Un equipo interdisciplinario y extensionista de la Facultad de Filosofía y Humanidades y de Ciencias Sociales de la UNC trabaja en un informe sobre la crítica situación de lxs habitantes de esa comunidad serrana, afectada por la decisión de una empresa minera de cerrar el único camino público que existe para ingresar a sus viviendas.
El 19 de febrero de 2019, la empresa minera Mogote cerró el único camino público de ingreso a la comunidad de Casa Bamba, donde viven unas quince familias, muchas de ellas desde hace un siglo. Esta decisión, que fue judicializada por lxs habitantes del paraje en defensa de sus derechos, afectó la salud, la educación, el trabajo, la circulación y puso en riesgo la vida de quienes viven ahí durante los últimos incendios forestales, debido a que se encontraron atrapadxs entre las llamas y el cause del río Suquía, teniendo que movilizarse por las vías del tren, con todos los riesgos que ello implica.
Esta crítica situación derivó en un acampe por parte de sus pobladorxs en el portón de ingreso a Casa Bamba -ubicado al borde de la ruta E-55, que une Córdoba con el paredón del Dique San Roque-, con el objetivo de hacer oír sus reclamos ante la indiferencia del municipio de La Calera y autoridades provinciales que no hacen nada para evitar que esta empresa avance en su proyecto de explotación de una cantera en una zona clasificada como Zona Roja, es decir de máxima protección, por la Ley provincial de Bosque Nativo, además de ser una reserva arqueológica.
Frente a esta crítica y desesperada situación, desde el acampe se solicitó la participación de la Facultad de Filosofía y Humanidades, con el objetivo de que pudiera aportar herramientas técnicas que contribuyeran a esta lucha territorial por la restitución de derechos de la comunidad. Se hizo la propuesta y desde la FFyH se convocó a un equipo interdisciplinario e interfacultades, y así se sumó la Facultad de Ciencias Sociales, a partir de los antecedentes de ambas unidades académicas en la intervención de diversos conflictos sociales.
La iniciativa derivó en un relevamiento socio territorial en Casa Bamba, desarrollado entre octubre y diciembre por el Equipo Interfacultades Extensionista-Territorio Casa Bamba que integran docentes, investigadorxs, estudiantes y equipo de gestión de la Facultad de Filosofía y Humanidades: José María Bompadre, César Marchesino, Nicolas Rabboni, Gilda Collo, Carina Tumini, Eliana Lacombe y Guido Negruzzi (FFyH), Mayra Peña Barberón, Miguel Genti y Mariana Gamboa (FCS). “El objetivo es generar un informe sobre la situación que vive la comunidad en cuanto a sus condiciones de vida y el impacto que generó la falta de acceso a partir del cierre del camino público”, cuentan a esta revista Tumini y Peña Barberón, responsables de adelantar algunas de las respuestas obtenidas en el relevamiento.
El proceso investigativo busca recopilar información sobre indagaciones, acciones y publicaciones que se hubiesen realizado en los últimos años, tanto en relación a la Comunidad como a la Reserva Natural en la que la misma se encuentra. Entre los materiales encontrados se destaca el libro “Decidirnos a Decidir”, un trabajo en conjunto entre el Aula Abierta de Montaña de la UNC y el grupo Escalera.
“Otra de las líneas de trabajo fue realizar un relevamiento sobre las condiciones de vida de la comunidad. Se trabajó interdisciplinariamente entre las dos facultades y la comunidad para la confección del instrumento. En esta primera etapa, se relevó al 80% de la población. Los primeros resultados analizados muestran que la falta de acceso a la comunidad por el cierre del camino público, vulneran otros derechos, como la salud, el trabajo, e inclusive la correspondencia. Les entrevistades refieren que, si bien a partir del acampe se produjeron algunos cambios, como la posibilidad de acceso por el camino a las familias que habitan en Casa Bamba (exclusivamente), y la colocación de una pasarela para cruzar el río (aún sin terminar) por parte de la Municipalidad de La Calera, son soluciones deficientes, y que no garantizan derechos básicos de la población”, señalan las investigadoras.
En este sentido, está previsto que el equipo continúe luego del receso de verano con la tarea extensionista iniciada, elaborando un informe que dé cuenta de la situación de vulneración de derechos, detallando además la importancia que tiene este territorio para quienes lo habitan, por su arraigo al lugar, la relación con la naturaleza, el trabajo en torno al turismo y las redes comunitarias que ahí se tejen.
- ¿Qué valoración hacen del trabajo realizado?
– Esta primera etapa fue una experiencia muy enriquecedora para todes, ya que pudimos poner en común miradas disciplinares que pueden suponerse disimiles, como la psicología y la geología. Nos hemos nutrido de la vasta experiencia en territorios rurales de les compañeres de la Facultad de Ciencias Sociales y de las herramientas etnográficas propuestas desde Filosofía. El concepto de mapeo evidenció saberes comunes para ambas instituciones académicas, así como la mirada de profundo respeto hacia las comunidades y sus decisiones, intentando ser críticos de prácticas colonizadoras que muchas veces se cuestiona a la UNC.
- ¿Cómo se conformaron los equipos de entrevistadores?
– Por integrantes de la comunidad y miembros de la UNC. En este diálogo de saberes que ambas Facultades entienden y materializan el trabajo extensionista, se pudo manifestar lo productivo de ese abordaje, produciendo conocimiento entre la universidad y les vecines, además de un mayor acercamiento.
- ¿Pueden adelantar algunas acciones del informe final que culminaría en marzo?
– Fuimos testigues de varias situaciones emotivas, como por ejemplo la entrevista a un padre que narraba historias de su familia, de su habitar en Bamba, mientras sus hijas escuchaban y preguntaban sobre anécdotas de sus ancestros. Nos mostraron fotos ajadas que daban cuenta del paso de generaciones por dichas tierras. Así, los relatos que íbamos escuchando sobre las valoraciones de vivir en un ambiente rodeado de pájaros y arboles se entrecruzaban con el paisaje que íbamos observando, el relato oído se volvía vivencia propia por un instante.
Al mismo tiempo, en las caminatas veíamos los cerros quemados del último incendio y a nuestro paso tímidas florcitas serranas queriendo asomar. Como había llovido, se veían las manchas de barro gris de tanta ceniza y varios nos hablaron del miedo al deslave, del espanto del incendio.
Otra tarea fue realizar una geolocalización de sitios para acompañar el mapeo, con fotografías tomadas en diferentes puntos emblemáticos, sitios turísticos como la cascada y construcciones antiguas, plagadas de historias como una antigua escuelita rural. Lograr reconstruir las tramas de memorias que conviven en Bamba es uno de los grandes desafíos del informe que estamos caminando.
Por Camilo Ratti
Fotografías: gentileza Carina Tumini
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