Institucionales

La categorización, un sistema para revisar que requiere debate

El sistema de categorización que permite a los docentes universitarios incorporarse al Programa de Incentivos está bajo la lupa. Los resultados de la última convocatoria pusieron en evidencia que esta modalidad provoca brechas y distorsiones. Parámetros de evaluación que influyen de manera decisiva en desmedro de otros que resultan relegados, disciplinas distintas que son evaluadas con criterios iguales y dedicaciones que tienen un impacto inequitativo en los incentivos a cobrar. La secretaria de Investigación, Ciencia y Técnica de la FFyH, Mónica Maldonado, conversó con alfilo y aportó ideas para enriquecer el debate.

¿Quién podría cuestionar la intención de incentivar la investigación en las universidades públicas cuando ésta es una de las razones de ser que fundamentan su existencia? ¿Cómo no respaldar las políticas destinadas a promover la producción de conocimiento de calidad? ¿Y cómo conciliar esas políticas con las necesidades y demandas de los docentes que investigan en la universidad?

Porque lo cierto es que pocas políticas de educación superior han generado tanta controversia como el sistema de categorización incluido en el Programa Nacional de Incentivos, y no tanto porque la comunidad universitaria dude de su necesidad sino, más bien, por las inequidades y distorsiones que la modalidad del sistema ha propiciado.

La categorización docente forma parte del Programa de Incentivos que el ministerio de Educación viene implementando desde 1994, con un fondo de 65 millones de pesos. La idea del sistema es establecer parámetros que midan la calidad diferenciada de las trayectorias en la investigación de los docentes. En términos prácticos, la categoría asignada juega a la hora de presentarse a un concurso y, a su vez determina la posibilidad de cobrar un plus de dinero que permita mejorar, o compensar, los deprimidos salarios docentes.

Impacto positivo

La secretaria de Investigación, Ciencia y Técnica de la FFyH, Mónica Maldonado, señala que el Programa efectivamente motivó a los docentes a comprometerse con la investigación de manera sistemática, cumpliendo con evaluaciones anuales, movilizando las posibilidades de publicación, estimulando la formación de posgrado y dinamizando la actividad académica en su totalidad.

“Porque si bien la investigación siempre figuró entre las tareas fundamentales del quehacer en la Universidad, iba quedando relegada por la docencia. Entonces a partir de este Programa, la situación se revirtió -indica Maldonado-. En especial en el caso de las ciencias sociales, tan golpeadas durante los procesos dictatoriales, que a partir de la democracia se vieron estimuladas por políticas de subsidios, becas e incentivos a la investigación”.

Para ilustrar el impacto que el Programa ha tenido en el desarrollo de la investigación en la FFyH se puede señalar que en la convocatoria 2004 (cuyos resultados se conocieron el mes último) se registraron 221 presentaciones, de las cuales fueron evaluadas 186. Las 35 restantes fueron anuladas porque mostraban alguna falla formal o arbitrariedad manifiesta, y ahora están a la espera de una resolución.

De esos 186 docentes cuyos antecedentes fueron evaluados para la categorización, 62 subieron de categoría y 49 mantuvieron la que tenían. “Descensos” no hubo, pese a que en la UNC 16 docentes bajaron de categoría. Además, 34 ingresaron al sistema (fueron categorizados por primera vez), 5 salieron (estaban categorizados pero actualmente no integran proyectos de investigación) y 36 no lograron ingresar. A su vez, del total de docentes que variaron su categoría, 79 obtuvieron una menor a la solicitada.

Esos números, que a simple vista parecen desprovistos de complejidad, permiten formular una serie de preguntas que a su vez pueden conducir a una visión más crítica e integral del sistema de categorización. Cabe preguntarse, por caso, qué criterios predominaron a la hora de decidir el ascenso de categoría, qué motivos justificaron la imposibilidad de pasar de una categoría a otra o qué razones imperaron para que determinada cantidad de docentes no lograra incorporarse al sistema.

La última convocatoria de categorización generó un gran malestar entre los profesores de las universidades públicas de Córdoba, porque la mitad de los que se presentaron recibió una evaluación por debajo de sus expectativas. Eso generó numerosas recusaciones y propuestas para rechazar los dictámenes en forma colectiva.

Exigencias y prioridades

¿Qué actividades académicas son más valoradas a la hora de someterse al proceso de evaluación para la categorización? Además de la investigación y todas sus complementarias (como la publicación de los resultados o conclusiones), dictar cursos de posgrado o dirigir tesis de ese nivel también otorgan un puntaje relevante. Bastante más que dictar un postítulo, dirigir una tesis de grado o realizar actividades de extensión, pese a que todas estas también son inherentes y necesarias para el desarrollo de la educación superior.

Por lo tanto, resulta natural que los docentes, además de sus actividades en la investigación y en el nivel de grado, dediquen tiempo y esfuerzo a aquellas otras que otorgan alto puntaje. “Lo que termina sucediendo es una sobreexigencia para el docente, que debe cumplir con los requisitos de la cátedra, pero también adecuar su actividad a los parámetros de la evaluación -señala Maldonado- Y el caso de la extensión, que ocupa un lugar de poca jerarquía pese a ser una actividad fundamental del quehacer universitario, es un ejemplo cabal de cómo se va distorsionando el esquema de prioridades”.

La exigencia de ser director de un equipo de investigación, que es un requisito indispensable para acceder a las categorías 1, 2 y 3 y ascender en el sistema, también genera “un efecto perverso”, ya que la necesidad de los docentes de armar y conducir su propio grupo va a ir provocando el desmembramiento de los grupos originarios y la multiplicación de otros nuevos, integrados por ayudantes y adscriptos, lo que atentaría contra la calidad de la investigación.

En este contexto, cabe preguntarse por aquello que es la razón de ser del sistema... ¿Se produce conocimiento de calidad? “En muchos casos sí, pero también se producen distorsiones y reproducciones de calidad discutible”, explica la funcionaria.

Y para explicar estas distorsiones, Maldonado vuelve a poner la lupa sobre las falencias intrínsecas del sistema y se anima a sincerar el estado de cosas. “Termina sucediendo que muchos docentes, obligados por las circunstancias y apremiados por los tiempos, se las ingenian como pueden, ya que aquí no está en juego sólo una cuestión simbólica sino también salarial, con todo lo que ello implica”, señala Maldonado.  

Sociales y Artes, diferentes

Existe un consenso bastante generalizado en relación a que los criterios de evaluación son bastante restrictivos. “Si bien hay un manual de procedimientos, a veces las normas para evaluar son más restrictivas que el propio manual -indica Maldonado-. Por otro lado, ajustarse con criterio estrecho a una norma que ha sido pensada en abstracto, produce nuevas distorsiones”.

La situación resulta más complicada aún para los docentes de ciencias sociales o humanas, cuyas investigaciones -en la mayoría de los casos, de tipo cualitativa- pueden demandar tiempos mucho más largos que los de otras ciencias y cuyos resultados no siempre consiguen la visibilidad necesaria. “A veces un investigador necesita trabajar durante uno o dos años en un tema para poder decir algo relevante al respecto, y a su vez, no siempre existen los canales necesarios para divulgar ese trabajo. En ese sentido, cabe preguntarse de qué manera y en qué condiciones un docente debe publicar cinco artículos por año”.

Las brechas que el sistema provoca entre las disciplinas se hace mucho más evidente en el caso de Artes, ya que en ese campo los parámetros para determinar qué es una investigación científica son diferentes a los que han construido históricamente las ciencias llamadas “duras” y, por tanto, los docentes del área encuentran mayores obstáculos para ingresar al sistema y, en consecuencia, para mejorar sus salarios.

“El caso de Artes es complicado porque sus producciones son evaluadas con parámetros ajenos al campo. Los criterios para la categorización son bastante restrictivos y tal vez sea  necesario pensar en formas específicas de evaluación de las investigaciones artísticas que puedan contemplar otras realidades y que puedan dar respuesta a los docentes del área”, sugiere Maldonado.

Impacto en el bolsillo

El sistema debería ser discutido porque genera brechas muy grandes entre los docentes, las cuales inciden en forma directa en los salarios. Los “premios” a las investigaciones (el monto que cobran los docentes) difieren mucho según la dedicación del profesor en cuestión (es decir, si es full time, semi dedicado o de dedicación simple), aún cuando las exigencias -en términos de la categorización- son para todos ellos exactamente las mismas. 

Por ejemplo, un docente de dedicación full con categoría 1 percibe un incentivo de 3480 pesos cada cuatro meses, mientras que uno de dedicación semi con categoría 2 sólo cobra 928. Y el caso de los docentes de dedicación simple es peor: no reciben ningún tipo de incentivo. Eso, pese a que todos ellos son evaluados con los mismos parámetros (a través de los informes de investigación) y pese a que deben cumplir con los mismos requisitos para acceder a tal o cual categoría.

Otro ejemplo, un docente de dedicación semi con categoría 3 que dirige un equipo de investigación sólo cobra $ 600, mientras que un director de equipo con mayor dedicación puede cobrar un monto varias veces superior. En ese sentido, la lógica de “a igual tarea, igual remuneración” no se aplica.

“Las dedicaciones son más determinantes que las categorizaciones: eEl docente puede dirigir un equipo, formar gente, publicar de manera constante...  pero si es semi dedicado, cobrará mucho menos que un colega que hace exactamente la misma tarea y es full -indica Maldonado- Estas inequidades generan ruidos y molestias al interior de la Universidad  ya que las categorizaciones impactan en algo tan sensible como el salario”.

Eso, con el agravante de que no hay  presupuesto disponible para corregir el problema de las dedicaciones y aumentarlas en la proporción que sería necesario. Y, por otra parte, cabe destacar que el incentivo es un adicional no remunerativo que no impactará en el haber jubilatorio.

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Detalles de la convocatoria

La tarea

Poner en marcha el complejo andamiaje del sistema de categorización docente fue posible gracias al valioso aporte del personal de la secretaría de Ciencia y Técnica de la UNC, en especial de Nora Smith y Pablo Riera, que se ocuparon de cuestiones tan diversas como organizar las solicitudes, resolver las tareas técnico - administrativas relacionadas con las comisiones evaluadoras y toda una gama de cuestiones operativas que va desde conseguir los pasajes para los evaluadores hasta garantizarles el alojamiento y la comida.

La reserva

Esas tareas, además, fueron realizadas en esta ocasión, cuidando todos los detalles de transparencia y confidencialidad en el manejo de la información: el procedimiento estuvo diseñado de tal manera que los interesados son los primeros y los únicos en conocer la decisión de la comisión evaluadora respecto de su categoría.

Las categorías

Hay cinco categorías: la más alta es la 1 y la más baja es la 5. El ministerio de Educación de la Nación estableció una tabla de puntos para acceder a cada una de ellas. Un ejemplo: para tener categoría 1 se necesitan mil puntos; los puntos se juntan con los doctorados (200), maestrías (100) o posgrados (50); la dedicación docente; la actividad y producción en las aulas; la formación de recursos humanos. Hay además un requisito indispensable: participar en grupos de investigación.

Los evaluadores

En una primera instancia, la evaluación está a cargo de comisiones que se conforman por área o disciplina, integradas por docentes categoría 1 y 2. A su vez, existe una comisión regional, conformada por representantes de varias universidades del país. La UNC está integrada en la región Centro-Oeste.

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