El árbol de la memoria

Se realizó un homenaje a Juan Carlos Soulier Guillen y Adriana María Díaz Ríos, estudiantes de la UNC desaparecidos por la dictadura cívico-militar en 1976, cuyas causas serán juzgadas junto a otras 41 víctimas en el juicio Diedrichs-Herrera a partir del 9 de septiembre en los Tribunales Federales de Córdoba. La actividad fue organizada por las Facultades de Filosofía y Humanidades y de Ciencias Sociales, los Centros de Estudiantes de ambas unidades académicas y los Espacios de Memoria de Córdoba.

Un árbol expresa la vida y la tozudez de la naturaleza por recrear el ciclo frente a las adversidades que casi siempre suceden por obra y gracia de los seres humanos. El Terrorismo de Estado implementado por la última dictadura-cívico militar tuvo por objetivo arrasar con las vidas de miles de personas, no solo asesinándolas por lo que pensaban y hacían, sino que traspasó el límite de la propia condición humana desapareciendo sus cuerpos. Querían “borrarlos del mapa”, como decían sus documentos secretos, robarles su historia, cortar el hilo que los unía a una familia, a un proyecto político, a una idea del mundo. Pero no pudieron, la tenaz lucha contra la impunidad y el olvido llevada a cabo por sobrevivientes, familiares y luego por la inmensa mayoría de argentinxs, convirtió a la Verdad y la Justicia en políticas de Estado que permitió juzgar y condenar a los genocidas en procesos jurídicos únicos en el mundo.

La Decana de la FFyH, Flavia Dezzutto, fue una de las oradoras del acto y destacó que “en ocasión de cada uno de estos juicios se actualiza la necesidad de compartir con las jóvenes generaciones la vigencia y el atravesamiento de la historia reciente que se reedita en cada acto de injusticia cotidiana»

En la previa al duodécimo juicio por delitos de lesa humanidad que se realizará en los Tribunales Federales de Córdoba a partir del 9 de septiembre, las Facultades de Filosofía y Humanidades y de Ciencias Sociales de la UNC ratificaron que los derechos humanos atraviesan sus proyectos académicos e institucionales, y bajo esa consigna realizaron el lunes 7 de septiembre un homenaje a Juan Carlos Soulier y Adriana María Ríos, estudiantes de Ingeniería y de Filosofía y Humanidades, secuestrados, torturados, asesinados y desaparecidos en 1976 por las patotas de Menéndez.

También estuvo muy presente en las palabras y en la presencia de sus familiares, Luis Roberto Soulier, hermano de Juan Carlos que fue secuestrado y desaparecido al día siguiente que éste en la misma casa que compartían. Las causas de ellxs y de otras 41 víctimas empezarán a ser juzgadas en el proceso conocido como “Diedrichs-Herrera”, que sentará en el banquillo a 20 represores.

Para recordar a dos estudiantes y militantes políticxs, ambas Facultades, sus Centros de Estudiantes y los Espacios de Memoria La Perla, Campo la Ribera y Archivo Provincial y Comisión Provincial por la Memoria, realizaron un acto en la explanada de la Facultad de Ciencias Sociales, y en el Bosquecito de la Memoria plantaron un árbol, rescataron su compromiso militante con sentidas palabras y valoraron esta nueva posibilidad de justicia junto a Sebastián, hijo de Juan Carlos y Adriana, sus hijas, su tía, primxs, amigxs, autoridades universitarias y de Derechos Humanos de la Provincia y la Municipalidad de Córdoba, compañerxs de militancia y de la vida.

Las primeras en hablar fueron las Decanas María Inés Peralta (FCS) y Flavia Dezzutto (FFyH), quien destacó la posibilidad de hacer el homenaje en el actual contexto de pandemia, y leyó un texto elaborado por la Escuela de Ciencias de la Educación para recordar a sus estudiantes: “En este día de homenaje a la familia Soulier, docentes, estudiantes y egresadxs de la Escuela de Ciencias de la Educación acompañamos a las compañeras Adriana María Ríos de Soulier y Zulema Bendersky, víctimas de la cruel dictadura que interrumpió abruptamente sus proyectos de vida personal y profesional, cuando entre marzo y septiembre de 1976 fueron secuestradas, asesinadas y desaparecidas”.

Asumiendo el compromiso institucional de sostener activa la memoria y luchar contra la impunidad, Dezzutto rescató los ideales de Ríos y Bendersky expresados en el texto:

“Como educadoras soñaban con un mundo mejor, apostaban por las posibilidades transformadoras de la educación y asumían un compromiso social y político para con la sociedad. Ellas, como tantas otras víctimas, fueron objeto de la destrucción sistemática de una generación que sin embargo hoy está presente. La lucha de un pueblo que no se resignó al silencio, que no aceptó el olvido sino que sostuvo sus reclamos, nos permite hoy, a 40 años de lo acontecido, traer sus vidas, sus tareas y el recuerdo permanente de su paso por la universidad”.

En otro fragmento, la Decana valoró la posibilidad de un nuevo proceso penal: “En ocasión de cada uno de estos juicios se actualiza la necesidad de compartir con las jóvenes generaciones la vigencia y el atravesamiento de la historia reciente que se reedita en cada acto de injusticia cotidiana. De eso se trata la tarea educativa, que nuestras compañeras habían elegido para sus vidas injustamente interrumpidas. Importa no sólo el trabajo de la justicia para construir un país más justo, sino que también se hace necesario trabajar incansablemente en su difusión, en su actualización cotidiana como aporte al ejercicio de la memoria y a la reflexión sobre el legado que permitirá poner en foco el acuerdo social por el “Nunca Más”.

Después de las Decanas, tomó la palabra Marco Schiavi, del Centro de Estudiantes de la FFyH e integrante del Consejo de Derechos Humanos de Filo, quien señaló: “Estoy acá como representante del Centro de Estudiantes, como parte del Programa de Derechos Humanos de la Facultad de Filosofía y Humanidades, pero antes que nada me siento un compañero más de estas personas que estudiaron en otra época en nuestra universidad. Personas con las que me siento identificado, como Adriana, una compañera de la Escuela de Ciencias de la Educación. Ella, además de ser estudiante, militaba por cambiar el mundo. Un mundo desigual donde no todos tenían los mismos accesos y facilidades. Ese mundo sigue igual, pero también sigue con nosotrxs la lucha por una sociedad más justa. Hoy somos muchxs los que militamos con esa convicción. Hoy nosotrxs convertimos sus vidas en nuestra bandera para que, al lado de sus madres, abuelas, hijos y familiares, podamos tener una sociedad más igualitaria”.

En una ceremonia profundamente emotiva, también compartieron sus reflexiones César Marchesino, coordinador del Programa de DD.HH de la FFyH, quien estuvo acompañado por Victoria Chiabrando, integrante del mismo, Valeria Plaza, del Programa de Seguridad y Derechos Humanos de la FCS, Julia Soulier, cuñada de Adriana y actual directora del Espacio para la Memoria La Perla, integrantes de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas de Córdoba, de la agrupación Hijos, y Claudio Orozs, abogado con Lyllan Luque de la familia Soulier en el próximo juicio.

La importancia de estos procesos en el plano histórico, jurídico y social, el compromiso sin límites de lxs militantes desaparecidos por construir un mundo más justo, con igualdad, la solidaridad de aquella generación y la importancia de la tierra y la comunidad como una manera de sanar a través de los juicios las atrocidades del Terrorismo de Estado, atravesaron las palabras de un acto que culminó con la entrega a la familia Soulier de hermosos pañuelos bordados por el colectivo de mujeres Bordamos por la Paz Córdoba, y el arbolito que empezará a echar las raíces de un ideal de humanidad que plantaron Adriana, Juan Carlos, Luis Roberto y tantos otrxs.

Fotografias: Vanesa Garbero (Programa de Seguridad y Derechos Humanos – FCS)
Área de Comunicación Institucional FCS