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Relación con la comunidad
Un lugar para pensar el pasado reciente
Desde 2004, la Secretaría de Extensión
y la Oficina de Egresados de la FFyH, junto al Equipo Argentino
de Antropología Forense, desarrollan actividades con docentes y directivos de escuelas secundarias. A partir de 2007, este espacio se convirtió en un programa de actividades
llamado “Entre generaciones”, cuyo objetivo es promover
el debate en torno a la transmisión de la historia reciente
en las aulas. La última charla estuvo a cargo del historiador
Federico Lorenz, quien conversó con Alfilo sobre Malvinas
y su importancia en la historia y la enseñanza.
“Entre generaciones” es el nombre del
programa de actividades que desarrolla la Secretaría de Extensión
y la Oficina de Egresados de la Facultad, junto al Equipo Argentino
de Antropología Forense (EAAF). “El objetivo de estas
actividades es promover el debate en torno a la transmisión
de la historia reciente en las aulas, sus complejidades y compromisos”,
señala Silvia Ávila, secretaria de Extensión
de la Facultad. También asegura que la propuesta “tiene
la intención de participar en la construcción social
de las nuevas generaciones como ciudadanos capaces de analizar críticamente
el pasado, para pensar el presente y futuro”.
Asimismo, los organizadores afirman que se “busca contribuir
a garantizar en la escuela el ‘derecho a la historia’
ofreciendo elementos producidos colectivamente, para que los jóvenes
puedan elaborar posiciones autónomas y fundadas frente a
los problemas sociales”.
Mientras que la presencia del antropólogo, miembro del EAAF,
Darío Olmo, garantiza el conocimiento a través de
la experiencia y el trabajo llevado adelante por esta organización;
la participación de la Oficina de Egresados, con Leandro
Inchauspe, Alejandro Quici, Martín Yriarte, Magdalena Brocca,
Romina Grana, Celeste Cerdá y Florencia Furlotti, permite
anudar lazos con profesores de nivel medio, que a su vez son egresados
de la Facultad, y desempeñan un papel central en la articulación
de acciones y el trabajo con las instituciones.
Garantizar el derecho a la historia
Este trabajo comienza a gestarse en el 2005 con la proyección
en las escuelas del video “El último confín”,
dirigido por Pablo Ratto, acompañada de charlas e intercambios
con los estudiantes y docentes. (Ver
nota de archivo)
Durante el 2006 se llevó a cabo la misma tarea y para el
2007, además de esta actividad, se decidió fortalecer
el programa con la organización de algunos eventos. Es así
como, el 30 de mayo se organizó la jornada “Entre generaciones:
la problemática de la transmisión del pasado reciente
en las instituciones escolares”, en la que se convocó
a los egresados de la Facultad que se encontraban ejerciendo la
docencia en escuelas de nivel medio. En esa ocasión se presentó
y se debatió sobre el documental “Sr. Presidente”,
de Liliana Arraya y Eugenia Monti, basado en las denuncias del personal
de la morgue de la ciudad de Córdoba en tiempos de la dictadura
militar y que recoge testimonios relacionados con las violaciones
a los derechos humanos.
Por otro lado, el 31 de mayo, co-organizada por los institutos de
formación docente Renée Trettel de Fabián,
Simón Bolívar, Garzón Agulla, Carlos A. Leguizamón;
la Secretaría de Extensión y la Oficina de Egresados
de la FFyH, se desarrolló la jornada–taller “Entre
el pasado y el futuro. Los jóvenes y la transmisión
de la experiencia argentina reciente”, coordinada por Javier
Trímboli, miembro del Ministerio de Educación de la
Nación, y dirigido a docentes de nivel superior, profesorados
y carreras universitarias. Posteriormente, se realizó una
presentación dirigida a estudiantes de nivel superior de
profesorados y carreras universitarias.
Finalmente, el 15 de junio, se realizó la actividad “Malvinas:
una puerta para la transmisión de la historia reciente”,
a cargo del historiador Federico Lorenz, dirigida a docentes y directivos
de escuelas de nivel medio, egresados y alumnos universitarios.
Entrevista
“Hay que encontrar un sentido en la derrota”
Federico Guillermo Lorenz (36) es historiador. Trabaja
en el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología
de la Nación. Publicó los libros Las guerras por Malvinas
(2006), Cruces. Idas y vueltas de Malvinas, junto a María
Laura Guembe (2007), Los zapatos de Carlito. Una historia de los
trabajadores navales de Tigre en la década del setenta (en
prensa) y diversos trabajos sobre la historia reciente argentina.
Además, es coordinador general de la Escuela de Capacitación
Docente del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Lorenz: "Para lo ex-combatientes la derrota es la destrucción de una escala de valores que los habia llevado a creer que era su deber estar en las islas".
- ¿Cómo se transmite el pasado
reciente de la Argentina a las generaciones más jóvenes?
- De ahí salen dos cuestiones: la primera es que, como otros
temas relacionados con la dictadura, un primer momento es el de
habilitar que circulen las historias de los protagonistas en los
distintos grados de relación o cercanía con el conflicto.
En ese sentido, Malvinas, a diferencia de otros episodios de la
historia argentina reciente tiene mucha menos visibilidad. Y como
contrapartida, la segunda cuestión, para los más jóvenes
es un tema que, aún sabiendo mucho o poco, convoca. Malvinas,
por distintos motivos, es algo que suena, y hay que hacer un esfuerzo
grande para poner en una sintonía común gente que
generacionalmente siente que no se la ha escuchado, que son los
ex combatientes, pero también son las familias; con gente
que, a priori, tiene una adhesión al símbolo, sin
saber bien qué es este símbolo.
-¿Cuáles son los sentidos
posibles para comprender a Malvinas, en tanto es el símbolo
de una guerra llevada a cabo por una dictadura?
- Malvinas es bien polisémica. Es la guerra del 82, pero
también es la línea de más larga data de una
continuidad en la política exterior argentina, son las dos
cosas juntas. Además, Malvinas fue un hecho considerado por
amplios sectores de la sociedad argentina como un reclamo legítimo
por un gobierno ilegítimo. Eso a los ex combatientes muchas
veces les genera una contradicción, porque ellos vienen a
ser los portadores vivos de un episodio desgraciado, tanto por su
desenlace, como por quienes lo produjeron, entonces lo resuelven
de distintos modos. No creo que sea completamente incompatible poner
juntas la guerra con la dictadura, me parece que hay que hacer un
esfuerzo de comprensión muy grande en términos de
devolverle una lógica histórica a la época,
que era bien distinta; porque era una época en que se legitimaba
la violencia y había servicio militar obligatorio.
Entonces, para estos ex combatientes Malvinas coincide con algo
que, culturalmente, era muy arraigado en la Argentina que era el
rito de pasaje que constituía el servicio militar. Para los
ex combatientes, la derrota también es la destrucción
de una escala de valores que los había llevado a creer, en
mayor o menor medida, que era su deber estar en las islas. Ahí
hay otra contradicción, porque el discurso que dice “víctima
de la dictadura” se contradice con la forma que ellos eligen
para contar su experiencia: “Era mi deber”, “lo
hice por la patria”, etcétera. En todo caso, permite
armar una discusión para ver qué entendemos por patria.
- ¿Cómo enseñar el
episodio de la guerra de Malvinas cuando hubo represores como Astiz
o carapintadas como Seineldín que participaron en ella y
cómo se mide la categoría héroe de guerra?
- Hay una gran divisoria de aguas, a mí no me gusta la idea
de pensar en héroes de Malvinas. En todo caso, hay que hacer
un gran esfuerzo de reconocimiento para ver, socialmente, qué vamos
a reconocer como héroe. La idea de héroe es atemporal
e intangible, como la idea de patria. Para mí, hay que hacer
una distinción básica, porque no es lo mismo un tipo
que elige una carrera militar, por más héroe que sea
después y alguien que, por más que esté convencido,
era su deber ir a las islas. Era ilegal no ir a la convocatoria
si te llegaba el telegrama. Era un deber del conscripto ir. Esa
es una primera distinción.
La segunda es que no todos entran en la categoría héroe;
de Astiz es fácil si se quiere decir que no fue un héroe
porque entregó las islas Georgias sin disparar un tiro. Pero
hay situaciones más complicadas, y Seineldín es una.
Seineldín era el enlace entre el Ejercito y la Triple A en
1974; en Malvinas tuvo una actuación destacada y es respetado
por muchos de los conscriptos que estuvieron en las islas porque
compartió las mismas penurias que ellos. La guerra instala
otra escala de valores.
Hay otras situaciones complicadas como la de Antonio Pernías,
que fue parte de la inteligencia de la Marina en la Escuela de Mecánica
de la Armada, y tuvo una actuación destacada en Malvinas.
En una guerra convencional combatió bien, dirían los
ingleses. Además, fue condecorado por el Congreso Nacional
ya en democracia. ¿Qué hacemos con eso? Lo primero,
es justamente plantear esas contradicciones. La cuestión
debería ser ¿cuál es la relevancia de Malvinas
hoy? Si puedo establecer una relevancia para Malvinas, de algún
modo puedo volver a discutir qué entiendo por héroe
y qué no. Pero, diría que la categoría de héroe
como uno la aprendió en la escuela genera problemas porque
en el panteón entran todos y eso no me gusta.
- ¿Cómo se enseña una
guerra a diferencia de un acontecimiento cívico, como por
ejemplo el 25 de mayo?
- Creo que no debería haber diferencias. Estamos discutiendo
una guerra que se perdió, probablemente no estaríamos
sentados acá si la guerra se hubiera ganado. No debería
ser un problema hablar de la guerra de Malvinas, porque la historia,
aún como se enseña hoy, está muy anclada en
los héroes, en los personajes militares y las batallas. El
agravante es que es una guerra muy reciente, es algo que vivimos
muchos de los que damos clases, iniciada por una dictadura. Es mucho
más fácil enseñar la usurpación de 1833.
Acá hay una cuestión mayor que es que, cuando uno
trabaja cualquier tema de la historia reciente, ya sea Malvinas
o el terrorismo de Estado, está tocando las cuerdas sensibles
de gente que vivió los acontecimientos, con mayor o menor
cercanía. Entonces, ahí es donde se te queman los
papeles muchas veces. El reaseguro mayor es la información.
Cuando califico la guerra de Malvinas como una aventura, no es un
juicio de valor, hay un informe que produjeron las mismas Fuerzas
Armadas donde dice que fue una aventura. Ahí me reaseguro
con la información.
- Pero en ese momento, algún alumno
puede decir “mi papá estuvo en la guerra de Malvinas
y es un héroe”…
- Seguro, ahí aparece una contradicción que padece
la escuela fuertemente, entre un discurso por el respeto por la
diversidad y discursos construidos en las casas. Por eso tiene que
haber un reaseguro de la información, porque te estás
metiendo con la lógica de la transmisión familiar
y ahí puede haber un cortocircuito. Para el docente, así
como está el reaseguro de la información, debería
estar el reaseguro del Estado. Tiene que haber una voz superior
a la del docente sobre temas, no en términos jerárquicos,
sino como una instancia mayor.
Por otra parte, le estamos pidiendo mucho a Malvinas y otros temas,
porque todavía estamos discutiendo cómo contar los
procesos históricos y políticos que desembocaron en
la organización nacional en 1880. La guerra de Malvinas fue
hace 25 años, es un acontecimiento muy próximo, pero
a la vez es muy distante, porque hablar de una guerra en el contexto
actual tiene valores anacrónicos, pero son valores anacrónicos
que portan los vivos.
- ¿Cómo cambia el sentido
de Malvinas a lo largo de los años?
- Malvinas es un espejo fenomenal para pensarnos como comunidad,
nación, pueblo o sociedad y eso me parece fascinante y alude
a distintos momentos históricos. Cuando Alfonsín,
por ejemplo, deroga el feriado del 2 de abril, instaurado por Bignone,
está disputando simbólicamente quién tiene
que decir algo sobre la fecha. Alfonsín vuelve a la contradicción
cuando en las pascuas del 87 dice que los alzados son héroes
de Malvinas, lo que en términos estrictamente militares es
cierto. Los comandos que se alzan en Campo de Mayo son tipos que,
desde la lógica de los combatientes, fueron buenos jefes.
Los ex combatientes, aun los más críticos, revindican
la figura de Rico y otros que estuvieron en el levantamiento, y
eso es un gran problema. Me parece que Malvinas, como otros episodios,
no deja de estar atado a las coyunturas. La diferencia fundamental
es que las discusiones alrededor de Malvinas son más parecidas
a lo que se discutía en los 80 que, por ejemplo, lo que son
hoy las discusiones sobre el terrorismo de Estado y la militancia
política previa. Es como que se avanzó mucho en esos
terrenos, pero la discusión sobre Malvinas todavía
está anclada en los discursos que podrían ser del
82 al 87.
- ¿Y qué pasa ahora que se
cambió de nuevo el feriado al 2 de abril?
- A mi juicio, la mejor novela sobre Malvinas es “Las Islas”,
de Carlos Gamerro. La investigación lo llevó a Gamerro
a escribir un texto fenomenal, donde el plantea seriamente que el
feriado debería ser el 14 de junio. Es decir, reflexionar
a partir de una derrota. Ahí, en términos pedagógicos,
históricos, políticos, etcétera, hay un tremendo
desafío para ver si es posible encontrar dignidad en una
derrota. Yo creo que sí, pero es muy difícil culturalmente
instalar una pertenencia a partir de eso. El 2 de abril, en cambio,
es el hecho que inicia el proceso. Es una marca en términos
de conmoción. El 14 de junio pasó desapercibido y,
de algún modo, el 2 de abril no. Somos triunfalistas. La
lógica de las efemérides, tal como funciona en las
escuelas todavía, claramente es así. Habría
que hacer un gran esfuerzo de honestidad y empezar a discutir el
14 de junio.
- ¿Qué ocurre en la escuela
cuando, desde los grandes medios, no se habla del día de
la memoria sino del día en que se produjo un golpe de Estado
o en vez del día del ex combatiente, el día en que
se recuperaron las islas?
- Me parece que cualquier discusión debe tener algo detrás
y Malvinas, como la dictadura, todavía no encuentra un consenso.
No sé si se pueda encontrar, todavía estamos en un
momento de discusión. Me parece que, en todo caso, la apuesta
del Estado de poner determinados clavitos de donde uno cuelgue sentidos,
es bien importante. Uno tiene que hacer el esfuerzo de discutir
acerca del sentido que le pone a cosas que, simbólicamente,
son fuertes. Cualquiera ve el contorno de las islas y saben que
son, pero no sé si está de acuerdo con otro acerca
de lo que son. En todo caso, el laburo es instalar una discusión.
Sería más cómodo para los docentes si tuvieran
un resguardo detrás, en términos institucionales.
Hay que pensar Malvinas por fuera de la guerra, como un símbolo.
- En uno de tus textos decís
que las conmemoraciones públicas son una apelación
al pasado desde el presente ¿Cómo deben ser esas apelaciones?
- En el Ministerio de Educación trabajamos con la historia
de Julio Cao, un tipo que era maestro, que había hecho el
servicio militar obligatorio y lo habían dado de baja. Cuando
se produce el desembarco, el tipo se presenta como voluntario porque
dice “yo si soy maestro tengo que ir”. Murió
en Malvinas. Ahí, está armado el problema todo junto:
desde el Estado, el lugar de la educación pública,
la cuestión del servicio militar obligatorio, la pertenencia
a entidades mayores como la patria, la lealtad con los compañeros
de promoción. Eso es incomprensible hoy, o por lo menos tiene
sentidos muy fragmentarios en distintos lugares del país.
El gran esfuerzo debería ser cómo instala uno la cuestión
a partir del 14 de junio y no del 2 de abril. Hay que encontrar
un sentido en la derrota, pero estamos muy lejos de eso. Se puede
encontrar una forma de pensarnos como Nación a partir de
Malvinas.
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