
En un encuentro conmovedor, con la presencia de familiares, amigxs y ex compañerxs de estudio y trabajo, la Escuela de Ciencias de la Educación, el Programa de Derechos Humanos de la FFyH y el Archivo Provincial de la Memoria homenajearon a Leonor Landaburu y su esposo Juan Carlos Catnich, egresadxs de dicha institución, secuestradxs y desaparecidxs el 31 de agosto de 1977 en Buenos Aires cuando esperaban la llegada de su hijo o hija para octubre de ese año.
Ella nació en Mercedes, San Luis, en 1951, y él en Córdoba Capital dos años antes. Como miles de su generación, se cruzaron en las aulas y los espacios de la Universidad Nacional de Córdoba, donde estudio y militancia se mezclaban como combustible de una revolución que parecía estar a la vuelta de la esquina. Egresada como Profesora de Educación de Oligofrénicos en el Instituto Domingo Cabred, Leonor se anotó en 1970 en la Escuela de Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Humanidades. Juan Carlos también, después de venir de San Juan, provincia donde había cursado el secundario y aprendido inglés y alemán. En “Ciencias”, “Noni” y “Caniche”, como lxs llamaban sus compañerxs, se egresaron, se enamoraron y se casaron, armaron las valijas y partieron a vivir a Buenos Aires. Ella militaba en el ámbito gremial y se desempeñaba como maestra de discapacitados en SEGBA, la empresa estatal eléctrica que sería privatizada por el menemismo en los 90. Juan Carlos integraba la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) y trabajaba en los talleres del Ferrocarril Mitre, en José León Suárez. Para la semana del 15 al 20 de octubre de 1977 esperaban ilusionados el nacimiento de su hijo o hija, de siete meses y medio, a quien llamarían Federico o Eleonora, no lo sabían. Mucho menos lo que ocurriría un mes y medio antes, el 31 de agosto del segundo año de la dictadura genocida que había asaltado el poder el 24 de marzo de 1976. En dos operativos diferentes, Leonor fue secuestrada de su casa en el barrio porteño de Flores y Juan Carlos de los mismos talleres del ferrocarril, en el norte del conurbano bonaerense, para ser trasladados al centro clandestino de detención, tortura y exterminio “Campo de Mayo”, donde estuvieron cautivos. Nunca más se supo qué pasó con sus vidas y hasta el día de hoy continúan desaparecidos.
Cuarenta y ocho años después, la misma Escuela de Ciencias de la Educación donde estudiaron, se conocieron y se egresaron, decidió homenajearlos. En una actividad organizada junto al Programa de Derechos Humanos de la FFyH y el Archivo Provincial de la Memoria, Leonor y Juan Carlos regresaron para ser parte de una historia común, de una traza que se construye entre recuerdos de autoridades, hermanxs, amigxs y ex compañerxs que también fueron parte de aquellos tiempos de sueños y revoluciones.
“La Escuela de Ciencias de la Educación construye memorias”, fue el título convocante de un encuentro muy emotivo, que se nutrió de imágenes y palabras que ya son parte del álbum que el Área de Pedagogía del APM elaboró sobre Leonor Landaburu, un tesoro que se va armando de fotos, historias de quienes la conocieron y amaron, y también de los documentos que son testimonio de su recorrido. En este caso, de los legajos académicos que dan cuenta de su paso por la Escuela de Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC.
Martía Esther, hermana de Leonor, Guadalupe Molina y Edurne Esteves, Directora y Vice de la ECE, María Cristina, Directora del Archivo Provincial de la Memoria y Victoria Chabrando, Directora del Programa de Derechos Humanos de la FFyH, compartieron palabras y dieron inicio a una conversación que se fue amasando con el aporte de otros y otras que dijeron presente en un homenaje muy sentido. “Gracias Guadalupe y Edurne por abrir las puertas de la Escuela, gracias a María, porque esto lo pudimos construir a partir del cruce que hicimos de las vidas de Leonor y Juan Carlos en Córdoba. No hubiera sido posible sin el trabajo de las compañeras del Área de Pedagogía de la Memoria del Archivo y de la Universidad Provincial de Córdoba, quienes durante muchos años y en un proceso riquísimo de construcción lograron hacer un álbum que nos permitió recorrer la vida de ambos, y darnos cuenta que a diferencia de lo que muchos pensaban, ellos no eran de La Plata, sino que habían sido estudiantes de la UNC”, dijo Chabrando, para resaltar que “a partir de hoy van a habitar esta Escuela y esta Facultad, del mismo modo que lo hicieron en aquel tiempo, ahora al lado de los nombres de todxs lxs compañerxs que ya están en su memorial”.
“Esto es una gratificación institucional muy importante, porque estamos recuperando una historia, apostando fuertemente a este ejercicio de memoria, agregando otro eslabón más a esta cadena de reconstrucciones que venimos haciendo de un proceso que sabemos sigue abierto, porque es una construcción colectiva que articula pasado, presente y futuro”, sostuvo Molina, al valorar una historia que no conocían. “Hoy podemos mirar sus rostros, encontrar sus legajos originales, que estaban en el archivo de nuestra Facultad, podemos hacer justicia. En esta copia que le entregamos a sus familiares están las firmas de puño y letra de Leonor y Juan Carlos, sus datos, sus calificaciones, cosas que hablan de un proceso de memoria abierta, de apuestas, de luchas que tienen como bandera central los derechos humanos en un sentido amplio, profundo, humanitario y humanista que identifica a nuestra Facultad, y que esperamos poder seguir honrando, comunicando y transmitiendo a las generaciones más jóvenes”.
En este sentido, Molina recordó que desde el año 2011 la FFyH viene haciendo un trabajo muy fuerte en torno a estudiantes desaparecidxs, “pero no habíamos tenido la oportunidad de pensar en el claustro de egresades, en egresades desaparecidxs que han transitado, digamos, estos mismos espacios. Así que muy agradecida a Vicky, a María, a María Esther, a Edurne, muy conmovida de ser parte de esta urdimbre”.
Esteves tomó la posta y recordó que junto a otras docentes de la Escuela empezaron a reconstruir la historia de Leonor y Juan Carlos: “Fuimos con Alicia Acin a ver a Silvia Lonatti, la responsable del despacho de alumnxs, y a María al Archivo Provincial, y pudimos acceder a los legajos. Así empezamos a pensar este momento, con la idea de conocernos con quienes estamos preocupados por seguir haciendo una memoria viva, que es inconclusa y que siempre puede haber errores que tendremos que poder subsanar”.
En esa línea, María Cristina, Directora del Archivo Provincial de la Memoria, agradeció el encuentro y rescató la trayectoria institucional del espacio que dirige, porque en “este ejercicio de memoria que se dio sobre la vida de Leonor, que arrancó con la idea de plantar un árbol en su paso por el Instituto Cabred, luego se armó un gran ovillo y una gran red que sigue hasta hoy. Esto fue hace muchos años, primero con forma de álbum y hoy con forma de foto, de legajo. Cuando creemos que hay heridas saldadas, queda claro que no, porque Leonor estaba embarazada y esa búsqueda continua, o porque creíamos que eran de La Plata y no, nos encontramos que habían estudiado acá, en Córdoba. Por eso la generación del álbum de vida es también una herramienta que hoy nos permite tender puentes con las nuevas generaciones que transitan el Archivo, un espacio que este marzo estuvo lleno de niñeces, de jóvenes, de adolescentes. Y este álbum nos permite poder hablar de su identidad, de su vida, del paso de ellos por distintos lugares, saber dónde nacieron, donde estudiaron, que cosas hicieron. Por eso celebro este encuentro como un encuentro mas, en un marzo que no deja de pasar, por mas que estemos en abril”.
Mi hermana Leonor
“En nombre de lxs hermanxs Landaburu voy a leer un texto”, dijo María Esther, quien también agradeció a los directivos, docentes y alumnos del Cabred, “que nos convocaron como familia a reconstruir las historias de vida de alumnos y alumnas desaparecidos de esa institución”.
“La construcción del álbum que aún sigue incorporando páginas fue una experiencia muy reparadora, por la humanidad de ese entrañable grupo de trabajo. Por eso quiero agradecer al Archivo Provincial de la Memoria por incorporar el álbum a la sala de objetos y de vidas para ser contadas”.
María Esther también celebró la colocación de los rostros de Leonor y Juan Carlos en el memorial de la Escuela de Ciencias de la Educación: “En estos momentos en los que nos encontramos ante la negación de hechos históricos y hasta de reivindicación del Terrorismo de Estado, que quebraron acuerdos básicos de un estado de derecho, reivindicamos las políticas de memoria, verdad y justicia. Estamos en medio de una disputa por el sentido de la memoria, que no es un legado inalterable, sino la oportunidad desde el presente de interpretar los hechos del pasado. Debemos ser vehículos, reaseguro y archivos de futuro como soporte de la memoria contra el olvido y el silencio. Seguimos acompañando a las Abuelas en la búsqueda de los 300 nietos y nietas que aún faltan en sus verdaderas familias. Pedimos ayuda a la sociedad en esta búsqueda. Albergamos la esperanza de encontrar al hijo o hija de Noni y de Juan, a quien podremos entregarle el álbum y contarle la historia de vida de sus padres».
Carta desde San Juan
María del Carmen y Jorge Catnich son hermanxs menores de Juan Carlos. Viven en San Juan y ante la imposibilidad de estar presentes en el homenaje, enviaron una carta que Chabrando compartió con el público: “Muy agradecidos por la iniciativa y la invitación a tan justo acto de reconocimiento y de preservación de la memoria. Juan Carlos cursó sus estudios primarios y secundarios en la ciudad de San Juan, posteriormente en Córdoba inició sus estudios superiores, primero Medicina, inconclusa y luego Ciencias de la Educación. Quienes lo conocemos, damos cuenta de su honesta intelectualidad y gran sensibilidad social, lo que lo llevó a acompañar siempre los reclamos de los sectores populares y combatir las injusticias de los gobiernos dictatoriales que interrumpieron históricamente el orden democrático y avasallaron los gobiernos populares”.
Luego destacaron el vínculo familiar con los Landaburu, “con quienes sembramos una amistad de hermanos que hasta el día de hoy se mantiene inquebrantable, y con quienes nos une el espanto de aquella noche negra de la última dictadura, sin duda, la más sangrienta de todas las que padeció nuestro pueblo. A 49 años de aquel horror nos cuesta entender las atrocidades cometidas, paradójicamente en nombre de Dios y de la patria, por las bestias que se decían salvadores de la patria”.
El actual contexto político tampoco pasó inadvertido para los Catnich: “Hoy vemos cómo un gobierno legítimo no democrático, elegido por el voto, reivindica el accionar de las dictaduras y usa sus mismos métodos para reprimir a la población civil que solo reclama por sus derechos y se niega a morir de hambre. Estamos convencidos que la preservación de la memoria como el acto que hoy nos convoca es la única manera de reivindicar a los jóvenes de aquel entonces, que creyeron en una patria más justa y libre, que fueron exterminados en el caso que nos convoca con la desaparición, que nos hizo a los argentinos tristemente conocidos en todo el mundo. Agradecemos eternamente al Archivo de la Memoria y a las autoridades de la Escuela de Ciencias de la Educación por el gesto de visibilizar a los miembros de vuestra comunidad que fueron mártires, que fueron perseguidos, que fueron exterminados. Es saludable que las nuevas generaciones de estudiantes conozcan esta parte negada de la historia reciente, que el conocimiento siempre fue visto como enemigo por las dictaduras. Noni y Juan Carlos, ¡presentes, ahora y siempre!”.
Tesoros de la memoria
Laura Arias, integrante del Área Pedagogía de la Memoria del APM, valoró como un “tesoro” al álbum de Leonor, porque permite “trabajar con las infancias y acercar las historias de vida, esas que por ahí parecen tan lejanas y que de repente vemos una receta de la torta de mandarina, el guiso de lentejas, permite hacer presente y sentir como muy cerquita esas ausencias en cada encuentro, para eso son los álbumes de vida, que nos atraviesan siempre en algún punto para poder acercarnos a esa historia”.
Para quienes integran el Área de Pedagogía, los “álbumes siempre quedan abiertos, porque las historias que ahí se construyen son un pasado que no deja de pasar y es una historia que hoy seguimos llenándola de memoria. Este álbum surge de un movimiento de encuentros, de un pulso que se multiplica y crea encuentros. Y me pareció tan situado en pensar este encuentro que compartimos acá, este momento, esta incorporación de ellos acá, en esta Escuela y todo, que lo vivo como otra obra más de este álbum que vamos a seguir soñando, estoy segura de eso”.
La palabra siguió circulando y fue Alicia Acin, docente y referente de la Escuela, quien compartió su felicidad de que todo el trabajo de la Escuela, de la Facultad y del Archivo “haya podido coincidir, de que los ríos se vayan cruzando. Con Patricia Mercado fuimos compañeras de estudio de Leonor en aquellos años y siempre estuve y estuvimos con otras colegas muy inquietas con el tema de lxs estudiantes desaparecidxs”.
Otra mujer, que escuchaba atenta y conmovida por los testimonios, contó que venía de Barcelona, donde actualmente vive, y destacó el interés de Argentina y sus organizaciones por recuperar las historias de las personas afectadas por el Terror de Estado, un proceso muy distinto al que se vive en España, donde las atrocidades del franquismo siguen enterradas: “Allá se tapó todo, son temas totalmente negados. Ni siquiera se sabe de la historia de los miles de niños que fueron llevados a Rusia durante la Guerra Civil, un acontecimiento internacional del cual hay películas, fotos y en España no se sabe nada. Por eso lo que están haciendo ustedes acá, de mantener la memoria y rehabilitar todo, me parece maravilloso, los felicito porque el trabajo que hacen con el tema es fantástico”.
Antes de colgar los retratos de Leonor y Juan Carlos en el memorial de la Escuela, ubicado en el primer piso del Pabellón Francia, Acin compartió el agradecimiento por la actividad de Gloria Edelstein y Alicia Carranza, dos referentes de la comunidad educativa provincial y nacional, en tanto que Chabrando contó que la FFyH está trabajando junto al APM y el Observatorio de Derechos Humanos del Área Central de la UNC en un proyecto de reparación de legajos: “Planteamos que la dictadura es parte de un trauma social que no solamente afectó a familiares, a sobrevivientes, sino a un conjunto de tejidos sociales mucho más amplio y la Universidad es parte de ese vacío y de ese dolor, de esa fractura del tejido, pero que tuvieron que pasar muchos años para que las instituciones se hagan cargo de eso”.
Según la directora del Programa de DDHH, el proyecto fue aprobado en el año 2021 con el objetivo de que cada unidad académica cruce listados que se fueron haciendo a lo largo de los años. “Es ahí donde accedimos a un listado más acabado y nos dimos cuenta que tanto Leonor como Juan Carlos había sido egresados de Ciencias de la Educación de Filo. Como decía María Esther, es importante que las memorias se expandan, no de arriba a abajo, sino a la inversa y desde todos los frentes posibles”.
Texto y fotos: Camilo Ratti