En esta nota, el Programa Universitario en la Cárcel (PUC) de la Facultad de Filosofía y Humanidades hace públicos los datos oficiales de personas vacunadas en las penitenciarías de la provincia de Córdoba. Además, hace un recorrido sobre el trabajo que llevó adelante el Programa desde que comenzó el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio en marzo de 2020 hasta la actualidad.
El Programa Universitario en la Cárcel (PUC) de la Facultad de Filosofía y Humanidades hace públicos los datos oficiales de personas privadas de libertad y del personal penitenciario que se encuentran vacunadas a la fecha. A través de gestiones realizadas con la Secretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Provincia de Córdoba, el Servicio Penitenciario informó los datos que posibilitan conocer el estado de la situación vacunatoria en las cárceles.
En semanas anteriores, la Red Universitaria Nacional en Contextos de Encierro —la cual se encuentra integrada por el PUC, entre otros programas de universidades públicas— emitió un comunicado en el que se manifestó la preocupación por el lento avance de la vacunación contra el COVID-19 para personas privadas de la libertad e instó a las autoridades nacionales y provinciales a poner en funcionamiento los mecanismos necesarios para garantizar el cumplimiento del calendario de vacunación entre las personas detenidas en instituciones de encierro.
En este sentido la preocupación por el derecho a la salud de las personas privadas de libertad en general —y les estudiantes universitaries en particular— se encuentra en el foco de discusión en este momento, ya que esta dimensión es elemental para pensar la efectivización del derecho a la educación. Comprender la problemática desde un enfoque de derechos implica una mirada integral de les sujetes y la imposibilidad de escindir o jerarquizar un derecho por sobre otros.
Córdoba cuenta a la fecha —como se detalla en la infografía— apenas con un 16,7 % de personas privadas de libertad vacunadas al menos con una dosis. Esta situación resulta relevante para pensar múltiples condiciones de los contextos de encierro que afectan también a la actividad educativa y al dictado de carreras universitarias. El encuentro pedagógico presencial, que es tan necesario en la tarea educativa, resulta sumamente riesgoso para estudiantes y docentes en tanto y en cuanto no estén garantizadas las condiciones sanitarias —lo cual se vincula intrínsecamente con la vacunación contra el COVID-19—.
Crónica de una afectación: la salud y sus efectos en las prácticas educativas en la cárcel
Nunca una relación entre dimensiones quedó tan explícitamente plasmada como en el inicio de la pandemia. Se hizo evidente que la salud, y los cuidados que esta requería, afectaban la posibilidad de desarrollar otras actividades regulares que dábamos por supuestas en el cotidiano.
El inicio del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) que se decretó a nivel nacional el 20 de marzo de 2020 encontró al Programa en un momento de mucha actividad dentro de los establecimientos y complejos penitenciarios de Córdoba. Por esos días, concluía la Muestra de Carreras que se realiza cada año junto con la Secretaría de Asuntos Estudiantiles de la Facultad y nos disponíamos a hacer la ronda de inscripciones por cada escuela en los módulos y establecimientos que componen la cárcel, comúnmente nominada como Bouwer. Luego de esa fecha sabríamos cuántos estudiantes nuevos se habrían incorporado a la Facultad en calidad de ingresantes (usualmente, el número ronda los 100) y podríamos comenzar a coordinar con los cursos de nivelación correspondientes el dictado de las carreras.
Teníamos en el cronograma una gran cantidad de tutorías por desarrollar para la toma de exámenes de materias que concluyeron a finales de 2019 y, asimismo, los talleres de extensión que se realizan anualmente en el Establecimiento Penitenciario N°3 para mujeres, empezaban a pensar sus actividades. Debíamos viajar por aquellos días a la cárcel de Cruz del Eje, para tener una reunión con les estudiantes que allí se encuentran alojades y a los cuales les habíamos prometido regresar en esa fecha, luego de nuestra última visita en el mes de octubre de 2019.
Todas esas conversaciones y organización quedaron truncas y, en aquel momento, pensábamos —al igual que muchos, ingenuamente— que sería por unos pocos días y que pronto podríamos retomar nuestra dinámica regular. Pronto comenzamos a comprender que la situación no sería de fácil resolución y que necesitaríamos estrategias institucionales e interinstitucionales para hacerle frente al aislamiento. El ASPO había impactado fuerte en las cárceles, ya que habían sido suspendidas tanto las actividades educativas de todo tipo como las visitas, lo cual se sumó a los reclamos sobre condiciones sanitarias, superpoblación y hacinamiento en las cárceles, derivando en situaciones de tensión y violencia.
Las tutorías se suspendían, el contacto con les estudiantes se hacía más escaso y las respuestas sobre cómo continuar no parecían traer certezas. Cuando todo el mundo se hiperconectaba cada vez más y el internet o la telefonía celular eran los únicos modos de tener conexión con el resto del mundo, quedaba en evidencia la fragilidad de las relaciones que tan pacientemente se habían construido durante más de veinte años de trabajo entre la Facultad y la cárcel.
Con las escuelas de los módulos cerradas, esa posibilidad que brinda la educación de construir un espacio de libertad, de aprendizaje, donde la lógica que prime no sea —por un momento, al menos— la punitiva, sino la democrática, se había perdido. En ese contexto, iniciamos un trabajo artesanal. Les docentes de nuestra casa elaboraron materiales específicos para les estudiantes, quienes, mientras pasaban los meses, continuaban casi sin conexión con el mundo exterior más que por la televisión o la radio que podía sonar en el pabellón.
Comenzamos a enviar los materiales como se hacía hace muchos años, cuando no existía ni siquiera el fax: imprimimos los materiales, el equipo de trabajo del PUC se reunió a armar los paquetes con nombre y apellido —según las materias que cursaran— y, luego, el Servicio Penitenciario buscó las pesadas cajas para distribuirlas entre los penales.
Muchos meses después, en noviembre de 2020, volvió la posibilidad de que las personas privadas de libertad se reunieran con sus afectos en la tan preciada visita y, recién en el mes de mayo de 2021, iniciamos el trabajo con algunas tutorías virtuales para un número reducido de estudiantes.
La pandemia tuvo serios costos en términos de salud y de vidas, pero también tuvo un gran costo en términos de acceso a derechos para las personas privadas de libertad —la educación fue uno de ellos—, y también para las instituciones que, como la Facultad de Filosofía y Humanidades, sostienen una presencia y han ganado con obstinación y compromiso su lugar en contextos de encierro, haciendo uso de cada uno de los intersticios posibles y construyendo la posibilidad de otro mundo dentro del espacio carcelar.
Lo que emerge de la emergencia
El contexto de pandemia deja en evidencia muchos aspectos relacionados a la condiciones generales de las cárceles en nuestra provincia y nuestro país, pero también —y más específicamente— las condiciones en las que se desarrollan las prácticas educativas de la universidad en el encierro.
El pasado 6 de agosto el Comité Nacional para la Prevención de la Tortura (CNPT) presentó una recomendación sobre educación universitaria en contextos de encierro, a partir de la recuperación de las condiciones en las que se han desarrollado las actividades educativas en pandemia en nuestro país. Estas recomendaciones al Estado nacional y a las provincias ponen de relieve las condiciones de infraestructura y equipamiento deficientes, las dificultades al momento de acceder a los espacios educativos, los traslados de los estudiantes que obstaculizan las trayectorias educativas, entre otros aspectos que se constituyen en una barrera para la efectivización al derecho a la educación.
En este marco, se hace necesario un trabajo que no puede ser solitario por parte del espacio universitario, sino que debe ser comprendido como un aspecto preocupante y urgente que merece la atención y trabajo mancomunado con el poder ejecutivo, poder judicial e, incluso, el legislativo.
Contar con información fidedigna para planificar el escenario desde la gestión de la educación en contextos de encierro es uno de los aspectos insoslayables que se constituyen, también, en un modo de contar con vínculos interinstitucionales que reconocen dicha información como elementos públicos, que deben estar al alcance de todes. Información detrás de la cual se encuentran les estudiantes de nuestra casa, con rostros reales, que deben ver garantizado el derecho que como ciudadanes tenemos para resguardar nuestra integridad y la de nuestras familias: recibir la vacuna contra el COVID-19.
Infografía de vacunación en cárceles de Córdoba