Entre el 12 y el 14 de noviembre se realizó en Villa Las Rosas el Congreso Provincial del Movimiento Campesino de Córdoba, que lleva más de 20 años defendiendo los derechos campesinos e indígenas y luchando por un modelo rural que es la contracara del agronegocio y la destrucción de la naturaleza que impera a nivel nacional, junto a otras organizaciones populares e instituciones reclamaron políticas integrales de salud, educación, ordenamiento territorial y de género que promuevan el arraigo territorial. En el marco del mismo Congreso hubo espacio para un encuentro feminista y de disidencias y otro “congresito” referido a las infancias. La FFyH estuvo presente a través de la Secretaría de Extensión y el Programa de Derechos Humanos, en la marcha y la lectura del documento de cierre.
“Luego del primer día que estuvo dedicado a los debates feministas, de disidencias sexuales e infancias, el Congreso recibió el segundo día a nuestros compañeros varones y fuimos 370 delegadxs de toda la provincia que nos encontramos para renovar la mística del Movimiento y seguir vinculándonos con otros sectores sociales para defender nuestras tierras y seguir produciendo con nuevas tecnologías y herramientas que nos permitan enfrentar una crisis alimentaria y ambiental que nos afecta a todxs. Como campesinxs e indígenas del campo y de los barrios populares, tenemos un rol fundamental en la propuesta de construir otra forma de relación con la naturaleza, con la tierra, para producir alimentos sanos que hoy puedan llegar a los pueblos a un precio justo. Pero para abordar esta crisis no podemos hacerlo solxs, por eso es clave el fuerte vínculo con otras organizaciones, con los sindicatos, los partidos políticos y con el Estado, que debe asumir un rol importante para apoyar políticas que favorezcan al sector campesino y la agricultura familiar”, afirma a Alfilo Susana Rosales, integrante del Movimiento Campesino de Córdoba (MCC).
La mística es un rasgo de identidad de los encuentros campesinos-indígenas, y a ella se sumaron la emoción y la alegría de volver a encontrarse para “pensar un horizonte donde campesinos, indígenas y familias de los sectores populares sigamos construyendo organización para relacionarnos con el Estado, con la clase trabajadora, y así enfrentar esta crisis agroalimentaria, económica, además de pensar otras formas de vida. Tenemos que ser un sector visible que desde el campo resiste y produce alimentos para todxs. Y no solo eso, también sujetxs políticos que propongan un sistema de salud con promotores en las comunidades y territorios, que pueda pensar en una educación popular para seguir defendiendo la tierra, seguir produciendo desde nuestros lugares sin que tengamos que migrar y avanzar”, sostiene Rosales.
Con el objetivo central de profundizar alianzas entre el campo y ciudad, el Congreso culminó el lunes 14 con una movilización en la ciudad de Villa Dolores, cerca de donde se reunieron lxs delegados campesinxs. “De la mano con otras organizaciones sociales, políticas y sindicales salimos a la calle e hicimos una feria donde mostramos nuestros productos. Resulta imperioso que las familias campesinas e indígenas estén organizadas y podamos seguir vinculándonos con otras organizaciones para visibilizar nuestras luchas. Fue un momento donde pudimos leer el documento que elaboramos como conclusión al Congreso, en el que planteamos nuestros reclamos y propuestas”.
Documento y desafíos
“Hace más de 20 años desde diferentes territorios de la provincia conformamos el Movimiento Campesino de Córdoba para enfrentar el avance del agronegocio y la violencia de los desalojos que sufrimos las familias campesinas. Ante la ausencia del estado en el campo y la falta de acceso a derechos básicos como la salud; el agua; los caminos, la educación secundaria. Nos organizamos para poder vivir de la producción campesina, para generar nuestras propias fuentes de trabajo ante la desocupación, para producir alimentos para los pueblos. Ante las ausencias de políticas públicas, fuimos desarrollando estrategias integrales para el desarrollo de la vida campesina”, expresa, contundente, el documento elaborado en el Congreso Provincial de Villa Las Rosas.
Frente a la crisis alimentaria y ambiental que atraviesa la humanidad, producto del avance del capital financiero sobre la producción agropecuaria, la concentración en la cadena alimenticia y el agronegocio, el Movimiento cuestiona el enriquecimiento de unas pocas empresas “a costa de la destrucción de nuestros bienes naturales, el desalojo de millones de familias del campo y el aumento desmedido de los precios de los alimentos. Este modelo de producción ha fracasado y es urgente su transformación profunda. No podemos esperar soluciones de quienes nos han llevado hasta aquí”
Aunque esta situación es general, el documento advierte que “nuestra provincia no es ajena a esta crisis, sino que la profundiza con políticas diferenciales para el campo rico y que produce para la exportación en el sur provincial. La pobreza crece en las periferias de nuestros pueblos y ciudades. Y creemos que las familias campesinas y trabajadoras en los pueblos somos parte de la solución si se nos reconoce como productores y se fortalecen nuestras unidades productivas, nuestras experiencias de distribución y comercialización de alimentos”.
En este sentido, reclamaron con urgencia políticas públicas integrales dirigidas al sector de la agricultura familiar campesina-indígena, “que tienda a transformar las desigualdades estructurales que existen en nuestra provincia entre el campo de la agricultura industrial y nuestro campo diverso que alimenta”.
A modo de propuestas, exigieron “políticas territoriales que permitan el acceso a la tierra para la producción de alimentos y la vivienda en zonas rurales y áreas periurbanas”, llevando a cabo la elaboración de un “ordenamiento territorial que asegure la posesión ancestral y los diferentes usos de la tierra- como la trashumancia- , además de controlar el avance desmedido del agronegocio y el negocio inmobiliario”.
Como lo vienen haciendo junto a otras organizaciones populares e instituciones, entre ellas la FFyH, institución educativa que viene acompañando desde los inicios al MCC, lxs congresales campesinxs e indígenas denunciaron el cambio de la ley provincial de ambiente que deja vía libre y flexibiliza los controles de los rolados selectivos. “Queremos que se prohíban los rolados. Y exigimos el pago de los subsidios de la Ley de Bosques correspondientes al año 2021”, además de solicitar “una real defensa del Bosque Nativo y de los Humedales de la Provincia”
El acceso a la tierra y la vida digna para la producción de alimentos en los barrios del norte provincial fue otro de los puntos remarcados en el documento, de la misma manera que la posibilidad de contar con servicios básicos de agua y energía eléctrica, y la implementación de un RENABAP rural que contemple la vida campesina en zonas urbanas.
Otros derechos básicos
En una Provincia que tiene a todo el sistema de salud en crisis, con trabajadorxs en las calles exigiendo un cambio profundo en materia presupuestaria y laboral, lxs congresales señalaron que las “políticas de salud instrumentadas para las comunidades campesinas no son suficientes; es urgente una política de salud nacional, provincial y municipal que atienda las necesidades de las comunidades campesinas. Es fundamental que se reconozca la importancia del rol de lxs promotores de salud, la construcción comunitaria de la salud; y el reconocimiento económico de su trabajo ad honorem”.
También pidieron que las políticas públicas para mujeres y diversidades sexuales que ya existen “lleguen a nuestros territorios”, porque la ley del aborto y el cupo laboral trans “al campo y a los pueblos no llegan”. De la misma manera que las políticas de prevención y atención integral a personas en situación de violencia “se adecuen a la realidad de la ruralidad, reconociendo el rol de lxs promotores territoriales de género”.
La educación también estuvo entre las mesas y los debates campesinos e indígenas, reclamando que se haga efectivo el “acceso al derecho de la educación secundaria; profesional y superior en la ruralidad”, motivo por el cual muchas familias migran del campo a la ciudad.
Políticas para el mejoramiento de la producción caprina, ovina, porcina, bovina, avícola y hortícola sin “burocracias inalcanzables” y el acceso a créditos y al Monotributo Social Agropecuario, fueron otras de las demandas planteadas, como también la reglamentación de las leyes nacionales y provinciales de agricultura familiar campesino indígena y la asignación de presupuesto para su aplicación efectiva.
Para no quedarse solo en el diagnóstico y ofrecer soluciones a los planteos, el Congreso propuso “el reconocimiento y creación de Áreas Campesinas para la Soberanía Alimentaria en todo el arco noroeste de la provincia”, la “suspensión de los desalojos en el campo y un plan de acción de conservación y arraigo que permita la defensa de la tierra y la reproducción de la vida campesina”, la “incorporación de la figura de Promotores territoriales de bosque, salud, y de género”, con la consecuente asignación de recursos para esos hacedores de políticas públicas, el “reconocimiento de la Transhumancia como patrimonio cultural inmaterial de la provincia”, y la “incorporación de una perspectiva feminista en la ley de agricultura familiar campesino indígena, nacional y provincial”.
Reconociéndose una organización que trabaja desde hace más de 20 años contra el capitalismo feroz, el patriarcado y el racismo, el MCC asume el desafío de “producir alimentos que logren dar de comer a nuestros pueblos sin dañar nuestro territorio. Sabemos que para conquistar nuestros derechos como productores tenemos que seguir profundizando las alianzas con otras organizaciones que nos hermana la lucha. Desde el Movimiento Campesino de Córdoba reafirmamos nuestra pertenencia al Movimiento Nacional Campesino Indígena Somos Tierra (MNCI ST)” y reconoce en la Mesa Agroalimentaria Argentina “una construcción necesaria para fortalecer el “campo que alimenta. Porque creemos que únicamente con feminismo hay soberanía alimentaria y reforma agraria, ¡Somos Tierra, para alimentar a los pueblos!”
Feminismo popular para una vida digna
El primero de los tres días de Congreso estuvo dedicado a la Asamblea de Mujeres y Disidencias, de la cual participaron más de 200 personas. “Estuvimos debatiendo, compartiendo, pidiendo, construyendo feminismo campesino, indígena y popular”, cuenta Susana Rosales. “Asistieron compañeras de distintas centrales y también de los barrios populares donde el MCC viene trabajando desde hace tiempo, porque existe una necesidad de un feminismo en el territorio, desde las bases, en el cual las mujeres podamos seguir construyendo vida digna en el campo con nuestros compañeros, avanzando en esta idea de nuevas masculinidades”.
Sofía Sánchez, del Equipo de Feminismo y Territorio, destacó la importancia de que el Congreso haya sido una instancia para “comunicar y tejer redes solidarias que visibilicen nuestras acciones”. “Nos reunimos campesinos, campesinas y sectores de los barrios populares del arco noroeste de la provincia a discutir un programa agrario de integración popular y feminista, debatir políticas públicas para nuestro sector en materia de salud, educación, promotores feministas y ambientales que están bancando en el campo, en los territorios y en la ciudad sin recursos económicos”, agregó la militante.
En paralelo al encuentro feminista, Villa Las Rosas fue testimonio vivo de la realización de lo que llamaron “Congresito”, del cual participaron más de 50 integrantes jóvenes y niñxs. “Creemos necesario construir y trabajar los vínculos también desde las infancias, que es otra forma de pensar y ver la vida que hoy nos atraviesa”, resaltó Rosales.
Por Camilo Ratti
Fotografías: gentileza Movimiento Campesino de Córdoba.