Directora de la carrera de Historia la Universidad Nacional de Rosario, Cristina Viano participó de las Jornadas por los 50 años del Cordobazo y planteó que el ciclo de protestas que sacudieron al país ese año deben repensarse en clave de género, incorporando las nuevas miradas del presente sobre el pasado reciente: “Las mujeres no somos un suplemento, un capítulo para agregar al final, tenemos que volver a escribir la Historia”.
En el bar de la Casa del Docente, al otro día de su participación en las Jornadas por los 50 años del Cordobazo, Cristina Viano celebra el evento que reunió a historiadores y estudiantes de diferentes lugares del país, pero sobre todo que ella haya podido compartir en Córdoba una mirada distinta sobre el ciclo de protestas y rebeliones populares que en 1969 pusieron en jaque a la dictadura de Onganía y abrieron una nueva etapa política, con la lucha armada como una opción posible para tomar el poder y hacer realidad la revolución socialista.
Actual directora de la carrera de Historia de la Universidad Nacional de Rosario, Viano hizo su tesis de licenciatura sobre el 69 rosarino, que tuvo dos momentos de eclosión: en mayo y en septiembre. El primero con una mayor participación estudiantil y el segundo con una impronta más obrera, similar al Cordobazo, aunque no con la dimensión que alcanzó la rebelión cordobesa.
Hastiados de la dictadura de Onganía, en un mundo puesto patas arriba con las revoluciones en África y América Latina y un Mayo Francés que exportaba sus consignas anticapitalistas, la sociedad argentina se preparaba para la revolución. Y el 69 fue un año bisagra, que cambió la situación política y la subjetividad de la militancia de la época.
Viano investigó aquellos años de altísima intensidad política, pero asegura que hay que volver a leerlos y pasarlos por el tamiz de un nuevo tiempo: “Tenemos que incorporar nuevas lecturas y preguntarnos qué pasó con las mujeres en aquellos procesos políticos y sociales, algo que no estaba en mi horizonte cuando escribí esos trabajos”.
La invisibilización de las mujeres es una tarea a desarmar, y la historiadora no duda que es ahora el momento para visibilizarlas. “El tiempo de gravedad es el tiempo presente, y hoy la potencia está en el movimiento de mujeres, que es el movimiento social más importante de la Argentina. Es interpelador, interpela la historia que ha sido contada hasta el momento, interpela el rol de las mujeres, de los varones, la vida cotidiana, todo”.
Para Viano, no se trata de “incorporar a las mujeres como un suplemento de la Historia, como un apéndice en el capítulo final. No, pensar la Historia y los procesos actuales implica revisarla completamente, porque las relaciones de género están en todos los aspectos de la vida, en todas las construcciones. Entonces hay que volver a escribir la Historia”.
Volver a mirar
Panelista en la apertura de las Jornadas realizadas en la FFyH, la historiadora invita a “pensar de otra manera el ‘69, porque las voces que se siguen escuchando son las de los varones”. Por eso valoró que en el conversatorio organizado en el auditorio Hugo Chávez, estuvieran presentes los testimonios de mujeres que también participaron del Cordobazo. “Hay que refrescar los documentos, las miradas, y qué preguntas le hacemos a los documentos, lo mismo cuando trabajamos con testimonios. Hoy sería inadmisible no entrevistar a mujeres, porque las memorias también se construyen desde una posición generizada, varones y mujeres pintan paisajes diferentes de la historia.
Para Viano, fue “muy conmovedor el panel con las compañeras, la intervención de las mujeres en el conversatorio, frente a algunas intervenciones muy cristalizadas sobre lo que fue el Cordobazo, lo de ellas fue muy espontáneo”.
Las imágenes, los documentos históricos y los testimonios no son neutros, están atravesados por la mirada de quien investiga. Por eso, la historiadora puso los ejemplos del Cordobazo y del Rosariazo: “Si bien no es una marcha del 69, sino del 71, en la famosa foto de Tosco nunca aparecieron las mujeres que estaban a su lado, marchando con el cartel de Luz y Fuerza. Hoy es posible mirar la foto completa, y es un ejemplo muy potente que yo trabajo con mis alumnos, porque es una foto que interpela”.
Lo mismo con la imagen del Rosariazo, que es una foto de Carlos Saldi, donde se ve a una joven con su pelo suelto, minifalda y tacones bajos, llevando un palo muy largo, posiblemente para alimentar una fogata callejera. “Es una foto maravillosa que pasó desapercibida por años y hoy es la foto del 69 rosarino. Se usó y la usamos como agenda sindical, se la usó en una muestra de un grupo de periodistas rosarinas que se llaman Revolucionistas. Cuando Saldi volvió del exilio, esa era una foto entre otras, nadie reparó en esa foto, no la interpelábamos, porque ni siquiera había que buscarla, simplemente no la veíamos”, reflexiona Viano.
Para ella, “la potencia de las demandas instaladas desde el movimiento feminista y el movimiento de mujeres te permite preguntarle a esa foto: qué hacían las mujeres ahí, qué papel jugaron. Efectivamente estaban y había muchas”.
La universidad feminizada
Viano cuenta que en los años ‘60 la matrícula universitaria se expande, y ese ensanchamiento se expresa en su composición social. “En ese masificarse (para los parámetros de la época), hay una presencia muy importante de mujeres dentro de la matrícula. En la UNR, que es un desprendimiento de la Universidad del Litoral que se funda a fines del 68, en 1970 el tercio de sus estudiantes eran mujeres, y la mayoría se dedicaba a las ciencias sociales y humanidades. Y dentro de las ciencias sociales, la matrícula, sobre todo en Historia, nace feminizada”.
Aunque no salgan en los registros históricos, las mujeres fueron varias veces presidentas de los centros de estudiantes de esta universidad, e integraron mayoritariamente las comisiones. “En 1956, en Historia, que se creó en 1947, hubo una lista que eran todas mujeres. ¿Había reivindicaciones feministas en esa lista? No, pero yo tengo que preguntarme porqué desaparecen las mujeres de la historia”, remarca Viano.
Cielo del 69
“Ese año hay un proceso de crecimiento, pero hay que construir una genealogía porque la participación de las mujeres va mucho más allá en el tiempo. Lo que vemos a partir de ese año es un acusado proceso de crecimiento, no de irrupción de las mujeres en la política”, aclara Viano, y agrega: “Se advierte en todo un conjunto de espacios, partidos y movimientos donde antes no estaban presentes. En las organizaciones armadas aparecen pocas, pero estaban cuando se fundaron. Después es impresionante la participación, la potencia de las mujeres es muy fuerte. El 69, en todo caso, funcionó como dinamizador de la participación política de las mujeres, es un momento de profundas transformaciones de las costumbres, de la sexualidad, de la vida de pareja, etc.
El feminismo en los 70
En un momento en el que se peleaba por una sociedad igualitaria, la realidad dentro de las organizaciones políticas, y sobre todo en las organizaciones armadas, no era tan igualitario. “Dependía mucho dentro de cada organización. Pero no había reivindicaciones feministas específicas. Sin embargo, la presencia de mujeres perturba, transforma. Aparece en el discurso, aunque en la práctica no funcionó así. Hubo distintos modos de pensar la relación de mujeres y varones en cada organización”, explica Viano, que investigó las organizaciones político-militares.
Hasta ese momento, el feminismo era un fenómeno fundamentalmente europeo, con una expresión muy pequeña en Argentina, y casi exclusivamente porteña. Sin embargo, ese movimiento siguió generando una contracultura feminista subterránea, que emergió a fines de la dictadura. “Muchas de las militantes que marcharon al exilio (y no estoy pensando en destinos europeos), se encontraron con experiencias de feminismos populares en Perú, en Bolivia. Esto es muy interesante porque cuando volvieron del exilio lo hicieron desde la acción política previa, desde la derrota, entonces, fueron lentamente reorientando su militancia hacia el camino del feminismo”.
De todas maneras, el camino no fue nada sencillo, porque para la militancia setentista el feminismo era visto como una lucha de mujeres burguesas, o pequeño burguesas, de elite, disociado de las prácticas políticas revolucionarias. “Ahí empieza un proceso muy interesante de la construcción del feminismo, te hablo de los años ‘81, ‘82 en adelante, no es que todo comenzó el 3 de junio de 2015 con Ni una Menos. No, en Argentina hay una larga historia del movimiento feminista que, enriquecido por las experiencias de las organizaciones revolucionarias, volvieron a mirar la lucha desde otra óptica”.
Por Camilo Ratti
Fotografías Rosariazo: Carlos Saldi