Secretaría Académica – Facultad de Filosofía y Humanidades – UNC

«Para fortalecer las prácticas de lectura y escritura es necesario contemplar su enseñanza en los planes de estudio»

En el marco de la serie de entrevistas producidas por el Área de Inclusión Estudiantil a los Estudios Superiores de la Secretaría Académica a integrantes del equipo docente que dictó el Taller de escritura académica en el Doctorado en Educación de la FFyH, se conversó con Ximena Ávila, Profesora Adjunta de la cátedra Técnicas de Estudio y Comprensión de Textos de la Licenciatura en Comunicación Social de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UNC, quien dirige proyectos de investigación orientados en los procesos de lectura y escritura académica, en el ingreso y egreso a la universidad desde 2016.

 

Además, Ávila es parte del equipo de coordinación del Centro de Escritura de la FCC (UNC) y miembro de la Red Argentina de Instituciones Lectoras y Escritoras de Educación Superior. También participa en distintos espacios y acciones vinculados a la lectura y escritura en la educación superior.

  • Se suelen asociar las dificultades con la lectura y la escritura a una problemática exclusiva de las y los estudiantes que ingresan a la universidad pero ¿qué sucede en etapas más avanzadas de la formación?

Es verdad que los problemas o dificultades con la lectura y escritura estuvieron mucho tiempo asociados principalmente al ingreso a la universidad. Esto se entiende porque es un momento crítico y complejo, en el que las y los estudiantes deben apropiarse de distintos conocimientos para poder formar parte de una nueva cultura, no solo distinta a la de la escuela secundaria sino también distinta según la carrera o disciplina que se elija. Esa nueva cultura académica demanda aprender prácticas sociales novedosas, entre ellas, modos específicos de leer, escribir y hablar que le son propias. Sin embargo, el foco puesto en el ingreso fue ampliándose a otros tramos más avanzados de la formación que evidencian la necesidad de un abordaje a lo largo del currículum, que acompañe los procesos de aprendizaje de los géneros académicos y profesionales que se requieren para producir y acreditar conocimientos en distintos momentos de la formación. El ingreso es la puerta de entrada a una disciplina académica y ciertas prácticas asociadas a la misma pero allí se abordan las primeras cuestiones relacionadas a la lectura y escritura. A lo largo de sus carreras, las y los estudiantes cursan materias que les proponen desafíos de escritura diferentes, a veces tienen que ver con nuevos géneros que no se han practicado anteriormente o con el uso de nuevos recursos que deben utilizar para producir sus trabajos.  Esto implica no solo enseñar los contenidos disciplinares de cada materia sino también los modos de leer, escribir y presentar oralmente en los que en ese espacio se comunican los saberes requeridos para aprobar. Aunque necesario, este acompañamiento no es frecuente en los distintos niveles de la educación superior por lo que los desafíos de lectura y escritura están presentes también en las prácticas de las y los estudiantes más avanzados.

  • ¿Cómo se podrían describir las prácticas de lectura y escritura de las y los estudiantes que están finalizando sus carreras?

El tramo final de la carrera es también una zona de pasaje muy compleja y crítica. Muchas carreras suelen solicitar la elaboración de un trabajo final como requisito para obtener el título de grado. Ese trabajo, también llamado “tesina”, es un género que se realiza por primera vez en sus trayectorias estudiantiles y además se produce fuera de la dinámica del aula o de las clases tradicionales por lo que tiene la particularidad de que ese recorrido suele transitarse de manera más solitaria. Por esa razón, las y los estudiantes acostumbran a gestionar de manera autónoma distintos recursos para aprender los modos particulares de escribir que les presenta este nuevo desafío. En esta etapa es muy significativo el rol y el vínculo que puedan establecer con sus directoras/es de trabajo final ya que se constituyen en referentes claves para acompañar su proceso de elaboración. Sin embargo, hay cuestiones específicas de la escritura que no suelen enseñarse y que dificultan o se convierten en obstáculos para las y los tesistas.  Entre otras cosas, la apropiación de este género les exige un posicionamiento enunciativo distinto, el desplazamiento de lector a autor, la construcción de una voz propia como productores de conocimientos. Este proceso conlleva para cada estudiante una reconfiguración identitaria que implica pasar de ser estudiante a ser profesional y el dominio de la lectura, la escritura y la oralidad son claves para alcanzar esa esperada meta.

  • ¿Qué acciones o experiencias destinadas a abordar la enseñanza de la lectura y escritura en la educación superior se podrían mencionar o describir?

En la UNC hay muchas iniciativas que se constituyen en referencias claras de la emergencia y conformación de este campo en expansión: capacitaciones, talleres, cursos, eventos, proyectos, programas, producción de bibliografía, materiales, etc. Al respecto, puedo hacer alusión a algunas experiencias que involucran a la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la cual soy parte y en las que he colaborado.  A lo largo de estos años, la FCC ha realizado o participado de distintos espacios significativos, no solo por las actividades que proponen sino porque allí confluyen procesos interactivos entre las esferas de investigación, docencia y extensión en diálogo y cooperación constante hacia adentro de la propia institución y con otras instituciones.  Estos procesos facilitaron, y aquí me voy a detener a nombrar solo algunas pocas de estas valiosas acciones, la postulación sostenida en las convocatorias de la UNC al Programa de Apoyo y Mejoramiento de la Enseñanza de Grado (PAMEG), con proyectos en los que se abordó la problemática de la lectura y la escritura tanto en el inicio como en la finalización de la carrera.  A su vez, estos procesos prepararon el escenario para la creación, en 2016, de la Red Argentina de Instituciones Lectoras y Escritoras en Educación Superior (RAILEES), fundada por la Universidad Nacional de Córdoba, la Universidad Nacional de Entre Ríos, la Universidad Nacional de Villa María y la Universidad Nacional de Río Cuarto, a las que se fueron sumando otras universidades. La red ha generado muchas instancias de reflexión, trabajo e intercambio entre especialistas nacionales e internacionales del tema y docentes e investigadores de distintos lugares. También, en 2018, posibilitaron la creación del Centro de Escritura de la FCC, desde el cual se sostienen distintas acciones destinadas a estudiantes y/o docentes y que están vinculadas a la enseñanza-aprendizaje de la lectura y escritura en la universidad.

Se podrían mencionar muchísimas experiencias más en la UNC pero es necesario aclarar, que si bien estos dispositivos se constituyen como espacios de acompañamiento, formación y producción de conocimiento es importante concebirlos en el marco de propuestas curriculares y políticas institucionales que conciban a las prácticas letradas como herramientas potentes y privilegiadas para aprender, comunicar, socializar, participar y transformar el conocimiento. En ese sentido, para fortalecer las prácticas de lectura y escritura de las y los estudiantes universitarios es necesario que se contemple su enseñanza en los distintos planes de estudio y a lo largo del currículum. Esta sería una vía de entrada directa a las aulas, las dinámicas, las didácticas, las pedagogías y las prácticas típicas de las y los estudiantes. Por lo que sería necesario seguir ensayando y revisando planes, currículas, propuestas de estudio que atiendan a estas condiciones si queremos contribuir concretamente a la “inclusión y democratización de la educación” en términos de real acceso, permanencia y egreso a la universidad.

“En la universidad les estudiantes necesitan aprender otras prácticas discursivas mediante las cuales circula el conocimiento”

Mauro Orellana es profesor de Técnicas de Estudio y Comprensión de Textos, y de Lingüística, asignaturas de la Licenciatura en Comunicación Social de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UNC. Participa en distintos espacios de formación vinculados a la temática de la lectura y la escritura en la universidad. Recientemente conformó el equipo docente que dictó, en el marco del Doctorado en Educación de la FFyH, el Taller de escritura académica. Integra equipos de investigación interesados en las literacidades académicas. Actualmente se encuentra en la etapa final de su Doctorado en Letras en nuestra Facultad, en cuya investigación indaga las prácticas de escritura de estudiantes durante sus procesos de elaboración de los trabajos finales de grado. El Área de Inclusión a los Estudios Superiores (IEES) de la FFyH dialogó con él, y esto nos decía.

 

  • ¿Cuándo empieza el interés por la lectura y la escritura académica?

En Argentina, en los años ochenta del siglo pasado y en el marco del regreso a la democracia, crecen, en algunos casos de manera exponencial, las matrículas en carreras vinculadas en especial a las ciencias sociales y humanas. Se advierte tempranamente que les estudiantes tenían perfiles distintos a los de las décadas anteriores y provenían de desiguales recorridos educativos. De acuerdo a algunas experiencias documentadas tanto en la UBA como en la UNC, se empezaron a desarrollar en los noventa distintos tipos de dispositivos para abordar los textos académicos.

En los primeros años de este siglo se desarrolla un enfoque denominado alfabetización académica, que dio lugar a que les docentes universitaries repensaran sus modos de enseñanza, más específicamente pudieran reflexionar sobre el lugar que ocupa la lectura y la escritura en las asignaturas. Probablemente el movimiento más significativo de esta perspectiva haya sido desplazar el foco puesto en la mirada estigmatizadora en aquello que les estudiantes no saben -es decir, leer y escribir académicamente- para plantear la necesidad de que las instituciones y las cátedras lleven adelante un trabajo de acompañamiento y enculturación en las prácticas letradas propias de las comunidades disciplinares específicas.

  • ¿Qué cambios ocurren en las formas de leer y escribir entre la secundaria y la universidad?

Les estudiantes aprendieron durante su recorrido en los niveles previos del sistema educativo el dominio de ciertas formas de lectura y escritura (en general se acostumbraron a leer manuales o compendios de fotocopias y a elaborar textos escritos relativamente breves); sin embargo, en la universidad necesitan aprender otras prácticas discursivas mediante las cuales circula el conocimiento y tienen características específicas. En cada disciplina existen regulaciones sobre las formas esperables de cómo deben leerse y producirse los textos académicos. Propongo un ejemplo: suelo preguntarles a les estudiantes ingresantes a la carrera de Comunicación Social si recuerdan el nombre de les autores de los manuales o del compendio de las fotocopias con las cuales ellos estudiaban y casi de manera unánime señalan que desconocen esos datos. En general, la figura de autor en la escuela secundaria -salvo en el caso de la literatura-, no es un dato central. Es decir, los textos escolares tienen ciertas particularidades que se diferencian de los libros y de las fotocopias universitarias, en especial, en las ciencias sociales y humanas en las cuales la autoría es aspecto fundamental. Recuerdo que una estudiante del primer año de Antropología me comentó, hace varios años atrás, que había desaprobado el examen porque las consignas solicitaban que se respondiera de acuerdo a lo que decían les autores y ella, mientras estudiaba, no había reparado en ese “pequeño detalle».

Entonces, la alfabetización académica, en palabras de Paula Carlino -principal referente de este enfoque-, procura que les docentes enseñen los contenidos de las materias y, paralelamente, enseñen a leer y escribir de acuerdo a las formas valoradas por esas comunidades disciplinares.

  • ¿Pueden les docentes, que no se formaron en el campo de los estudios del lenguaje, enseñar a leer y escribir?

Esta pregunta es muy importante porque suele aparecer con cierta frecuencia cuando se plantea que les profesores de las disciplinas se ocupen de la lectura y la escritura en sus asignaturas. Sin dudas es atendible esa observación porque une docente, por ejemplo, especialista en determinada área, no dispone del metalenguaje propio de une docente que se ha formado en el campo de los estudios del lenguaje.

Quizá podríamos plantear la siguiente pregunta: ¿qué atender en un texto tanto cuando se lee como cuando se escribe? Se suele mirar, en general, la dimensión superficial del texto y observar los problemas sobre la no adecuación a las normas ortográficas y sintácticas que deben cumplir los escritos formales. Esto se vuelve ostensible en este tiempo cuando nuestres estudiantes escriben para los trabajos solicitados en la universidad a través de sus celulares y los rasgos escriturales son de una oralidad escrita.

Sin embargo, podemos considerar que todo texto está compuesto de varias dimensiones -podemos imaginar una serie de capas superpuestas- que comprenden diferentes aspectos. Existe una dimensión vinculada a los aspectos léxicos y, en ese sentido, une docente puede atender con les estudiantes cuáles son los conceptos centrales del texto, que en muchos casos se convierten en las categorías que organizan medularmente el programa de la asignatura. Asimismo, se puede mirar cómo se componen esos escritos, cuáles son los rasgos más frecuentes, de qué modo y en qué sentido se emplean recursos gráficos e imágenes, cuál es la lógica argumentativa y/o expositiva, y a través de qué marcas presentes en el texto se manifiestan los matices de la polémica académica. Todas estas dimensiones no exigen el empleo de un metalenguaje y les profesores de las disciplinas son los verdaderos expertos, por su frecuentación con ese tipo de textos, quienes pueden orientar a les estudiantes tanto cuando leen como cuando escriben. Incluso es probable que muches docentes estén realizando ese trabajo en sus aulas.

En los últimos años se han venido ensayando alternativas de trabajo en las universidades, con distinto tipo de alcance institucional, que van desde una tarea colegiada entre docentes de las disciplinas y los docentes del área de lenguaje hasta el asesoramiento de centros y programas de escritura a partir de ciertas demandas planteadas por docentes. Aun se pueden imaginar otras alternativas posibles para garantizar el acceso a la universidad pública e inclusiva y evitar lo que Ana María Ezcurra ha señalado a modo de oxímoron como “la inclusión excluyente”.

En los espacios de ingreso es interesante que se problematice junto a les estudiantes el modo como se lee y escribe en cada disciplina

Daniel Luque es docente en Técnicas de Estudio y Comprensión de Textos, espacio curricular ubicado en el ingreso a la Licenciatura en Comunicación Social de la Facultad de Ciencias de la Comunicación (UNC), y del Área Lengua del Taller de Producción Gráfica de primer año de la misma carrera. Participa en distintos equipos de trabajo de investigación y docencia dedicados al abordaje de los procesos de lectura y la escritura académicas. En este marco, integró el equipo del Taller de Escritura Académica que dictó la Secretaría de Posgrado de la Facultad de Filosofía y Humanidades. El Área de Inclusión Estudiantil a los Estudios Superiores (IEES) de la Secretaría Académica de la FFyH conversó con él sobre las prácticas de lectura y escritura en contextos académicos.


  • Es muy común escuchar acerca de las dificultades con la lectura y la escritura, más específicamente con la comprensión de textos, que caracteriza a gran parte de les estudiantes que llegan a la universidad, ¿esto es así o es un lugar común vinculado justamente a cierto sentido común?

A fuerza de tanto repetirse ya se puede decir que es un lugar común, pero que se corresponde mucho con la realidad y sobre el que hay que hacer algunas consideraciones. Ese diagnóstico con el que coincidimos muchos y muchas de quienes trabajamos con la lectura y la escritura en los ingresos y en los primeros años de las distintas carreras, puede tomar dos caminos: o se transforma en el primer escalón/excusa de los llamados “discursos del déficit” que suelen ser muy cómodos y hacen que se repitan  expresiones como: “Las y los estudiantes no saben leer” “las y los estudiantes no saben escribir” “las y los estudiantes no saben relacionar”, etc.;  valoraciones que inmediatamente conducen al otro escalón: “La escuela secundaria no les enseñó esto”, “la escuela secundaria no les enseño lo otro”, y así hay un encadenamiento de coartadas para desentenderse del problema y, además, una simplificación de la problemática en la que se considera que leer, escribir, relacionar son prácticas iguales en la escuela secundaria que en la Universidad. La escuela media hace lo suyo de acuerdo a sus objetivos y, a veces, según sus posibilidades. Por otro lado, un camino distinto y creo más pertinente, es el de reconocer la problemática de lectura e incluso de escritura en los primeros años de la universidad como propias y en general, esperables, en estudiantes que ingresan a un nuevo ámbito, con una cultura académica que les es ajena en el inicio y de la que seguramente irán formando parte a medida que vayan realizando las prácticas propias de ese nuevo espacio. En este sentido, para un ingresante, serán nuevas las formas de cursado de una materia, la acreditación, los vínculos entre pares y con la autoridad en las aulas, y por supuesto, lo que aquí nos interesa: serán novedosas las prácticas de lecturas, que involucrarán propósitos y textos muy diferentes a los que seguramente se frecuentaban en la etapa previa, la escolar, y que seguramente eran los que correspondían a esa etapa anterior. En las aulas universitarias también serán diferentes las prácticas de escritura, que seguramente involucrarán géneros textuales e incluso nuevas intertextualidades y relaciones que no eran las que esa o ese ingresante venía llevando a cabo y que eran propias de la escuela secundaria. Esa consideración de les ingresantes y les estudiantes de primer año como alguien que está en una zona de pasaje de una cultura escolar a una cultura académica, cuyas prácticas deben ser incorporadas en un proceso que necesariamente llevan su tiempo y al que hay que acompañar, es un requisito y punto de partida para el abordaje del “problema”.

  • ¿La consideración de esa mirada sobre les estudiantes que llegan a la Universidad y la posibilidad de abordar el tema de lectura y escritura en ese proceso de pasaje de una cultura a otra es responsabilidad de les estudiantes, de las cátedras o de las instituciones académicas?

Es de esperar que las instituciones tengan esa mirada sobre el ingreso y los primeros años de las carreras al momento de tomar decisiones sobre planes de estudio, sobre programas vinculados al ingreso, permanencia y promoción; que brinden apoyo a les estudiantes, de modo de hacer ese pasaje lo menos dificultoso posible. Los problemas de lectura y escritura en los primeros años de las carreras suelen ser una de las variables vinculadas a la deserción (por supuesto, entre otras incidencias); entonces, serán bienvenidas las decisiones políticas institucionales que contemplen el acompañamiento en el proceso de alfabetización académica de les estudiantes para hacer frente a aquello que es novedoso. Al referir a instituciones, no solo involucramos a nivel de Facultades y sus respectivas áreas, secretarías que son las que deciden, sino también a las propias cátedras -que al fin y al cabo son también instituciones- especialmente como ya dijimos, las de los primeros años. En esos espacios de ingreso -es importante considerar una noción extendida de ingreso, que involucre todo el primer año de una carrera, cuando se cursan las primeras materias, y no solamente esos meses iniciales de bienvenida e introducción acelerada a la carrera- , además de la prioridad que necesariamente deben tener los saberes disciplinares propios, es interesante que se problematice junto a les estudiantes el modo como se lee y escribe en cada disciplina, los modos como se comunican esos saberes, los modos como un estudiante que recién empieza una carrera puede insertar su propia voz en el marco de la cantidad de voces que involucra un determinado saber teórico de un área de conocimiento. Al enfocar en estos aspectos desde las cátedras, se están abordando los saberes propios del espacio curricular vinculados a las formas de lectura y escritura que les son propias y que son constitutivas de esos saberes.

  • ¿Y este abordaje interesa en aquellos espacios curriculares que no tienen al lenguaje, la lectura y la escritura como objeto de practica o reflexión?

Debería interesar porque subyace en esta propuesta la premisa que establece que la lectura y la escritura no son simplemente una vía de acceso a lo ya dicho en el marco de un saber disciplinar o, para el caso de la escritura, un medio para la acreditación de un conjunto de saberes, vía examen, parcial en los que el estudiante se debería limitar a devolver por escrito aquello que estudió; sino que son ambas, lectura y escritura, la posibilidad de generar conocimiento en ese espacio a partir de la actividad de reflexión y pensamiento que tiene lugar con esas prácticas. Por otra parte, será necesario que desde los órganos decisores de las unidades académicas se propicien este tipo de enfoques desde las cátedras. Hay experiencias de talleres y espacios de intercambio, especialmente entre profesores asistentes de las cátedras -que en general tienen a cargo los trabajos en comisiones con les estudiantes- en los que se abordan estas posibilidades de trabajo; son espacios en los que interactúan especialistas en lectura y escritura, y aquellos que son los que tienen el saber disciplinar propio de cada espacio curricular. Los resultados de estas experiencias de trabajo después inciden positivamente en el trabajo de cada cátedra con les estudiantes. Es una dinámica que finalmente deja a cargo de les profesores de esos espacios curriculares el abordaje y problematización de la escritura y lectura junto a les estudiantes.

Convocatoria: Curriculizar las prácticas alfabetizadoras en la FFyH

La Secretaría Académica informa que, a partir de múltiples pedidos formulados por les docentes, se ha prorrogado hasta el 30 de septiembre la presentación de proyectos de curricularización de prácticas alfabetizadoras (de lectura y escritura de textos) por parte de profesorxs y equipos a cargo de espacios curriculares de las carreras de la FFyH.

 

Les docentes o equipos interesades deberán presentar un proyecto que, en función del programa del espacio curricular a su cargo, proponga la incorporación de contenidos que aludan a prácticas, experiencias, procedimientos etc. relativos a la lectura y/o escritura de textos específicos de la disciplina.

El proyecto/propuesta deberá contener al menos:

  • Una breve fundamentación de la situación y del sentido de la propuesta.
  • El desarrollo de la experiencia que se propone, delimitando los contenidos y/o las actividades que se incorporan relativos a la lectura y/o escritura de textos de la disciplina y la articulación con el programa del espacio curricular.
  • Las expectativas que esta propuesta o proyecto genera en torno a la actividad académica de enseñanza y aprendizajes, específica del espacio curricular. 
  • Algunos indicadores generales para autoevaluar la propuesta.

Al finalizar la implementación de la propuesta o el trabajo académico suscitado en torno a ella, deberá presentarse un breve informe de autoevaluación y de pautas generales para desarrollar a futuro.

La Secretaría Académica certificará la participación de cada docente y/o equipo, y la producción realizada.

Consultas: saca@ffyh.unc.edu.ar

Leer y escribir textos en la universidad

En el marco del proyecto de «Curricularización de prácticas alfabetizadoras» que se implementará durante el segundo cuatrimestre de 2023 en la FFyH,  conversamos con el Secretario Académico, Gustavo Giménez, sobre una cuestión que en este momento ocupa las agendas de la educación superior: la interacción de estudiantes de distintas carreras con los textos escritos. “Pensamos que parte importante de las posibilidades de promoción y egreso están allí cifradas”, dice Gustavo, quien es Especialista en la Enseñanza de la Lengua y la Literatura y profesor adjunto del Seminario de Enseñanza de la Lengua I y del Seminario de Práctica Docente y Residencia (área de Letras) del Profesorado en Letras Modernas de la Facultad.

  • ¿Cómo podría caracterizarse, desde tu punto de vista, la manera en que leen o escriben les estudiantes que ingresan a las carreras universitarias?

Muches profesorxs que están hoy en los cursos de ingreso o en los primeros años de las distintas carreras de la Facultad, señalan ciertas dificultades que muestran les estudiantes respecto a la interpretación de textos escritos, a las consignas que se les ofrecen para el trabajo en el aula o fuera de ella, en la producción de textos para resolver instancias de evaluación, etc. Digo “dificultades” aunque es un término problemático; quizás debiera decir “particularidades”, como “una forma particular de hacer algo” para no signar negativamente como “dificultades” atribuibles a los sujetos y que expresen alguna incapacidad para hacer lo que les pide que  hagan; es importante pensar que son maneras particulares con las que realizan esas tareas (interpretar y producir textos); maneras que seguramente han sido productivas para la educación secundaria y que les han permitido concluir sus estudios en ese nivel, pero que no alcanzan o son insuficientes para las tareas que se desarrollan en ámbitos académicos, específicamente con los textos escritos que se ofrecen y circulan en los distintos espacios curriculares de las carreras universitarias. Ciertas prácticas o maneras de hacer las cosas, cierto tipo de materiales escritos, ciertos géneros que seguramente eran habituales en la educación secundaria, que eran funcionales a un tipo de prácticas y exigencias, pero resultan diferentes o quizás extraños en el ámbito académico y, efectivamente, no son conocidos por les estudiantes.

Hecha esa salvedad, se suelen señalar dificultades recurrentes en la interacción con textos extensos, en la selección de información relevante de los textos que leen, en la organización de las respuestas, en la interpretación de las consignas de trabajo, en la progresión de ideas debidamente conectadas o cohesionadas en los textos que producen, entre varias otras.

Esta cuestión de las particularidades de las prácticas académicas de les estudiantes, de lo que no pueden hacer o hacen insatisfactoriamente porque no lo han hecho o practicado antes, constituye hoy el centro de las discusiones en este campo que se llama habitualmente ”alfabetización académica”; y eso orienta buena parte de las acciones que suelen llevarse a cabo para que les estudiantes tomen contacto con objetos novedosos para ellos como son los textos académicos que circulan en los cursos universitarios, y para que desarrollen habilidades y capacidades para interactuar con esos textos; se trata precisamente de orientarlos a utilizar esos materiales, a organizar la lectura de textos que son mucho más extensos que los que han leído en la escuela secundaria, de orientarlos para seleccionar información relevante en conjuntos cuantiosos de páginas o para registrar, conservar esa información y tenerla disponible en otras instancias (prácticos, parciales, exámenes, etc.), o para escribir explicaciones o exposiciones de temas, insumo este relevante para las evaluaciones. También, para articular descripciones con opiniones propias, para que puedan hacer uso de la palabra oral o escrita de manera clara y comunicativa en todas las instancias posibles, para que puedan producir textos conforme a ciertos estándares de los géneros académicos, etc.

Se trata, entiendo, de poner a les estudiantes que están migrando hacia el mundo académico en contacto progresivo y no traumático con objetos y prácticas que son comunes en ese mundo, pero extraños en el que ha transitado hasta el momento, el de la escuela secundaria.

  • ¿Cuál sería a tu entender un horizonte posible, imaginando que hay varios, para pensar la problemática que acabás de señalar?

Por lo general, existe cierto desconocimiento del mundo escolar del que provienen muchos estudiantes; las articulaciones entre un ciclo con otro, que son comunes entre el secundario con el primario, por ejemplo, donde profesores de uno y otro nivel realizan tareas conjuntas, son complejas entre el nivel secundario y el superior, y muchas veces esas acciones solo se dan en los ciclos de ingreso o nivelación de las carreras. Existe cierta presunción, muchas veces, de que les estudiantes ya debieran saber eso que se les pide que hagan cuando ingresan a una carrera del nivel superior. La articulación de niveles es una cuestión relevante que permitiría poner en consideración lo que les estudiantes saben y pueden hacer, lo que han hecho en varios años de escolaridad, los materiales con los que han interactuado, y permitiría comprender las diferencias entre prácticas que son específicas de un nivel y del otro. Si se pudiese desarrollar mejor esa articulación o se extendiera y se repensara un proceso de ambientación a las prácticas académicas propias de los cursos universitarias más allá del que se da en poco tiempo en los cursos de ingreso, quizás podríamos colaborar más efectivamente en el desarrollo de esas habilidades y competencias que se esperan, y podríamos impactar positivamente en los procesos de inserción y permanencia estudiantil.

  • ¿Sobre qué cuestiones hay hoy consenso para que les estudiantes puedan aprender ese tipo de prácticas académicas que son específicas del nivel superior?

Una de las cuestiones sobre las que más consenso hay hoy en el campo de la alfabetización académica se refiere a la necesidad de que las “prácticas alfabetizadoras”, por llamar así a ese conjunto de acciones y tareas que nos proponemos llevar adelante para formar a nuestrxs estudiantes en las maneras de estudiar, leer y producir textos en la universidad, se desarrollen “dentro” de los espacios curriculares que cursan les estudiantes más que mediante tutorías o procesos institucionales que son externos a las tareas y objetos de las asignaturas, materias, seminarios o talleres de sus carreras. Estas acciones institucionales compensatorias que se desarrollan fuera de los espacios curriculares tienen por lo general un alcance muy limitado, en tanto no están conectadas directamente con lo que les estudiantes deben hacer para las clases, los prácticos, los parciales, etc. de los espacios que cursan. A esto se refiere, en líneas generales, una línea de reflexión e investigación muy potente hoy y que se designa como “leer y escribir a través del curriculum”. La idea es enseñar a leer, escribir, interpretar, discutir, producir textos, identificar información relevante, etc. junto al abordaje de los temas y materiales que constituyen el cuerpo de cada espacio curricular, de cada plan de estudios de la carrera que los alumnos han elegido estudiar. Esto parte de la idea de que, además de abordar contenidos conceptuales (teorías, nociones, conceptos, etc.), es necesario que cada disciplina se aproxime también a sus patrones comunicacionales específicos; es decir, a la manera en que produce, expone, comunica o interpreta, etc. sus contenidos; es necesario que la interpretación y producción de los textos de cada disciplina ingrese como contenido y como problema relevantes en el campo de trabajo de cada espacio curricular y en el conjunto de prácticas que allí se desarrollan.

Leer y escribir textos no solo constituyen modos comunicativos para conocer o dar a conocer el saber, sino modos privilegiados para el aprendizaje de una disciplina; los desafíos que plantea la lectura y la producción de textos son organizadores del pensamiento y la cognición. El gran desafío es encontrar en la lectura y la escritura de textos académicos un contenido también relevante para la producción intelectual y científica de cada disciplina, además de una llave de entrada ineludible para ingresar y permanecer en el mundo del conocimiento.

Fotografía: Pablo Giordana