Recuperar las historias robadas por el Terrorismo de Estado

La Escuela de Historia de la FFyH realizó el 23 de marzo un homenaje a los veintinueve estudiantes, docentes y egresados que fueron asesinados o desaparecidos durante la década del ‘70. Fue una acto que atravesó la memoria y el corazón de familiares y ex compañeros que colmaron el Aula Magna del Pabellón España para recordar a quienes el terror estatal intentó “borrar del mapa” por su compromiso militante y sus sueños revolucionarios. Pero no pudieron.

Reencuentros históricos, abrazos entrañables y recuerdos imborrables. Anécdotas de aquellos años, nombres que vienen y van. Ojos emocionados y atentos, sonrisas cómplices, miradas curiosas, música y emoción, mucha emoción, fueron algunas de las tantas sensaciones que sacudieron a las más de cien personas que dijeron presentes en este sentido homenaje. Un acto donde se escuchó las voces de las autoridades de la Escuela de Historia de la FFyH, acompañadas por el rector de la UNC y el decanato de la FFyH, quienes rememoraron a los veintinueve estudiantes, docentes y egresados que el Terrorismo de Estado buscó “borrar del mapa”. Compañeros asesinados y/o desparecidos por su compromiso militante y sus sueños revolucionarios, que hoy son patrimonio y memoria viva de una institución diezmada por el terror estatal cuatro décadas atrás.

Marta Philp, directora de la Escuela de Historia, fue la encargada de abrir un homenaje que contó con la presencia de familiares, ex compañeros y compañeras de los ‘70, estudiantes de Historia, egresados y autoridades universitarias, quienes fueron parte y protagonistas de un verdadero acto de justicia: recuperar las vidas y trayectorias de quienes fueron tragados por la maquinaria del terror por vivir al máximo lo que quisieron ser: militantes políticos comprometidos con su tiempo y su tierra. Jóvenes revolucionarios atravesados por la historia, que fueron masacrados –precisamente– por la fortaleza de sus convicciones. “Hacer memoria es parte de nuestro oficio, y esta universidad es un espacio permanente para ejercitarla”, dijo Philp al comienzo de la ceremonia.

Diego Tatián, decano de la FFyH, fue el primero en tomar el micrófono para recordar que “esta Facultad fue muy dañada por el Terrorismo de Estado, con 130 estudiantes desaparecidos registrados hasta el momento por el gran trabajo de Silvia Romano y equipo, quienes de manera amorosa convierten estas fichas burocráticas en auténticas perlas de la memoria”. En la mítica Aula Maga del Pabellón España, con personas mirando por las ventanas lo que pasaba puertas adentro, Tatián resaltó que “los recuperamos como vidas intensas que buscaron transformar el mundo, a partir de sus opciones políticas”. Y apelando a Benjamin, conectó lo que sucedía en ese infatigable edificio universitario con el presente político nacional, que no era para nada festivo: “La memoria es un rayo que ilumina un momento de peligro, como es hoy, que es un momento aciago para el país”.

Luego, con un claro lenguaje político y en el marco del polémico encuentro entre Macri y Obama sobrevolando los 40 años del Golpe, Francisco Tamarit, emocionado en sus últimos días como Rector de la UNC, expresó: “En esta América Latina otra vez agredida, no permitamos que nos roben la soberanía. Nuestra América nos necesita unidos, no para resistir, sino para construir. Seamos militantes de la solidaridad y la felicidad, homenajeando a los que sufrieron sin mezquindad”.

Cuando todo parecía dicho, y las palabras parecían no alcanzar para describir tamaña reparación histórica para quienes eran recuperados por la memoria colectiva, la música terminó por desarmar las defensas de hasta el más estoico de los presentes. Primero en la voz y acordes de Coty Tormo y Héctor Tortola, quienes presentados por Estela Valdés, vicedirectora de Historia, regalaron al público dos hermosas canciones de época. Clima que continuó con la interpretación de Los Amigos de Vera, un grupo musical integrado por el hijo y la nieta de Gustavo Luna -uno de los homenajeados-, cuyas canciones emocionaron hasta las piedras que soportan los anchos muros del España. Ese regalo del alma fue la previa al material que Silvia Romano, Norma San Nicolás, Paty Palacios y el resto del equipo que integra el Centro de Documentación Audiovisual de la UNC, realizó para recordar a los veintinueve homenajeados. Un video de ocho minutos que entre rostros juveniles y legajos administrativos, reconstruye las trayectorias académicas de aquellos estudiantes, al tiempo que imágenes de época en blanco y negro atestiguan lo que fue su fugaz pero intensa vida de militantes universitarios.

Con lágrimas en los ojos, Romano, ex compañera de muchos de ellos, destacó que “estas huellas tienen un enorme valor documental, que nos ha permitido reconocer a los más de 500 estudiantes de la UNC que fueron desaparecidos por la dictadura. Con este trabajo, minucioso, complejo, lo que buscamos es reconstruir el aspecto público de los compañeros y compañeras, sus trayectorias públicas. También recuperar sus fisonomías, de ahí que las fichas contengan las fotos de ellos y ellas”.

En un invalorable aporte institucional a la reconstrucción histórica, Romano señaló que “el objetivo de estos trabajos es resituar a los compañeros en ese contexto, en sus prácticas, porque todos ellos fueron partícipes del ciclo político de Córdoba de los años 60 y 70. La mayoría eran militantes, y por eso fueron secuestrados y asesinados. El compromiso es con estas personas, a quienes pretendemos se les reponga sus historias robadas. Es nuestro aporte a la memoria y la justicia”.

Reparación que además de las imágenes audiovisuales y los cuadernillos con los datos e historias de cada una de las víctimas, quedó plasmada en la placa con los nombres de los 29 homenajeados que Tatián y Philp descubrieron en el hall de la Escuela de Historia, mientras cada uno de los presentes, con puños y dedos en V en alto, expresaron a viva voz: “Compañeros desaparecidos presentes, ahora y siempre, ahora y siempre!”.

Por Camilo Ratti
Fotografías: Irina Morán