Muestras fotográficas, materiales multimedias y testimonios de actorxs diversxs fueron parte de la propuesta organizada por la Facultad de Filosofía y Humanidades, el CIFFyH, el IDH y La Tinta, que colmó las instalaciones del Museo de Antropologías. Con mucho público joven, la conmemoración por los 55 años de la rebelión de mayo del 69 giró en torno a cómo aquel pasado de lucha y poder popular aporta en la construcción de una alternativa política que enfrente los proyectos neoliberales y antiobreros de una Córdoba que hoy está en las antípodas de aquella que supo ser el “faro de la revolución”.
“Obreros y estudiantes, unidos y adelante” era la consigna que en mayo del 69 puso esta ciudad patas arriba, liquidando en las calles el proyecto conservador y reaccionario del general Juan Carlos Onganía. Aquellas voces que hicieron de Córdoba el centro de gravedad política en mayo del 69, volvieron a sonar con fuerza en el Museo de Antropologías, con una propuesta novedosa y desafiante que reunió las voluntades de la FFyH, el Centro de Investigaciones de esta misma Facultad, el Instituto de Humanidades (IDH) y La Tinta.
Muestras fotográficas, materiales multimedia y un panel que aportó experiencias y saberes de distintos palos y procedencias, hicieron su aporte a la hora de reflexionar sobre los hechos que cambiaron el proceso político argentino a fines de los 60 y prefiguraron un nuevo mapa de poder popular y sindical en la década siguiente. Como lo expresaba la propia convocatoria de la actividad, la idea era pensar si las “llamas del Cordobazo” todavía existen, si iluminan y calientan la posibilidad de pensar y construir una Córdoba diferente a la que desde hace décadas aparece como hegemónica: una Provincia entregada a las mieles del neoliberalismo más conservador y antiobrero, incluso en el marco de gobiernos de origen peronista.
Decorado con la iconografía de la época, sonificado con los discursos de Tosco, Atilio López y Elpidio Torres, el hall del Museo de Antropologías fue el fogón que convocó a repasar en imágenes y con testimonios aquel tiempo glorioso de una Córdoba industrial y universitaria, que asomaba a la cabeza de la revolución social y obrera. “Celebramos esta acción informativa y formativa que fue posible por la energía increíble de esta gente”, dijo Eduardo Mattio, Director del CIFFyH, en referencia a todas las personas que hicieron posible la actividad, pero especialmente a lxs trabajadorxs de La Tinta, quienes asumieron la tarea de obtener y montar las fotos de Nilo Silvestrone, cedidas por la Secretaría de Extensión de la Facultad de Comunicación, y del archivo de Luz y Fuerza, además de diseñar y publicar en su web el repositorio digital con imágenes inéditas del Cordobazo.
“Esta alianza con la Facultad nos ha permitido tejer redes, publicar en nuestro sitio siete notas con investigadorxs de la institución y acercar diferentes voces sobre el Cordobazo, que es la posibilidad de mostrar otra Córdoba”, resaltó Verónica Ferrucci, de La Tinta. Integrantes de la misma cooperativa de trabajo, Soledad Sgarella, Ezequiel Luque, Jazmín Iphar e Inés Domínguez Cuaglia, contaron y explicaron el contenido y el origen de las muestras fotográficas que se podían apreciar en las paredes y la realización del archivo virtual colaborativo que ya se puede navegar en el sitio digital, en tanto que Julia Buyatti, Eugenia Herrera, Fernando Bordón, Diana Segado, Fernanda Albornoz, Ana Medero, Peu y Julieta Pollo estuvieron en el montaje y registro fotográfico y fílmico del conversatorio.
Previo al panel, y mientras en la entrada del Museo, Agustín Begueri estampaba las remeras con su técnica xilográfica, Julián Reynoso, del IDH, presentó también el primero de cinco podcast que investigadorxs del Instituto de Humanidades produjeron sobre el Cordobazo y que se irán publicando en los meses siguientes en la web y redes de esta institución de doble pertenencia: la FFyH y Conicet. “Este material fue producido por la universidad pública, laica y gratuita”, remarcó Reinoso, y un aplauso contundente acompañó sus palabras, que también agradecieron a Parque Podcast y a Ian Debiase, quienes colaboraron en la edición del material sonoro.
¿Qué queda de aquella Córdoba combativa y popular?
“Los incendios del 29 y 30 de mayo de 1969 aún iluminan el cielo cordobés. En la provincia del 70/30, donde las opciones políticas conservadoras y antiobreras encontraron un gran arrastre electoral, ¿qué queda del Cordobazo entre nosotrxs?”, fue el eje disparador de un panel que buscaba una mirada plural en la voz de quienes participaron del hecho histórico, referentxs sindicales, estudiantiles y de la economía popular de hoy, e investigadorxs que trabajan y estudian aquellos años.
La introducción quedó a cargo de la Decana de la FFyH, Flavia Dezzutto, quien además de agradecer y saludar la actividad, compartió su mirada sobre el que para ella debe ser “el día de Córdoba”, en referencia al 29 de mayo de 1969, porque “expresa lo mejor de nosotrxs”. “Además de interrumpir la serie de Milei, el Cordobazo es una interpelación a la domesticación que se intenta, y estas actividades son un aporte para que eso no pase. Cuando pienso en el Cordobazo la temporalidad histórica es distinta”, sostuvo la Decana, para quien es necesario recuperar algunos aspectos: “Nos falta un sindicalismo clasista, un estado de combatividad que debe darse y hacerse en la lucha misma, enfrentando a los poderes reales, y un movimiento estudiantil que hay que acompañar, porque no se le puede pedir a los estudiantes lo que nosotros como docentes y trabajadores tampoco hacemos”.
En un contexto político muy adverso para todas las fuerzas populares, Dezzutto convocó a “poner en movimiento la combatividad para evitarla destrucción. No podemos esperar a tener la herramienta para luchar, me gusta pensar en la idea de poder popular que se dio en la Chile de Allende, y el Cordobazo, su conmemoración, nos pone ante el desafío enorme de pensar, hacer, crear poder popular”.
Roto el hielo, generado el ambiente entre imágenes, sonidos y palabras, fue el turno del panel, coordinado por Pablo Requena y Cecilia Jiménez, del Área de Sociales del CIFFyH. El primero en tomar la posta fue Héctor Bazán, vecino de Alberdi y participante del Cordobazo cuando aún era un niño de 10 años, inmortalizado incluso en una de las fotografías que integran el archivo visual de Luz y Fuerza. “A pesar del Estado de Sitio como chicos salimos a callejear y veíamos todo lo que pasaba en la calle, las cosas quemadas, y sobre todo el cambio de ánimo de la gente, que hasta ese momento vivía con miedo por la dictadura. Había miedo a participar en los partidos políticos”, dijo quien años después se convertiría en un militante del Partido Justicialista, como parte de una juventud que se volcó masivamente a la actividad política.
Cristina Salvarezza era estudiante de Arquitectura cuando Córdoba se rebeló contra la dictadura, unos años antes había llegado desde el interior de la provincia para estudiar en la UNC. “Cuando Onganía dio el golpe en 1966 nos cerraron la Facultad y nos expulsaron. Esa situación estimuló la lucha tanto de estudiantes como de docentes, que le abríamos la puerta a Luz y Fuerza, al Smata, participábamos en las asambleas de fábrica, en las ollas populares. Recuerdo el impulso de María Saleme, quien nos apoyaba para crear nuestros propios estudios, y así surgió el Taller Total en Arquitectura”.
Como integrante de esa generación combativa, Salvarezza contó que “aprendíamos a hacer bombas molotov, miguelitos y a cómo resistir los gases lacrimógenos de la policía. No olvido las palabras de Tosco animándonos a estar unidos, atados unos con otros. Ese día del Cordobazo recuerdo cómo las motos iban y venían trayendo información, hasta que el ejército entró a las 10 sobre Alberdi, donde estaban las barricadas, los roperos y calefones que se arrojaban desde los techos, se resistió la entrada de los soldados, además de atacar algunos símbolos del imperialismo como Citroen, Xerox. Fueron años de preparación de nuestra dirigencia clasista, que nosotros respetábamos, por eso marchábamos con los gremios. Lo que sí me molesta es que durante muchos años no se mostró la participación de las mujeres en el Cordobazo, y nosotras estábamos en la calle, codo a codo con los hombres, eso está en la famosa foto donde aparece Tosco y los otros dirigentes marchando al frente, cuando se ve la imagen completa, ahí estamos”.
Otra mujer, integrante de la conducción de UEPC durante años y actualmente parte de la Intersindical de Mujeres, Zuli Miretti, aportó su mirada: “El Cordobazo fue el mayor gesto de unidad del movimiento obrero, que junto a lxs estudiantes y la población luchaba por un proyecto político popular, porque no es como hoy que luchamos por salarios dignos y derechos que nos quieren quitar, en el 69 lxs trabajadores cobraban buenos salarios, pero se luchaba contra la dictadura, por una sociedad libre”.
Sobre otro de los puntos siempre polémicos o abiertos al debate histórico, Miretti aseguró que “El Cordobazo fue planificado minuciosamente por las organizaciones. Por eso hay que pensar cómo tomamos hoy ese legado, porque las fuerzas conservadoras siguen estando. Ese legado tenemos que tomarlo los sindicatos, porque está en peligro la educación y la universidad pública. Este gobierno se animó a borrar leyes como las del financiamiento educativo. En este proceso de acumulación que empezó el 24 de enero, el Cordobazo es la forma de iluminarnos”. Y sobre la participación de las mujeres, Zuli reconoció que “antes lxs trabajadorxs docentes no nos considerábamos trabajadorxs, pero hoy sí, y está la Intersindical, donde estamos todas las centrales obreras, es algo que no lograron los varones, y eso es para destacarlo”.
En una economía muy distinta a la de las décadas del 60 y 70, cuando lxs trabajadorxs estaban en su inmensa mayoría registrados y participaban en organizaciones sindicales, Débora Koraj es referente de un nuevo tipo de organización: el Movimiento de Trabajadores Excluidos, quienes hoy viven “una situación dramática”. Ante la ofensiva del gobierno nacional para perseguir y estigmatizar a estas organizaciones, Koraj dijo que “ponemos nuestras casas para sostener los comedores, y los planes no te solucionan la vida, apenas la complementan, nosotros laburamos a la par de ustedes (en referencia a otros trabajadores de la economía formal) y nos sigue costando llegar a fin de mes porque somos los últimos de la fila”.
Si el Cordobazo sirve para pensar el hoy, la referente aseguró que “la economía popular tiene que ser parte de las organizaciones de trabajadores, como lo tiene que ser el pueblo”. Para ella, hay que “pensar cómo interpelamos a los que piensan distinto, porque yo quiero que mi hija pueda estudiar en la universidad pública, algo que yo no pude, y para eso tenemos que estar unidos, no podemos volver a discutir esos derechos, no podemos borrar la democracia que tanto nos costó, y la UTEP tiene que ser parte de la discusión”.
Con una pata en la Escuela de Filosofía y otra en el activismo estudiantil, Joaquín Fernández apuntó a la “distancia enorme entre aquel movimiento estudiantil, que se organizaba junto al sindicalismo para construir la pueblada más significativa y efectiva de la historia del país, y una conducción actual de la Federación Universitaria, que muestra lentitud y resistencias incluso para declararse en defensa del presupuesto nacional para universidades públicas”.
Sobre el desafío de pensar en el legado del Cordobazo para actuar en el presente, Fernández sostuvo que “la consigna de lo combativo y de la lucha, en clave democrática, es decir, en consonancia con nuestra propia sensibilidad política, es uno de los desafíos en la asunción de esta herencia y este pasado que, además, suele volver a menudo bajo la forma de un “recuerdo de la violencia”. Si no repensamos a estas nociones en serio, y nuestras posibilidades reales de organizarnos y disputar poder, no habrá tal “combate”. Creo que la coyuntura actual parece exigir esta especie de reconstrucción del vínculo entre quienes nos oponemos rotundamente a la actual conducción presidencial, con aquellos conciudadanos que hoy pareciera que “nos defraudaron” porque sentimos que votaron al mal absoluto, que hipotecaron la patria o sus derechos que son también los nuestros. En fin, un reencuentro con quienes resulta difícil hasta conversar”.
Las “enseñanzas” de la Historia
El último turno llegó para lxs especialistas de la Historia, a través de las reflexiones de Laura Ortiz, investigadora del CIFFyH y actual subsecretaria de Posgrado de la FFyH, y Fernando Aiziczon, investigador del IDH-CONICET.
Sobre la rebelión del 69, Ortiz la definió como “esos hechos que quedan en la memoria de los pueblos, que nos ayudan a pensar el presente”. Un presente que está bastante lejos de la participación que lxs trabajadorxs tuvieron en la distribución de la riqueza entre 1970 y 1975, cuando llegó a ser del 50%, el famoso “fifty-fifty”. “Luego de la dictadura del 76, esa participación bajó al 28%”. En este sentido, la historiadora advirtió que “el Cordobazo no fue un hecho aislado, fue la época en la que se ganaron derechos laborales, los mismos que la dictadura genocida vino a eliminar”. Para pensar aquel hecho desde la mirada de esos sectores de poder, Ortiz mencionó el libro de uno de los represores, Genaro Díaz Bessone “Guerra revolucionaria en la Argentina, 1959-1978”, quien fue uno de los cuadros intelectuales de la dictadura. “Para Díaz Bessone, el Cordobazo fue el punto de partida de la revolución”.
Otro “prócer” del liberalismo económico y cuadro intelectual de la dictadura fue José Alfredo Martínez de Hoz, ministro de Economía de Videla. “Para quien llegó para ´modernizar la economía´, el problema era los salarios y los ´convenios abusivos´. Y aunque no pudieron destruir todo, la ley de contrato de trabajo que existía hasta antes del 76, y que incluía todas las conquistas de las décadas del 50 y 60, aún hoy no las hemos podido recuperar, de la misma manera que no pudimos recuperar la Córdoba industrial”. Antes de finalizar, Ortiz se detuvo en un punto central para pensar los desafíos del presente: “Lxs trabajadorxs seguimos siendo mayoría y quienes generamos la riqueza”.
Aiziczon, por su parte, se preguntó por la utilidad de las ciencias sociales, tan cuestionadas por el gobierno de Milei, y señaló que el Cordobazo fue una “manera de nombrar otras luchas, por ejemplo el Viborazo, que fue tan o más violento que las jornadas del 69 y sin embargo no se conoce tanto, o el Navarrazo, que fue la clausura del ciclo de lucha y avance popular en 1974, cuando un jefe policial derrocó al gobierno de Obregón Cano y Atilio López”.
Mayo del 69 también sirve, según el investigador, para “pensar a Tosco contra la burocracia traidora, porque fue en esos años que se inventaron los paros activos contra los paros materos, ahí los trabajadores empezaron a “poner el cuerpo”, expresión que “está tan de moda hoy”.
En relación a las “lecciones de la Historia” o el “sentido de la Historia”, Aiziczon sostuvo que “no sé si hay que buscar una del Cordobazo, pero sí que fue un gran desafío que buscó un debate, que cuestiona radicalmente el presente. Por eso creo que hay que luchar por un sentido crítico de la historia. Si no hay un cambio de raíz, no tiene mucho sentido la pelea”.
Después el micrófono circuló entre el público, que hizo algunas intervenciones convocando a la “lucha intergeneracional” y alcanzar la “unidad de acción para lograr la unidad política” y que el proceso de lucha se construye y se hace “en el andar”, conceptos que Dezzutto pidió retomar, en una segunda intervención suya: “No hay cambio sin cuerpo, sin lucha, y por eso quiero reivindicar a la Facultad por esta actividad. Somos minoría pero hacemos ruido. Tratamos de entender la urgencia y las respuestas son de quienes luchan y le ponen el cuerpo, e incluyo aquí a docentes, trabajadorxs universitarixs y estudiantes, sobre todo a estos últimos que hoy les está costando muchísimo poder estudiar”.
El final llegó en la voz de Luciano Debanne, quien compartió tres poesías de su autoría, muy festejadas por el público, que acompañó en silencio el relato y luego con sentidos aplausos su intervención.
A esa altura, la consigna estaba más que cumplida: con las manos y el esfuerzo de muchxs, la memoria colectiva quedó encendida, alimentando una fogata que ardió un 29 de mayo de 1969 y seguirá ardiendo mientras existan quienes se nutren de aquellos sueños de libertad, independencia y soberanía política.
Por Camilo Ratti
Fotos: Irina Morán/Museo de Antropologías – Fernando Bordón/La tinta (foto de portada)
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