Tim Ingold, uno de los antropólogos más destacados del mundo dictó un curso de doctorado en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC, en el que analizó la relación entre estas cuatro disciplinas que comienzan con A y la necesidad de formar a todos los estudiantes en esta materia. Entrevista multimedia
En su primera visita a la Argentina, el antropólogo británico Tim Ingold, profesor de la Universidad de Aberdeen (Escocia) brindó el curso de posgrado «Las 4 A: Antropología, Arqueología, Arte y Arquitectura«, en el marco del Doctorado en Ciencias Antropológicas de la FFyH, del 29 de octubre al 2 de noviembre pasado. Ingold es uno de los teóricos más destacados en antropología social y cultural y en el curso abordó las conexiones entre estas cuatro disciplinas, concebidas como modos de explorar las relaciones entre los seres humanos y el ambiente en el que ellos habitan. “Podríamos decir que la antropología, la arqueología, la arquitectura y el arte tienen en común las maneras de explorar cómo los humanos perciben, se relacionan y construyen el mundo en el que viven. Podemos unirlas en este sentido, y los antropólogos podrían crear una obra de arte, además de libros o películas. O un arquitecto podría producir obras de antropología”, afirma Ingold en una entrevista con Alfilo.
– En algunos de sus textos plantea la relación entre técnica, tecnología, naturaleza y hombre. En ellos sostiene la idea de que dónde hay técnica debe haber tecnología es equivocada. ¿Por qué separa estos términos?
– Es correcto. Me baso en la historia del término “tecnología”, cuya introducción es relativamente reciente. Originalmente, “tecnología” se refería al estudio de la técnica. En algunos países europeos como Francia -y en cierta medida los países nórdicos también- tecnología significa el estudio de las técnicas. Pero en Inglaterra y Estados Unidos, desde al menos el principio del siglo XX, el sentido de tecnología cambió para referirse a los principios operacionales -o la lógica- inherente al aparato productivo. Desde entonces, “tecnología” no es más un estudio sino un objeto de estudio. Cuando hablamos de tecnología, asumimos que las cosas prácticas que hacemos siguen un conjunto de principios operacionales, que pueden ser claramente articulados; como cuando se construye una máquina, por ejemplo. La razón por la cual sostengo que debemos distinguir técnica de tecnología es porque cuando hablamos de habilidades prácticas y ordinarias se trata de prácticas que no pueden ser representadas en términos de principios formales, pues están envueltas en un saber ordinario de todos los días. De manera que mi argumento era que es erróneo suponer que allí donde hay técnica, allí donde la gente está comprometida en habilidades prácticas, estas prácticas no son más que el simple resultado de un sistema tecnológico. Eso hace ver la actividad humana como algo mecánico. Ha habido una tendencia en la historia de las técnicas hacia la objetificación de las habilidades bajo la forma de principios tecnológicos, de tal manera que cuando se ve el trabajo humano desde una práctica centrada en las habilidades de un sujeto, estas se transforman en operaciones mecánicas.
– A partir de esto, sería interesante resumir sus ideas sobre técnica y habilidades.
– En estas lecciones estuve hablando sobre aquello que se conoce como modelo hylemórfico, la principal manera en la que se concibe lo que significa hacer cosas. De acuerdo con este modelo, cuando se hace algo se tiene una forma o diseño particular en la mente -o quizás en papel o en un plano- que luego se impone a una materia prima. De manera que en la prehistoria, cuando alguien hacía una herramienta de piedra se supone que tenía una imagen de su forma en la mente, luego una piedra sin forma y luego trabajaba dándole forma hasta cumplir con la idea en mente. En griego, hyle es materia y morfe es forma; el hacer se entiende entonces como la imposición de una forma en la materia. Una de las implicaciones de este modelo es que la actual práctica de hacer algo se vuelve un proceso meramente mecánico: sólo se trata de tallar al material algo que ya está virtualmente dado: una operación puramente mecánica. Y eso se relaciona a la pregunta por la relación entre habilidad y tecnología, pues he argumentado que no puede ser reducida la práctica de habilidades a un conjunto de principios mecánicos: estos envuelven cierto sentido de compromiso entre el ver y el sentir, una conversación entre el practicante y el material; no se trata de una indivisión mecánica entre una idea del material en la cabeza. Y esto se relaciona a la distinción entre técnica y tecnología, pues hasta hace poco la mayoría de los antropólogos y arqueólogos se contentaban con asumir que al hablar de técnicas se hablaba de tecnología y asumían por lo tanto que el hacer cosas no es más que una operación mecánica que puede ser comprendida sin tener en cuenta las habilidades que requiere el hacer en sí mismo. Toda la creatividad es quitada del hacedor y puesta en la cabeza.
– ¿Tiene alguna reflexión sobre lo que las “nuevas tecnologías” implican en este vínculo entre humano y naturaleza? Pensando en Internet, ¿aleja o acerca al hombre a la naturaleza?
– Sé muy poco sobre nuevas tecnologías y no me gustan; soy muy reacio a ellas y sólo uso internet porque hoy en día debemos hacerlo, por ejemplo para manejar y transportarnos. He elegido deliberadamente no meterme en la pregunta sobre tecnologías digitales debido a la cantidad de gente que investiga eso y sabe de lo que habla. Yo no sé mucho de ellas y estoy muy contento de dejar que otras personas hablen de ellas. Por mi parte, siento que cuanto más miramos pantallas constantemente, menos miramos a nuestro mundo alrededor, y creo que es una metáfora preocupante. Me preocupa que a los estudiantes y a los niños se les diga que si quieren averiguar algo del mundo deben hacerlo a través de una pantalla y no mirando a su alrededor. Es una preocupación muy democrática. Me gustaría pasar a algún tipo de tecnología digital que no requiera pantallas ni esa cautividad constante que no implica sentido alguno de compromiso. Por ejemplo, me gusta escribir a mano con una pluma, pues se puede sentir lo que escribes y tu gesto deja un trazo real sobre el papel. De manera que estaría feliz si pudiésemos producir digitalmente con una pluma, sintiendo la textura del papel quizás, en lugar de decir que cuanto más es afectada la escritura por la tecnología digital, más puede el teclado hacer desaparecer el papel y la pluma.
– En esta relación del hombre con los objetos, ¿estamos cada vez más dependientes de ellos? ¿En su momento los cazadores o recolectores tenían con los objetos una relación diferente a la que tenemos ahora?
– Creo que en efecto tenemos otra relación con los objetos, pero no creo que tenga que ser así. Creo que hay otras maneras de tener tecnologías digitales a nuestro favor, que reducirían la brecha entre nosotros y los recolectores. El problema con el pensamiento contemporáneo es que la gente se vuelve aislada de su medio ambiente, no se relaciona con el mundo y por lo tanto no se preocupa por él. Las tecnologías digitales están creando una especie de barrera entre el mundo y nosotros y sería necesario revertir esa tendencia para crear una sensibilidad más directa y comprometida sobre aquello que nos rodea. Por lo tanto, podríamos utilizar las tecnologías digitales para conseguir ese sentimiento. Un número de personas está actualmente trabajando en textiles inteligentes, ropa digitalmente mejorada que permite interactuar de una manera más corporal, interactuar de una manera más plena con tus alrededores; y no veo ningún daño en eso. Lo que hace esa tecnología es llevar la tecnología a la superficie del cuerpo, donde de hecho interactuamos con las cosas; en lugar de estar dentro del cuerpo, que era la manera de las primeras computadoras: todos los datos iban dentro de una caja que arroja resultados a través de una interfaz representada por un botón. Creo que lo que necesitamos hacer con las tecnologías digitales es sacarlas de nuestro interior y ponerlas en la superficie, para que intensifiquen nuestro involucramiento sensorial.
– ¿Cómo los cyborgs?
– Si, pero no me gusta la palabra cyborg, porque no es posible establecer una barrera clara entre nuestro cuerpo y la tecnología, y siempre hemos estado añadiendo cosas a nuestro cuerpo. De manera que no veo nada nuevo respecto al cyborg en relación a lo que el ser humano es.
– Usted sostiene que la tecnología ha alejado al hombre de la naturaleza. Sin embargo, ahora hay una tendencia a crear tecnologías amigables con el ambiente y también prosperan estilos de vida más ecológicos. ¿Estamos empezando a cambiar nuestra relación con el mundo?
– Hay mucho movimiento en esa dirección. Pero lo desconcertante es que está ocurriendo al mismo tiempo que el fenómeno opuesto. Y los recursos que permiten a la gente adoptar un estilo de vida más amigable con la naturaleza vienen del uso de tecnología pesada. Al mismo tiempo que logramos tecnología sustentable, estamos perforando el océano en busca de petróleo. De alguna manera, el desarrollo sustentable es una paradoja. Sorprende que en EE.UU. las mismas personas que disfrutan de caminar por la naturaleza usen autos deportivos que consumen grandes cantidades de combustible. Y no se dan cuenta de su contradicción. Pareciera que queremos vivir de las dos formas. Queremos vivir más cerca de la naturaleza pero no estamos preparados a resignar el confort. En el pasado, la gente tenía un fuerte vínculo con la naturaleza, pero no vivía tantos años, tenía que trabajar duramente, sus hijos se morían muy pequeños… No queremos eso. El problema es que los recursos que usamos para vencer esos inconvenientes y lograr un mejor estilo de vida son los que nos alejaron de la naturaleza.
– ¿Cuál es la solución?
– No tengo una solución (risas).
– Respecto a la relación ser humano-naturaleza, siempre se plantea que está por fuera de ella, como si siempre la tuviera que dominar. ¿Por qué se cree eso?
– ¿Cómo llegamos a la idea de que la humanidad está sobre la naturaleza? ¿De dónde viene? La pregunta es vieja, y tiene que ver con la tradición judeo-cristiana. Pero no es algo tan simple: creo que la idea de que los humanos dominan y controlan la naturaleza es relativamente reciente. En el cristianismo temprano hay una idea de administración de la naturaleza. Como un buen pastor, el hombre debe cuidar la naturaleza como cuida su rebaño. Pero la idea de dominación viene después, con la temprana ciencia del siglo XVI, y creo que tiene mucho que ver con el proceso de la Reforma y el cambio de ideas respecto a la naturaleza y al libro de la naturaleza. Es una historia complicada, pero con la Reforma vino la idea de que el mundo creado es algo que debe ser leído literalmente por el hombre; y para revelar su sentido, hace falta torturar la naturaleza y extraerle sus secretos. Entonces, primero con la Reforma y luego con el auge de las ciencias a partir de Galileo, la idea de dominación se establece.
– Muchas sociedades todavía piensan la naturaleza como su entorno, como aquello con lo que se convive. Occidente, a diferencia, avanza sobre ella.
– Para aquellos indígenas no existe siquiera el concepto de naturaleza. La idea de Naturaleza sólo llega cuando se la opone a Humanidad. De manera que para los indígenas se trata del mundo en el que viven: la tierra, el campo o lo que sea, pero no Naturaleza. Nosotros nos representamos los indígenas cuando decimos que son uno con la naturaleza, y los transformamos en algo prácticamente no humano: ellos viven en la naturaleza y nosotros no. Pero para ellos no hay naturaleza, hay mundo.
La antropología hoy
En esta parte de la entrevista, Ingold reflexiona sobre la necesidad de formar antropólogos en la actualidad y opina sobre los espacios que pueden ocupar, más allá del campo académico y científico. “Nuestra contribución es mostrar que hay otras formas para hacer las cosas que deben considerarse porque podrían solucionarnos problemas. Debemos desafiar los estereotipos y las suposiciones aceptadas de manera acrítica”, dice.
Perfil
Tim Ingold
Es Doctor en Antropología de la Universidad de Cambridge y miembro, desde 1997, de la Academia Británica de Ciencias Sociales. Fue profesor en la Universidad de Manchester y actualmente está en la Universidad de Aberdeen, Escocia. Es editor de la revista del Royal Anthropological Institute «Man», creador del Grupo de Debate en la Teoría de la Antropología en el Reino Unido, y cofundador del Departamento de Antropología de la Universidad de Aberdeen.
Ha escrito y colaborado en decenas de libros entre los que destacan «La apropiación de la Naturaleza » (1986), «Evolución y Vida Social» (1986), «Cazadores y recolectores» (1988), «Herramientas, lenguaje y cognición en la evolución humana» (1993) y » La percepción del ambiente» (2000).
Traducción: Gonzalo Gutiérrez Urquijo
Estar con el otro-otredad- es aprendizaje, pero en vivo y en directo. Vivir en contacto con la naturaleza es , precisamente, apagar las conexciones a internet..y el celular..saber que jamàs estamos solos , sinoò con nosotros mismos..