La crisis del sistema
Me dirijo a los lectores de la revista Alfilo, con el interés de poder compartir algunos interrogantes que me genera la actual crisis del sistema de pasantías rentadas de la FFYH de la UNC, manifestada y explicitada por el reclamo que hicieron los pasantes para el pago de sus asignaciones estímulo con aumento retroactivo desde el mes de diciembre, según lo establecía la resolución a nivel nacional.
Lo primero: quisiera enmarcarme en la Ley Nº 25.165 del Ministerio de Educación - 22/10/99, la cual crea el "Sistema de Pasantías Educativas" determinando en su artículo 2º que "se entenderá como pasantía a la extensión orgánica del sistema educativo en el ámbito de empresas u organismos públicos o privados en los cuales los alumnos realizarán residencia programada u otras formas de prácticas supervisadas relacionadas con su formación y especialización , llevadas a cabo bajo la organización y control de las unidades educativas que lo integran , y a las que ellos pertenecen, según las características y condiciones que se fijan en convenios bilaterales estipulados en la presente ley".
Asimismo, considero que los artículos 15 y 16 de la normativa de referencia relacionados a la asignación estímulo, carga horaria, descanso, transporte, beneficios y obligaciones son ambiguos, ya que permitieron, a lo largo de estos ocho años, diferentes interpretaciones y aplicaciones, cuando no arbitrariedades e irregularidades según la autonomía de las dependencias educativas que las ponían en acto.
Por otro lado, no podemos negar que en ella también se menciona claramente la existencia de tutores institucionales con sus respectivos roles (art. Nº 21) y académicos (art. Nº 22) que se deben designar en forma personal para cada pasante.
Cabe preguntarse entonces si las autoridades dan a conocer dicha reglamentación al estudiante pasante antes que éste inicie su experiencia de pasantía; o si el estudiante solicita tomar conocimiento de la reglamentación que lo amparará (o no) en su experiencia
Sin vueltas: ¿qué roles cumplen los tutores? ¿Realizan el seguimiento y acompañamiento de los pasantes a su cargo?
Sé que en la mayoría de los casos los docentes tutores sólo son consignados como una formalidad administrativa (con el puntaje correspondiente a tal función en su curriculum vitae) sin llegar a conocer personalmente a los estudiantes pasantes que tienen a cargo.
¿Se hubiera manifestado esta crisis si los tutores hubieran tenido una participación activa en el marco del cumplimiento de sus responsabilidades?
¿Porqué los pasantes no reclamaron el cumplimiento real de sus roles, constituyéndolos quizá en interlocutores válidos, mediadores en este conflicto?
Lo segundo: es de constatar que las principales partes involucradas en el conflicto -autoridades de los diferentes niveles y estudiantes pasantes (dejo de lado los docentes tutores por lo mencionado anteriormente)- resuman, sinteticen el mismo en el reclamo sobre la asignación estímulo. Pareciera que: "Pagado lo reclamado, los problemas están solucionados."
¿Acaso no es esto un autoengaño? ¿Acaso no sabemos que la crisis estaba – desde hace tiempo- instalada en el sistema como tal, desvirtuado, y que, por lo tanto, merecía otro tratamiento, análisis y solución?
¿Por qué las autoridades no previeron mecanismos para la resolución de esta crisis?
Lo tercero: es interesante ver cómo este conflicto hizo visible el profundo deterioro en las relaciones sociales entre las partes involucradas:
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Imposibilidad de diálogo y escucha.
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Posturas inflexibles de ambas partes.
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Imposibilidad de autocrítica, de reconocimiento de errores y aciertos.
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Desconocimiento de obligaciones y derechos por parte de los pasantes.
¿Pueden estas posturas y actitudes cobrar tanta importancia a punto tal que impidan realizar un análisis más objetivo en búsqueda de soluciones efectivas?
Lo cuarto: muchas veces critiqué (criticamos) como adultos, a las generaciones jóvenes de 20 o 30 años, por su individualismo, conformismo, desmovilización, apatía, indiferencia a nivel político (ya que reconozco su activa participación en nuevas manifestaciones socioculturales).
Y ahora, ante una acción colectiva por parte de estos jóvenes, en defensa de sus derechos, por lo tanto con un claro objetivo político (que busca el bien común del sector al que pertenecen), los adultos involucrados en el conflicto sólo pudimos valorarla como incorrecta, injusta, sintiéndonos además atacados por aquella. Las maneras y modos pudieron estar erradas, pero...
¿No es otra la actitud y respuesta que deberíamos tener como adultos ante estas manifestaciones de los jóvenes? ¿Dimensionamos las conclusiones, lecciones que generarán en nuestros jóvenes sus acciones y la respuesta encontrada?
Es importante aclarar que lo anteriormente expuesto es una reflexión, producto de mi desempeño durante varios años en relación con el sistema de pasantías rentadas de la UNC.
En efecto trabajé (como no docente) co-coordinando dicho sistema en la Secretaría de Extensión de la Escuela de Trabajo Social durante el período 2002-2005. Luego, a partir del febrero de 2007 en la actual dependencia en la que me encuentro, estuve a cargo -junto con la coordinadora del área- del seguimiento de los pasantes a los que hemos tratado de respetar en sus derechos, como también exigir el cumplimiento de sus obligaciones.
Por lo tanto, la medida de fuerza implementada por los estudiantes me sorprendió al igual que las respuestas que se van generando desde las autoridades.
Mis interrogantes continúan...
Creo que "la verdad y la justicia" se construyen en la medida en que permitimos que nuestra concepción de verdad y de justicia sea puesta en duda por las concepciones de verdad y justicia del otro, el diferente, el opuesto, el contrario.
Espero que esta nota no naufrague como una botella arrojada al mar en el océano de la palabra, sino que encuentre un puerto y una respuesta, en lo posible a la altura de los interrogantes que he formulado.
Lilia Hernández - Museo de Antropología - FFyH |