Marcelo Romero Yantornov
El Teatro Gitano Romen de Moscú, con un elenco estable que ha realizado giras por todo el mundo, y que cuenta con edificio propio, constituye un caso único de integración cultural de una minoría étnica de origen indio, los gitanos, quienes han sido discriminados y marginados a lo largo de los siglos por toda Europa con excepción, justamente, de Rusia. En efecto, el Teatro Gitano surge en la URSS en 1931 dentro del marco más amplio de una iniciativa emprendida por el estado soviético para integrar aquellos grupos étnicos que se hallaban marginados, a través del rescate de elementos de su cultura tradicional, protagonizada por artistas genuinos de esas etnias. Pero, al mismo tiempo, en el caso del Teatro Gitano moscovita, es la continuación y culminación de un proceso de desarrollo de las artes escénicas de más de dos siglos por parte de familias gitanas llegadas a Rusia posiblemente a inicios del siglo XVIII, y que halló favorable acogida, primero entre miembros de la aristocracia zarista, como el famoso conde Orlov —cuyo coro gitano sería el catalizador de un movimiento musical que un siglo más tarde llegaría a escenarios moscovitas en forma de musicales y obras folklóricas en lengua gitana—. Ese movimiento nada menor en la vida cultural de las principales urbes rusas es el que, ya bajo el poder soviético, llamaría la atención de personalidades de la talla de Anatoly Lunacharskiy, a quien se debe el impulso final de la creación del Teatro Gitano de Moscú, que hoy, tras más de ocho décadas, continúa representando obras de la temática más variada para públicos tanto de Rusia como del extranjero.
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Palabras clave: Teatro ruso soviético, coros, gitanos.
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