María Elida Morales Miy
María Celeste Aichino
Texto completo: AICHINO-MORALES_Crónica
El pasado 12 de abril, en el marco del Festival de Poesía, asistimos a una actividad organizada por la Municipalidad de Córdoba, el Instituto de Culturas Aborígenes (ICA) y el Área de Cultura del Club Atlético Belgrano. El encuentro se realizó en la biblioteca del club del barrio pluricultural de Alberdi y tuvo como objetivo favorecer el intercambio con una escritora de habla guaraní, Susy Delgado.
Muchas cuestiones que se presentaron en ese diálogo llamaron nuestra atención y nos pareció oportuno compartirlo con compañeros de la Escuela de Letras. Fundamentalmente, porque en la currícula de nuestra carrera vemos poco y nada de poesía originaria y, además, las lenguas originarias tampoco ocupan un espacio privilegiado en nuestras reflexiones académicas. Incluso los idiomas requeridos para acceder al título de licenciatura son inglés, alemán, portugués, francés o italiano. Recientemente, y gracias a la carrera de Antropología, se incorporó el mapudungun como opción para los doctorandos, pero esto no es más que la excepción que confirma la regla: tenemos una formación orientada a lo europeo y nuestro americanismo está bastante vedado. El Instituto de Culturas Aborígenes ofrece la posibilidad de estudiar algunas lenguas originarias como las mencionadas y a las que se suman otras opciones enriquecedoras como el aymara y el quechua. Justamente, la profesora Gerónima Martínez del ICA fue una de las coordinadoras del diálogo con Susy Delgado.
La conversación se paseó por distintos temas vinculados a la formación de la poeta, quien fue además periodista y se desempeña actualmente como miembro de la Academia de la Lengua Guaraní y como traductora. Como integrante de la Academia de la Lengua Guaraní, nos sorprendió que Delgado no mostrara posiciones conservadoras como las que muchas veces expone la Real Academia Española, sino que afirmó la libertad que cada persona y cada pueblo tienen sobre esas lenguas que utilizan, de las cuales se apropian y con las cuales generan, entre otras cosas, sus propias poesías. Si cada lengua configura el mundo de una forma particular, al modelar el pensamiento y unirlo a un sonido, perder una lengua es perder justamente todo un universo. Al respecto, la autora manifestó que las lenguas que sobrevivían eran las lenguas que se contaminaban, afirmando además que pretender un purismo lingüístico es prácticamente condenar a muerte a una lengua. De hecho, tanto la poeta como los coordinadores insistieron sobre la cuestión de que el guaraní no es una lengua exclusiva del Paraguay, y que incluso se puede pensar en distintas formas de existencia del guaraní según la zona en que se utilice. En este sentido, Delgado afirmó que “a las fronteras las trajo el conquistador”. Esta concepción de una lengua que desborda las líneas geográficas impuestas de manera arbitraria —¿de qué otra forma podrían imponerse?— nos pareció particularmente sugestiva. Quizás nos sea útil e, incluso más, necesaria, a la hora de intentar abordar las literaturas indígenas de nuestros territorios latinoamericanos para pensar más en lenguas que desbordan fronteras que en países que delimitan literaturas.
Como quizás ocurre luego de toda buena charla, salimos de la biblioteca (ubicada debajo de una de las tribunas de este club que tanto significa para una gran parte de la población cordobesa) con más preguntas que certezas. Entre el frío y las ganas de volver a casa, se nos trepaban cientos de ideas. Algunas preguntas son lógicas al pensar en formas de quebrantar los purismos lingüísticos: ¿cómo traducir una literatura, una cultura?, ¿llevar al español un poema en guaraní implica un “ceder” ante la colonización? La poeta misma hizo visibles las contradicciones y tensiones propias de las fronteras entre lenguas, que son también fronteras ideológicas, políticas, incluso corporales. ¿Qué significa una literatura de los campesinos? ¿Por qué escriben (en sus mentes, sin la tecnología alfabetizadora) quienes no aspiran a ser publicados? ¿Qué dificultades encuentran, además, las mujeres que deciden dedicarse a la poesía (dificultades obvias al tratarse de escritoras insertas en un modelo de sociedad que privilegia siempre a los escritores varones)?
A este valor intrínseco de la lengua, deberíamos sumar el hecho de que la poesía es uno de los modos de producción literaria y lingüística en el que la ambigüedad y la polisemia se encuentra más fuertemente presente. Así, podemos reconocer la importancia de conservar, acceder y difundir literatura en otras lenguas, sobre todo en una lengua menor, no claramente en valor sino en posibilidades políticas. De allí su defensa de la traducción de las obras desde el guaraní y hacia él, tarea que en su caso comenzó con los propios poemas y se extendió a poemas de colegas, quienes no comparten en muchos casos ese entusiasmo por dar a conocer lo escrito en su lengua originaria. Según lo manifestado por Delgado, estos poetas sostienen que escriben para quienes hablan guaraní, afirmando su desinterés en cuanto a la posibilidad de acceso a sus textos por parte de los hispanohablantes. Por detrás de esta discusión podemos leer una tensión política fuerte: por un lado, mantener un secreto, conservar la clave, resguardar el código para llegar exclusivamente a esos sectores desprestigiados; por el otro lado, Delgado entiende que eso es un sectarismo esterilizante en una defensa de una especie de “humanitarismo” por el cual todos tenemos derecho a la poesía. Refugiarse o abrirse, entregarse al colonizador o acceder al estatus de universal.
La poeta habló también de campesinos que escriben en guaraní ahí donde nadie escucha o donde nadie parece escuchar. Se abría así ese infinito laberinto de posibilidades en relación con la función de la poesía, si es que existe alguna función que pueda atribuírsele. El quién escribe y para qué. El desde dónde se escribe y por qué. Ninguna respuesta. Sólo la imagen de un campesino solo, escribiendo en la oscuridad bajo alguna cerrazón. Un alguien que, en guaraní, saca de adentro la pulsión. Esa necesidad de decir que es universal y es tan íntima, a su vez. Y que se vincula con la manera en que los guaraníes entienden la palabra como vida, y de ahí que, cuando alguien muere, se entiende que “se le va la palabra”.
Hay además un recorrido personal de la escritora, quien comenzó escribiendo poemas en guaraní y en español, luego tradujo algunos de esos poemas en guaraní hacia el español y hoy en día produce cada vez más poemas bilingües. Si cada poema pide su lengua y nace en ella, como la escritora manifestó, los poemas que nacen bilingües dan cuenta de un interlingüismo firmemente arraigado y productivo.
Acercarnos a una poesía en una lengua “otra” —el guaraní y su historia, el Paraguay y los devenires históricos— implica siempre aproximarnos a otra cosmovisión, a otra percepción de las realidades y los tiempos. Si primero es la palabra, si para los guaraníes el decir es esencia —pronunciar ñe’ê (palabra) es nombrar al alma para los hablantes de esta lengua—, entonces acercarnos a través de la lectura a aquella palabra que eleva el espíritu de todo ser humano al pulir sus sentimientos, se convierte en acto profundo y hermoso. Acto-riesgo, inclusive. Como plantea Derrida, el otro siempre lleva en sí mismo la doble posibilidad de ser promesa/amenaza. Por eso es válido preguntarnos: ¿qué promesa esconde la poesía-pulsión, la letra-hecha-carne de una lengua otra y, al mismo tiempo, lengua hermana?, ¿qué amenazas conlleva la traducción al español —lengua marcada por colonizadora, lengua invasora por verdad histórica— de estos poemas? El riesgo de perder algo en el camino y la promesa de que cada uno de los lectores podamos acercarnos hoy a la voz de esta mujer que canta y nos arrulla en guaraní y en castellano. Una tarde fría de abril. Debajo de una cancha vacía. Bajo el calor de rostros distintos que dicen, al fin, cientos de hablas distintas todo el tiempo.
Les dejamos algunos poemas de la autora, en ambas lenguas, para que se embelesen como nosotras lo hicimos (les debemos la melódica voz de Susy, que pueden encontrar en algunas lecturas disponibles en Youtube). [2]
Mba’éicha
Ko’águive, opa mba’e ha’etehápe
y kirirï,
¿mba’éicha ñamboherakuaa pe temimbyasy?
Oime kuri ára
ha’e ha’évami
ñande guata tekovére,
ñane maña opa mba’ére,
ñane ñe’ë jepivegua,
ñambo jo’a jo’áva kane’ömeve
ha hetaiteve, tasëmeve.
Ko’a mombyryetéguive,
hetaite mba’e rire,
opa mba’e ojeaho’i rire
guerotï anambusúpe,
¿mba’éicha ñambohérata temimbyasy?
Ko’águive, opa mba’e ha’etehápe
y kirirï,
¿mbaéicha ñambohérata ñe’ë porä?
Oime kuri ára
ha’e oñemohendávami
opa mba’e apytépe,
hory ha oñembyasy ha iróva apytépe,
jepevérö añete
ovy’avévaicha
umi ipahápegua ndive.
Ha katu ko’a mombyryete guive,
¿mba’éicha ñahenóita pe ñe’ë porä?
¿Cómo?
Aquí donde ya todo pareciera
ser agua calma,
¿cómo se nombra la tristeza?
Hubo otro tiempo
en que ella era
el modo de caminar por la vida,
la manera de mirar las cosas,
y era palabra cotidiana,
repetida hasta el cansancio
y más veces aún hasta el llanto.
Aquí desde tan lejos,
después de tantas cosas,
cuando ya todo se ha cubierto
con un grueso manto de pudor,
¿cómo nombrar la tristeza?
Aquí donde ya todo pareciera
ser agua calma,
¿cómo se nombra la poesía?
Hubo otro tiempo
en que ella se acomodaba
en medio de todas las cosas,
las amables, las tristes, las amargas,
aunque, es verdad,
parecía encontrarse más a gusto
con las últimas.
Pero aquí desde tan lejos,
¿cómo llamar a la poesía?
Peichaite nga’u
Peichaite nga’u
che rekovemi:
tahenda porä
ko yvy ape ári,
tojajái rei
kuarahy rendýicha,
tojahu yvytúpe…
Ojalá así fuera
Ojalá así fuera
mi pequeña vida:
que estuviera asentada
en un buen lugar
sobre esta tierra,
que brillara
como el fuego del sol
y se bañara en el viento…
Ñati’ü
Ha añe’ëtarö peëme ko árape che retäre,
añe’ëta peteï ñati’üre,
peteï ñati’umi
ipu’akapáva hína
ipaha ñangarekoräre,
ipaha ára pytu oïmívarehe,
opytáva ko yvy tujápe
okuera’ÿhápe akänundu tuja.
Y si tuviera que hablarles hoy de mi país,
les hablaría de un mosquito,
un ñati’ü
que está haciendo estragos
en las últimas defensas,
las últimas hilachas de aire,
que quedan en este viejo territorio
de viejas incuradas fiebres.
Ñati’u
chavimi
tepoti
Ñati’ü
pirumi
ñembyahýi
taryrýi
räimbiti
sagua’a
tarova
tatapÿi pyryrÿi
pïrï ári.
Ñati’ü
tymba rangue
mamanga ry’ái
ta’anga rei
mba’eve.
Aña’i
Añahü
Aña póra
Aña mo’ä.
Ky’a rapicha
mboriahu ra’y
ñemano räimbe
ñemano rakua
ñati’ü.
Mosquito
chiquito
mierdita.
Mosquito
flaquito
hambriento
obsesivo
dientudo
atrevido
enloquecido
brasa girando
sobre el escalofrío.
Mosquito
proyecto de animal
sudor de moscardón
figura vana
nada.
Diablo chico
diablo negro
fantasma de diablo
casi diablo.
Prójimo de lo sucio
hijo de la pobreza
filo de la muerte
aguja de la muerte
mosquito.
Tata sapukái
Tata opiriri reíva
terã Aña rembijokuái
tatarendymi
tata yvytu
tata rusu
hendy
opororo
okapupa
osapukái
oporoja’o
ondyvu tatapÿi
ohapy che retã ñu tuja
che retã ñu
tesaráipe opytáva.
Okakuaa
ipochy
oñemombarete
ñemano heréi
omokokõva
ipaha ñu oĩva
che retãme.
Pochy vai rata
omokõva
tapÿinguéra
kyhakuéra
ryguasukuéra
ka’a
yvoty
eíra
guyra
mbói
pira
jaguarete.
Ijahy’o pa’ã
jeiko reietágui
ha ogue’ẽhápe
mba’e vaimi
cha’imba
hũngy
tesarái potĩ
yvytúpe.
Pochy
ñe’ẽ reity
urẽ
sapukái
oikytĩva
ajaho’ipáva
ohapýva
che retã kirirĩ yma.
Grito del fuego
Chispa del puro azar
o del demonio
llamita
flama
llamarada
arde
chisporrotea
crepita
grita
increpa
escupe fuego vivo
quema los campos viejos
los campos olvidados
de mi tierra.
Crece
se encrespa
se embravece
lengua de muerte
devorando implacable
los últimos montes
de mi tierra.
Fragor de ira
tragándose
los ranchos
las hamacas
las gallinas
la yerba
las flores
la miel
los pájaros
las víboras
los peces
los jaguares.
Atragantándose
de tanta vida inútil
y vomitándola
materia triste
achicharrada
gris
olvido puro
para el viento.
Bronca
exabrupto
eructo
grito
hiriendo
arrasando
calcinando
el antiguo silencio
de mi tierra.
[2] Los poemas fueron recuperados de www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/paraguai/susy_delgado.html y www.ea.com.py/v2/grito-del-fuego-tata-sapukai-un-poema-de-susy-delgado/, en abril de 2018.
María Élida Morales Miy es estudiante de Letras. María Celeste Aichino es doctora en Letras. Ambas participan del proyecto de extensión “Bucear sin agua” en la cárcel de mujeres de Bouwer.