Opinión
Enseñar
a leer y escribir textos
La alfabetización académica es una empresa política y pedagógica compleja que implica poner a los sujetos en relación activa con distintos universos de discurso, caracterizados por reglas específicas. Desde esa perspectiva, el profesor Gustavo Giménez -especialista en enseñanza de la Lengua- analiza el controvertido problema de la comprensión lectora de los estudiantes, que aparecen con serias dificultades para entender lo que leen y para escribir textos.
“Todos
los problemas de la alfabetización comenzaron
cuando
se decidió que escribir no era una profesión sino una obligación
y
que leer no era marca de sabiduría sino marca de ciudadanía”. (Emilia
Ferreiro) [1]
La
psicología cognitiva y las ciencias del lenguaje en general, han difundido en
los últimos años una serie de conocimientos que permiten saber hoy más que
nunca sobre los complejos procesos de comprensión lectora y de adquisición del
lenguaje escrito; cada vez más información sobre teorías e investigaciones
circula y se expone en la bibliografía pedagógica para maestros y profesores.
Junto a este significativo hecho, el desarrollo incesante de nuevas tecnologías para la información y la comunicación, y el aumento de las posibilidades de acceso a ellas, llevarían a imaginar un mundo donde buscar información, organizarla, sintetizarla, interpretarla y reformularla en nuevos textos no podrían constituir problemas mayores.
Sin
embargo, cada vez más se expande la sensación de que estamos en el momento más
crítico de la educación porque cada vez más alumnos abandonan la escuela con
habilidades demasiado pobres y escasas para poder ingresar a cursos
universitarios regulares, para tener acceso a empleos, o para analizar y
producir textos escritos.
Pareciera
ya formar parte del sentido común, que los niños y jóvenes no interpretan
bien lo que leen, que no saben escribir o lo hacen muy mal, y que dichas
competencias no los favorecen para ingresar al complejo mundo del trabajo o del
conocimiento. La educación y las instituciones educativas -aún las de nivel
superior- son permanentemente objetos de innumerables críticas y sospechas, que
cuestionan la legitimidad de los contenidos que imparten y los aprendizajes que
promueven.
Sin
dudas, la complejidad cultural, pedagógica y didáctica de la cuestión que
hemos planteado excede naturalmente la posibilidad y el espacio de este artículo.
Sin embargo, algunas reflexiones podrían ayudar al debate.
En primera instancia, ya no es posible imaginar un escenario de analogías entre las prácticas que los sujetos desarrollan en la vida social y las que la escuela les demanda, ni entre los valores que se les asignan a esas prácticas dentro y fuera de ella. Ni siquiera imaginar que leer y escribir textos se consideren prácticas culturales dotadas de un significado homogéneo y un valor positivo tanto en el mundo escolar como en el extraescolar, tanto para los maestros y profesores como para los alumnos.
Ya no es posible pensar que sean evidentes e indiscutibles los beneficios de acceder a la cultura letrada, de convertirse en su usuario; la tarea de enseñar a leer y escribir textos ya no corre con la suerte de que quien está para aprender lo considere un rédito cultural incuestionable. La fragmentación social y cultural cuestiona cada vez más la imaginaria correspondencia entre los significados que los profesores y los estudiantes, otorgan a las actividades de leer y escribir textos. Los textos que leen y escriben cada uno, la forma en que lo hacen y el sentido que le otorgan, hacen muchas veces irreconciliables el mundo de la escuela con el de las prácticas culturales cotidianas.
Cada
vez parecen resultar más extraños a más jóvenes lo que dicen y la forma en
que lo hacen, esos textos que circulan en las escuelas para describir y explicar
los fenómenos del mundo natural o social. Y aquí, entramos a la segunda cuestión:
Alfabetizar no debería representar, entonces, solo la enseñanza de un repertorio de técnicas para “escribir” letras y palabras en el inicio de la vida escolar, sino también y especialmente una compleja empresa política y pedagógica que se proponga poner en una relación activa y productiva a los sujetos con los distintos universos de discurso en que encarna la cultura social, un emprendimiento cultural de promoción de las formas, significados y textos que se construyen en distintas prácticas sociales.
La alfabetización necesita ser definida como un proceso formativo continuo de enseñanza y aprendizaje de las reglas de producción y reconocimiento de los textos que produce cada comunidad discursiva, o al menos las que signan el acceso a los conocimientos superiores y las ideas públicas. La noción de alfabetización académica señala ese necesario proceso de aprendizaje y utilización de nociones y estrategias del discurso académico, aquel que posibilita la generación y circulación de conocimientos en las explicaciones de los profesores, en las lecciones de los libros escolares y las enciclopedias, en los textos requeridos en las cátedras universitarias y revistas especializadas, en los discursos de las academias y comunidades científicas, etcétera.
Los inconvenientes que muchos alumnos experimentan en la comprensión y producción de los textos que se le solicitan en la escuela o la universidad no son consecuencia muchas veces de la ausencia absoluta de conocimientos generales sobre los procesos de lectura o de escritura de textos, sino del desconocimiento cabal de ciertas reglas específicas a partir de las cuales se concibe, se produce y se transmite el discurso académico.
Numerosas investigaciones han demostrado que parte de la responsabilidad del fracaso de los estudiantes, la tiene el desconocimiento de ciertos géneros típicos del discurso (el científico, entre otros); sin embargo, y paradójicamente, la escuela o las academias universitarias no consideran las particularidades de esos textos que utilizan las ciencias como contenidos prioritarios para el conocimiento de sus alumnos y el trabajo didáctico.
Leer
y escribir no encarnan procesos universales de interpretación y composición de
textos, sino modos muchas veces singulares de reconocer y reproducir ciertas
reglas discursivas ligadas a una práctica social, de elaborar e interpretar
ciertos enunciados más o menos típicos (al decir de Bajtin) que caracterizan a
distintos géneros de la discursividad social. Focalizar la problemática de la
especificidad genérica de los discursos que construyen las academias para
construir y hacer circular los conocimientos como preocupación de toda la
escolaridad (inclusive la de posgrado) parece un punto ineludible y hasta cierto
punto ya indiscutible para asegurar la continuidad y calidad de los aprendizajes
de los estudiantes.
*
Prof. en Letras Modernas y Espec. en enseñanza de la Lengua y la Literatura.
*
Prof. del "Seminario Taller de Práctica Docente y Residencia
(Área
de Letras)" de la Escuela de Ciencias de la Educación, FFyH (UNC).
[1] Ferreiro Emilia (2001): Pasado y presente de los verbos leer y escribir. FCE. Bs. As.
Articulación,
un mutuo aprendizaje
La
Universidad Nacional de Córdoba participa por segundo año consecutivo del
Programa de Apoyo a la Articulación Universidad - Escuela Media, organizado por
la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la
Nación. En esta oportunidad el proyecto seleccionado se denominó: “Escuela,
universidad, comunidad: nuevas formas de relaciones” y fue elaborado por
docentes de las siguientes unidades académicas: Famaf, Ciencias Químicas,
Ciencias Médicas, Psicología, Ciencias Agropecuarias, Filosofía y
Humanidades, Trabajo Social, Ciencias de la Información, Ciencias Exactas, Físicas
y Naturales, bajo la Coordinación General de la Facultad de Filosofía y
Humanidades. Sus destinatarios principales fueron docentes y estudiantes de 6º
año de 15 escuelas medias de capital e interior y como instituciones invitadas
participaron 6 escuelas más, todas de gestión pública.
Al
elaborar el proyecto recuperamos el origen griego de la palabra “articulación”,
en tanto significa “encolar ajustadamente” y en ese sentido nos preguntamos
que debíamos “encolar”? A partir de la pregunta volvimos la mirada sobre
las instituciones educativas que se embarcaban en esta acción. Debimos
reconocer a la universidad, más precisamente la Universidad Nacional de Córdoba
y la Escuela Media, o mejor dicho el conjunto de Institutos Provinciales de
Educación Media en toda su complejidad no sólo por las múltiples
instituciones que los conforman, sino también por el contexto en el cual se
insertan. Pensamos que para poder articular era necesario reconocernos a
nosotros mismos, docentes, directivos, estudiantes de acuerdo a nuestros modos
de actuar, de relacionarnos, de decidir, de vivir cotidianamente cada institución.
Nuestro
punto de partida fue entonces, recuperar las problemáticas que desde diferentes
dimensiones, pedagógica, organizativa, institucional son identificadas como
obstaculizadoras de los procesos de aprendizaje, por las respectivas comunidades
educativas. En ese sentido, nos propusimos fortalecer en un trabajo compartido
con directivos y docentes de las escuelas medias, los procesos de enseñanza y
aprendizaje que contribuyan a favorecer la inserción de los estudiantes como
ciudadanos competentes en el manejo de información, en la resolución de
problemas y en la lectura de la realidad para contribuir a su inserción activa
en un contexto de participación democrática y de convivencia tolerante.
En
ese marco, en el trabajo con los docentes se priorizó el tratamiento didáctico
de temáticas movilizadoras para los estudiantes y sustantivas para el
desarrollo de las materias; se estimuló el uso apropiado de equipamientos de última
tecnología que se encuentran en las instituciones y fundamentalmente se abrió
un diálogo entre pares, que desde distintas formaciones y diferentes prácticas
interactúan por un interés común: la mejora de los procesos de enseñanza
aprendizaje para estudiantes de 6º año.
Las
actividades llevadas adelante con alumnos del último año promovieron
interacciones con textos de formato diverso, con
recursos variados para propiciar mejores procesos de lectocomprensión,
estimular instancias de reflexión acerca de diferentes mensajes, favorecer la
explicitación de ideas y posturas, fomentar la elaboración de proyectos
institucionales y la producción de
materiales audiovisuales, en un clima de diálogo entre compañeros, con
reconocimiento y aceptación de las diferencias.
A
manera de reflexión
Las
acciones de articulación realizadas provocaron una serie de reflexiones no sólo
en los docentes de la Universidad sino en los colegas del Nivel Medio. Por un
lado, el trabajo en los diferentes
contextos institucionales tanto de nivel medio como en el universitario brindó
la oportunidad de acceder a pautas de trabajo diferentes no sólo con relación
a los contenidos y metodologías, sino también con relación a los espacios y
tiempos asignados para la clase, el estudio, el aprendizaje. Por otra parte, la
elaboración de propuestas de enseñanza surgidas a partir del intercambio, el
análisis y la discusión entre pares resquebrajó representaciones prejuiciosas
que de parte de los docentes de ambos niveles existían, para abrir un espacio
de trabajo cooperativo que es necesario fortalecer y consolidar.
El
trabajo con estudiantes de 6º año, pertenecientes en su mayoría a sectores
socialmente desfavorecidos significó la apertura de un horizonte de
posibilidades, que hasta el momento se presentaban como inalcanzables. La relación
con docentes y egresados de la universidad, la resolución de actividades que
metodológicamente requerían la puesta en acto de procesos de pensamiento
complejos, el espacio para la elaboración y comunicación de sus producciones
les plantearon un desafío que con asombro pudieron enfrentar para comenzar a
despejar el temor del acceso a los
estudios superiores.
La
experiencia de articulación, de “encolar ajustadamente”, ha sido evaluada
positivamente por quienes de ella participaron, pero para que el ajuste se
consolide se plantea la demanda de dar continuidad a este tipo de interacciones
que flexibilicen los límites entre el Nivel Medio y la Universidad y se asuma
concretamente la responsabilidad que le cabe a las instituciones de ambos
niveles de aportar a la construcción de procesos de aprendizajes realmente
significativos.
Lic.
Graciela S. Biber
Directora
Proyecto de Articulación