Celia Salit, coordinadora del “Seminario Taller Práctica Docente y Residencia” de la Escuela de Ciencias de la Educación, conversó con Alfilo sobre las dificultades y desafíos que planteó un año como el 2020, en un espacio donde lxs estudiantes realizan sus prácticas en instituciones educativas fuera de la Universidad para obtener su título de profesorado.
El año 2020 significó un hecho inédito para toda la actividad social, económica y cultural en nuestro país y en el mundo. Un virus desconocido arrinconó a la humanidad e implicó una alteración radical de las prácticas y hábitos sociales: fábricas, bancos, comercios, empresas, universidades, escuelas, debieron cerrar sus puertas o limitar la presencia de personas bajo estrictos protocolos de cuidado para disminuir los riesgos de contagio y enfermedad.
En ese contexto, la actividad académica y escolar se vio fuertemente resentida: universidades, institutos de formación y escuelas de nuestro país debieron transformar sus modos de trabajo y mudar la casi totalidad de su actividad cotidiana hacia entornos virtuales.
Por eso nos preguntamos cómo fue posible llevar adelante la actividad académica en cátedras o espacios universitarios de prácticas que, en su casi su totalidad, desarrollan la labor con lxs estudiantes de nuestra Facultad también fuera de la universidad, en escuelas e institutos de la ciudad de Córdoba. En ese marco, entrevistamos a Celia Salit, coordinadora del “Seminario Taller Práctica Docente y Residencia”, un espacio de la Escuela de Ciencias de la Educación común a los profesorados de la Facultad de Filosofía y Humanidades (Ciencias de la Educación, Filosofía, Historia y Letras), en el cual lxs estudiantes realizan sus prácticas en instituciones educativas para obtener sus títulos del profesorxs.
- Sabemos que el Seminario Taller Práctica Docente y Residencia, más conocido como “MOPE”, tiene ya una larga historia, pero nos interesaría que nos cuentes desde tu lugar de coordinadora general, cuáles son sus particularidades, qué funciones cumple en la formación de nuestros y nuestras profesoras y profesores.
Es verdad lo que señalas, el así llamado MOPE (Metodología, observación y Práctica de la Enseñanza), hoy “Seminario Taller Práctica Docente y Residencia”, es una cátedra particular en muchos sentidos. Sobre tu pregunta voy a iniciar aludiendo a su función que es sin duda lo que nos permite reconocer las particularidades a las que me refiero: es el espacio donde los estudiantes hacen una experiencia «fuera» de la universidad, en instituciones de los otros niveles del Sistema Educativo, ya sea en escuelas secundarias o institutos de formación docente de la ciudad de Córdoba. Es decir, por primera vez, los estudiantes universitarios de los distintos profesorados residen y trabajan en una institución escolar por fuera de la Universidad. Ello demanda, como es de imaginar, coordinar el trabajo con otras instituciones, tarea que requiere de un intenso esfuerzo de la Cátedra para que esa experiencia que dura varios meses sea posible.
Para ello, esta cátedra está integrada por docentes especialistas en cada una de las carreras de profesorado de la Facultad (Ciencias de la Educación, Filosofía, Historia y Letras) y la Coordinación General está a cargo de profesionales del campo de Ciencias de la Educación.
Es decir, se configura como un espacio interdisciplinario coordinado por una pedagoga, en realidad “creado” por una pedagoga que fue Gloria Edelstein. Así, conformamos un equipo docente heterogéneo respecto de sus trayectos formativos pero que hace ya mucho tiempo venimos desarrollando un trabajo interdisciplinario en el cual necesariamente se articulan aportes de la Didáctica General y las llamadas Didácticas específicas o de objeto. No obstante, las especialidades compartimos lo que llamamos una propuesta “marco”, es decir, definiciones teóricas, epistemológicas y metodológicas comunes para todes y. a la vez, cada especialidad o área elabora su propia propuesta o planificación, lo que da cuenta que respetamos las autonomías en función de reconocer trayectorias, problemáticas, desarrollos e idiosincrasias que son específicas al campo de las ciencias de la educación, al de la filosofía, al de la historia o al de las letras. La función central de esta Cátedra es la de enseñar a enseñar, formar a nuestrxs estudiantes en procesos reflexivos y prácticos en relación a la tarea de enseñar a otres. Como derivado de ello, otra particularidad radica en el tipo de tareas que llevan adelante sus docentes.
- ¿Podrías contarnos algo acerca de eso? Porque hemos escuchado que quienes cursan, hablan de su “tutor”. ¿Quiénes son tutores y qué tarea realizan?
Cómo te decía, el equipo está compuesto por docentes de las distintas carreras. Cada “área” cuenta con un/a profesor/a adjunto/a a cargo, asistentes y adscripto/as, ello según la población estudiantil en cada caso. Es decir, cada estudiante cuenta con un/a docente “tutor/a especializado/a en la enseñanza de las letras, la historia, la filosofía, las ciencias de la educación, que realiza tareas de acompañamiento antes, durante y después de la instancia que solemos llamar práctica en sí o práctica intensiva la que consiste en asumir el “dictado” de determinadas clases según la propuesta programática del espacio disciplinar.
El docente-tutor realiza actividades de acompañamiento en esta experiencia tan compleja en sí y al mismo tiempo tan significativa para nuestrxs estudiantes, como es la de insertarse en una institución, comprender lo que pasa en un aula, elaborar una propuesta de enseñanza, llevarla a cabo, enseñar a otrxs estudiantes, evaluarlxs, etc. En nuestra perspectiva, una experiencia tan compleja como esta inevitablemente necesita de un acompañamiento de ese tipo, un acompañamiento personalizado, que le otorga a la cátedra una fisonomía diferente. Es importante explicar que previo al ingreso del alumnx-residente, el equipo de cátedra selecciona instituciones a las que llamamos asociadas. Lxs residentes se desempeñarán en determinado curso y asignatura ya sea de nivel superior no universitario, como de nivel secundario o de educación de adultos; también hemos llevado a cabo algunas experiencias en el PUC.
Cada tutor/a además de asesorar en el armado de la propuesta de enseñanza, ya sea de lengua o literatura, de filosofía, de historia o de ciencias de la educación, está presente y acompaña a sus residentes en cada clase, realiza un registro de corte etnográfico y genera luego espacios de análisis y reflexión con ellxs.
- ¿Qué otras alternativas además de la que describís, podrían pensarse en relación a la instancia de práctica en la formación docente?
Es interesante tu pregunta. Probablemente lo tenemos tan naturalizado que no resulte para la mayoría una característica a destacar. Sin embargo, da cuenta de la necesidad de aggiornar/adecuar los planes de estudio de los profesorados, universitarios en general y de nuestra Facultad en particular, a los lineamientos del CIN que proponen un “trayecto de práctica” desde primer año y establece que la duración de los profesorados sea de cuatro años. La idea de que la práctica sea un trayecto y no una sola materia al final habla de una perspectiva en la formación docente donde la escuela y la enseñanza forman parte de toda la experiencia formativa de los futuros profesores. Así se realiza ya en los Institutos Superiores de Formación Docente y profesorados universitarios, y también la Facultad de Artes lo ha incorporado en sus nuevos planes de estudio; además, el trayecto de prácticas también está previsto en los diseños de las carreras de profesorado de Geografía que está en su fase definitiva de aprobación, y muy probablemente en los planes de profesorados que a futuro se desarrollen y aprueben.
Destaco el esfuerzo que está haciendo la Facultad en ese sentido para institucionalizar el trayecto de prácticas en todos sus profesorados al comprender que de no existir un trayecto extendido durante toda la formación inicial de los futuros profesores no sólo se debilita su formación sino que también se complejiza más aún el único proceso de prácticas y residencias, tanto para docentes como para estudiantes. Efectivamente, si la residencia y la práctica no se constituyen en un trayecto formativo, los estudiantes seguirían teniendo una sola y única experiencia de ingresar a una institución “real” del sistema educativo, de comprenderla, de habitarla y “vivirla”, ahora “con ojos de profesor/a”. Es muy complejo –hasta contraproducente, podría decir- formar docentes que no conozcan ni vivan lo mejor y más posible las instituciones donde finalmente se llevará a cabo su labor profesional; es por eso que nos encontramos en la necesidad de fortalecer y profundizar las instancias formativas de prácticas previas a los efectos de que lxs estudiantes cuenten con algunas herramientas teóricas y metodológicas imprescindibles para ello.
- Entiendo por lo que señalás, que sin actividad presencial en las escuelas durante el año 2020 debió haberles planteado más de un dilema…
En efecto, fue particularmente complejo para nosotros ya que implementar muchas de las opciones que imaginábamos, no dependía solo de nosotros; el formato escolar tradicional estaba estallado centralmente en su característica medular, que es la “presencialidad”. Imaginate que las escuelas de todo el país estaban cerradas y ello tocaba en el centro de nuestra propuesta: la inserción y las prácticas en contextos escolares que no son los universitarios. Nos preguntábamos cómo concretar una propuesta de formación que reemplazara esa idea fuerza que opera en nosotros y que solemos sintetizar diciendo que “hay que poner el cuerpo”, estar ahí al calor del aula con los y las estudiantes… vivir ese “hacerse presente”… Todo eso llevó a rediseñar nuestra propuesta de trabajo, a diversificar las opciones para que los estudiantes tengan una experiencia profesional significativa y para que, al mismo tiempo, puedan continuar sus carreras; de no ser así, nuestrxs estudiantes no hubieran podido concretar su experiencia de práctica ni terminar sus carreras en 2020.
La inclusión y la permanencia de nuestrxs futurxs egresadxs fue el motor de nuestras acciones: crear alternativas de prácticas, sumar esfuerzos para contener opciones diferentes de trabajo, atender las posibilidades de los propios practicantes en un año tan especial como fue el 2020. Siempre tuvimos clara conciencia de la importancia para nuestros estudiantes, quienes en una gran mayoría, se reciben con esta materia, de garantizarles esa posibilidad. Y desde allí, de algún modo, iniciamos un proceso de “reinvención” del dispositivo formativo y de nosotros mismos, por cierto. En esa dirección y sobre la base de acuerdos generales consensuados se implementaron formas alternativas; según el área, se optó por conformar subgrupos por nivel y realizar presentaciones de sus propuestas al tutor y a sus compañeros, se generaron ateneos en los cuales cada residente seleccionó un segmento de una de sus clases y concretó su implementación con compañeros y docentes quienes asumieron una posición de estudiantes o bien se elaboraron cuadernillos de actividades didácticas destinados a estudiantes no universitarios.
- ¿Y a futuro, qué?
Contestaría tu pregunta en dos planos, uno al interior de nuestra Cátedra y el otro más institucional, para nada escindido uno de otro. Respecto del primero estamos ya trabajando en nuevas adecuaciones de cara a lo que se viene en 2021 y en la intención de hacer del actual contexto no un impedimento sino por el contrario una oportunidad para repensarnos. Respecto de lo institucional, y esto lo asumo personalmente como Coordinadora General, creo que como colectivo comprometido con la formación docente -y nuestra Facultad se caracteriza por ello- tenemos por delante la responsabilidad, si queremos estar a la altura de las actuales propuestas de formación docente -en nuestro país y en el mundo- y yo diría más temprano que tarde, de asumir un conjunto de decisiones y de implementar cambios sustantivos respecto del trayecto de práctica en particular y de la oferta de profesorados en general. Hemos avanzado, como te comenté, con la creación del Profesorado en Geografía y con los nuevos que se desarrollen e implementen, para hacer realidad esta propuesta de un trayecto de prácticas que se mantenga a lo largo de toda la formación de lxs profesorxs, desde el inicio al final y en un proceso de intensificación progresiva. También hay que contar que desde 2019 venimos implementando un espacio por ahora de carácter optativo, que llevan adelante nuestras colegas de la cátedra del “área de Psicología”, que luego será dado por equivalencia para los nuevos planes de profesorados, y que se correspondería, respecto de los contenidos que allí se abordan, con una Práctica I o práctica inicial. En rigor a la verdad, ésta fue una idea, a mi modo de ver muy lúcida, de Juan Pablo Abratte quien ya desde su lugar de Secretario Académico, y diría de mucho antes, era consciente de la necesidad de ocuparse del tema de los profesorados, tanto así que formó parte de la plataforma de su gestión y sigue formando parte de esa plataforma. A ese seminario optativo lo llamamos “Prácticas Docentes: Tramas y recorridos”. En este seminario se inicia un proceso de formación que mantiene como eje estructurante la reflexión acerca de la figura del docente, la construcción de su identidad, las particularidades de su oficio en torno a la producción de conocimiento, el vínculo con otres, siempre situado en contextos históricos sociales políticos determinados. Comienza de este modo un recorrido que incluye la biografía escolar y la mirada hacia la propia subjetividad, que sería pertinente, urgente y deseable continuarlo en los sucesivos espacios de Prácticas de los profesorados, incluyendo gradualmente los múltiples planos que toda práctica docente y de la enseñanza implican.
- ¿Algo más que quieras compartir?
Sí, me gustaría destacar tres cuestiones. Por una parte, señalar que los espacios de prácticas son espacios donde se recuperan, articulan, sintetizan múltiples perspectivas, saberes y conocimientos de carácter transversal, algunos de los cuales formaron parte del trayecto formativo de nuestrxs estudiantes, pero que en esta instancia son redimensionados junto a nuevos saberes que se ponen en juego en ella. Por otra parte, que todo el dispositivo que te conté anteriormente (los tutores especializados en distintas áreas, el trabajo con instituciones educativas, el seguimiento y acompañamiento personalizado, etc.) suponen no solo un esfuerzo singular de todos los integrantes de la cátedra (esfuerzo que se traduce en dedicación y horas de trabajo no solo con nuestrxs estudiantes sino también con otrxs actores), sino también una revalorización del trabajo de la enseñanza y de la formación específica de nuestrxs estudiantes como profesorxs.
Otra cuestión a destacar es que formar docentes siempre implica una apuesta ética y política muy fuerte, y en relación a ello procuramos firmemente habilitar experiencias potentes para la construcción de conocimientos contemporáneos que, entendemos, requiere la formación de un docente intelectual crítico, transformador y comprometido con su época.
Imagen de portada: Reunión del equipo de cátedra antes de la pandemia.