Historia, Mujeres y Archivos: nuevos desafíos teórico metodológicos

15123337_1423890340969511_2046360452416450732_oLa FFyH junto a otras universidades públicas del país trabajan sobre nuevas líneas de investigación que buscan recuperar los saberes femeninos en archivos organizados con criterios “androcéntricos”, además de poner al alcance de la sociedad los documentos, registros y las fuentes de información propias que tienen las mujeres. Jaqueline Vassallo, docente de la Escuela de Archivología e investigadora del CONICET, cuenta los avances sobre una labor interdisciplinaria que crece al ritmo de las temáticas de género.

Hace varias décadas, el desarrollo de los estudios de historia de/con mujeres y de género significó la aparición de nuevas perspectivas desde las cuales mirar las disciplinas, que obligó a revisitar, releer y re interpretar las fuentes documentales y bibliográficas.

Sin lugar a dudas, la relación que une a los historiadores e historiadoras con las fuentes es indiscutible, ya que no sólo es imposible trabajar sin contar con ellas, sino que muchas veces se convierten en obsesiones y desvelos.

Para las historiadoras preocupadas en rastrear a las mujeres en el pasado, las fuentes siempre resultaron un problema, cuando se las hallaba o cuando no había registros ni menciones. Si ellas están o no registradas en los documentos albergados en los archivos estatales, siempre hay algo que necesitamos explicar, hay relaciones de poder que indagar, hay sujetos que detectar y relaciones sociales e instancias que habilitar.

Algunas ausencias en los documentos oficiales podrían justificarse en la forma en que están organizados los archivos estatales, puesto que los asuntos de Estado prevalecen en sus ejes organizativos, y son justamente aquéllos de los que las mujeres estuvieron fuera durante largos años.

En esta dirección hay historiadoras feministas que afirman que los archivos públicos oficiales fueron organizados con criterios androcéntricos, tal como existió una escritura androcéntrica de la Historia.

Hace unos años, la historiadora Michelle Perrot, en su obra Mi historia de las Mujeres,  reflexionó sobre el desafío que supuso encontrar los registros, las voces de las mujeres y perforar los estereotipos en documentos mayormente producidos por varones.

De esta forma, la mentora de la historia de las mujeres en Francia planteó por escrito lo que generalmente conversamos y problematizamos junto a colegas, pero que nunca mencionamos en nuestros escritos académicos. Es decir, dio un paso más allá del aludido “silencio de las fuentes”, que supone la destrucción de documentos  producidos por mujeres o referidos a ellas por parte de sus propias autoras o por terceros. Y se refirió a las deficitarias condiciones de acceso a los archivos privados que pudieron ser conservados de manera aleatoria por familiares o particulares interesados. También cuestionó las políticas selectivas de admisión de documentos referidos a mujeres o archivos personales, en los archivos públicos de su país.

Sabemos que en muchos casos, las huellas de las mujeres suelen ser difusas y hasta invisibles ya que sus archivos personales se han mantenido tradicionalmente en la esfera privada, sin formar parte de sistemas archivísticos de consulta pública. Al depender del interés y los recursos de particulares y familiares para su conservación, los fondos suelen ser cercenados por lo que en muchos casos nos encontramos con archivos fragmentarios, dispersos y de difícil acceso.

Todas estas reflexiones llevaron a las feministas académicas a diseñar desde hace algunos años, nuevos recursos metodológicos, estrategias de conservación, de acceso y difusión de fuentes de información relacionadas con o sobre mujeres. Fue así como se crearon archivos, bibliotecas y centros de documentación especializados, como también se produjeron diversos instrumentos para recuperar la información y allanar las búsquedas en las unidades de información.

Entre los archivos más representativos, podemos mencionar los Archivos del feminismo (CAF) de Francia, en donde se albergan documentos relacionados con figuras destacadas del Antiguo Régimen, así como archivos personales de feministas que transitaron los siglos XIX y XX.

También conviene citar la Red de Centros de Documentación y Bibliotecas de Mujeres de España, en un país donde el sufragismo había fundado en Barcelona la Biblioteca de la Dona a principios del siglo XX, una de las primeras bibliotecas europeas “de” y “para” mujeres.

En Argentina, aunque se produjo una eclosión de investigaciones sobre historia de/con las mujeres y estudios de género a partir de los años 90 -que con el tiempo llegaron a institucionalizarse en la mayoría de las universidades públicas-, las reflexiones en torno a las fuentes documentales, su ordenamiento y conservación se iniciaron hace unos pocos años. La falta, escasez o inexistencia de las mismas habitualmente se manifiestan en alguna nota al pie, o ni siquiera se mencionan abiertamente en los estudios.

Género y documentación en la FFyH

Es por ello que desde la Facultad de Filosofía y Humanidades, venimos trabajando desde hace unos años un grupo de egresadas y docentes de la Escuela de Archivología en la reflexión sobre esta nueva línea de investigación: “Genero y documentación”, en el rescate y organización del archivo personal de la poeta y docente Malvina Rosa Quiroga, la primera egresada de la carrera de Filosofía de nuestra Facultad. Así como hemos organizado junto a colegas de la Universidad Nacional de Rosario y de la Universidad Nacional del Centro las III Jornadas sobre Historia, Mujeres y Archivo en el mes de octubre de 2016, en las que, numerosos expositores de diversas instituciones de todo el país se dieron cita para profundizar el intercambio y consolidar el espacio.

La gran cantidad de trabajos presentados resultó ser una clara muestra de la profusión de investigaciones emanadas de esta línea que, con perspectiva interdisciplinaria, preocupados por diferentes problemas y situados en recortes temporo espaciales disímiles, interrogan las dificultades y posibilidades de los archivos para hacer una historia de/con mujeres.

Como ha señalado la investigadora granadina Ana María Muñoz Muñoz, la existencia de las unidades de información y documentación sobre mujeres genera conocimiento y reviste de autoridad el conocimiento elaborado por y sobre las mujeres. Como organizaciones legitimadoras y difusoras de la actividad que desarrollan, contribuyen a visibilizar los saberes femeninos y a romper con el silencio en torno a las mujeres.

En la actualidad, a través del contacto, la cooperación y las redes que las tecnologías de la comunicación permiten y facilitan, más las alianzas personales que se tejen, debemos seguir trabajando por empoderar a las mujeres, por reforzar su situación a través de la información, y por mantener viva su/nuestra historia poniendo al alcance de la sociedad sus documentos, sus archivos y, en definitiva, sus fuentes de información propias.

Jaqueline Vassallo

Profesora titular de la Escuela de Archivología e Investigadora Independiente del CONICET.

Fotografía: Archivo General de la Nación Argentina

2 comentarios

  1. Considero oportuno felicitar la realizacion de este trabajo investigativo y asi poder brindar dicho aporte social, ya que es en la praxis donde se genera la libertad totalizadora de la experiencia en este caso de la mujer como simbolo de lucha por su identidad, respeto e igualdad.

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