Javier Pérez Iglesias o aka LaJavi, activista bibliotecaria, médium y performer que dirige la Biblioteca de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, estuvo en la FFyH para compartir su experiencia laboral y artística en el marco de una residencia que realiza en Córdoba junto al espacio Documenta, en una actividad organizada por el Colectivo Basta Biblioclastía. Histriónica, visceral, destacó el valor de las bibliotecas como espacios abiertos, libres, inclusivos, que funcionan con una lógica anticapitalista y ofrecen recursos para pensar un mundo diametralmente opuesto al que proponen el neoliberalismo y la ultraderecha.
Javier Pérez Iglesias, o aka LaJavi o aka Javibiblio no es precisamente una bibliotecaria clásica. Mas bien todo lo contrario. Su estética personal, su propuesta artística, siempre amplia y diversa, su verba filosa y provocativa, son un desafío a los moldes y estereotipos de la profesión y de las instituciones encargadas de conservar y promover la circulación del saber y la ciencia.
Con una sólida formación intelectual y extensa trayectoria al frente de la Biblioteca de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, la más importante después de la Biblioteca Nacional de España, esta activista pasó por Córdoba para compartir una charla performática en el marco de una actividad organizada por el Colectivo Basta Biblioclastía, que transcurrió en la Sala de Lecturas Deodoro Roca de la Biblioteca Elma K. de Estrabou, de la Facultad de Filosofía y Humanidades.
Antes de la presentación de Silvia Fois, trabajadora jubilada de dicha institución e integrante del mencionado Colectivo, y la Decana Flavia Dezzutto, aka LaJavi conversó con Alfilo sobre las razones que la trajeron a Córdoba y el rol clave que las bibliotecas cumplen o pueden cumplir a la hora de pensar un mundo más humano, libre y diverso del que proponen el fascismo, la ultraderecha y el capitalismo tecnofinanciero que amenazan con arrasar todo vestigio de la condición humana.
- ¿Qué venís a hacer a Córdoba?
Estoy en Córdoba por una residencia artística que organiza la Red Quincho (1), para participar en dos espacios artísticos, una es aquí en Córdoba, en Documenta, de Gabriela Halac, y otra en Chajarí, Entre Ríos. Hay 14 duplas para toda Argentina, y en cada residencia participa un residente argentino. Como también interviene el Centro Cultural de España en Buenos Aires, hay dos artistas españoles que hemos podido venir, yo soy una. Son residencias que duran un mes, y en nuestro caso termina con una presentación pública en el Malba, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires.
- ¿Qué une a una editora y a una bibliotecaria en este proyecto?
Primero te tendría que decir que hay un tema para la residencia, que es pensar las bibliotecas como una reserva en el sentido en el que imaginamos una reserva natural. Las bibliotecas son una reserva social frente al avance de los fascismos. Entonces, ¿Por qué una editora como Gabriela Halac y una bibliotecaria como yo? pues porque nos une llevar las prácticas artísticas a nuestro territorio de trabajo. Es decir, Gabriela hace una edición basada en las prácticas artísticas y yo hago bibliotecas como si fueran obras de arte colectivas e inacabadas, y, en ambos, casos llevamos la práctica artística no a un evento que ocurre en la biblioteca o en la editorial, o a pedir a un artista que intervenga en una edición o en la biblioteca, sino que desarrollamos nuestras propias prácticas, por ejemplo la manera que yo propongo de catalogar o cómo una actividad hipotecaria está atravesada por las prácticas artísticas. Cuando se piensa una biblioteca como reserva frente a los fascismos, la biblioteca tiene en sí misma la idea de ser un espacio abierto a todo el mundo, no hay un límite en la edad para entrar, ni tampoco una discriminación por los géneros, ni por su nivel educativo. La biblioteca de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, que es en la que yo trabajo y que es universitaria, está abierta a todo el mundo, cualquiera que quiera ir a utilizar algo de lo que tenemos, o a participar en algo de lo que hacemos ahí, puede ir. Entonces, esa idea de algo abierto a todo el mundo es lo que está contraviniendo una de las mayores reglas del capitalismo neoliberal que ha llevado al triunfo de los fascismos, o sea, del capitalismo. Este sistema nos ha robado muchas cosas, entre ellas el tiempo, y ese robo ha hecho posible que estemos en este momento en el que el fascismo ya no es una ola, sino casi casi el suelo que pisamos. Y las bibliotecas en medio de todo esto conservan en sí mismas un ADN anti capitalista, cualquiera puede entrar a la biblioteca, cualquiera puede utilizar lo que hay en la biblioteca. Es uno de los pocos lugares donde eso no ha podido ser quebrado, en España y en Argentina por lo menos una persona puede llevarse un libro a préstamo sin que le cobren, uno puede pedir que un libro esté en una colección, se promueven intercambios entre la gente, es decir, relaciones que están fuera de la lógica mercantilista, de la lógica del mercado.
- ¿Qué podes decir sobre el aspecto digital de las bibliotecas como reserva cultural?
Lo digital es un gran temazo, yo te acabo de contar que vengo de una biblioteca académica y yo dirijo, digamos, una sucursal de esa gran biblioteca que es la Biblioteca de la Complutense, la mayor biblioteca de todo el Estado español después de la Biblioteca Nacional, y es una biblioteca académica, o sea, tenemos un compromiso con el aprendizaje y la investigación y pareciera que ahora mismo el aprendizaje, la investigación, incluso la información, si no circulan en un formato digital no existen. Es verdad que la literatura académica casi toda ya está ahí en formato digital y también pareciera que lo digital democratiza el acceso, al permitir que cualquiera acceda a lo que desea. Pero lo que nos está demostrando ahora mismo la experiencia es que eso no es así. Yo no soy anti digital, pero lo digital en sí mismo no garantiza nada. Ahora mismo en las universidades -al menos en España- estamos pagando millones de euros o dólares, más de 3 millones, para que la Complutense pueda estar suscripta a bases de datos especializadas de plataformas de libros. Y a lo que los editores académicos -que son multinacionales-, llaman paquetes de revista -nombre feísimo porque tú no sabes lo que hay dentro de un paquete-, es el pago de millones de euros por grupos o conjuntos de revistas digitales que en su gran mayoría no se utilizan. De un millón se utilizarán 100, el resto lo pagas para que nadie mire o lea, ni su familia a la hora de la comida se encuentra con esas revistas que están ahí. Otra de las grandes “ventajas” que tiene el capitalismo es hacerte pagar cosas carísimas que no necesitas. Entonces, en esta biblioteca reserva por supuesto que habrá objetos digitales, pero nos interesa muchísimo más todo lo que tiene una proximidad directa, una materialidad directa, y un poder pasar de mano en mano y poder cambiar cuando pasa de mano en mano, sin negar lo digital.
- ¿Qué es lo que más te preocupa hoy del fascismo que estamos viviendo a nivel global o por lo menos en muchos países?
Yo diría que sí es global y lo que más me preocupa es que es incesante todo lo que se nos roba como personas, como grupos, como comunidades. Una parte de ese robo es claramente dinero. Yo vengo de una comunidad autónoma, Madrid, que está gobernada por una derecha pegadísima a la ultraderecha, que está constantemente sacando dinero público para entregarlo a manos privadas. Y no me refiero solo a ese robo, que es evidente, lo mismo están hacen cuando le quitan dinero a los pobres para dárselo a los ricos, o dinero público para que la gente pueda llevar a sus hijos a colegios privados, como si eso fuera un derecho. Me refiero a personas que no necesitarían ese dinero para que sus hijxs estudien. Es un robo evidente. De todas formas, lo más grave es que no están robando la capacidad de pensar otras maneras de habitar el mundo. Y aquí vuelvo a estas bibliotecas reservas –la de la Complutense, el espacio Documenta- para que nos ayuden a pensar el mundo de otra manera, a darnos tiempo para acercarnos a los documentos, a los libros y también a la lectura con una manera más suave, de cuidado de los libros, no solo el objeto libro, sino lo que nos cuentan.
- ¿Crees que la política puede ser otra herramienta colectiva para enfrentar al fascismo, o ya perdiste la confianza en ella?
La política por supuesto, pero la política no es solo lo que nos cuentan los políticos o la política no es solo los partidos políticos con representación parlamentaria. Pero lo político, o la política, es también que la gente se organice y logre hacer algo con la vida de su barrio o hacer algo con la biblioteca de su barrio, o sea, la política es irrenunciable. De todas formas, la otra política también hay que hacerla, porque no podemos olvidar que cuando el fascismo llega a los órganos de representación -y lo estamos viviendo-, tiene consecuencias para la vida de la gente. O sea, son las dos cosas, yo no puedo hacer nada a espaldas de la política, porque toda biblioteca es política y todo libro es político.
Texto y fotos: Camilo Ratti
(1) RED QUINCHO es una asociación civil que nuclea residencias de arte de Argentina. Participan actualmente más de 30 proyectos de todas las regiones del país que articulan gestores, programas y organizaciones dedicadas a desarrollar residencias de arte. Con un interés común inclusivo, diverso y federal, Quincho se propone como un tejido de colaboración y cooperación nacional e internacional, promoviendo el fortalecimiento del sector. El Espacio Documenta forma parte de esta Red.