Junio - Julio 2007 | Año 3. Nº 18
UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA, Argentina
 


Relación con la comunidad

Un lugar para pensar el pasado reciente

Desde 2004, la Secretaría de Extensión y la Oficina de Egresados de la FFyH, junto al Equipo Argentino de Antropología Forense, desarrollan actividades con docentes y directivos de escuelas secundarias. A partir de 2007, este espacio se convirtió en un programa de actividades llamado “Entre generaciones”, cuyo objetivo es promover el debate en torno a la transmisión de la historia reciente en las aulas. La última charla estuvo a cargo del historiador Federico Lorenz, quien conversó con Alfilo sobre Malvinas y su importancia en la historia y la enseñanza.

“Entre generaciones” es el nombre del programa de actividades que desarrolla la Secretaría de Extensión y la Oficina de Egresados de la Facultad, junto al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). “El objetivo de estas actividades es promover el debate en torno a la transmisión de la historia reciente en las aulas, sus complejidades y compromisos”, señala Silvia Ávila, secretaria de Extensión de la Facultad. También asegura que la propuesta “tiene la intención de participar en la construcción social de las nuevas generaciones como ciudadanos capaces de analizar críticamente el pasado, para pensar el presente y futuro”.
Asimismo, los organizadores afirman que se “busca contribuir a garantizar en la escuela el ‘derecho a la historia’ ofreciendo elementos producidos colectivamente, para que los jóvenes puedan elaborar posiciones autónomas y fundadas frente a los problemas sociales”.
Mientras que la presencia del antropólogo, miembro del EAAF, Darío Olmo, garantiza el conocimiento a través de la experiencia y el trabajo llevado adelante por esta organización; la participación de la Oficina de Egresados, con Leandro Inchauspe, Alejandro Quici, Martín Yriarte, Magdalena Brocca, Romina Grana, Celeste Cerdá y Florencia Furlotti, permite anudar lazos con profesores de nivel medio, que a su vez son egresados de la Facultad, y desempeñan un papel central en la articulación de acciones y el trabajo con las instituciones.

Garantizar el derecho a la historia
Este trabajo comienza a gestarse en el 2005 con la proyección en las escuelas del video “El último confín”, dirigido por Pablo Ratto, acompañada de charlas e intercambios con los estudiantes y docentes. (Ver nota de archivo)
Durante el 2006 se llevó a cabo la misma tarea y para el 2007, además de esta actividad, se decidió fortalecer el programa con la organización de algunos eventos. Es así como, el 30 de mayo se organizó la jornada “Entre generaciones: la problemática de la transmisión del pasado reciente en las instituciones escolares”, en la que se convocó a los egresados de la Facultad que se encontraban ejerciendo la docencia en escuelas de nivel medio. En esa ocasión se presentó y se debatió sobre el documental “Sr. Presidente”, de Liliana Arraya y Eugenia Monti, basado en las denuncias del personal de la morgue de la ciudad de Córdoba en tiempos de la dictadura militar y que recoge testimonios relacionados con las violaciones a los derechos humanos.
Por otro lado, el 31 de mayo, co-organizada por los institutos de formación docente Renée Trettel de Fabián, Simón Bolívar, Garzón Agulla, Carlos A. Leguizamón; la Secretaría de Extensión y la Oficina de Egresados de la FFyH, se desarrolló la jornada–taller “Entre el pasado y el futuro. Los jóvenes y la transmisión de la experiencia argentina reciente”, coordinada por Javier Trímboli, miembro del Ministerio de Educación de la Nación, y dirigido a docentes de nivel superior, profesorados y carreras universitarias. Posteriormente, se realizó una presentación dirigida a estudiantes de nivel superior de profesorados y carreras universitarias.
Finalmente, el 15 de junio, se realizó la actividad “Malvinas: una puerta para la transmisión de la historia reciente”, a cargo del historiador Federico Lorenz, dirigida a docentes y directivos de escuelas de nivel medio, egresados y alumnos universitarios.

 

Entrevista

“Hay que encontrar un sentido en la derrota”

Federico Guillermo Lorenz (36) es historiador. Trabaja en el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. Publicó los libros Las guerras por Malvinas (2006), Cruces. Idas y vueltas de Malvinas, junto a María Laura Guembe (2007), Los zapatos de Carlito. Una historia de los trabajadores navales de Tigre en la década del setenta (en prensa) y diversos trabajos sobre la historia reciente argentina. Además, es coordinador general de la Escuela de Capacitación Docente del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Lorenz: "Para lo ex-combatientes la derrota es la destrucción de una escala de valores que los habia llevado a creer que era su deber estar en las islas".

- ¿Cómo se transmite el pasado reciente de la Argentina a las generaciones más jóvenes?
- De ahí salen dos cuestiones: la primera es que, como otros temas relacionados con la dictadura, un primer momento es el de habilitar que circulen las historias de los protagonistas en los distintos grados de relación o cercanía con el conflicto. En ese sentido, Malvinas, a diferencia de otros episodios de la historia argentina reciente tiene mucha menos visibilidad. Y como contrapartida, la segunda cuestión, para los más jóvenes es un tema que, aún sabiendo mucho o poco, convoca. Malvinas, por distintos motivos, es algo que suena, y hay que hacer un esfuerzo grande para poner en una sintonía común gente que generacionalmente siente que no se la ha escuchado, que son los ex combatientes, pero también son las familias; con gente que, a priori, tiene una adhesión al símbolo, sin saber bien qué es este símbolo.

-¿Cuáles son los sentidos posibles para comprender a Malvinas, en tanto es el símbolo de una guerra llevada a cabo por una dictadura?
- Malvinas es bien polisémica. Es la guerra del 82, pero también es la línea de más larga data de una continuidad en la política exterior argentina, son las dos cosas juntas. Además, Malvinas fue un hecho considerado por amplios sectores de la sociedad argentina como un reclamo legítimo por un gobierno ilegítimo. Eso a los ex combatientes muchas veces les genera una contradicción, porque ellos vienen a ser los portadores vivos de un episodio desgraciado, tanto por su desenlace, como por quienes lo produjeron, entonces lo resuelven de distintos modos. No creo que sea completamente incompatible poner juntas la guerra con la dictadura, me parece que hay que hacer un esfuerzo de comprensión muy grande en términos de devolverle una lógica histórica a la época, que era bien distinta; porque era una época en que se legitimaba la violencia y había servicio militar obligatorio.
Entonces, para estos ex combatientes Malvinas coincide con algo que, culturalmente, era muy arraigado en la Argentina que era el rito de pasaje que constituía el servicio militar. Para los ex combatientes, la derrota también es la destrucción de una escala de valores que los había llevado a creer, en mayor o menor medida, que era su deber estar en las islas. Ahí hay otra contradicción, porque el discurso que dice “víctima de la dictadura” se contradice con la forma que ellos eligen para contar su experiencia: “Era mi deber”, “lo hice por la patria”, etcétera. En todo caso, permite armar una discusión para ver qué entendemos por patria.

- ¿Cómo enseñar el episodio de la guerra de Malvinas cuando hubo represores como Astiz o carapintadas como Seineldín que participaron en ella y cómo se mide la categoría héroe de guerra?
- Hay una gran divisoria de aguas, a mí no me gusta la idea de pensar en héroes de Malvinas. En todo caso, hay que hacer un gran esfuerzo de reconocimiento para ver, socialmente, qué vamos a reconocer como héroe. La idea de héroe es atemporal e intangible, como la idea de patria. Para mí, hay que hacer una distinción básica, porque no es lo mismo un tipo que elige una carrera militar, por más héroe que sea después y alguien que, por más que esté convencido, era su deber ir a las islas. Era ilegal no ir a la convocatoria si te llegaba el telegrama. Era un deber del conscripto ir. Esa es una primera distinción.
La segunda es que no todos entran en la categoría héroe; de Astiz es fácil si se quiere decir que no fue un héroe porque entregó las islas Georgias sin disparar un tiro. Pero hay situaciones más complicadas, y Seineldín es una. Seineldín era el enlace entre el Ejercito y la Triple A en 1974; en Malvinas tuvo una actuación destacada y es respetado por muchos de los conscriptos que estuvieron en las islas porque compartió las mismas penurias que ellos. La guerra instala otra escala de valores.
Hay otras situaciones complicadas como la de Antonio Pernías, que fue parte de la inteligencia de la Marina en la Escuela de Mecánica de la Armada, y tuvo una actuación destacada en Malvinas. En una guerra convencional combatió bien, dirían los ingleses. Además, fue condecorado por el Congreso Nacional ya en democracia. ¿Qué hacemos con eso? Lo primero, es justamente plantear esas contradicciones. La cuestión debería ser ¿cuál es la relevancia de Malvinas hoy? Si puedo establecer una relevancia para Malvinas, de algún modo puedo volver a discutir qué entiendo por héroe y qué no. Pero, diría que la categoría de héroe como uno la aprendió en la escuela genera problemas porque en el panteón entran todos y eso no me gusta.

- ¿Cómo se enseña una guerra a diferencia de un acontecimiento cívico, como por ejemplo el 25 de mayo?
- Creo que no debería haber diferencias. Estamos discutiendo una guerra que se perdió, probablemente no estaríamos sentados acá si la guerra se hubiera ganado. No debería ser un problema hablar de la guerra de Malvinas, porque la historia, aún como se enseña hoy, está muy anclada en los héroes, en los personajes militares y las batallas. El agravante es que es una guerra muy reciente, es algo que vivimos muchos de los que damos clases, iniciada por una dictadura. Es mucho más fácil enseñar la usurpación de 1833. Acá hay una cuestión mayor que es que, cuando uno trabaja cualquier tema de la historia reciente, ya sea Malvinas o el terrorismo de Estado, está tocando las cuerdas sensibles de gente que vivió los acontecimientos, con mayor o menor cercanía. Entonces, ahí es donde se te queman los papeles muchas veces. El reaseguro mayor es la información. Cuando califico la guerra de Malvinas como una aventura, no es un juicio de valor, hay un informe que produjeron las mismas Fuerzas Armadas donde dice que fue una aventura. Ahí me reaseguro con la información.

- Pero en ese momento, algún alumno puede decir “mi papá estuvo en la guerra de Malvinas y es un héroe”…
- Seguro, ahí aparece una contradicción que padece la escuela fuertemente, entre un discurso por el respeto por la diversidad y discursos construidos en las casas. Por eso tiene que haber un reaseguro de la información, porque te estás metiendo con la lógica de la transmisión familiar y ahí puede haber un cortocircuito. Para el docente, así como está el reaseguro de la información, debería estar el reaseguro del Estado. Tiene que haber una voz superior a la del docente sobre temas, no en términos jerárquicos, sino como una instancia mayor.
Por otra parte, le estamos pidiendo mucho a Malvinas y otros temas, porque todavía estamos discutiendo cómo contar los procesos históricos y políticos que desembocaron en la organización nacional en 1880. La guerra de Malvinas fue hace 25 años, es un acontecimiento muy próximo, pero a la vez es muy distante, porque hablar de una guerra en el contexto actual tiene valores anacrónicos, pero son valores anacrónicos que portan los vivos.

- ¿Cómo cambia el sentido de Malvinas a lo largo de los años?
- Malvinas es un espejo fenomenal para pensarnos como comunidad, nación, pueblo o sociedad y eso me parece fascinante y alude a distintos momentos históricos. Cuando Alfonsín, por ejemplo, deroga el feriado del 2 de abril, instaurado por Bignone, está disputando simbólicamente quién tiene que decir algo sobre la fecha. Alfonsín vuelve a la contradicción cuando en las pascuas del 87 dice que los alzados son héroes de Malvinas, lo que en términos estrictamente militares es cierto. Los comandos que se alzan en Campo de Mayo son tipos que, desde la lógica de los combatientes, fueron buenos jefes. Los ex combatientes, aun los más críticos, revindican la figura de Rico y otros que estuvieron en el levantamiento, y eso es un gran problema. Me parece que Malvinas, como otros episodios, no deja de estar atado a las coyunturas. La diferencia fundamental es que las discusiones alrededor de Malvinas son más parecidas a lo que se discutía en los 80 que, por ejemplo, lo que son hoy las discusiones sobre el terrorismo de Estado y la militancia política previa. Es como que se avanzó mucho en esos terrenos, pero la discusión sobre Malvinas todavía está anclada en los discursos que podrían ser del 82 al 87.

- ¿Y qué pasa ahora que se cambió de nuevo el feriado al 2 de abril?
- A mi juicio, la mejor novela sobre Malvinas es “Las Islas”, de Carlos Gamerro. La investigación lo llevó a Gamerro a escribir un texto fenomenal, donde el plantea seriamente que el feriado debería ser el 14 de junio. Es decir, reflexionar a partir de una derrota. Ahí, en términos pedagógicos, históricos, políticos, etcétera, hay un tremendo desafío para ver si es posible encontrar dignidad en una derrota. Yo creo que sí, pero es muy difícil culturalmente instalar una pertenencia a partir de eso. El 2 de abril, en cambio, es el hecho que inicia el proceso. Es una marca en términos de conmoción. El 14 de junio pasó desapercibido y, de algún modo, el 2 de abril no. Somos triunfalistas. La lógica de las efemérides, tal como funciona en las escuelas todavía, claramente es así. Habría que hacer un gran esfuerzo de honestidad y empezar a discutir el 14 de junio.

- ¿Qué ocurre en la escuela cuando, desde los grandes medios, no se habla del día de la memoria sino del día en que se produjo un golpe de Estado o en vez del día del ex combatiente, el día en que se recuperaron las islas?
- Me parece que cualquier discusión debe tener algo detrás y Malvinas, como la dictadura, todavía no encuentra un consenso. No sé si se pueda encontrar, todavía estamos en un momento de discusión. Me parece que, en todo caso, la apuesta del Estado de poner determinados clavitos de donde uno cuelgue sentidos, es bien importante. Uno tiene que hacer el esfuerzo de discutir acerca del sentido que le pone a cosas que, simbólicamente, son fuertes. Cualquiera ve el contorno de las islas y saben que son, pero no sé si está de acuerdo con otro acerca de lo que son. En todo caso, el laburo es instalar una discusión. Sería más cómodo para los docentes si tuvieran un resguardo detrás, en términos institucionales. Hay que pensar Malvinas por fuera de la guerra, como un símbolo.

- En uno de tus textos decís que las conmemoraciones públicas son una apelación al pasado desde el presente ¿Cómo deben ser esas apelaciones?
- En el Ministerio de Educación trabajamos con la historia de Julio Cao, un tipo que era maestro, que había hecho el servicio militar obligatorio y lo habían dado de baja. Cuando se produce el desembarco, el tipo se presenta como voluntario porque dice “yo si soy maestro tengo que ir”. Murió en Malvinas. Ahí, está armado el problema todo junto: desde el Estado, el lugar de la educación pública, la cuestión del servicio militar obligatorio, la pertenencia a entidades mayores como la patria, la lealtad con los compañeros de promoción. Eso es incomprensible hoy, o por lo menos tiene sentidos muy fragmentarios en distintos lugares del país. El gran esfuerzo debería ser cómo instala uno la cuestión a partir del 14 de junio y no del 2 de abril. Hay que encontrar un sentido en la derrota, pero estamos muy lejos de eso. Se puede encontrar una forma de pensarnos como Nación a partir de Malvinas.