¿POR QUÉ DÍA DE MUERTIS?

En 1279 Nichiren Daishonin, un sacerdote budista, decía que un día de vida es más valioso que todos los tesoros de un gran sistema planetario” reflexionando sobre el valor de cada día de vida como una experiencia para ser honrada en todos sus matices.

La celebración de Día de Muertis comenzó como iniciativa del profesor Gustavo Blázquez en el año 2016, en el marco de las acciones pedagógicas de la cátedra Teoría Antropológica III del Departamento de Antropología de la Facultad de Filosofía y Humanidades, en conjunto con la Especialización en Estudios de la Performance de la Facultad de Artes. Desde 2017 la iniciativa fue acompañada con el trabajo de  las Secretarías de Extensión de ambas unidades académicas.

De esta manera, la conmemoración tomó la forma de una “InstalAcción”: un neologismo que remite a prácticas/formatos del mundo de las artes visuales y performáticas (instalación) al mismo tiempo que enfatiza la acción que convoca y nos reúne. Desde entonces, cada 2 de noviembre, cuando se celebra el Día de Muertos o de los Santos Difuntos en gran parte de los países de Latinoamérica, siguiendo tradiciones híbridas donde se mezclan manifestaciones prehispánicas y coloniales, nos hemos convocado durante 4 años consecutivos en la ciudad universitaria para agradecer la vida de nuestrxs muertxs.

Día de Muertis no apela a ninguna tradición específica, y al mismo tiempo a todas las disponibles. Hay quienes rememoran las celebraciones mexicanas y otrxs las andinas, por ejemplo. No busca reproducir un “ritual tradicional” en particular, estático, sino que se nutre de múltiples formas de conmemorar que integran repertorios culturales comunes y dinámicos. Establece, también, una conexión directa con las artes performáticas al propiciar otros modos de habitar el espacio público de la ciudad universitaria, generando un lugar para encontrarnos, permanecer y estar.

Consta principalmente del armado y montaje de un altar. Es decir, un tiempo-espacio en los que convergen pensamientos, imágenes, sonidos, palabras, acciones y objetos para conmemorar a personas queridas fallecidas. Todo ello constituye una ofrenda, una entrega, un regalo para ellas. Buscamos generar así las condiciones para que estos encuentros se produzcan y que, de alguna forma, nos trasciendan.

Una celebración  expansiva

Como toda práctica social, Día de Muertis fue transformándose también en su nombre. Comenzó como Día de Muertos, luego fue Día de Muertxs hasta llegar, el año pasado, a llamarlo Día de Muertis a efectos de proponer un modo de lenguaje inclusivo pero que evitara la confusión del uso del sustantivo “muertes”. En cada una de estas modificaciones en la forma de nombrar la celebración reverberan disputas sociales, políticas y lingüísticas impulsadas por colectivos sociales que se agitan al calor de los feminismos y de reivindicaciones sexo-genéricas. En este contexto, decir “muertis” no es para nosotrxs una burla, ni un juego. Es operar con un “lenguaje descentrado”, como afirma la escritora María Moreno,  “sin aduana ni peaje, desalambrado, tuttifruti, culeado–, es decir donde cualquier palabra, entre y salga con jugoso placer, sin Academia que valga, por la emancipación”.

Uno de los principios rectores de la actividad es su expansión/extensión hacia distintos sectores y organizaciones de la comunidad. La propuesta inicial estaba destinada para la comunidad universitaria: docentes, no docentes, estudiantes, egresadxs, investigadorxs, técnicxs, administrativxs, gestorxs. Con el paso del tiempo, personas por fuera del ámbito universitario y colectivos organizados fueron apropiándose de la celebración. Trajeron sus altares, honraron a sus muertos, muertas y muertxs. Madres y familiares de víctimas de violencia institucional, la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA), Bordadoras por la Paz, Sitios de Memoria de Córdoba,  H.I.J.O.S, Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR), El Club del Cuarteto, EL Brote Escritura, Red de Jóvenes Positivos-Córdoba (RAJAP), la Campaña Nacional por el Aborto Seguro, Legal y Gratuito, Tarde Marika, Armenies Queer, Comunidad Colombiana en Córdoba, Comunidad de personas sordas: fallecidxs de la Comunidad SordaColectivo Chilenxs en Córdoba, son algunos de los colectivos que participaron en las distintas ediciones. También se sumaron a coordinar altares y actividades algunos proyectos de investigación del Museo de Antropología-Idacor, como el Núcleo de Antropología de la violencia, muerte y política

Núcleo de estudios sobre antropología de la muerteviolencia y política y algunas cátedras del Departamento de Antropología como la cátedra de Relaciones interétnicas, que año a año ofreció una Mesa Andina con ofrendas de pan y un Altar para muertxs de pueblos indígenas en contextos de violencia.

Comenzamos, en 2016, con un altar principal que ocupaba apenas dos caras del patio del Pabellón México. En la última edición 2019 los altares se expandieron ocupando el arco que va desde el ingreso al Pabellón Gris de la Facultad de Artes hasta el comienzo del pabellón Residencial. Y el Día de Muertis se convirtió en una semana celebratoria. En la previa del 2 de noviembre, se realizaban diversos talleres -de elaboración de figuras de pan para ofrendar a lxs muertxs, de catrinas, de mole, de pan de muerto, de flores de papel-, abiertos a todo público, que encontraron sede en el Museo de Antropología. Estos talleres eran ante todo ricos espacios de intercambio de saberes en torno a las distintas maneras de conmemorar a lxs muertxs a lo largo y a lo ancho del país y el continente.

Durante las cuatro ediciones, cada Día de Muertis buscó ser un día de celebración, “una ocasión donde convocamos a nuestrxs muertxs y también donde podemos despedirlos. Sabemos que la muerte no nos enseña nada, excepto la posibilidad de saber que la vida es muy valiosa. Debemos entonces darle un lugar a la belleza y a la felicidad. Ser conscientes de que la belleza y la felicidad no se encuentran, se construyen. Se trata de una construcción activa, donde la idea no es hacer, sino permanecer y estar, estando”, decía Gustavo Blázquez en una nota realizada por la revista Alfilo en el año 2017.

El Día de Muertis comenzaba a las 10:00hs de la mañana, cuando nos convocábamos para limpiar el espacio, hacer flores de papel sobre una alfombra bajo un árbol, compartir un pic nic a la canasta, armar los altares donde serían presentadas las ofrendas. Y en ese transcurrir, muchas cosas iban sucediendo simultáneamente. Un grupo de músicxs se acercaba a tocar algunos temas, una compañía de artistas mexicanas de gira por la ciudad se presentaba a ofrendar uno de sus bailes, en el micrófono abierto iban sonando voces que compartían lecturas, manifiestos, textos poéticos. Culminábamos la noche con un gran baile de vida y despedida de Muertis.

Tiempos de pandemia

Este año, en el que nos encontramos en condiciones sociales de “aislamiento social, preventivo y obligatorio” debido a la pandemia de Covid-19, debimos aprender a dominar herramientas tecnológicas y virtuales para comunicarnos y encontrarnos. Las acciones de encuentro presencial se ven mediadas por el brillo de las pantallas.

Y por otro lado la noción de muerte ha estado más presente que nunca en nuestro cotidiano en la forma de cifras, conteos diarios y porcentajes de fallecidos víctimas del coronavirus y las inequidades persistentes que los confinamientos potencian. Presente, en los incendios forestales que arrasaron (no sólo) en la provincia de Córdoba con diversas formas de vida. Presentes en las muertes por violencia institucional y gatillo fácil: Presente, en el incremento de femicidios y transfemicidios en estos meses de pandemia. Queremos que estas muertes encuentren en el recuerdo y en el acto de nombrarlas colectivamente, una y otra vez, una posibilidad de justicia.

Por todo esto, hoy más que nunca creemos que es necesario sostener esta conmemoración para intentar comprender sobre los asuntos de la muerte porque son indisociables para poner en valor todos los asuntos de la vida.

Texto: Dra. Lucía Tamagnini (Conicet – FFyH-UNC).
Mgter. Fabiola Heredia (Directora del Museo de Antropología de la UNC).
Docentes de la Cátedra de Teoría Antropológica III