Todo es obra de Dios

escudo-jesuitaLa idea de que existe un orden natural fundado en la religión católica que no debe modificarse ni subvertirse con la acción política del hombre fue el sustento ideológico de la dictadura cívico-militar que arrancó el 24 de marzo de 1976. Luego de treinta y tres años ininterrumpidos de democracia –inédito en la historia política argentina- esas visiones todavía encuentran eco en sectores de la sociedad que se resisten a vivir en un mundo ideológicamente diverso. Marta Philp hace aquí una lectura de las rupturas y continuidades de esos discursos.

¿Es posible a cuarenta años del golpe cívico- militar que comenzó el 24 de marzo de 1976 preguntarnos por las rupturas y continuidades en sus bases ideológicas? Para ser más precisos, ¿es posible responder estos interrogantes a través de intervenciones gestadas en contextos diferentes: los años del autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” y los de la democracia del Siglo XXI? La respuesta es afirmativa si a lo largo del texto elegimos mirar intervenciones guiadas por la defensa de un orden natural fundado en la religión católica. La primera de ellas fue la protagonizada por la intervención militar de la Universidad Nacional de Córdoba en julio de 1976 donde a través de una resolución ordenaba la compra de libros de consulta; entre ellos, El orden natural de Carlos Sacheri que sintetizaba el pensamiento de muchos actores socio-políticos alarmados por la subversión de dicho orden; la segunda, que le precedió, fue el discurso de monseñor Primatesta al recibir el título de Doctor Honoris Causa de la Casa de Trejo en 1973; en ese escenario, el religioso afirmaba la imposibilidad de concebir el orden social por fuera de la religión; la tercera huella es el homenaje a la llamada “Generación del ochenta” en un momento en que en el país comenzaba a discutirse, entre unos pocos, el orden político del futuro, liderado por los militares en el poder. La última huella que elegimos mirar son las intervenciones de la Academia del Plata. Sección Córdoba, institución que se autodefine, en el pasado reciente (año 2009) y en el presente, como tribuna activa de la Iglesia,  única guía, junto a los señalados como valores básicos de la Nación –enunciados en la Declaración de la Academia del Plata con motivo del Bicentenario del 25 de mayo de 1810- para mantener el orden social.

La defensa del orden natural.

La dictadura fundó su accionar en ideas claves acerca del orden político, el papel de los distintos sectores sociales dentro del mismo, el lugar de la Argentina en el mundo. Dichas ideas forman parte de un universo ideológico fundado en los vínculos entre el nacionalismo y la religión católica, que aporta valores esenciales y perennes que deben ser defendidos. Estas ideas fueron expresadas en los distintos homenajes y conmemoraciones, realizados entre 1976 y 1983, como escenarios de reafirmación de su ideario y construcción de legitimación política. Las Universidades ocuparon un lugar clave en la construcción de legitimación política de la dictadura. Como señalamos, una resolución, dictada en julio de 1976, autorizaba la compra de libros, “visto la necesidad de contar con diversas obras de distintos autores para consulta de esta Delegación Militar”. ¿Cuáles eran esos libros? ¿Quiénes eran los autores? Entre los libros adquiridos, tres son muy representativos de las bases ideológicas de la dictadura: El poder destructivo de la dialéctica comunista, de Julio Meinvielle; El orden natural, de Carlos Alberto Sacheri y La guerra moderna, del Cnel. Roger Trinquier. La invocación de estos autores, filiados dentro de la tradición hispanista-católica  vinculada con el anticomunismo y la lucha contra la subversión no era un hecho aislado, se enmarcaba en un contexto de refundación, de reorganización nacional, establecido por los militares en el poder donde la defensa de una visión cristiana de la sociedad se materializaba en un ritual: la misa del 8 de diciembre, día de la Fiesta de la Inmaculada Concepción, patrona de la universidad, reglada por una ordenanza de 1934. Uno de estos autores, Carlos Sacheri, formulaba la pregunta acerca de la existencia de un orden natural, en el libro titulado de la misma manera, que recopilaba textos escritos en diversos momentos, algunos de los cuales habían sido publicados en el diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca. Su respuesta afirmativa se centraba en la existencia de dicho orden actualmente en peligro. En este sentido, expresaba:

            La cultura moderna ha ido perdiendo gradualmente el sentido del orden a medida que la filosofía se fue desvinculando de la realidad cotidiana para refugiarse en un juego mental, sin contacto con las cosas concretas. Como consecuencia de este proceso histórico, el hombre fue reemplazando los datos naturales de la experiencia con las construcciones de la razón y de la imaginación [1]

Las palabras orden y construcciones, resaltadas por el autor, representan dos maneras opuestas de representar a la sociedad moderna; la primera hace referencia a lo perenne, lo verdadero; la segunda, a la subversión de un orden natural negado en la modernidad, proceso iniciado, según el autor en los últimos dos siglos.

La afirmación de la existencia de un orden natural es la piedra basal de una matriz integrista. El historiador César Tcach recuerda la definición de integrismo dada por José María Aricó: “concepción según la cual todos los aspectos de la vida política y social deberían ser postulados y concretados sobre la base de los principios inmutables de la doctrina católica, condenando por consiguiente en forma implícita todo el recorrido de la historia moderna”. [2] Como vimos, Sacheri destacaba que las negaciones del orden natural habían comenzado en los últimos siglos, en el marco de la modernidad. El desafío era defenderlo.

Tres años antes del 24 de marzo de 1976, en abril de 1973, a un mes de las elecciones que habilitaron la asunción de un nuevo gobierno peronista en el país, una resolución rectoral comunicaba el otorgamiento de la distinción Honoris Causa a una de las figuras clave de la Iglesia Católica argentina: el Cardenal Primatesta. Esta distinción se otorgaba en los últimos tiempos del ciclo de la “Revolución Argentina”, cuando Córdoba era gobernaba por el contralmirante Helvio Guozden.

En mayo de 1973, una editorial de Los Principios, diario vinculado al arzobispado de Córdoba, dirigido por Rogelio Nores Martínez, interventor federal de la provincia de Córdoba entre 1962 y 1963, hijo del rector Antonio Nores, miembro de la logia católica Corda Frates, enfrentado por los estudiantes reformistas en 1918, se refería a la nueva etapa que se abría, al inminente comienzo del gobierno peronista, al tiempo que difundía la visión de la Iglesia católica, situándola en el lugar de la “no política”, como representante del bien común.

Un tema estaba presente, en íntima vinculación con esta matriz integrista, no sólo en los editoriales citados del diario Los Principios, sino en los discursos de los gobernantes y de los integrantes de la sociedad, que legitimaban su accionar; nos referimos a la defensa del orden, fundado en una filosofía perenne, cristiana, concebida como único fundamento de la civilización.

En 1980, en la UNC se realizó un homenaje a la Generación del Ochenta, donde el orador Carlos Luque Colombres expresaba la conciliación entre las nuevas ideas y la religión; citaba a Manuel Pizarro, integrante de dicha generación, cuando en el contexto de los debates en el Senado de la nación en el siglo XIX, decía: “Soy cristiano, católico, apostólico, en comunión con la Santa Iglesia Romana, como soy liberal, republicano, demócrata, de conformidad y bajo los auspicios de la Constitución Nacional”. Esta fusión, decía el orador, pasaría por momentos de crisis. Aquí los nexos con el presente, también signados por la crisis de valores, son evidentes. Era importante conmemorar a esta generación en un país tan necesitado de modelos nacionales frente a la irrupción de las “ideologías foráneas”, como sostenía el latiguillo militar con Menéndez a la cabeza, y en un momento en que desde el poder se anunciaba el retorno de la política.

En el pasado reciente, la Academia del Plata, a través de dos documentos, el de su definición y propuesta y el de la declaración del bicentenario del 25 de mayo de 1810, dan cuenta de la centralidad de la religión católica en la Argentina del presente. La misma,  núcleo fundamental de la matriz integrista, es la guía de acción de los miembros de la Academia del Plata: abogados, médicos, profesores universitarios, que ocupan lugares clave en la sociedad y que ven peligrar el orden fundado en los valores religiosos. En este sentido, desde la institución se expresaba:

Hoy estamos ante una campaña sistemática, persistente, dura, contra la IGLESIA CATÓLICA, APOSTÓLICA Y ROMANA. Esta ACADEMIA DEL PLATA sección Córdoba está segura que es un momento de definiciones. No se trata de imponer posiciones personales o de grupos, pero creemos que la ACADEMIA DEL PLATA  DEBE SER TRIBUNA ACTIVA DE LA IGLESIA. [3]

Estas huellas constituyen vías de entrada para pensar en las continuidades pero también en las rupturas, dado que si bien todas tienen como guía la defensa del orden natural fundado en la religión católica, el hecho de ser realizadas en contextos políticos diferentes habilita la discusión sobre los límites que impone la democracia, a partir del consenso en torno a una concepción ampliada de ciudadanía, para la puesta en escena del autoritarismo desplegado en gobiernos dictatoriales. Una mirada ligera sobre un dato: la vigencia de más de treinta años de la democracia argentina nos permitiría afirmar las rupturas entre las bases ideológicas de ambos regímenes: dictatoriales y democráticos. Sin embargo, la consideración de sólo una huella, como son las intervenciones de la Academia del Plata, nos muestra que la aceptación de la diversidad ideológica como condición central para la vigencia de la democracia, es todavía una asignatura pendiente a cuarenta años del golpe militar que marcó el comienzo de la última dictadura.

Por Marta Philp

Historiadora. Docente y Directora de la Escuela de Historia de la FFyH-UNC

Ilustración: Manuel Coll


[1] Sacheri, Carlos A. (1975) El orden natural, Buenos Aires: Instituto de Promoción Social Argentina,  p. 20.  El texto, disponible en la Biblioteca Mayor, fue donado por el Rectorado de la UNC en marzo de 1977.

[2] César Tcach rescata esta definición de la traducción de la obra de Gramsci, Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno, realizada por Aricó y publicada por Nueva Visión en 1984.  Cfr. Tcach, C., 2010: 273.

[3] Academia del Plata. Sección Córdoba. Definición y propuesta, 2009 (en línea) (consulta: 7 de enero de 2016) http://www.academiadelplatacba.com.ar/definicion.html