El equipo de investigación La educación sexual integral en la trama institucional y política de Córdoba del Centro de Investigaciones de la FFyH escribió esta nota en el marco de una nueva edición de la marcha nacional #NiUnaMenos y señala que frente a los dos femicidios que sacudieron la provincia en los últimos días (Jessica González, de 29 años, en Viamonte y Aydee Palavecino, de 18 años, en Alta Gracia) “no hace más que ratificar la necesidad de preservar la ESI, profundizar su alcance e involucrar a las instituciones educativas en la construcción de una sociedad justa, sin violencia y sin femicidios ni crímenes de odio hacia las disidencias sexuales”.
¿Por qué el 3 de junio?
El 3 de junio de 2015 se llevó a cabo en las principales ciudades del país una multitudinaria manifestación que se expresó como un contundente grito para decir BASTA a la violencia machista, que pocos días antes se había cobrado la vida de Chiara Páez, una adolescente de 14 años, embarazada, en Santa Fe. Un femicidio más que se sumaba a tantos otros y que forma parte de una escalada que no merma. Pese a toda esa movilización y a la existencia de marcos legales para atender esta problemática, cuatro años después, en Argentina la violencia machista se cobra una nueva víctima cada 30 horas.
Al grito de #NiUnaMenos, el 3 de junio permitió visibilizar un reclamo histórico de los movimientos feministas en defensa de los derechos de las mujeres e identidades sexo-genéricas no hegemónicas; permitió rechazar colectivamente la violencia en las relaciones interpersonales, familiares, laborales, que menoscaban nuestros presente y nuestros sueños, expectativas y proyectos.
La consigna “Basta de violencia machista” constituye una usina de luchas que también es significativa para los colectivos LGBT; permite visibilizar y desarticular diversas formas legitimadas de violencia lesbo-homo-transodiante que se sostienen en un entramado de desigualdades y jerarquías sociales difícil de desmontar.
Jornada Educar en Igualdad, ¿de qué se trata? ¿para qué sirve?
A fines de 2015, el Estado nacional sanciona la ley 27234 que establece las bases para que en todos los establecimientos educativos del país, de gestión pública o privada, de nivel primario, secundario y terciario se realice anualmente la jornada Educar en Igualdad: Prevención y Erradicación de la Violencia de Género con el objetivo de que estudiantes y docentes desarrollen y afiancen actitudes, saberes, valores y prácticas que contribuyan a prevenir y erradicar la violencia de género.
En el marco de lo definido en la Ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres (ley nacional 26485) en su artículo 7, la Jornada Educar en igualdad se inscribe en objetivos más amplios: generar medidas tendientes a sensibilizar a la sociedad, promoviendo valores de igualdad y deslegitimación de la violencia contra las mujeres (inciso b).
Los marcos normativos reiteran consignas de larga data, amplian derechos y ponen el acento en la responsabilidad indelegable del Estado de dar respuesta a esta probelmática.
Sabemos que las realidades institucionales son muy dispares, que los esfuerzos e iniciativas se han multiplicado en diversos lugares del país, pero aún es largo el camino por recorrer en contra de una multiplicidad de violencias presentes en las escuelas y sus entornos. Para avanzar en ese camino, se hace necesario reflexionar acerca de las violencias de género que siguen siendo permitidas y toleradas, como así también en las distintas formas en que se expresan: el control del otro en las relaciones afectivas, la ilegalidad del aborto, el acoso callejero, la discriminación hacia la población trans, entre otros.
En este junio de 2019, queremos llamar a las cosas por su nombre: el eje de esta jornada es la lucha contra la violencia de género, contra aquellas violencias que operan sobre los cuerpos de las mujeres y las identidades no heteronormadas de un modo particular.
Consideramos que es necesario no banalizar el discurso sobre la igualdad, superar el discurso políticamente correcto de la tolerancia y empezar a preguntarnos de manera comprometida, ¿cómo se expresan en las escuelas/espacios educativos? ¿Qué responsabilidad tienen las escuelas sobre estas cuestiones? ¿Con qué herramientas contamos para abordarlas? ¿Cómo nos posicionamos al respecto?
Es necesario desmontar y desnaturalizar las jerarquías construidas históricamente que ubican en posiciones desiguales a ciertos sujetos en relación a otros. Visibilizar que estas violencias existen y que se expresan cotidianamente significa nombrar a quienes han muerto, a quienes han sido asesinadas/os/es, significa en suma, poner en tensión las tramas de inequidad cotidianas que albergan sentidos legitimadores de la violencia machista y patriarcal.
¿Qué tiene que ver la ESI en todo esto?
La búsqueda de la equidad de género es uno de los temas centrales de la ley 26150 de Educación Sexual Integral: en el art. 3, inciso e, se señala expresamente que uno de sus objetivos es “procurar igualdad de trato y oportunidades para varones y mujeres”. Esa misma preocupación también se explicita en los lineamientos curriculares y en distintos materiales nacionales y provinciales sobre ESI. Esa equidad de género sólo puede realizarse si la escuela contribuye a ese propósito, si la ESI desmonta cuidadosamente las múltiples expresiones de violencia machista que naturalizan las desigualdades de género bajo la igualdad formal de las/os/es estudiantes.
En efecto, la ESI posibilita abrir espacios de reflexión y debate para la construcción de nuevas formas de sentir y concebir las relaciones desde la perspectiva de género. Permite repensar significaciones en torno a las violencias, a las jerarquías y desigualdades que se han cimentado en la sociedad, cuestionando roles y asignaciones de género, el binarismo y la heterosexualidad obligatoria.
La ESI habilita instancias para la creación de nuevas subjetividades que problematicen los estereotipos de género, para evitar que las diferencias se traduzcan en desigualdades, para transformar los patrones socio-culturales que naturalizan e invisibilizan la violencia de género. Se constituye así como una herramienta con un gran potencial para ensayar y construir colectivamente otros modos de vinculación, no sólo entre pares sino con el conjunto de la comunidad educativa.
La ESI surge también como una demanda concreta de las/os/es estudiantes en torno al ejercicio de sus derechos, de acceso a la información y las herramientas para problematizar las violencias cotidianas que se desarrollan en los espacios educativos en particular y en la vida social en general. Constituye a su vez, una oportunidad para las/os/es docentes de revisión curricular y apertura a nuevos conocimientos que contribuyan a resquebrajar el orden patriarcal.
Reconocemos que las escuelas son diversas y complejas, y que todavía hay mucho por hacer para implementar y transversalizar la ESI. Sabemos que no hay recetas universales pero sostenemos el convencimiento que la provisión de recursos por parte del Estado es fundamental, como así también la creación de espacios colectivos de encuentro, reflexión e intercambio para construir escuelas que denuncien las injusticias. En la agenda de las instituciones educativas es imprescindible que la ESI tenga un lugar prioritario y que directivos, docentes, estudiantes y familias asuman el desafío de generar relaciones de género más equitativas. Muchas escuelas ya están tejiendo tramas de resistencias y solidaridad; llamamos a muchas otras a sumarse y potenciar esta tarea.
Defender la implementación de la ESI resulta un camino muy potente para pensar el desafío de construir una vida libre de violencias machistas. Representa una oportunidad para construir nuevos modos de enseñar-aprender y ensayar escuelas más democráticas e inclusivas.
¿Qué pasa en Córdoba?
Horas antes de una nueva movilización bajo la consigna Ni Una Menos, dos femicidios sacudieron la provincia. El de Jessica González, de 29 años, en Viamonte y el de Aydee Palavecino, de tan solo 18 años, en Alta Gracia.
Este 3 de junio de 2019, la Escuela Normal Superior de Alta Gracia se cubrió de luto. Allí, Aydee estudiaba para ser maestra. La comunidad de la Escuela decidió mantener abiertas sus puertas y convocar a participar en la marcha. En un comunicado emitido por la institución, apelan a la necesidad de fortalecer los dispositivos estatales para avanzar en la prevención y eliminación de la violencia de género.
Tanto Aydee como el femicida son muy jóvenes. Transitaron su escolaridad en los últimos años. Los mismos en que se instaló la consigna Ni Una Menos y que se visibilizaron de manera masiva los pañuelos verdes y el debate sobre la legalización del aborto en Argentina. Lo sucedido no hace más que ratificar la necesidad de preservar la ESI, profundizar su alcance e involucrar a las instituciones educativas en la construcción de una sociedad justa, sin violencia y sin femicidios ni crímenes de odio hacia las disidencias sexuales.
¡Sin ESI no hay Ni Una Menos!
¡Sin ESI no hay escuelas libres de violencia!
¡Sin ESI no hay escuelas más justas!
Equipo de investigación La educación sexual integral en la trama institucional y política de Córdoba,
Área Educación, Centro de Investigaciones María Saleme de Burnichon.
Facultad de Filosofía y Humanidades. UNC.