La Reforma Universitaria en disputa

El 25 y 26 de agosto, en el Pabellón Venezuela de la FFyH, el Sitio de la Memoria La Perla y barrio Alberdi, estudiantes y docentes de Córdoba, Río Cuarto, Villa María, La Plata y Perú, compartieron paneles y recorridos por lugares emblemáticos de la ciudad, con la idea de iniciar un debate que el año próximo, cuando se cumpla un siglo de un hecho fundamental en la historia latinoamericana, la Reforma no se reduzca a una simple conmemoración, si no que atraviese los distintos planos de esta universidad, de otras instituciones del continente y aborde las huellas y los caminos que dejó y abrió en otros actores de la vida política y social de nuestro tiempo.

La apuesta se llamó “99” y tuvo un objetivo: disputar el sentido de la Reforma de 1918 en un contexto político de avanzada neoliberal, ataque a la educación pública en general -y la universitaria en particular-, en el cual el legado de aquel hecho histórico será terreno de disputa política e ideológica, dentro y fuera de esta universidad cuando en junio del año próximo se cumplan cien años de la gesta de Deodoro Roca y compañía. “Tenemos que repensar la Reforma, reactualizarla frente a los nuevos desafíos que enfrenta la universidad, resignificar su legado, porque tanto la reforma política aprobada sin consensos el año pasado en la UNC, como la reforma académica que se busca implementar, van a contramano del ideario reformista. Por eso, lo que hoy estamos abriendo en este auditorio de la Facultad de Filosofía y Humanidades, es el inicio de un debate que no solo se dará en Argentina, sino en la región”, lanzó entusiasmado el Decano, Juan Pablo Abratte, en la apertura de las jornadas que entre el viernes 25 de agosto y el sábado 26 reunió a estudiantes, docentes, militantes políticos, sociales y público general que llegaron desde Perú, La Plata, Río Cuarto, Villa María y el conurbano bonaerense.

Un recorrido por el Sitio de Memoria de La Perla fue el comienzo de un viaje por la historia de un hecho trascendental, emblemático para esta ciudad y América Latina, que habilita múltiples lecturas y abordajes. Las más conservadoras circunscritas a las transformaciones académicas y organizativas que la Reforma produjo en la vida universitaria, las más ambiciosas o progresistas a los surcos que abrieron en el campo político y social.

Bajo este último ideario, dirigentes de las Federaciones estudiantiles de las universidades de Córdoba (UNC), La Plata, Río Cuarto, Villa María y San Marcos de Perú, dijeron lo suyo con el eje puesto en la “militancia” y la “unidad latinoamericana” como alternativa a los proyectos neoliberales en danza, y cedieron la palabra al primer panel de la jornada, integrado por Eduardo Rinsesi, profesor y ex Rector de la Universidad Nacional de General Sarmiento, Flavia Dezzutto, Vice decana de la FFyH, y Ada Gallegos, Directora Ejecutiva de la Asociación de Universidades del Perú. Minutos antes de que arrancara el panel, y luego de la presentación general de Virginia Carranza, de la FFyH, Sandra Mutal, integrante de la conducción de ADIUC, saludó la actividad, y el profesor Daniel Saur presentó a Iñigo Errejón, dirigente de PODEMOS (España), quien a través de un video envió un mensaje grabado a los estudiantes ante la imposibilidad de estar presente en Córdoba por motivos de agenda.

El “derecho a la universidad”, un desafío pendiente

En un Auditorio ávido por discutir, Rinesi celebró que se habilitara la discusión sobre la Reforma un año antes, y desarrolló una famosa conferencia de Max Weber ante sus estudiantes en la Alemania de 1917. Luego sostuvo que hablar de aquellas jornadas un siglo después “es pensar la democracia y reflexionar sobre el concepto de la libertad. La democracia como derechos, y en ese marco la universidad como un derecho universal, que garantice un ingreso irrestricto y gratuito”. Con el estilo provocador y disruptivo que lo caracteriza, rescató la Conferencia Regional de Educación Superior en América Latina y El Caribe, realizada en 2008 en Cartagena de Indias, Colombia, porque el año que viene, en coincidencia con los festejos de la Reforma, Córdoba será sede de una segunda conferencia. Crítico con los docentes “que se preocupan más por papers que por dar clases a sus alumnos”, Rinesi planteó la discusión sobre el concepto de derechos: “Un derecho es real cuando se cumple lo que la ley reconoce como tal. Ahora, lo que existe entre el ser y el deber ser de los derechos es la política, que el actual gobierno nacional busca erradicar de nuestras vidas”.

A Rinesi lo siguió Gallegos, quien resaltó la importancia e influencia que tuvo y tienen los hechos de Córdoba en el Perú. En una panorámica sobre la educación superior en América Latina, planteó la tensión entre los aportes de la Reforma y los diferentes gobiernos tiránicos que asolaron ese país, y cómo los pocos gobiernos reformistas buscaron implementar las conquistas reformistas: autonomía universitaria, libertad de cátedra e incorporación de las clases populares en las aulas. Rescató las figuras de Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui, y sus vínculos con las ideas reformistas, aunque advirtió que “hoy las universidades son grandes colegios públicos, no hay vida universitaria, es más, les exigen una nueva licencia universitaria y están muy condicionadas por lo económico”. En un escenario regional complejo en lo político, Gallegos destacó que “se nos viene la aniquilación de la universidad pública, el gobierno controla hasta los planes de estudio, todo, por eso necesitamos una América Latina unida para hacer frente a estos desafíos”.

El panel cerró con Dezzutto, quien eligió pivotear sobre la idea de “hermandad” e “igualdad” para hacer “honor a la Reforma”. “Es importante pensar qué obligaciones tenemos con nuestros pueblos, y abordar la desigualdad que existe en la representación de los claustros universitarios, tanto entre los docentes, como en los no docentes, porque a cien años de aquello la desigualdad es escandalosa”.

Con años de militancia barrial, la Vicedecana de la FFyH habló de un “conservadurismo emancipatorio” que haga realidad e incorpore en la universidad los “saberes minoritarios”, ponga en marcha “prácticas revolucionarias” y se pregunte “para qué la Reforma”. “Hoy tenemos el desafío de construir una universidad feminista, que cree las condiciones teóricas y prácticas para ese horizonte utópico, y aborde el tema del racismo, porque es urgente el reconocimiento de una igualdad sustantiva a todas las personas. Que sea real la igualdad de géneros y la de los pueblos originarios”.

Hacia una segunda Reforma

La jornada del sábado arrancó intensa, con recorridos por sitios emblemáticos de la Reforma y otros hitos populares que trascendieron las fronteras de Córdoba, como el Cordobazo. Guidados por la Multisectorial de vecinos “Defendamos Alberti”, la delegación argentino-peruana recorrió el teatro La Piojera, la esquina de Chubut y Santa Rosa, el Hospital de Clínicas, el Pasaje Aguaducho, el Museo Casa de la Reforma, donde los vecinos relataron  historias y lugares que son testimonio de lucha y reivindicaciones por una sociedad más justa e igualitaria, para culminar con un almuerzo y charla en el Club Belgrano, donde Daniel Alvarado revivió la toma de la cervecería Córdoba en los años 90, una movida que aunque no impidió la venta del predio para hacer torres de viviendas y locales comerciales, logró que se conservara una parte importante de la arquitectura y fisonomía del lugar.

El cierre del evento llegó en la siesta-tarde del sábado, con una mesa que buscaba abrir las puertas a una nueva discusión, y lo logró, porque el público se prendió a un debate intenso, que tuvo cruces muy enriquecedores para pensar lo que viene. “Hacia una segunda reforma: movimientos populares y universidad”, fue el eje propuesto para que Juan Grabois, del Movimiento de Trabajadores Excluidos, y Diego Tatián, ex Decano de la FFyH, pudieran plantear la tensión entre dos universos históricamente antagónicos. “El desafío es producir hechos novedosos adentro y afuera de la universidad, que ha estado siempre lejos de los sectores populares, porque siempre ha sido oligárquica. La universidad siempre reprodujo la ideología de la clase dominante”, desafió Tatián apenas tomó el micrófono.

Conocedor profundo de la historia y los personajes reformistas, valoró “tener una memoria de la Reforma, que sirva para revitalizar el presente, porque estamos transitando una profunda Contrareforma”. Sin anestesia, el filósofo trazó un paralelo con la universidad actual: “Al revés de lo que planteaba Deodoro, hoy quizás todas las universidades sean empresas. Hay una conversión de un bien común, como la educación, en un negocio, y la manera de hacerlo es el Plan Bologna, que básicamente busca reducir la formación de grado de 5 a 3 años, que los posgrados sean carísimos y bancarizar la universidad, además de crear Consejos Sociales Consultivos con CEOS de las multinacionales que intervienen los planes de estudio. En fin, ser proveedores de insumos para el capitalismo”. Sin embargo, Tatián resaltó que “la temporalidad pedagógica no es el tiempo de la temporalidad de la mercancía”.

Es más, el ex Decano alertó de un “progresismo reaccionario”, que “liquida la memoria, expulsa a los sectores populares y prescinde de la historia, porque lo que busca es que nada nuevo pueda surgir, es la perpetuación de lo mismo. Y la Reforma del 18 fue un acontecimiento, algo no previsto, un hueco sobre lo que estaba dado”.

La Reforma como revolución social

De entrada, por el eje del panel y los disertantes, la propuesta invitaba al intercambio de ideas y análisis. Y Tatián lo entendió a la perfección: “Hay una disputa por la Reforma, una reforma de derecha y otra de izquierda. Desde una visión de izquierda la Reforma fue un proyecto de revolución social, mientras que para la derecha solo una reforma pedagógica”. Y para argumentarlo el profesor narró algunos acontecimientos que ocurrieron antes, durante y después de junio del 18: “La Federación Obrera banca la toma de los estudiantes, les llevan comida, los protegen. Se producen cruces entre los estudiantes y los trabajadores. Por eso hay una hilo conductor entre Deodoro, Mariátegui, Haya de la Torre y Aricó, que buscaron poner el conocimiento al servicio de la liberación”.

Plantear a la Reforma como un hecho meramente pedagógico, sin enfocarse en su impacto social y político, es la línea que defiende la actual conducción de la UNC, y las agrupaciones estudiantiles que son parte. Pero Tatián aporta datos que confirman los vínculos estudiantiles-obreros: En 1916 aparece la Asociación Córdoba Libre, y en 1917  la Universidad Popular-Sindical, en la que Arturo Orgaz fue su director”. Por eso, para él, hay una continuidad que recorre este último siglo, y que se desparrama por todo el continente: «El legado de la Reforma es Chávez, Lula, Evo, Correa y Néstor Kirchner».

La pelota que Tatián dejó picando, la tomó de lleno Juan Grabois, uno de los dirigentes jóvenes surgidos al calor de la lucha y los reclamos de los trabajadores no sindicalizados, el eslabón más débil de este capitalismo sin fronteras. Y aunque viene batallando desde 2002 por los derechos de los laburantes que están fuera de toda protección gremial y estatal, Grabois se hizo masivo en este último tiempo, fundamentalmente por su vínculo con el Papa Francisco, y por sus sólidas intervenciones en los medios más concentrados, la más difundida la que sostuvo al aire con Jorge Lanata en Radio Mitre, cuando el periodista intentó ningunearlo con el caso de “el Polaquito”, un niño de once años que fue filmado por su programa PPT, de Canal 13, vulnerando todos los derechos que la ley nacional e internacional establece para el tratamiento mediático de niños y jóvenes. Con esos pergaminos, el invitado ratificó que lo políticamente correcto no es lo suyo: “Yo voy a hacer de abogado del diablo”, anunció un Grabois de jogging gastado, remera con varias batallas encima y pelo largo algo desprolijo aunque recogido. “Hay un desencuentro entre la cultura ilustrada y la cultura popular, lo popular tiene mística, emoción, religiosidad. No sé si en la universidad se estudia el gauchito gil, pero en las villas está lleno de altares con el gauchito gil, y eso es lo popular”.

De manera pausada, casi pensando cada palabra que salía de su boca, resaltó que “lo que une lo popular con lo universitario es el movimiento estudiantil, y esa unión es importante para hacer frente a este nuevo oscurantismo, que es la cultura tecnocrática, el paradigma estupidizante que se impone desde el poder”.

Con quince años de trabajo y militancia en las villas de emergencia y los sectores más castigados de ciudad de Buenos Aires y el sur del conurbano bonaerense, el secretario de formación del MTE se detuvo en un concepto que sobrevoló todo el evento, y que fue defendido a capa y espada ante la amenaza privatizadora de la universidad: “Habría que discutir de qué se trata la gratuidad en la universidad, porque yo soy profesor de Teoría del Estado en la Facultad de Derecho de la UBA desde hace diez años, y no veo que accedan los sectores populares. Es más, la villa 31 está a una cuadra y media de la Facultad y saben cuántos alumnos tuve de la villa, ninguno. Entonces, sí, es gratis, pero los pibes de la villa no llegan igual”, desafió Grabois.

Sin muchas vueltas ni preocupaciones por agradar a un público que se prendería al debate con entusiasmo, quien es el líder más mediático de los trabajadores de la economía popular propuso un nuevo contrato entre universitarios y sectores populares: “No hay una conciencia de devolver algo a los sectores más vulnerables, que lo necesitan, necesitan el saber técnico y profesional de la universidad, pero eso no está, cuando se reciben y se van de la universidad, esas personas se olvidan”. Es más, el disertante lo planteó con crudeza: “Creo que hay una deuda de la universidad con estos sectores”, definición que habilitó un acalorado debate después del panel.

De todas maneras, el referente social insistió en que es importante construir un vínculo, pero desde un punto de vista diferente al concepto clásico de la Extensión, y sí más ligado al que viene desarrollando la FFyH desde hace varios años: “La relación entre la cultura iluminista –y no lo digo peyorativamente, porque yo también provengo de ahí- no debe ser paternalista, sino buscar una síntesis que permita crear un nuevo bloque histórico para hacer frente a este nuevo oscurantismo tecnocrático que nos gobierna”.
No falta tanto para 1918, y la discusión sobre la Reforma está sobre la mesa y empieza a tomar temperatura.

Texto: Camilo Ratti

Fotos: Irina Morán