La confluencia de todas las luchas

María Teresa Andruetto escribió este texto para el homenaje a Osvaldo Bayer que se realizó en el marco del I Encuentro Internacional: Derechos Lingüísticos como Derechos Humanos, del que había sido propuesto como presidente honorario.

 

Me dediqué a estudiar los hechos en un idioma que entendieran todos.

Osvaldo Bayer

Reconocemos en Osvaldo Bayer su compromiso inquebrantable, su lucha por los Derechos Humanos, su condición de garante ético, junto a las Madres, las Abuelas y algunos otros pocos referentes sociales. En esa garantía de eticidad que él ha aportado y sostenido, nos cobijamos en momentos de desolación, él nos ha hecho recordar el camino, nos hace volver al sendero de lo principal.  Dejó obras centrales  para la literatura política argentina, como la biografía de «Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia» y los cuatro tomos de Los vengadores de la Patagonia Trágica, sintetizados después en la película «La Patagonia Rebelde» cuyo guion le pertenece, pero escribió también  Exilio (1984), junto a  Gelman; Fútbol argentino, ensayos con prólogo de Osvaldo Soriano; una novela  Rainer y Minou (2001) que publicó Planeta y Ventana a la Plaza de Mayo (2006), las crónicas para el periódico de las Madres de Plaza de Mayo, entre otros libros. Bayer supo vincular las masacres sociales del  siglo 19, las de principios del siglo 20, las de la última dictadura, el deterioro social y económico de los noventa y nuestros días más recientes. Se preguntó y nos sigue preguntando sin cesar, más allá de su presencia  física, si creemos – si de verdad creemos- que puede haber democracia en un país en el que hay villas miserias y barrios de lujo,  porque siempre tuvo presente que la lucha es por una sociedad sin hambre y con trabajo para todos. En sus artículos periodísticos, en las entrevistas que le hicieron, en sus libros siempre hay un interés central,  llevar a la cultura popular y al conocimiento de todos, las masacres de la historia, los hechos silenciados, como hizo con los fusilamientos de peones rurales y obreros en las huelgas patagónicas de 1921. Investigó durante más de diez años la historia de los 1500 obreros rurales de Santa Cruz asesinados entre 1920 y 1921, para mostrar que eso –como la persecución de los caudillos provinciales y el genocidio de los pueblos originarios durante la llamada conquista del desierto en el siglo anterior, como los asesinatos de peones y obreros patagónicos, los bombardeos en el 55,  las persecuciones, desapariciones y asesinatos durante la última dictadura y el despojamiento de recursos y derechos actual son manifestaciones de una misma cosa, el proyecto de destrucción de un pueblo de parte de sus elites. Bayer da forma y visibilidad a esas masacres revisando la trama de la historia nacional, pone el foco sobre los marginados de la Historia, busca sus nombres, los nombres de los peones, los nombres de los obreros, los nombres de los indígenas, los nombres de las putas, porque todos ellos tienen nombre, y él los saca de su condición genérica, los quita del lugar de Los Nadie en una forma de revisionismo que opera como una bisagra de comprensión entre nosotros.

Entre nosotros, entendiendo por nosotros una clase media principalmente urbana, muchas veces descendientes de inmigrantes, las más de las veces con cierto acceso a estudios superiores, digo nosotros, esos nosotros que muchos de los que estamos aquí somos, nosotros que no comprendimos que todo eso era parte de lo mismo hasta que nos tocó a nosotros. Porque primero fueron los gauchos y nosotros no éramos gauchos, después fueron los indios y nosotros no éramos (o no queríamos ser) indios, después fueron los peones y los trabajadores a destajo y las prostitutas, pero nosotros no éramos (o no queríamos ser) trabajadores a destajo, peones ni prostitutas  hasta que, como en el poema de Brecht, vinieron por nosotros, los estudiantes de las universidades, los obreros de las fábricas, los delegados gremiales, los maestros y profesores, los militantes sociales y políticos. Bayer enhebró con una aguja más grande que un camello todas esas luchas de diversos sectores de nuestro pueblo y enhebró también todas las masacres, nos hizo saber que todo eso no era otra cosa que la pugna por la distribución de la riqueza, por la posesión de la tierra, pugna que no cesa de reciclarse de mil maneras y no dejó, ni por un momento de hablar de eso en libros, guiones de películas, entrevistas, notas, documentales, para que supiéramos, hasta que aprendiéramos.