Entrevista a Carolina Scotto
“Intentamos expresar la necesidad de
cambios profundos en la Universidad”
(Foto: Pablo Dagassan)
Scotto: "La presencia activa de las mujeres
ha dejado una fuerte impronta en nuestro grupo".
Carolina Scotto fue elegida rectora de la Universidad Nacional
de Córdoba con un triunfo abrumador en la Asamblea Universitaria que
sesionó el 16 de diciembre, en medio de disturbios y amenazas de grupos
minoritarios que intentaron impedir el desarrollo del proceso eleccionario.
Con el apoyo mayoritario de docentes, estudiantes y egresados, se convirtió
en la primera mujer en la historia de esta Casa de Estudios en ocupar ese cargo.
En diálogo con Alfilo, Scotto –quien fuera decana de la Facultad de Filosofía
y Humanidades durante dos períodos (1999-2005)- se refirió a los
modos de construcción política en el espacio que milita, su concepción
de poder universitario y las implicancias de que una mujer ejerza el máximo
cargo en una universidad tradicional y conservadora . “Los vicios de la vieja
política han deteriorado enormemente la capacidad de la universidad para
desarrollar políticas serias y sostenidas”, puntualizó la flamante
rectora.
- De los casi cuatrocientos años de historia
de esta Casa de Estudios, ¿cuáles son los momentos, valores y
principios que pueden resignificar el presente de la UNC?
Son muchos los acontecimientos que marcaron positivamente la historia de nuestra
universidad. Algunos son constitutivos de la historia de la universidad pública
argentina, otros han marcado esta identidad compleja que hoy singulariza a la
UNC. Sin dudas su nacimiento en el siglo XVII, ligada al proyecto cultural y
estratégico de los jesuitas marca el inicio de una larga historia intelectual
e institucional, que tiene un punto de inflexión, o mejor, uno de sus
hitos más significativos, en la rebelión estudiantil de la Reforma
de principios de siglo, que dejó un legado más que vigente, yo
diría esencial: espíritu crítico, apertura a la sociedad,
calidad académica, y la visión de la universidad como un espacio
público en el que no pueden tener lugar privilegios de ningún
tipo. En tiempos más recientes, la lenta y dificultosa recuperación
de la vida democrática en la universidad, después de la tragedia
de la dictadura, marcó el inicio de una etapa llena de altibajos, algunos
logros y grandes retrocesos. En mi opinión, esta etapa iniciada en 1983
nos pone hoy, no sólo en el desafío de contribuir activa y positivamente
a una más plena recuperación de la autonomía sino en el
más acuciante y postergado desafío de contribuir a la recuperación
de los lazos sociales, los proyectos colectivos y la ciudadanía de la
comunidad en su conjunto. La Universidad hoy tiene que mirar con menos indiferencia
los problemas comunes y aportar, dentro de sus propios marcos y objetivos institucionales,
a su mejor comprensión y solución.
- ¿Cuáles son las representaciones, los
sentidos y las implicancias de ser "la primera mujer" que llega a
ser rectora de la UNC?
Si la Asamblea Universitaria elige a una rectora y no a un rector para una institución
en tantos aspectos tan tradicional como lo es la UNC, es probable que ese hecho
tenga además de un contenido simbólico en sí mismo, y positivo,
un efecto real sobre la situación de muchas otras mujeres que en ámbitos
aún más hostiles o más cargados de prejuicios, soportan
condiciones muy exigentes para llevar adelante su trabajo y, que sin embargo,
dan sobradas pruebas de su capacidad para comprender la complejidad de los problemas
y también para tomar decisiones no sólo inteligentes y oportunas,
sino además creativas y valientes. En nuestro grupo, nos tocó
a las tres decanas aglutinar una posición crítica y opositora,
soportando condiciones políticamente muy adversas, con una decisión
sostenida y una actividad muy intensa. La presencia activa de las mujeres, de
las muchas mujeres que en estos años han trabajado de manera comprometida
en la construcción de esta propuesta, ha dejado una fuerte impronta en
nuestro grupo.
- Desde tu ingreso a la UNC, recorriste diferentes espacios y participaste
en distintas instancias de la vida universitaria, ¿cuáles recordás
como claves?
Las oportunidades de participación política en la universidad
pública, desde la recuperación democrática, son muchas;
a veces muy eventuales, a veces más perdurables. De todas las que he
vivido, he aprendido mucho y sigo aprendiendo, especialmente de las funciones
en los cargos electivos que desempeñé, por el esfuerzo constante
que significa mantener y revitalizar el contenido de representación del
que nacen esas funciones . Uno tiene que aprender a escuchar y a debatir cada
vez mejor, e incluso a resignar ideas que uno considera muy buenas, en virtud
de una valoración de las prioridades y de los diversos puntos de vista.
También uno tiene que aprender a tomar decisiones, intentando el mayor
beneficio general, y evitando la desnaturalización de los objetivos trazados,
así como minimizar los riesgos que esas decisiones puedan suponer. Es
un ejercicio tanto teórico como práctico muy complejo e inestable,
pero también fascinante y delicado, porque esencialmente se trata de
mantener cierto tipo de relaciones humanas, entre personas y grupos, con distintos
intereses, perspectivas, sensibilidad, prejuicios y temores, para intentar llevar
adelante objetivos comunes. Si uno entiende así la actividad política,
como una responsabilidad social compartida, entonces tiene sentido poner esfuerzos
en esa dirección, y no solamente en el trabajo estrictamente académico.
- La fuerza política que impulsa tu candidatura irrumpe en el
escenario de la UNC con una propuesta de cambio y de quiebre con "lo viejo".
¿Qué concepciones, qué practicas, qué fines marcan
la llegada de "lo nuevo"?
Sin dudas, intentamos expresar la necesidad de cambios profundos en la Universidad,
tanto en ciertos mecanismos y normas que rigen la vida institucional, como,
sobre todo, en el trabajo efectivo de todos los días, en las prácticas
y estilos de gestión. Los vicios de la vieja política han deteriorado
enormemente la capacidad de la universidad para desarrollar políticas
serias y sostenidas, para tomar iniciativas creativas y ambiciosas, e incluso
para solucionar los múltiples problemas y conflictos cotidianos de la
vida académica. Se necesita una gestión, en todos los niveles
de responsabilidad, que sea transparente, democrática y llena de propuestas,
con apertura para el debate, respetuosa de la diversidad de perspectivas y también
capaz de acordar y decidir, de forma clara y ágil. Todas las transformaciones
sustantivas que podamos hacer dependerán de estas primeras transformaciones
en la manera de hacer las cosas.
- ¿Cuál debería ser el rol de la
universidad en el modelo de país que se proyecta hoy desde el gobierno
nacional?
La universidad, como una institución educativa pública, tiene
un fin social mayor, la formación de ciudadanos plenos, capaces y autónomos,
creativos y críticos. Por esta razón básica, no puede estar
ausente de la vida social, política y cultural del país, y de
nuestra región en especial. Nuestros objetivos específicos nos
colocan además en posición de contribuir activamente a la mejor
comprensión de los problemas, y en este sentido, nuestros vínculos
no deben ser sólo con los organismos públicos de gobierno, sino
también con otras organizaciones y expresiones sociales, en tanto podamos
acordar en estrategias, programas de trabajo y actividades concretas, que potencien
la capacidad transformadora de la universidad. Para ello, tenemos que adecuar
algunas estructuras de funcionamiento que nos hacen muy lentos y prejuiciosos
pero sobre todo, tenemos que convocar ampliamente a profesores, investigadores,
empleados, graduados y estudiantes, para que sus capacidades e iniciativas tengan
un cauce adecuado y un estímulo oportuno. Hay mucha gente en la universidad
con vocación de servicio y deseos y capacidad para hacer muchas cosas,
pero no han percibido, en estos años, que hubiera condiciones para llevar
adelante iniciativas de este tipo. Esperamos, en este aspecto, cambiar sustancialmente
la manera de entender las relaciones de la universidad con la sociedad.