El 27 febrero de 1974, Córdoba vivía el primer ensayo de represión a los sectores populares, con la conspiración cívico-policial que acabó con la experiencia del último gobierno popular en Córdoba. Ensayo que se perfeccionaría, desde el terror y de la muerte, con el advenimiento de la dictadura genocida. Como sucedió repetidamente en nuestra historia, la derecha reaccionaria invocando la democracia arrasaba con ella, atropellando la decisión soberana de un pueblo. Asomarnos, es un necesario ejercicio de memoria.
- El triunfo electoral de Obregón Cano- Atilio López se enmarcó en el contexto de una prolongada lucha de resistencia del pueblo peronista a la proscripción, que se había librado durante 18 años, utilizando todos los medios posibles, desde el voto a la lucha armada, pasando por huelgas, actos, “caños” caseros, panfletos. Una lucha contra el régimen y sus personeros, pero desde una realidad atravesada por las contradicciones dentro mismo de un movimiento “invertebrado y miope”, como solía definirlo John William Cooke, uno de sus teóricos más lúcido.
- En esa historia de resistencia al dominio “gorila”, que mostraba una falsa idea de unidad del peronismo, había dos visiones encontradas: una línea que -más allá de la verborragia supuestamente combativa- no cuestionaba al régimen y otra, que pretendía profundizar la experiencia histórica del peronismo profundizando un camino de liberación nacional que no podía dejar de cuestionar al régimen. Ambas reivindicando el liderazgo de Perón, desde su propio miraje, pero además, por momentos coincidiendo en tácticas comunes. Por un lado, lo que se identifica como la burocracia política y sindical, proclive siempre a la negociación y, por otro, un peronismo combativo proclive a la confrontación. Derecha e izquierda, si se quiere en un lenguaje simplificador. Perón alentó a ambas, desde una concepción de raíz militar, que le permitía disponer de dos alas, según sus necesidades estratégicas.
- La fórmula Obregón Cano-Atilio López, al igual que la de Cámpora-Solano Lima, se inscribían fuertemente en esa larga lucha interna. La burocracia sindical jugó hasta último momento con la figura de Cafiero en el orden nacional y en el provincial, con Julio Antún y Alejo Simó. Cuenta Bonazzo en su libro El Presidente que no fue, que Rucci, al ser informado de la elección de Cámpora como candidato por parte de Perón, en el aeropuerto donde el líder abandonaba el país, tras su primer retorno, exclamó: “Pero ¿cómo nos hace esto? ¡Es un viejo hijo de puta!”.
- La fórmula Obregón Cano – Atilio López, era la mejor síntesis política de las luchas populares, donde la particularidad del movimiento obrero cordobés -antes, durante y después del “Cordobazo”- fue un eje fundamental, que se sumaba políticamente al triunfo categórico de los sectores progresistas en la interna, sobre la derecha del movimiento. Como síntesis, quizá desprolija y espontánea, resultaba un hecho verdaderamente histórico. Pero aquella derecha –la misma que se prolonga hasta nuestros días- había quedado herida y con poder de daño. Rucci no podía digerir la autonomía de Atilio ni su alianza con Agustín Tosco. Ni su denuncia permanente a las claudicaciones permanentes de la burocracia porteña. Hasta último momento se jugaron por Simó. La derecha temió lo que representaba el Negro Atilio, aun desprovisto del poder, ya que poco después lo asesinaron con 132 balazos, como para “asegurarse” que no quedaba vivo.
- La fórmula Obregón Cano- Atilio López, se inscribía así en la línea de una corriente del peronismo, quizá inmadura y adelantada para la potencialidad de la época, pero única con posibilidades de encarnar aquel carácter histórico del peronismo de ser “el hecho maldito del país burgués”, que reivindicaba Cooke. El Estatuto de los Empleados Públicos, el reconocimiento de los docentes privados, la firme política para asegurar el abastecimiento de carne y el control de los precios, el intento de democratización y depuración de la policía, el apoyo a los trabajadores de UTA en su reclamo salarial que cuestionaba el pacto social, provocó la reacción del poder económico. Pero, fundamentalmente, reaccionaron frente a la potencialidad política de un movimiento obrero, que mantenía su autonomía combativa. “Un foco de infección”, dijo un Perón que había optado por la banda derecha.
- En esos gobiernos populares “infecciosos”– como los de Obregón, Bidegaín, Martínez Baca, Cepernic, Ragone- es donde se inspiró Néstor Kirchner para reconstruir el peronismo combativo, nacional, popular y democrático, que es el único peronismo no aceptado por los grandes intereses. La gran deuda de los cordobeses. Rescatarlo –como decía Nicolás Casullo- “sobre sobre la castigada piel de un peronismo casi concluido después del saqueo ideológico, cultural y ético menemista” y que –agrego yo- se encarna en el delasotismo de la isla neoliberal.
Por Luis Rodeiro
Luis Rodeiro es periodista y participó como compilador, junto a Guillermo Vazquez, del libro «Córdoba 1973. Escritos para Ricardo Obregón Cano«, editado por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC.
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