La toma del Pabellón Argentina logró suspender la Asamblea prevista para el 19 de noviembre para abrir una mesa de negociación en la que se debatirá cómo seguir la reforma electoral de la UNC. Los estudiantes demostraron su vitalidad y habilitaron un nuevo espacio en la política universitaria.
“Todos queremos la elección directa de las autoridades, pero queremos que se escuchen todas las voces, que se debata con toda la comunidad universitaria, porque esto trasciende a los consejeros, a las autoridades y a los consiliarios. Queremos a todas las facultades empoderadas, no que cuatro concentren el 50 por ciento del padrón electoral, y que todas las facultades tengamos la misma representación dentro de la universidad. Por todas estas razones venimos pidiendo que se suspenda la Asamblea, y por todas estas cosas hoy no se va a hacer la Asamblea Universitaria”, dijo firme, seguro, Ramiro Albarracín al Rector Hugo Juri, quien a menos de veinte centímetros de su cara lo escuchaba incómodo, frente a la actitud de un movimiento estudiantil que dos días antes había decidido tomar el Pabellón Argentina para evitar lo que el oficialismo universitario planificó como un trámite.
Eran quinientos adentro y otros tantos afuera. Los mismos que dos meses atrás priorizaron la unidad para derrotar a Franja Morada en la conducción de la FUC, y el jueves decidieron honrar la memoria de Deodoro y de los miles que como ellos y ellas defendieron la universidad pública y gratuita en los últimos cien de los cuatrocientos años que tiene la UNC.
Las convencidas palabras de Albarracín, y los también consiliarios Martín Plaza e Iván Felsztyna frente al Rector, el Vicerrector, las cámaras de televisión y el millar de personas que los escuchaban y alentaban adentro y afuera del Pabellón Argentina, era el final del primer capítulo de la reforma electoral que el rectorado quiere imponer sin los consensos ni los debates que tamaña decisión requiere, y el inicio de una discusión que parece abrirse a fuerza de movilización y participación, no solo de los estudiantes, sino de los docentes, egresados y no docentes que acompañaron pacíficamente la toma del Argentina.
Lo que distintas expresiones institucionales –consejos directivos de facultades, agrupaciones de docentes, de científicos y sindicatos- habían solicitado sin respuesta favorable, lo consiguió la voluntad estudiantil y la solidaridad de buena parte de una comunidad universitaria que se sintió interpelada ante la indiferencia rectoral, quien no tuvo más opción que negociar con los estudiantes la apertura de una mesa de diálogo para desactivar la toma y la ola que empezaba a gestarse en contra del proyecto oficial.
“Lo que ocurrió el sábado desencadena el proceso que viene gestándose de movilización y lucha desde distintos sectores estudiantiles. Entendemos que esta reforma es de tinte antidemocrática, ilegítima, porque hay dos facultades que quedan afuera pero también porque el proyecto político del oficialismo vulnera los derechos de muchas de las facultades, porque buscan que sólo cuatro facultades definan los destinos de nuestra universidad”, sostienen los estudiantes que protagonizaron la toma del Pabellón Argentina entre el jueves a la siesta y el sábado al mediodía.
Argumentos que desde hace meses viene reclamando el Decano de la FFyH, Diego Tatián: “Lo más lesivo para la universidad es la destrucción de la pluralidad de las ciencias, con un régimen de elección que empodera de un modo hegemónico a cuatro facultades profesionalistas en detrimento de todas las otras, es decir, las facultades más científicas, las humanidades, las artes, etc. Entonces, hay que conciliar el derecho del voto ciudadano, del voto directo con una protección de la complejidad que es la universidad y sobre todo con el pluralismo disciplinar y de las facultades”.
Frente a las críticas que los estudiantes le hicieron en público el sábado mismo por la falta de debate y discusión del proyecto, Juri se defendió diciendo que “todos por unanimidad, incluso las decanas de las facultades que todavía no están normalizadas, votaron para que se hiciera la asamblea en octubre. Porque esto se viene debatiendo desde hace veinte años, y en el año 2010 se llamó a una asamblea por los mismos debates y pasó a un cuarto intermedio. Quiere decir que si ahora empezamos con otro debate quizás en el año 2025… El debate es si se vota por un sistema de doble ponderación o uno de simple. Lo que nosotros ofrecimos es que para esta transición se voten los dos sistemas y se saque un promedio de los dos para no discutir, porque cada uno tiene sus razones y son verdades”.
En contra de este discurso oficial, Tatián resaltó que “el proyecto que se pretendía imponer era sumamente contradictorio, liberaba de ponderación algunos aspectos y mantenía la ponderación en otros aspectos en función de sus propias conveniencias. En el proyecto oficialista un voto docente vale muchísimo más que un voto estudiantil, y dentro del claustro docente el voto de un titular vale muchísimo más que el de un asistente. Eso de que todos los votos valen lo mismo, que buscan hacer creer a través de la propaganda oficial, es simplemente un dibujo que pondera algunas cosas y deja de ponderar otras en función de intereses propios”.
Para los estudiantes que protagonizaron la toma –que incluía a nueve de los quince centros de estudiantes de la UNC-, lo ocurrido el sábado es “una victoria del movimiento estudiantil organizado, en conjunto con distintos sectores de la comunidad universitaria y también de nuestra sociedad cordobesa que nos han acompañado. Es un proceso histórico que venimos gestando en Córdoba para trabajar en la unidad, porque desde distintas agrupaciones estudiantiles entendemos que el contexto político e histórico demanda que seamos responsables como movimiento estudiantil, con el objetivo de defender nuestra universidad y construir un proyecto de educación pública, gratuita, laica, feminista y de calidad”.
Con los hechos consumados, y luego de la euforia por la batalla ganada en un escenario que pintaba derrota segura, el movimiento estudiantil demostró sagacidad y audacia para aprovechar las desinteligencias del oficialismo, y desnudar las internas que conviven en su seno. Sobre la grieta de la muralla de madera que Terzariol mandó a levantar y Juri a desmontar ante el escándalo público, se colaron los estudiantes y garantizaron una toma pacífica y exitosa, con dirigentes que mostraron serenidad y templanza para conducir el proceso.
Como muchos lo han señalado, inclusive los protagonistas principales de la toma, el sábado 19 de noviembre se ganó una partida. Importante, generosa, pero que no debe confundir. Como en un tablero de ajedrez, la jugada estudiantil dio oxígeno, genera expectativas, abre las puertas para seguir pensando estrategias frente a un aparato que si bien se sabe poderoso, no tiene todos sus engranajes aceitados.
Por Camilo Ratti
Fotografías: Irina Morán
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