El historietista e ilustrador cordobés Iván Zigarán se recibió de antropólogo en la Universidad Nacional de Córdoba con una tesis realizada en formato de cómic. En este artículo, escrito por Iván Lomsacov y publicado originalmente en el suplemento Vos de La Voz del Interior, cuenta sobre un trabajo que rompe «el prejuicio porque conserva la profundidad teórica y analítica y los requisitos metodológicos que una tesis universitaria debe tener, sin perder la capacidad de llegar a un público más masivo, no académico».
Iván Zigarán dibuja «desde siempre», hace historietas desde los 10 años y es diseñador gráfico titulado por una universidad privada desde 2010. Y ahora, además, se recibió de licenciado en Antropología por la Universidad Nacional de Córdoba con una tesis completamente hecha en lenguaje de historieta.
Iván cuenta que en la evaluación de su tesis le fue «de diez». Y es literal: el examen fue el lunes 10 de diciembre y su trabajo obtuvo calificación 10 (diez). Los integrantes del tribunal evaluador le confesaron que estaba el prejuicio de que la historieta es un lenguaje menor, simplificador, asociado a materiales de extensión o divulgación; que no imaginaban la posibilidad de un desarrollo extenso y profundo en ese formato.
Pero luego los profesores le dijeron que su trabajo rompió el prejuicio porque conserva la profundidad teórica y analítica y los requisitos metodológicos que una tesis universitaria debe tener, sin perder la capacidad de llegar a un público más masivo, no académico.
Lo cierto es que la presentación (y aprobación con nota sobresaliente) de una tesis académica realizada en formato de historieta y sin un texto formal en prosa que lo acompañe es un hecho absolutamente novedoso. En el país no se conocen otros casos, y en el mundo son escasísimos. El hito pionero parece ser el del norteamericano Nick Sousanis, cuyo cómic-tesis analiza varias formas de conocer e interpretar la realidad, incluyendo la que puede darse a través del código verbal-visual de la historieta, y le dio el título doctoral en la Escuela de Pedagogía de la Universidad de Columbia.
Otra cuestión son los cómics presentados como producción artística proyectada en la tesis de una carrera de artes plásticas o visuales: textos de tesis convencionales explican y fundamentan el proceso y acompañan a las historietas realizadas, que no necesariamente abordan cuestiones científicas. En este campo, los antecedentes tampoco son muchos y también implicaron una innovación. En Córdoba podemos destacar los de Nacha Volenweider y Walter Bohe, licenciados no hace mucho en la Facultad de Artes de la UNC.
Pero la tesis de Zigarán, dirigida por la doctora María Bernarda Marconetto, es otra cosa: usa la historieta, pero no para hablar de la historieta ni para contar otras cosas, sino para contar el propio trabajo de investigación sobre otras cosas. En concreto, para contar el proceso de su estudio etnográfico «sobre el monte en el noroeste de la provincia desde la perspectiva de las familias campesinas que habitan la región».
Su trabajo de campo implicó cinco viajes a parajes ubicados al norte de Serrezuela para convivir con lugareños vinculados a la Asociación de Pequeños Productores del Noroeste de Córdoba (Apenoc) y conversar con ellos, antes de iniciar el año de procesamiento que culminó en la tesis dibujada.
«Básicamente, el trabajo trata de comprender las diferencias, el ‘equívoco’, entre el ‘monte campesino’, y el ‘bosque nativo’ de las ciencias naturales”, resume Iván; y el subtítulo de su tesis especifica que lo hace «en el marco de la implementación de la ley de bosques».
El relato, dotado de una fluidez y claridad que el tribunal destacó, muestra «el proceso del trabajo de campo, los contextos de producción de conocimiento y los actores que participan», incluyendo constantemente al propio autor, al investigador, algo que metodológicamente es muy significativo, explica Zigarán.
Incluso, los autores teóricos citados en la tesis aparecen dibujados, dialogando como si estuvieran con Iván en el proceso y los lugares. «Eso los humaniza, los horizontaliza: son personas hablando, igual que los hacheros o los ingenieros agrónomos», agrega el flamante antropólogo. En lo visual, construido con tonalidades amarronadas-amarillentas que sintonizan con la aridez y el calor del ambiente estudiado, llama la atención el especial tratamiento plástico que Iván le dedicó a graficar la vegetación autóctona.
Iván Zigarán, que comenzó a asomar al mundillo del cómic cordobés integrando el grupo V de Viñeta, ya cuenta con dos libros de historieta publicados por sellos locales pero con alcance nacional: Frivolicidad con papas fritas, reeditado por Buen Gusto Ediciones tras una autoedición artesanal, y Nahuel el niño jaguar, en coautoría con Jo Rivadulla y publicado por Ediciones de la Terraza. Uno es de tiras cómicas y el otro una extensa aventura fantástica para público infantil. En ambos, Iván trasluce su espíritu crítico y reflexivo, que lo hace mirar y cuestionar la realidad contemporánea a través de su arte.
A la carrera de Antropología llegó después de hacer algunos viajes de mochilero por Sudamérica que le instalaron la necesidad y las ganas de estudiar «algo más social, más teórico» que el diseño gráfico que había estudiado antes. «Empecé a cursar relajadamente, mientras trabajaba, sin intenciones claras de recibirme –asegura–, más con la idea de abrir la cabeza y explorar territorios». «Y realmente me encantó, disfruté mucho a la carrera –concluye–. Cuando entregué el proyecto de tesis, me sorprendí de haber llegado hasta ese punto”.
Titulada «El monte, crianza y predación», la tesis de Iván es un libro de 148 páginas de sólida y bella historieta, y de sólido y comprometido trabajo de ciencia social, que probablemente tiente a editoriales comiqueras pese a lo específico de su temática y los modos académicos que persisten junto a lo ameno y afable de la narración gráfica, o seduzca a alguna editorial académica pese a lo inusual, heterodoxo, de su formato.