Investigación

La estética del turismo: análisis
de los objetos souvenir en Villa
Carlos Paz 

Mates, portarretratos, prendedores, sombreros, alfajores, las fotos junto a un pony y centenares de objetos que se ofrecen en la ciudad turística de Villa Carlos Paz fueron analizados por Clementina Zablosky -docente de la Escuela de Artes e investigadora del Ciffyh- en su trabajo de tesis para la Maestría en Comunicación y cultura contemporánea del Centro de Estudios Avanzados (UNC). A partir del concepto de “ojo turístico”, Zablosky pone en diálogo la estética de los souvenires con las prácticas cotidianas que ellos inspiran. En este caso, los objetos típicamente reconocidos como “recuerdo de viaje”  le permiten analizar un universo de experiencias vinculadas al consumo itinerante de los turistas.

Al hablar de souvenires nos referimos a los objetos que son adquiridos para regalar o para conservar como recuerdo de viaje. Teniendo en cuenta que, según Baudrillard[1], el objeto dado no existe como tal sino que es un conjunto de diferentes tipos de relaciones y significaciones que convergen en él, el souvenir como objeto se relaciona con las prácticas de consumo turístico marcadas por la distancia social y física que constituye la experiencia de viaje. Como objeto recuerdo es la prueba sensible, material, de que se estuvo allí.

Los souvenires circulan en espacios de público heterogéneo y masivo alejados del entorno de las galerías y museos de arte, “extraños” a la mirada de un público especialista. Se exponen en las vidrieras y estanterías de locales comerciales en las galerías del área central de la ciudad de Carlos Paz. También se exhiben en las mesas de puestos al aire libre que se encuentran sobre las rutas y caminos que comunican la ciudad de Carlos Paz con otras localidades y en el entorno de los lugares de interés turístico.

Estos objetos con sus múltiples funciones –conmemorativo, utilitario, publicitario, decorativo– no son considerados aptos para promover sensaciones propias del Arte como la contemplación de la belleza, al menos desde un punto de vista culto.

Producidos en serie, manufacturados o industrializados, parecen neutralizar toda posibilidad de innovación y originalidad. En tanto producto típico, los souvenires reducirían toda ambivalencia simbólica en la obviedad de sus formas y en la elementalidad de su contenido, a la vez que presentan una confección o factura vulgar.

El ojo turístico

Para analizar la estética de estos objetos icónicos, cuyo estilo suele considerarse vulgar, inferior, trivial a causa de su carácter masivo, se propone una metáfora que puede ser útil para pensar en las valoraciones estéticas que los agentes hacen cuando consumen los objetos souvenir.

El ojo turístico[2] es una metáfora analítica mediante la cual se intenta percibir la vida social colectiva de los objetos y sus imágenes atendiendo no sólo a los significados convencionales que portan las representaciones sino también aprehendiendo y describiendo una manera de mirar particular, la turística, y los modos en que esta mirada se va constituyendo en la interacción con los souvenires y otras prácticas realizadas en el entorno donde éstos se comercializan y consumen.

El ritual del cucú, la aerosilla y el embudo

El trabajo de campo se llevó a cabo en los sitios tradicionales de Villa Carlos Paz como la plazoleta del Reloj Cucú, el paredón del dique San Roque y el complejo Aerosilla, donde se analizaron las acciones desarrolladas en los locales de artículos regionales, a partir de la modalidad de la observación participante.

Las preguntas o comentarios formuladas a los comerciantes y vendedores permitieron obtener datos sobre los modos de selección y ordenación de los objetos teniendo en cuenta las denominaciones y clasificaciones nativas de los distintos souvenires, los diseños tradicionales, los nuevos diseños.

La información relevada permitió detectar e identificar los encuadres típicos, o imágenes mediadas por los objetos que presentan ciertas constancias estilísticas, temáticas y de exhibición, que el ojo turístico va encontrando en sus itinerarios.

Estos desplazamientos realizados por los turistas en busca de lo típico, involucran no sólo la exploración de vidrieras, la adquisición de los souvenires, sino también el registro fotográfico junto a los atractivos principales, y actividades como asomarse al embudo en el dique San Roque, esperar la salida del pájaro del Reloj Cucú, ascender el cerro en Aerosilla. Estas actividades se manifiestan como comportamientos formalizados, repetitivos y constantes. En este sentido, las prácticas observadas pueden ser descriptas y analizadas como rituales turísticos que constituyen el contexto de acción donde los souvenires adquieren su valor simbólico.

Desde esta perspectiva, los objetos souvenir y las percepciones y apreciaciones sobre ellos, se funden en la experiencia de la visión informada por un hábito particular, el del consumo itinerante de los turistas quienes ven y hacen lo que otros han visto y hecho.

En el análisis, lo estético no es reducido a un conjunto de atributos inherente a ciertos objetos, las obras de arte, como sostiene una historia del arte tradicional, y la experiencia estética no es comprensible al margen de la vida social y cotidiana.  

 

Lic. Clementina Zablosky

Profesora Titular de las cátedras Las Artes Plásticas en la Historia 1
y Las artes plásticas en la Historia 2. Escuela de Artes. FFyH. UNC.
Coordinadora del Área Artes del Centro de Investigaciones de Filosofía y Humanidades 


[1] Baudrillard, Jean. Crítica de la economía política del signo. México: Siglo XXI. 1995. 

[2] Para la construcción de dicha metáfora, se consideran las nociones de habitus, elaborada por Pierre Bourdieu; y hechos sociales totales, concebida por Marcel Mauss, ambas provenientes de la sociología, y fundamentalmente, la noción el ojo de la época del historiador británico Michael Baxandall, proveniente de la tradición empirista de la historia del arte.