Investigación
"Normalizar" el cuerpo
para ser "ciudadano"
En su tesis doctoral en Filosofía, Mauro Cabral plantea cómo las personas intersexuales y transexuales son incorporadas al espacio ciudadano a través de prácticas de "normalización" biotecnológica del cuerpo que resultan inhumanas. Su trabajo, titulado "Tecnologías de la identidad" y dirigido por Gustavo Cosacov, cuestiona además la capacidad de la sociedad para lidiar con lo diverso. El investigador es licenciado en Historia y becario de la Secyt.
Todas
las personas somos asignadas, desde el momento de nacer, y aún antes, al género
femenino o al masculino. Ingresamos al cuerpo social a través de esa primera
atribución de feminidad o masculinidad, realizada a partir de la constatación de
la diferencia sexual. Desde
las últimas décadas del siglo XX la teórica política feminista ha venido
insistiendo en la necesidad de promover y defender una "ciudadanía sexual"; es
decir, una donde ningún sujeto vea disminuido o negado su acceso a derechos
sobre la base de la diferencia sexual, y donde el mismo espacio ciudadano
contemple ciertas especificidades derivadas la misma. Esta
demanda parte de suponer que la diferencia sexual -que nos constituye en
hombres y mujeres, en ciudadanos y ciudadanas- está dada, y que
simplemente se trata de asegurar que unos y otras accedamos por igual al mismo
status ciudadano. Mi
investigación parte de cuestionar ese carácter dado de la diferencia
sexual, proponiendo entenderla, en cambio y a la vez, como un ideal
normativo muy potente y como el producto de complejas operaciones de
incorporación (es decir, de "integración" y de "corporización"). Para
abordar esta proposición decidí analizar la forma en la que ciertos sujetos que
desafían la regularidad de la diferencia sexual son incorporados
al espacio ciudadano, ocupándome, en particular, de intersexuales y
transexuales. Escogí un tiempo y un lugar determinados: la Argentina, entre los
años 1983 y 2003, y un corpus documental específico, integrado por
materiales provenientes del derecho, la biomedicina, la bioética y el activismo
político intersexual y transexual. A
través del trabajo con estos materiales pude concluir que ambas situaciones
-intersexualidad y transexualidad- permiten comprender cómo el funcionamiento de
la diferencia sexual como un ideal justifica, en ambos casos, la
"normalización" biotecnológica del cuerpo como condición previa a la asignación
o la re-asignación del género. Es decir que, para ser sujeto del derecho a
tener derechos -incluyendo derechos humanos- es preciso, primero, contar con
un cuerpo capaz de ser situado claramente en una de las dos posibilidades
genéricas que establece la diferencia sexual. En
este sentido, uno de los mayores problemas que enfrenta la idea de "ciudadanía
sexual" es su dependencia actual respecto de la concepción de una "humanidad
sexuada"; es decir, la identificación de lo humano con la diferencia sexual,
por un lado, y del funcionamiento cultural de lo humano como un valor,
por el otro. Puesto
que aquello que cae por fuera de la diferencia sexual aparece como
inhumano -o monstruoso- las diferentes prácticas de "normalización" corporal a
la que son sometidas tanto los individuos intersexuales como los transexuales se
consideran moralmente justificadas puesto que son consideradas, en nuestra
cultura, como formas de humanización (es decir, como medios a través de
los cuales el cuerpo de un individuo se vuelve semejante al de los
hombres o al de las mujeres, deviniendo humano). Sin
embargo, paradójicamente, muchas de las intervenciones de "normalización"
implican a menudo prácticas que violan los derechos humanos de intersexuales y
transexuales -incluyendo, por ejemplo, la realización de cirugías plásticas de
los genitales en niños y niñas intersexuales recién nacidos y la exigencia de
cirugías esterilizadoras en individuos transexuales adultos que demandan una
reasignación de género. Es decir, se trata de una humanización obtenida
por medios inhumanos; y la "ciudadanía sexual" a la que pueden acceder quienes
han sido así humanizados es, desde el comienzo, una "ciudadanía sexual"
menguada. El
dilema principal que plantea la incorporación de intersexuales y
transexuales al espacio ciudadano puede ser resumido, entonces, en los términos
de una tensión entre aquellos rasgos que consideramos particularmente
distintivos de lo humano (como la diferencia sexual) y nuestra capacidad
cultural para lidiar con lo diverso sin reducirlo, continuamente, al
imperio de lo mismo. Lic.
Mauro Cabral, Doctorando
en Filosofía, FFyH (UNC)