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Editorial
La promesa del nuevo régimen de la docencia
La finalización del año invita a pensar sobre lo ocurrido durante ese tiempo, y sobre lo que quedó pendiente. También sobre las perspectivas que se abren mirando hacia el próximo año académico. Sin dudas, y quizás no sea posible valorarlo todavía cabalmente, el acontecimiento de mayor potencialidad transformadora del año en curso es la modificación de Régimen de la Docencia.
A fines de noviembre se realizó una convocatoria de la Asamblea Universitaria para considerar un conjunto de reformas en ese sentido, reformas que efectivamente fueron aprobadas por ese cuerpo. La convocatoria fue precedida y seguida por intercambios de ideas, discusiones y posturas más o menos flexibles, expresadas en distintos ámbitos y por diversos medios, sobre las bondades y las limitaciones tanto del régimen anterior como del propuesto. La conversación en la mesa del café, las reuniones y foros convocados para debatir las propuestas, como también las notas de opinión de distintos medios de prensa han sido y siguen siendo ámbitos donde es incluida la cuestión, y donde se expresan distintos puntos de vista.
Con anterioridad a la Reforma, la designación de docentes en las distintas facultades disponía la selección por concurso abierto de antecedentes y oposición y la designación por un período variable de entre tres y siete años, según la jerarquía del cargo; el concurso abierto debía volver a llamarse cada vez que expiraba el plazo por el que el docente había sido designado. El nuevo régimen mantiene el concurso abierto de antecedentes y oposición para el ingreso a la docencia, y para el cambio de categoría. A diferencia del anterior, abre la posibilidad de una valoración del desempeño de cada docente al finalizar el período de su designación, y una consideración de la posibilidad de su prórroga, antes de decidir el llamado a concurso abierto.
El debate ha girado en líneas generales en torno a dos cuestiones centrales: por un lado, la carrera docente y la condición de estabilidad de los agentes, en relación con derechos laborales; y por otro, las calidades con que se desarrollan la enseñanza, la investigación y las demás funciones propias de una institución como la universidad, que es previsible que se vean afectadas de distintas formas, dependiendo de cómo se resuelva la primera cuestión. Hay en el escenario de intercambios quizás demasiados ejercicios de predicción sobre lo que ocurrirá en el futuro.
Desde otra mirada, es posible empezar a pensar hacia adelante: una nueva norma incorpora la necesidad de reunir y sistematizar procedimientos e información que posibiliten un seguimiento y evaluación de las tareas desarrolladas por cada uno de los docentes; requerirá nuevas tareas de los profesores – elaborar otros informes- y de los distintos niveles de la gestión académica –reunir información, recabar la opinión del alumnado, convocar comisiones, etc.- Pero, además de empezar a organizar esas tareas, es necesario destacar las posibilidades que brindarán los nuevos escenarios, y lo que prometen: sabremos más sobre cómo se están desarrollando ciertos procesos, en particular la enseñanza, tendrá cada uno la posibilidad de analizar mejor su trabajo cotidiano, tendremos algunas pistas más certeras sobre cuáles son algunos de los problemas en nuestra actividad y sobre cómo comenzar a abordarlos.
Que esto, poco a poco, se vaya concretando no depende sólo de acertar predicciones, o de apostar a profecías de autorrealización, sino de cómo se vayan abordando las múltiples tareas que el nuevo régimen implica, de cuánto cuidado, esfuerzo y exigencia con nosotros mismos nos impongamos en la organización del sistema de seguimiento de la actividad docente, de que pongamos a su servicio los mejores recursos. Pensarse a sí mismo es un ejercicio que necesita, en particular en este caso, ser estimulado. A la promesa de que la reforma intensificará las instancias, las dimensiones y las consecuencias de la evaluación del desempeño de los profesores no la puede hacer nadie en particular. Necesita ser honrada por todos, cada uno en lo que le toque desde su lugar.
Lic. Gladys Ambroggio
Secretaria Académica - FFyH
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