Historias y personajes

Oscar Bazán, emblema
de originalidad musical

Oscar Bazán fue un referente de la música contemporánea, formado con los mejores maestros y autor de notables obras. Ex docente de la Escuela de Artes y fundador del Centro de Música Experimental de esa casa, trascendió por su espíritu de libertad y su originalidad conceptual. La profesora y compositora Graciela Castillo recuerda su trayectoria y su talento, y a la vez rescata el espíritu de los ’60, cuando Bazán brilló.

Bazán tocaba todos los instrumentos, pero era un gran improvisador en el piano.

Conocí a Oscar Bazán, quien sería a lo largo de toda mi vida uno de mis más queridos amigos, cuando yo cursaba mis últimos años en el Conservatorio. Ya había estudiado toda la teoría de la música y la armonía, y quería componer.

Sin embargo, no podía unir aquellos conocimientos teóricos con la creación; no encontraba sentido al conocimiento. Alguien me dijo que estudiara con Bazán y así lo hice. Fue mi primer maestro de composición, pese a ser muy joven.

En nuestras largas conversaciones en su casa de la calle Charcas, mientras tomábamos té o escuchábamos música, descubrí aspectos insospechados del hacer musical. Él me enseñó a buscar siempre el mensaje profundo del arte, la línea sutil que une conocimiento e intuición. Así era Bazán, un maestro.

Había nacido en Cruz del Eje (Córdoba), en 1936. Su formación profesional se inició en esta misma provincia, donde realizó sus primeros estudios musicales. Siempre, desde los comienzos, su actividad tuvo mucho que ver con aquellos rasgos que lo caracterizarían a través de su vida: libertad, no conformismo y una terrible musicalidad.

Tocaba varios instrumentos, pero el principal era el piano. Fue un gran improvisador.

Una sólida formación

En 1963 se hizo acreedor a una beca del Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales del Instituto Torcuato Di Tella (CLEAM). Allí tuvo oportunidad de conocer y estudiar con los más grandes compositores de la época: Olivier Messiaen, Earle Brown, Luigi Nono, Ricardo Malipiero, Luigi Dallapiccola, Aarón Copland, Cristóbal Halffter, Bruno Maderna, Yannis Xenakis, Mario Davidovsky, Gerardo Gandini, Francisco Kröpfl y Alberto Ginastera, quien era por ese entonces el director del CLEAM.

En esta etapa también tomó contacto con otros jóvenes compositores latinoamericanos, muchos de los cuales tendrían posteriormente una influencia decisiva en la historia de la música contemporánea.

Adquirió una sólida formación técnica y tuvo la oportunidad de emprender el camino de búsqueda hacia su propia personalidad musical. Oscar Bazán nunca se sometió a cánones rígidos ni convencionales. Salvo algunas obras de juventud, su música siempre denotó una búsqueda estética profunda, fresca y personal.

A mediados de los sesenta, Bazán me llevó a la casa de Horacio Vaggione, en plena avenida Vélez Sársfield, al lado de la Facultad de Arquitectura, donde habitualmente se congregaba un selecto grupo de jóvenes compositores. Desde entonces y por espacio de aproximadamente dos años, nos reunimos semanalmente para ejecutar, escuchar y comentar nuestras obras, cambiar ideas e información y apoyarnos espiritualmente.

Este grupo fue la base sobre la cual se fundó el mítico Centro de Música Experimental de la Escuela de Artes de la UNC, con el apoyo de la pianista Ornella Ballestreri de Devoto, quien por ese entonces dirigía el departamento de Música de la Escuela, y del musicólogo Héctor Rubio. Desde allí, Córdoba y su Universidad irradiaron la música de avanzada a toda América.

El Centro de Música Experimental estaba compuesto por seis jóvenes compositores: Oscar Bazán, Horacio Vaggione, Graciela Castillo, Pedro Echarte, Virgilio Tosco y Carlos Ferpozzi.

Los prolíficos ‘60

Para comprender el espíritu de la Córdoba sesentista en la cual Bazán plasmó su definitivo camino estético, debemos recordar que se leía, se escribía y se polemizaba mucho. En literatura ya había figuras destacadas, como Marcelo Masola o Alfredo Terzaga, director de la colección "Campana de fuego" de la editorial Assandri, con sus antológicas traducciones de poesía.

Intelectuales, académicos y poetas, como Emilio Sosa López y Enrique Revol. Con ellos y a veces contra ellos los jóvenes se expresaban. La poesía se renovaba con Romilio Ribero, Glauce Baldovín, Ofelia Castillo, Etelvina Astrada, Rubén Alonso Ortiz, Osvaldo Pol, Alejandro Nicotra, Rodolfo Godino, Osvaldo Guevara y Julio Requena.

Las librerías tenían gran importancia. Se frecuentaba Paideia, la librería de Bernardo, no sólo para comprar sino también para conversar. En plástica ya se destacaban Raúl Pecker, Luis Saavedra, Diego Cuquejo, Dalmacio Rojas, Héctor Sosa Luna, Bepi Demonte y Eduardo Giusiano, entre otros.

Despuntaban los narradores Daniel Moyano, Rubén Alonso Ortiz (que debutó como poeta) y Raúl Dorra. Y Jorge Bonino deslumbraba con sus malabarismos verbales y su gestualidad.

La Universidad era un faro para la inquietud cultural: Ornella Ballestreri de Devoto difundía la música contemporánea; enseñaban y escribían Oscar del Barco, Carlos Giordano, María Luisa Cresta de Leguizamón y Héctor Schmucler.

En esos años también surgió la Escuela de Teatro con María Escudero a la cabeza y se desarrollaba la actividad teatral con grupos independientes, la Comedia Cordobesa, y directores y actores importantes, como Jorge Petraglia.

Se publicaba mucho. El notable editor Alberto Burnichon viajaba llevando sus plaquetas de jóvenes escritores y establecía vasos comunicantes entre los diversos rincones del país.

Acontecimientos sonoros

En ese marco, las experiencias de creación colectiva y de Teatro Musical, las búsquedas sonoras asociadas a la primera música concreta y electrónica, los espectáculos abiertos llamados "Sucesos", nacidos y presentados en el Centro de Música Experimental, tuvieron en Bazán a uno de sus principales protagonistas. Sus cualidades histriónicas comenzaban a manifestarse al asumir el rol de oficiante, en la mayoría de las puestas.

A ese período pertenece su obra "Átomos", en la cual incorpora el azar produciendo los más imprevistos y dinámicos acontecimientos sonoros por medio del uso de pelotitas de ping-pong rodando y rebotando sobre las cuerdas de un piano de cola abierto. Esta es una obra emblemática dentro de la producción temprana de Bazán. Así, el concepto de obra abierta se incorpora casi definitivamente a su manera de hacer música.

En 1966 se realizaron en Córdoba las Primeras Jornadas Americanas de Música Experimental, en el marco de la "II Bienal Americana de Arte" auspiciada por Kaiser Argentina. Y el 16 de octubre de ese mismo año Bazán estrenó su obra "Casi cuatro y medio" (Teatro instrumental) en la sala del cine Centro República (hoy Cinerama), ante una multitud fervorosa, teniendo como intérpretes al mismo Bazán junto a Echarte, Castillo y Vaggione. Entre los asistentes a ese concierto se encontraba el maestro Juan Carlos Paz, quien fue posteriormente un gran amigo y consejero de Bazán.

La historia del arte en nuestro país se caracteriza por la discontinuidad, los esfuerzos desperdiciados y los procesos inconclusos; discontinuidad no atribuible a la inconstancia de los propios creadores sino a la influencia demoledora de los acontecimientos políticos y económicos.

Así, el Centro de Música Experimental, que aún hoy sigue siendo valorado en diversas partes del mundo, sucumbió ante el avasallamiento de la realidad política. Si bien en los papeles aún existe, sus actividades prácticamente se paralizaron a partir de 1968. Vaggione y Echarte se fueron a Europa, mientras que los otros compositores seguimos nuestro propio camino.

Música "pobre" y "austera"

A fines de la década del sesenta Bazán intervino en la Sociedad Internacional de Música Contemporánea realizando cursos, conferencias, performances y conciertos.

Sus postulados estéticos y formales, sus materiales sonoros despojados y su concepto de "música pobre" han de ser capitalizados por toda una generación de compositores latinoamericanos para quienes el camino emprendido por Bazán posibilitaba una actitud de autenticidad ante el avance de la tecnología y el empobrecimiento de los pueblos latinoamericanos.

En 1970 participó de los conciertos del CAYC en Buenos Aires, junto a Krzystof Penderecki, y ese mismo año dictó cursos en Uruguay en el marco del "Primer Curso Latinoamericano de Música Contemporánea", donde también actuó Luigi Nono. A su vez, en 1971 el compositor norteamericano John Cage incluyó una de sus partituras en su libro "Notations", un compendio de las grafías musicales utilizadas hasta ese momento en el ámbito internacional.

Durante 1973 y 74 trabajó en el laboratorio del CICMAT en Buenos Aires, adonde fue invitado para producir una obra con la más moderna tecnología del momento. Sin embargo, pese a los medios técnicos a su disposición, su música sonó a "música pobre". Economía en la elección de los materiales, organización y formalización carente de todo componente sofisticado, originalidad conceptual. Un sugestivo ejemplo para mucha de la actual música electroacústica...

Dentro de esta misma línea acuñó posteriormente, frente al avance de la tecnología y el vaciamiento de los contenidos, el concepto de "música austera"; es decir, música realizada en base al uso de materiales no convencionales, estructuras elementales y formalización en bloques de texturas no direccionadas. Música plena de humor, ingenuidad y dramatismo, donde la participación del público aporta un toque ceremonial.

Entre sus principales obras podemos citar:

"Sonogramas" (1964) para dos pianos

"Exégesis" (1968) para orquesta sinfónica

"Nuevas" (1969)

"Episodios" (1973-1974)

"Austeras" (1975-77) serie instrumental o vocal-instrumental.

"Parca" (1974)

"Los números" (1974)

"Seis propuestas" (1980)

"Ethos", "Variaciones sobre un silencio" y "Los mitos" (1984-85) para

instrumentos indistintos

"Los signos" (1986) para dos guitarras

"Premoniciones (1986) para flauta, clarinete, guitarra y piano.

"El círculo invisible (1987)

"Austeras II" (1988)

"El valle de las profecías" (1989)

Oscar Bazán vivió y desarrolló su actividad musical como compositor y docente en la ciudad de Córdoba, y durante largos años enseñó en la Escuela de Artes de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC.

El pasado 16 de julio uno de los más emblemáticos y admirados representantes de la música contemporánea en Córdoba nos dejó solos, pero con su obra y su recuerdo.

Oscar Bazán, un maestro, un músico original.

Graciela Castillo

compositora y titular de Composición I, II y III,

departamento de Música de la Escuela de Artes, FFyH (UNC).