Constanza Filloy
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Los ensayos reunidos en Lenin reactivado: hacia una política de la verdad (2010) nos proponen replantearnos la relación entre política, coyuntura y verdad. La reivindicación del nombre de Lenin en este volumen lo destierra de su contexto hacia el presente, asumiendo un gesto de reinvención del proyecto revolucionario.
Lenin Reactivado: hacia una política de la verdad
Es habitual la caracterización del pensamiento de Lenin como una traducción de la teoría marxista en análisis estratégico y político. También, lo son los relatos sobre Lenin y los bolcheviques como grandes conspiradores, déspotas cuyo horizonte no podía ser otra cosa más que el totalitarismo soviético. Probablemente la Revolución Rusa sea un evento sumamente malentendido dentro de la historia moderna: su horizonte socialista, imposible de proyectar sin la democratización radical de todas las esferas de la sociedad, suele ser equiparado con la dictadura estalinista y con la tutela burocrática del Kremlin. Así, la tesis Lenin nos lleva al estalinismo opera habilitando una identificación entre el horizonte de la revolución y el fatal desarrollo de un capitalismo estatal y burocrático. Sin embargo, la conmemoración de los cien años del Octubre de 1917 despierta atención y el foco se vuelve sobre la revolución como un acontecimiento histórico fundamental para lograr una aproximación a los desequilibrios del capitalismo y plantear alternativas de sociedad. En este sentido se dirige Lenin reactivado: hacia una política de la verdad. Reivindicar el nombre de Lenin se presenta en un contexto en el cual “se ha vuelto más fácil imaginar el fin del mundo que un cambio mucho más modesto en el modo de producción” (Budgen, Kouvelakis y Zizek, 2010: 5). Slavoj Zizek, Sebastian Budgen y Stathis Kouvelakis editaron un volumen en el que insisten en recuperar la figura de Lenin no sencillamente como un lúcido líder, sino a partir de una apuesta decisiva por reinterpretar el proyecto revolucionario para el momento presente. Editado por Akal en castellano en el año 2010, el libro reúne una serie de diecisiete ensayos, diez de los cuales fueron pronunciados en una conferencia celebrada en Essen en febrero del 2001, dando lugar al lanzamiento del volumen. De los textos restantes, dos fueron producidos como contribuciones y cinco consisten en traducciones especiales para su compilación.
¿Cómo conjurar a Lenin para los propósitos que ahora nos importan? En primer término, nos encontramos ante propósitos múltiples. Fundamentalmente, estamos ante un libro que se propone, contrario a cualquier nihilismo desinteresado, habilitar nuevamente la posibilidad de acción y pensamiento. Como el nombre de Lenin ordena, el conjunto de los ensayos presentes en el libro consiste en intervenciones que asumen una coyuntura específica como su condición. A su manera, todos los textos que se concentran en Lenin reactivado exploran una política de la verdad: nos encontramos con una serie de proyectos en los que se inscribe la singular relación entre estos dos términos —política/verdad.
En su ensayo “Lenin y la era posmoderna”, Terry Eagleton nos ofrece un análisis de la categoría de vanguardia, y con ella, del desajuste entre el leninismo y su estereotipo posmoderno: si bien Lenin reivindicó la continuidad entre la cultura moderna y el socialismo, omitiendo una reflexión sistemática acerca de la cultura, debe considerarse en qué medida ha sido la denominada modernidad occidental condición misma del desarrollo de las vanguardias culturales. Para Eagleton, el nombre de Lenin permite resistir aquella operación que desestima, en nombre de la vanguardia cultural, su deuda con la conquistas de las revoluciones burguesas en un gesto antimoderno. Eagleton recupera una vanguardia política cuyo rasgo central es contar con tareas específicas en una coyuntura dada: la vanguardia se caracteriza por desaparecer en su intervención. En este sentido, su verdad se esgrime en oposición a cualquier realismo apático.
Detectar aquello que se juega entre verdad y coyuntura vuelve ineludible la referencia a Lenin en clave política: ¿qué es leer una coyuntura y cuáles son las condiciones de una intervención? Al respecto, la posición de Daniel Bensaïd en su artículo “Saltos, Saltos, Saltos” es decisiva. Bensaïd nos propone asumir la política como “el arte de los acontecimientos inesperados y de las posibilidades efectivas de una coyuntura determinada” (Budgen, Kouvelakis y Zizek, 2010: 154). Si la política es un trabajo paciente y dedicado sobre el curso de los eventos, el pensamiento estratégico de Lenin es aquel que permite salir del fatalismo de un tiempo lineal hacia un tiempo no homogéneo, atravesado por discontinuidades. En pocas palabras, un pensamiento capaz de definir un estado y actuar en una coyuntura determinada. Este movimiento es recuperado por Alain Badiou al reconocer la política revolucionaria como condición de la práctica teórica en “El Uno se divide en Dos”. Para Badiou, son planteados a raíz de la revolución problemas que encuentran su espacio en una resolución política victoriosa y no en un pensamiento sin exterioridad. La política ordena una absoluta cercanía con lo real. Sin embargo, reconocer la pasión por lo real no supone dar lugar al terror, ni a un posibilismo perezoso, sino que arrima una pregunta por lo nuevo. Lenin es un nombre que permite vincular la intervención política en lo inmediato con la apertura de mundos nuevos. En “Lenin y el Revisionismo”, Frederic Jameson pone en primer plano a la revolución como un proceso complejo e irreductible y nos presenta un debate tanto con cierta retórica del poder recurrente en la filosofía política, como con algunas formas de economicismo, confeso enemigo de Lenin durante toda su producción teórico-política. Para esto, se plantea cómo volver compatible la jerarquía de la práctica económica, característica de la tradición marxista, con la posición de Lenin como pensador fundamentalmente político.
Y si para Jameson reactivar a Lenin implica pensar qué puede decirnos acerca del pensamiento político contemporáneo, Jean-Jacques Lecercle recupera —en “Lenin el justo o el marxismo sin reciclar”— la figura de Lenin como representante de un marxismo resistente a la canonización para intervenir en el campo de la filosofía del lenguaje. Esta pretensión parte del siguiente diagnóstico: el avance del neoliberalismo es posible, en parte, por la ausencia de una teoría del lenguaje desde una posición marxista. Lecercle registra una serie de virtudes de Lenin vinculadas con su vocación de disputa y se detiene en la teoría de las consignas, punto de partida para construir un concepto de coyuntura lingüística que retome la interpretación como parte de una teoría del significado.
Los textos publicados se organizan en cuatro apartados diferentes: “Recuperar a Lenin”, “Lenin en la filosofía”, “Guerra e imperialismo” y “La política y su sujeto”. Este ordenamiento confirma fácilmente los múltiples propósitos reunidos en este libro: Lenin se reactiva de muchas maneras. Textos de Axel Callinicos y de Slavoj Zizek acompañan los ensayos de Badiou, Jameson y Eagleton en la primera parte del volumen: “Recuperar a Lenin”. Callinicos elabora una aproximación a la acción política en Lenin a partir de una lectura de Weber, mientras que Zizek presenta un debate estratégico con los populismos enfatizando el rol de la contradicción principal. En la segunda parte del volumen, “Lenin en la filosofía”, Savas Michael-Matsas, Kevin B. Anderson y Stathis Kouvelakis aportan una reflexión acerca de la actualidad de la dialéctica prestando especial atención a la inversión efectuada por Lenin en su lectura de Hegel. En la tercera parte del libro nos encontramos con el esfuerzo de Etienne Balibar, Domenico Losurdo y Georges Labica por abordar la cuestión de la guerra y el imperialismo. El libro se completa con un último apartado titulado “La política y su sujeto”, en donde se presentan un conjunto de textos de Sylvain Lazarus, Lars T. Lihm, Alan Shandro y Antonio Negri.
Notemos que hacia una política de la verdad es la frase que no deja de repetirse en la serie de ensayos agrupados, reactivando a Lenin. Más acuciante que nunca, una inquietud acerca de la relación entre verdad, coyuntura y política atraviesa los ensayos de este libro: convoca a Lenin al presente, arrancándolo de su concepción religiosa y momificada. Estos tres términos se presentan haciéndose eco de lo que, en una lectura de Beckett, Michel-Matsas resume de manera precisa: “Debemos continuar. No podemos continuar como antes. Pero continuaremos” (Budgen, Kouvelakis y Zizek, 2010: 117). En este sentido, Lenin reactivado no nos propone asumir una salida nostálgica, un regreso a lo perdido, una restauración de lo que se encuentra separado en algún panteón. Nos encontramos con un libro que en primer lugar, antes que definirse leninista, desplaza a Lenin de su contexto hacia el presente, siendo fiel a la reinvención del proyecto revolucionario.
Constanza Filloy es estudiante de la Licenciatura en Filosofía en la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba.
Bibliografía consultada
Budgen, S., Kouvelakis, S. y Zizek, S. (Eds.). (2010). Lenin Reactivado: hacia una política de la verdad. Madrid: Akal.