortinas cerradas. O sea, su simpática sonrisa se borra de su rostro ante aquellas situaciones que no permiten que los alumnos puedan apreciar las obras que con tanto cuidado selecciona para explicar algo.
Un film que no puede faltar en cualquier programa ideado por el profesor Moreschi es “L´enfant sauvage”, un clásico de Fançoise Truffaut (1969). En esta película se recontruyen los hechos sucedidos en Francia a finales del siglo XVIII cuando un niño salvaje fue encontrado en los bosques y recluido en un instituto de investigación. El doctor Itard (personificado por el mismo Truffaut) hace todo lo posible para integrar a este niño a la sociedad de su época, llevándolo a su propia casa. ¿Será que a Oscar le conmueve tanto este film porque se siente identificado con los esfuerzos de Itard por convertir a sus salvajes estudiantes de cine en observadores y realizadores críticos?
Al querido profesor, de parte de los salvajes que hemos aprendido tanto con él, muchas gracias.

Consuelo Moisset de Espanés