Institucionales
Iniciativa
para mejorar comprensión
En
una experiencia inédita, docentes de los ciclos de nivelación de todas las
carreras de la UNC participaron de un taller en el que trabajaron sobre la
comprensión lectora y el aprendizaje autónomo de los ingresantes. El objetivo
es mejorar el desempeño de los estudiantes que se inician, que presentan serias
dificultades para entender lo que leen y escribir textos. Las clases fueron
dictadas por profesores de la FFyH, junto a colegas de Lenguas y Cs. de la
Información.
“Los
ingresantes tienen serias dificultades para comprender lo que leen y para
producir textos”. Esa afirmación, cada vez más frecuente en boca de los
profesores, señala una realidad que muchos asocian con el fracaso de los
estudiantes en el primer año de la carrera y, a la vez, implica un desafío
para los docentes que reciben a los alumnos en el ingreso a la Universidad.
Para
intentar dar respuesta a esa problemática, la Facultad de Filosofía y
Humanidades junto con la Facultad de Lenguas y la Escuela de Ciencias de la
Información articularon una instancia de formación y reflexión destinada a
los docentes que trabajan en los ciclos de nivelación de todas las carreras que
se dictan en la Universidad.
Se
trata de un seminario - taller que se dicta por primera vez y que constituye una
especie de experiencia piloto para un proyecto mucho más ambicioso que esas
tres unidades académicas prepararon a pedido de la secretaría Académica del
Rectorado y que se pondrá en marcha en 2006.
El
objetivo, en todos los casos, es mejorar la lectocomprensión y el aprendizaje
autónomo de los ingresantes, que tienen serias falencias en el manejo de la
lengua, lo que les condiciona el tránsito -y en muchas ocasiones la
permanencia- en el primer año de la carrera.
Además
de aportar herramientas conceptuales, el taller tuvo la ventaja de permitir a
los docentes pensar en sus propias prácticas, sobre todo en las referidas a los
procesos de lectura. Es decir, cómo acompañan a los ingresantes en esa
actividad, qué estrategias desarrollan para facilitarles el acceso a los
textos, cómo eligen los materiales de estudio, etcétera.
Los
cinco encuentros, a cargo de cinco especialistas, abordaron los siguientes ejes:
“La lectura como proceso y como actividad”, a cargo de la magíster Gisela Vélez
(Universidad Nacional de Río Cuarto) y de la doctora Paulina Brunetti (Escuela
de Ciencias de la Información, UNC); “Especificidades de los textos académicos
científicos”, a cargo del especialista Gustavo Giménez (Escuela de Letras,
FFyH) y la magíster Analía Gerbaudo (Universidad Nacional del Litoral); y
“Comprensión lectora y producción escrita como práctica docente
reflexiva”, a cargo de la doctora Magdalena Viramonte (Facultad de Lenguas,
UNC).
El
criterio para invitar a los docentes mencionados fue su trayectoria en el
estudio de los problemas de lectura y escritura y su preocupación por las
dificultades de aprendizaje detectadas en ingresantes universitarios, no sólo
con los textos escritos sino con el acceso, la organización y la comunicación
de la información.
La
masiva concurrencia de docentes de todas las carreras de la UNC puso en
evidencia la preocupación que existe por encontrar altrernativas que permitan
abordar este problema.
“Los
docentes que o venimos trabajando de manera sostenida en los cursos de nivelación
estamos visualizando este problema e intentamos generar una serie de estrategias
en función de eso”, explica la profesora Andrea Bocco, coordinadora del curso
de ingreso de la Escuela de Letras desde 1990.
“Y creo que la buena convocatoria que tuvieron estos talleres en los que prácticamente estuvieron presentes todas las unidades académicas tiene que ver con una serie de expectativas, demandas, necesidades y preocupaciones reales por parte de los docentes para trabajar en este tema”, agrega Bocco.
En
diciembre de 2004, hace exactamente un año, se difundió una investigación
realizada por docentes de la Escuela de Ciencias de la Información que daba
cuenta sobre el débil manejo de la lengua en los ingresantes que, entre otras
cuestiones, no diferencian claramente entre el lenguaje oral y el escrito. Ese
estudio se realizó se basó en entrevistas a 200 alumnos de la carrera, pero
sus resultados podrían extenderse a los ingresantes de cualquier unidad académica.
Entre
otras conclusiones relevantes, la investigación arrojó que las falencias son
producidas por las representaciones que los alumnos construyeron en la escuela
media.
En
ese sentido, la profesora Bocco señala que en el nivel medio suele haber una
“ausencia de un trabajo sostenido de análisis de los textos, que a veces se
reduce a ubicar las ideas principales
y secundarias, cuando la comprensión lectora implica mucho más que eso”.
A
su vez, explica Bocco, esta tarea queda reducida exclusivamente a la materia
Lengua, como si solamente allí se debiera enseñar a comprender. “Entonces
materias como Historia, Geografía, o Formación Ética no se hacen cargo de
trabajar la comprensión lectora. Y es importante entender que cada texto y cada
disciplina tienen su lógica. Y es el docente experto el que debe colaborar con
el estudiante para el acceso a los textos; no sólo despejar y explicar
contenidos aislados, sino que después el material que le ofrece también tiene
una serie de estrategias concretas, de complejidades, de terminología que el
docente debe abordar”.
Para
la docente, estas carencias en la formación lectora suceden por deficiencias en
la formación docente y también por falta de tiempo. “(Enseñar a leer y a
escribir) es un trabajo y es trabajoso. El docente necesita destinar tiempo
porque debe pensar una serie de estrategias y debe cambiar el enfoque de la enseñanza:
no privilegiar pura y exclusivamente la transmisión del contenido, del
concepto, sino pensar también cómo el sujeto puede apropiarse, asir el
contenido, aprehenderlo”. En ese sentido, dice que lo ideal es que éstas
actividades no sean sólo acciones individuales de los docentes, sino contenidos
transversales dentro del nivel medio.
Otra
“herencia” que suelen traer los estudiantes del nivel medio es la confusión
entre leer y estudiar. “El estudio es una actividad que lleva tiempo, insume
tiempo, no se hace rápidamente”, explica Bocco. En ese sentido, señala que
en los alumnos de nivel medio hay una confusión que después trasladan a la
Universidad, y que acarrea grandes fracasos, y que consiste en pensar que mirar
un texto por arriba equivale a estudiar.
Claro
que también intervienen aquellas cuestiones “que ahora están muy en boca de
todos y que son ciertas”, como la excesiva exposición a la televisión y la
computadora, la falta de ritmo de lectura de los alumnos o la nula relación con
los libros. “No voy a entrar en detalles ni a culpar a la televisión, que me
parece que es un discurso de la doxa que creo que deberíamos revisar un
poco”, indica Bocco, al tiempo que destaca que el problema es consecuencia de
una multiplicidad de causas y circunstancias.
Sin
embargo, la Universidad también aporta lo suyo. Algunos problemas, incluso, se
agravan en el nivel universitario. “En general el docente universitario no se
piensa demasiado como un docente, sino más bien como un académico, un científico
o un experto… -explica Bocco-. Con toda su excelencia y sus conocimientos,
este docente a veces no puede construirse desde el lugar docente y, por lo
tanto, en su horizonte no aparece la preocupación acerca de cómo hacer más
accesible la lectura de los textos”.
Estos
últimos, a su vez, son un tema en sí mismos, ya que presentan reglas propias
que deben ser atendidas en forma concreta. “El fracaso de los alumnos no tiene
que ver muchas veces con la ausencia de conocimientos generales sobre los
procesos de lectura o de escritura de textos, sino con el desconocimiento de
ciertas reglas específicas a partir de las cuales se concibe, se produce y se
transmite el discurso académico”, explica el profesor Gustavo Giménez,
especialista en enseñanza de la Lengua y uno de los docentes que dictó el
taller.
Giménez
abordó el tema desde la perspectiva de la especificidad de los géneros,
haciendo hincapié en las complejidades que presenta el discurso académico o
universitario. “Focalizar la problemática de la especificidad genérica del
discurso académico desde los cursos de nivelación o admisión a las distintas
facultades me parece un acierto y un aporte indiscutible para augurar el ingreso
de los estudiantes a la universidad y salvar ciertas desigualdades formativas de
base”, dijo a Alfilo
(ver más
sobre este tema en sección Opinión).
Y
Bocco coincide: “Hay jóvenes que en función de su edad y del tramo educativo
último que han transitado tienen habilidades y destrezas suficientes para
encarar textos académicos. Pero a veces esas habilidades no son suficientes
para abordar textos científicos con un nivel de complejidad y un grado de
abstracción muy alto. Textos científicos que, además, no fueron pensados para
ese sujeto sino para circular en una comunidad de pares; y el estudiante no es
un par del académico ni del investigador”. Y agrega: “Esto no significa que
uno tenga que reemplazar necesariamente ese texto y trabajar con manuales, pero
sí es necesario ver cómo se puede tender un puente”.