El 27 de septiembre se realizó un homenaje a la profesora y pedagoga Adela Coria, de vastísima trayectoria en la Facultad de Filosofía y Humanidades y en todo el campo educativo provincial y nacional, que falleció en julio pasado. Compañerxs, autoridades académicas, familiares y amigxs la recordaron armando un rompecabezas de una vida entregada a la promoción y defensa de la educación pública y a una sociedad con justicia, equidad y derechos humanos.
Hay personas que nunca se van, aunque no estén de cuerpo presente. Adela Coria, la “Adela”, es una de ellas. Su paso por esta vida dejó huellas. Profundas, sensibles, amorosas. Inolvidables. Adela fue, y es, una institución dentro de otra, o de otras, porque en todos los ámbitos que habitó a lo largo de su intensa vida académica y política dejó una estela imborrable que perdura a fuerza de tenacidad, inteligencia y compromiso militante.
Cada una de las personas que el martes 27 de septiembre colmaron las Salas A y B del Pabellón Residencial o siguieron la transmisión vía streaming para homenajearla, honraron en palabras y gestos esa memoria rescatando aportes intelectuales y luchas que iluminan un sendero de justicia y equidad cuando todo parece ponerse oscuro. Sin claudicaciones ideológicas ni pedagógicas, Adela puso cabeza, cuerpo y alma en promover y defender la educación pública y una sociedad respetuosa de los derechos humanos y oportunidades para los que menos tienen. Con alegría y pasión, muchas veces con vehemencia, entusiasmó a otrxs a sumarse a la aventura. Muchxs de quienes compartieron su camino dijeron presente para recordar a la amiga, compañera, madre, hermana, maestra.
Guadalupe Molina, Directora de la Escuela de Ciencias de la Educación, y Gabriela Lamelas, Coordinadora del Área de Educación del CIFFyH, fueron las encargadas de conducir un acto altamente emotivo, que buscó exorcizar una partida difícil de asimilar. “Cuando Adela falleció, surgió la iniciativa con colegas de la Escuela de Ciencias de la Educación y de la Facultad de Filosofía y Humanidades, de juntarnos para recordarla y reunir y agradecer su legado, que vive en nosotres y buscamos proyectarlo en las nuevas generaciones. La FFyH ha sido su casa principal, aunque no el único espacio donde trabajo, militó y luchó por una educación pública cada vez más democratizada, igualitaria y justa”, dijo Molina, flanqueada por Lamelas y Flavia Dezzutto, Decana de la FFyH. Luego de recordar que esa misma semana se cumplía el tercer aniversario del fallecimiento del ex Decano, Juan Pablo Abratte, Molina señaló estar “convencida de que nuestros maestros y maestras perviven y quedan latiendo entre quienes nos quedamos un rato mas por acá. Construir la memoria tiene que ver con eso: reinventarnos como colectivo, con hacer de sus enseñanzas una potencia que mira al futuro, con prolongar un abrazo que es afecto presente y usina de nuevas ideas y luchas”.
Lamelas, en tanto, dijo que imaginaron este homenaje “como una ronda, por eso pedimos que compartan alguna palabra, algún recuerdo. De manera presencial o vía streaming”. La primera en hacerlo fue Dezzutto, quien además de saludar y agradecer, sostuvo que la iniciativa “es una manera de construir esa forma comprometidamente política e inteligente, con una enorme potencia de transformación con la que Adela pensó la educación, tanto desde su punto de vista de desarrollos teóricos como prácticos. Como parte de toda esta comunidad, tenemos ese compromiso de caminar por esa huella”.
A la actual Decana le siguió una ex, que compartió una vida entera con Adela, y que como la mayoría hizo tripa corazón para amortiguar su “inmensa tristeza” por la inesperada partida de su amiga pedagoga: “Siento impotencia frente a lo inexorable”, dijo Gloria Edelstein, conmovida. “Pero nadie muere definitivamente si la preservamos en nuestra memoria. Por eso celebro el acto y agradezco a las autoridades de la Escuela de Ciencias, del CIFFyH y la FFyH. Lo agradezco por Adela y por nosotros. Me une una larga historia aunque pertenezcamos a distintas generaciones, conocí a su madre maestra y a casi toda su familia, sus hijxs cuando eran pequeños. La dictadura de 1976 produjo interrupciones por relaciones marcadas por el exilio interno, en nuestro caso, tiempo en que cada una hizo lo que pudo. Adela cursaba carrera de grado en Ciencias de la Educación mientras yo era cesanteada como docente. En democracia nos reencontramos en un largo camino y rescato aquella sintonía creativa para resolver el tema de la masividad universitaria, en pensar cómo dar clases a 500 alumnos que no habían querido cursar en dictadura y volvían a las aulas”.
Edelstein valoró los aportes de Coria cuando a ella la nombraron al frente del MOPE en 1986, “siempre cargando de sentido las prácticas de enseñanza”. “Adela concursó en la cátedra de Didáctica General, donde fue profesora durante 30 años, y también nos reencontramos en la gestión, en el posgrado de Educación, en la Maestría en Pedagogía y la Especialización en Asesoramiento y Gestión Pedagógica. Me acuerdo que elaboramos juntas en la compu de casa el proyecto del Doctorado en Educación, del cual fue su directora. En ambas tareas el intercambio fue sumamente fructífero. Su vida fue siempre muy intensa, tramada desde históricas luchas y resistencia ligadas a nuestro lema: Memoria, Verdad y Justicia. Siempre se jugó en sus prácticas y en valientes expresiones sobre cuestiones educativas y política social. Su palabra era muy sólida y su compromiso ideológico también. Gran pedagoga con una escritura inigualable”, culminó la ex Decana.
Maestra de maestrxs
“Hoy estamos acá con amigxs, estudiantes, discípulxs, familia, para compartir la vida de una gran intelectual del campo pedagógico y social. Adela Coria dejó huellas en nuevas generaciones sobre cómo asumir un posicionamiento ético y pedagógico. Ella siempre veía antes las cosas, era muy lúcida para leer la realidad”, aseguró Nora Alterman, docente de la Escuela de Ciencias de la Educación. “Nos conocimos hace más de 40 años, en una velada de poesía y música. Fue una gran líder de equipos de trabajo, tenía una capacidad de gestión increíble, además de pasión, inteligencia, sabiduría y mucha generosidad. Adela fue muy reconocida en todos los ámbitos, tuvo una trayectoria muy productiva y siempre jugaba fuerte en sus convicciones y en la defensa de la educación pública. Homenajearla es destacar su coraje para enfrentar los desafíos, que eran muchos. Gran maestra, armadora de piezas de rompecabezas institucional, te vamos a extrañar un montón”.
Por su parte, Octavio Falconi, también docente de Ciencias e investigador del CIFFyH, destacó los aportes académicos de su querida y entrañable amiga: “Lo que Adela hizo en la cátedra de Didáctica General, que ocupó por casi 30 años, fue un antes y un después en el campo pedagógico cordobés y nacional. Sigue siendo una propuesta singular, que recupera un legado que construyó al lado de Gloria, de Alicia y de tantas otras maestras”.
En este sentido, Falconi resaltó un aspecto especial de su legado académico: “Su mirada no era instrumental y técnica, sino histórica y política. Empezó a trabajar con fuentes de autores originales, y transmitió a sus estudiantes un enfoque interdisciplinario. Además, su trabajo docente trascendía los límites del aula, atravesaba institutos de formación, cursos, talleres, posgrados y múltiples actividades, como los equipos de investigación. También sus producciones académicas. Esa mirada política e histórica en la enseñanza de la didáctica, con impactos locales, nacionales y latinoamericanos, fue un sello de Adela”.
Antes de convidar a otrxs a que tomaran el micrófono, Molina y Lamelas recuperaron palabras que Dezzutto compartió en el acto de colación del pasado 8 julio, cinco días después de que Adela falleciera: “Era una persona extremadamente alegre y frontal, a veces había que pilotearla. Pero en sus palabras había una carga de respeto, de compromiso con nuestra universidad, con nuestra provincia y nuestro país increíbles. Y esa carga de compromiso tenía que ver con poner el cuerpo, en épocas de virtualidades Adela le puso el cuerpo a la universidad, a la política pública, a sus afectos, a la pedagogía, a la investigación y a todos quienes fuimos compañeros y amigos. Ella nos lega eso: la capacidad de compromiso y una forma de transitar los caminos colectivamente, con alegría y con un sentido de las posibilidades de un futuro”.
De vuelta en el Residencial, al micrófono lo tomaron Alicia Acin y Marcela Sosa, compañeras de ruta en la FFyH. Acin hizo referencia a cuando comenzaron sus carreras de Ciencias en 1986 y cuando compartieron el doctorado, en la última etapa de Adela. Sosa, por su parte, apeló a su ironía para confesar que tenía la sensación de que “Adela me está controlando lo que digo”, lo que arrancó sonrisas en un público conmovido por lo que venía escuchando. La ex secretaria Académica en Filo, compartió el recorrido que tuvieron con Adela en la gestión de la Escuela de Ciencias de la Educación, y destacó la solidez intelectual y el compromiso participativo de la amiga. “Tenemos que estar”, “hay que decir algo” nos decía siempre. Después citó el libro Decires, de la gran María Saleme, producción en la cual Adela tuvo una participación fundamental. “Para ella, ser era estar, así que por los inventos y los empeños, por todo y mucho mas, gracias Adela Coria”.
En ese ida y vuelta de lo presencial a lo virtual, tomaron la palabra Liliana Aguiar, ex Decana de la FFyH, y Catalina Alberto, actual Decana de la Facultad de Ciencias Económicas. Aguiar eligió recordar el paso de Adela por el colegio preuniversitario Manuel Belgrano, donde compartieron la dirección, en tanto que Alberto rescató el trabajó hecho en el Departamento de Educación a Distancia de dicha Facultad junto a Adela, que actualmente se mantiene. “Ella participó de los cambios de planes de estudio de la carrera, su partida es un gran vacío”, dijo la Decana de Económicas. Entre muchas otras cualidades, destacaron de Adela su “integridad humana y su compromiso ético y académico”.
El Estado como garante de derechos
Otra intelectual y profesora muy destacada y querida de la Facultad de Filosofía y Humanidades es Alicia Carranza, quien hizo esfuerzos por controlar la emoción para poder hablar: “Estar acá cuesta, es difícil digerir que ya no está entre nosotros. Yo no fui compañera de Adela en la Facultad, sino en el Consejo Provincial de Políticas Educativas cuando se buscaba adecuar la ley provincial a la normativa nacional, un trabajo muy arduo. Recuerdo los conceptos de autoridad, que para ella era autoridad pedagógica, no autoridad así nomás, y su idea de familia, que chocaba con otras instituciones, como las religiosas, para quien había un solo modelo de familia. En cambio Adela entendía que no todas las familias son iguales. Ella hablaba de igualdad de oportunidades, de equidad, de que debía ser el Estado el regulador de los valores democráticos, que los derechos no podían ser particulares sino colectivos. Ella hablaba de respeto de la diversidad cultural, y disputaba con los sectores religiosos de que la educación religiosa en las escuelas estatales podía estar, pero fuera del horario de clase, extra curricular”.
Para definir a su colega eligió tres ejes fundamentales: derechos humanos, orientación pedagógica y defensa del Estado regulador. “La educación tiene que estar regulada por el estado, que debe garantizar igualdad de oportunidades, equidad y las formas para que ambas cosas se concreten”, dijo Carranza, y agregó: “Aprendí mucho de ella y agradezco mucho haber participado con ella esos dos años de trabajo en el Consejo. Adela era inflexible pero sabía dialogar. Su mirada siempre fue política-pedagógica, siempre, gracias Adela, gracias”.
Tomando esa mirada política-pedagógica que acababa de compartir Carranza, Lamelas mencionó Los Cuadernos para el Aula y Jóvenes que miran mundos, como “algunas de las producciones emblemáticas en las que estuvo Adela, especialmente como coordinadora”.
La atención se trasladó nuevamente a la pantalla cuando aparecieron para recordar a la compañera y amiga Alejandra Virgin, quien destacó “su inteligencia política, siempre subiendo la apuesta. Adela era de una inteligencia notable”. Lo propio hizo Marisa Díaz, quien rescató su “ejemplo de solidaridad y compromiso”, virtudes que completaron sus compañeras del Colectivo Conversaciones Necesarias: “Luchó por la educación pública del país”, dijo una, “recuerdo su coraje, su humor sutil”, agregó otra de las diez mujeres que vía streaming no quisieron perderse el sentido homenaje, que sintetizaron en una frase que habla de una marca profunda: “Maestra, compañera querida, tenemos una soledad nueva y para siempre, te tenemos en tus textos, tus ideas, en el recuerdo de tu sonrisa maravillosa. Hasta siempre Adela, Las conversadoras”.
Casi al cierre fue Sandra Carli, reconocidísima referente de la educación nacional, investigadora de Conicet y profesora de la UBA, quien coincidió con Falconi en resaltar la mirada política-pedagógica de la compañera. Para ello citó el libro Tejer un destino, la formación de pedagogos en la UNC, Argentina 1955-1976, con prólogo de Eduardo Remedi, como una de los grandes aportes de Adela al campo de la investigación educativa. “En ella se imbrican lo histórico, lo pedagógico y lo político”.
En un chat que se llenaba de abrazos, recuerdos y agradecimientos, la docente e historiadora Carol Solis, valoró la capacidad de Adela para “promover un diálogo intergeneracional y hacerlo con apertura, respeto, generosidad”, que también se confirmó en las palabras de tesistas, ayudantes alumnos y estudiantes de la agrupación La Freire, de la Escuela de Ciencias de la Educación, que tuvieron palabras muy sentidas sobre la maestra que ya no está físicamente, pero sí en sus corazones y trayectorias académicas.
Marina Yazyi, también de la Escuela de Ciencias de la Educación, eligió recordarla leyendo fragmentos de libros y en una frase que expresa las múltiples dimensiones de una vida profesional y política: “Nos reconocemos como parte de un entramado de voces, de sujetos, instituciones, sucesos políticos y académicos. Hoy mas que nunca recuperamos su pasado mas o menos reciente que nos introduce en el presente”.
El cierre llegó con la participación de hermanxs e hijxs que agradecieron “este gesto muy amoroso por parte de la Facultad, una caricia al alma nuestra y a la memoria de la querida Adela”.
Memoria que se iba tramando en imágenes que recorrían su vida académica y política al ritmo de un Silvio Rodríguez que la acompañaba con música y poesía.
Texto: Camilo Ratti
Fotografías: Pablo Becerra (ATE-FFyH)