La memoria (h)echa raíces

Frente al Pabellón Francia de la Facultad de Filosofía y Humanidades y con motivo de un nuevo aniversario de su nacimiento, el martes 8 de octubre se realizó la actividad Ester del Rosario Luque in memoriam, un homenaje a la vida de esta egresada de la carrera de Letras de la Facultad, desaparecida desde el 29 de marzo de 1977.

Este homenaje comenzó a gestarse los primeros días de marzo de este año, cuando Guillermina Luque, cuñada de Guadalupe Erro, vicedirectora de la Escuela de Letras, le  contó que tenía una tía desaparecida por el terrorismo de Estado que había estudiado Letras. Desde ese momento, la dirección de la Escuela de Letras, junto con el Programa de Derechos Humanos, el Centro de Estudiantes de la FFyH y el Archivo Provincial de la Memoria, coordinaron esfuerzos para acompañar a Guillermina y su familia en la búsqueda del camino recorrido por Ester del Rosario Luque en nuestra Facultad.

Este ritual de celebración por la vida de Ester estuvo colmado de recuerdos de sus familiares, compañeras de militancia en el Sindicato de Educadores Privados y Particulares de la Administración de Córdoba (SEPPAC) y estudiantes de la carrera de Letras, quienes, invitados por “Modelo para Armar”, agrupación integrante del Centro de Estudiantes de la FFyH, leyeron memorias sobre Ester y su legado. Luego se plantó un árbol nativo frente a la Escuela de Letras para que la vida y las luchas de Ester contagien de solidaridad y esperanza el andar de la comunidad universitaria.

En tanto, el vicedecano, Sebastián Muñoz, compartió unas sentidas palabras sobre el compromiso de la Facultad en las luchas por la memoria histórica, y Cecilia Pacella, directora de la Escuela, hizo entrega a la familia Luque del legajo estudiantil de Ester. Por su parte, María Eleonora Cristina, directora del Archivo Provincial de la Memoria, entregó a Guillermina Luque documentación sobre su tía que resguarda dicho Archivo.

También Guadalupe Erro tomó la palabra para contar algo de su vivencia personal y colectiva: “la Guille quería saber si esa historia académica estaba en nuestra Facultad y si podíamos hacer algún homenaje plantando un árbol como reconocimiento a la vida y trayectoria de Ester. En ese momento pensé si no sería una de las personas que están en el pasillo del lugar donde trabajo. Así me encontré con Ester del Rosario Luque, en esa galería de fotos y datos; es la última y la primera. Fuimos reuniendo algunos retazos del tiempo, en testimonios que estaban guardados en el recuerdo de muchas personas que la conocieron en vida, de su familia, de sus compañeros de trabajo y militancia. La Guille y yo reconstruimos también la memoria de nuestras familias, de lo que fuimos, de lo que éramos antes de que llegara Ester, antes de que volviera a estar presente; de lo que somos ahora, desde ahora. Por eso abrimos un hueco en la tierra y vamos a plantar este árbol, para que la memoria eche raíces, se abra paso, brote, florezca y disemine. Atamos flores y palabras al árbol, trajimos tierra de mi casa y de su casa. Nada más hospitalario que un árbol para albergar la memoria de Ester, acá, frente a la Escuela de Letras. Nada mejor para reivindicar su memoria que un árbol, un árbol de la vida, un árbol nativo, un árbol familiar”.

Guillermina Luque, sobrina de Ester del Rosario, escribió una carta para su tía y la leyó el día del homenaje:

Querida tía Ester:

Aunque no te conocí, te llevo en mi memoria, en mis recuerdos, la mayoría de ellos hilados de cuentos de otros que tuvieron la dicha de conocerte. Voy tejiendo tu historia, capaz por un capricho mío; en casa se hablaba poco de vos y de lo que te pasó, creo que porque al pa le causaba mucho dolor. Sé que te amó con todo su corazón, sé que todos los que conociste te quisieron, sé que dejaste huellas, que defendiste tus ideales, incluso hasta que estuvieras dispuesta a morir por ellos.

Sé que amaste fuertemente, sé que enseñabas con pasión, sé que fuiste una gran compañera, hija, hermana, tía, madrina, amiga. Que eras muy estudiosa y muy valiente, que te gustaba leer, bailar, reír. Que te gustaba escuchar Charles Aznavour, la canción el puente Pexoa de Horacio Guaraní.

De grande, recién de grande, hace unos dos o tres años me enteré de que mi papá había ido a dejar muestras de sangre con la esperanza de encontrar tus restos. Él quería hacerte un homenaje, ponerle tu nombre a alguna biblioteca en el Chaco, donde ayudó a todo aquel que pudo ayudar.

Siempre quise honrar tu vida, homenajearla capaz tratando de hacer lo que el pa no pudo y sin decirme me encomendó. Este año se fueron dando las cosas, alineándose los astros para que llegara este día. Agradezco profundamente a los que me acompañaron en este camino, al pa, a mi familia, a mis primas y primos, a la Upe que me dio todo su apoyo y acompañamiento para hacer esto realidad, a Cecilia, a Victoria, gracias.

Gracias a vos por tu vida, hoy la honramos plantando este árbol en tu nombre, nos honramos cada día en el recuerdo, en tu recuerdo. Gracias por existir.

Te amo. Tu sobrina más chica.

A continuación, los escritos de dos estudiantes de Letras leídos en el acto:

yo no quiero que al escribir

la palabra sea indolora

y no lleve consigo las marcas

de todo lo que nos ha desahuciado.

creo que ester del rosario

—permítaseme inferirlo,

somos colegas, ella, yo,

en esto de la palabra—

también así lo hubiera querido.

no me gustaría que al escribir

sea sólo sobre la rosa, el cardamomo,

la resolana, la sonrisa o la alta mar.

así que lo diré

—permítaseme decirlo,

que, ya lo sabemos,

es en vano el ejercicio de prohibir—,

lo diré como quiero que sea dicho:

un sistema de asesinos

intentó borrar las marcas

que dejaban en las palabras

las personas como ester,

los hijos del país.

lo digo

porque es necesario decirlo.

porque las palabras ligeras

cuesta menos soltarlas, es cierto,

pero las palabras con peso

se dejan arrojar más lejos.

pero esto no es una elegía,

y no por hablar la muerte

se entristecen las palabras.

¡al contrario!

en medio del encono y la contemplación,

sonrían.

y siéntanlo en el pecho:

aquí están los hijos del país.

volando entre palabras arrojadas,

saltando de una marca a la siguiente,

haciendo gancho en las hendiduras,

en los resquicios del significado.

por eso es que si uno piensa en la palabra,

quizá los ve, montados como jinetes,

a las m de memoria,

que tienen patas de caballo.

abandonen todo cuidado y precaución,

sonrían.

y siéntanlo en el pecho:

aquí están los hijos del país,

arrojando palabras pesadas

hasta algún día tomar vuelo.

Maximiliano Aldecoa


Naciste en primavera

como las flores,

los vientos perfumados

y algunas lluvias

creciste rodeada

de ocho hermanos y hermanas

(seguramente, me imagino,

nunca te faltaron los juegos)

en algún momento descubriste

la pasión por enseñar

igual que tu mamá

igual que muches de nosotres

te refugiaste en las letras

transitaste estas mismas aulas

(en algún momento, Ester,

soñamos el mismo futuro)

naciste en primavera

como estas flores

que hoy te regalamos

sonriendo en tu memoria.

Azul Quinteros


Para conocer más sobre la vida de Ester del Rosario Luque, visitá el Memorial Virtual Presentes https://apm.gov.ar/presentes/detalle/289

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