Socióloga e investigadora de larga trayectoria en el ámbito nacional e internacional, Elizabeth Jelin es una referencia ineludible en temáticas de derechos humanos, represión política, género y movimientos sociales. Participó junto a Ludmila Da Silva Catela del II Seminario Internacional “Memorias políticas desde una perspectiva latinoamericana”, y en entre varios conceptos señala que “las memorias son un campo de luchas y disputas por el sentido que le damos al pasado”.
“Las memorias son presente y tienen que ver con el sentido que le damos al pasado, pero siempre ese sentido, cuando estamos hablando de memorias sociales, de memorias públicas, es en función de un futuro, de un horizonte de futuro. Por eso lo interesante del tema es que se juntan pasado, presente y futuro en un mismo momento”, explica Elizabeth Jelin, socióloga, referencia ineludible a la hora de hablar de memoria, derechos humanos, represión política, género y movimientos sociales.
En función de esa trayectoria, traducida en libros y otras producciones académicas en Argentina y América Latina, Jelin fue una de las figuras destacadas del II Seminario Internacional “Memorias Políticas desde la perspectiva Latinoamericana”, que se llevó a cabo del 19 al 22 de septiembre en la Facultad de Filosofía y Humanidades. Antes de compartir panel con la antropóloga Ludmila Da Silva Catela en la charla “Memorias ¿para qué? Políticas de Memorias y Democracia en Argentina”, una de las fundadoras del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) dialogó con Alfilo sobre diferentes ejes que giran alrededor de las memorias, que, como ella misma lo destaca, son un campo de disputa permanente.
Si bien la temática empieza a estudiarse después de la segunda guerra mundial, a partir de las heridas que dejó el nazismo y sus campos de exterminio, Jelin señala que para América Latina el campo de estudio del pasado reciente, de conflictos políticos violentos y situaciones límites “se inició alrededor de las dictaduras militares del Cono Sur. Lo cual no quiere decir que no sea importante estudiar y mirar todo el campo de memorias vinculadas con pasados muy anteriores. Por eso podemos hablar, y Ludmila lo dice, de memorias cortas y memorias largas”.
La profundidad y envergadura que desplegaron las dictaduras en América Latina generó que se estudiaran en el mundo las consecuencias de esos crímenes. “Se amplió el campo de trabajo sobre de estos temas, ahora, la discusión filosófica de qué es memoria la podemos llevar atrás hasta los griegos, no es nada nuevo”, aclara Jelin.
Memorias y Derechos Humanos
“Los temas de memoria tienen historia, porque memoria es el sentido que le damos al pasado, entonces, depende de la coyuntura del presente el sentido que le vamos a dar. Qué del pasado vamos a rescatar, qué vamos a silenciar, es parte de la vida y de la historia”, advierte quien se graduó en la UBA y se doctoró en la Universidad de Texas.
Siguiendo su razonamiento de que las memorias no son algo estanco, la intelectual remarca que el campo de estudio cambió a partir del paradigma de los derechos humanos: “Una de las grandes innovaciones en la década del 70 en el mundo fue la prevalencia o la entrada importante de la interpretación de derechos humanos o violaciones a los derechos humanos, porque gente victimizada, activistas desaparecidos, torturados, hubo siempre, pero se lo veía como una lucha política con ganadores y perdedores, no se aplicaba la palabra víctima. Esta noción aparece más que nada cuando se expande el paradigma de los derechos humanos, porque lo que se está buscando son las violaciones a los derechos humanos”.
Políticas públicas
“La mejor manera de pensar la memoria es a través de los juicios, porque está toda la institucionalidad puesta al servicio de terminar con la impunidad”, afirma Jelin, quien traza un recorrido de lo realizado por el Estado nacional desde el 84 a esta parte: la Conadep, el Juicio a las Juntas Militares, Ley de Obediencia y Punto Final, la reparación económica a las víctimas durante el menemismo, la creación del Banco de Datos Genéticos y la reapertura de los juicios en 2003.
Jelin señala también otro aspecto importante que pasó durante el kirchnerismo: “Hubo una apuesta fuerte a políticas de memoria simbólicas, a marcar lugares, poner carteles de ‘Memoria, Verdad y Justicia’, decir acá pasó tal cosa, decidir que el 24 de marzo fuera feriado nacional, que abrió toda una discusión, porque en Chile el 11 de septiembre dejaba de serlo y era una conquista del movimiento de derechos humanos chileno. En fin, esto te muestra la dinámica de este tipo de procesos y las disputas que están por detrás. También la continuación de muchas otras políticas, como la nueva ola de juicios, que tuvo que ver con una decisión de la Corte Suprema, no con el Poder Ejecutivo”. Es oportuno destacar que el Máximo Tribunal fue totalmente renovado durante el gobierno de Néstor Kirchner, incorporando ministros que tenían un compromiso con los derechos humanos, como Eugenio Zaffaroni y Carmen Argibay.
El cambio de gobierno en 2015 tuvo efectos en las políticas de memoria. “El gobierno actual no está embanderado con estas causas”, aclara Jelin. Cuando la Corte Suprema (que ya tenía los dos miembros propuestos por el macrismo), sacó el fallo del 2×1, la sociedad se movilizó masivamente para poner un freno a esa decisión. “El pueblo le habló a la Corte pero también al gobierno”. Por eso, la entrevistada afirma que “las cuestiones del sentido del pasado nunca están resueltas y que siempre hay luchas”. Sin embargo, en algún momento esas miradas se vuelven dominantes “pero no hegemónicas, en el sentido de que se vuelvan sentido común para todos”.
Esto último habilitó a que Jelin analizara el concepto de Terrorismo de Estado como parte del sentido común argentino o si todavía eso está disputa. “El movimiento Memoria Completa, que reivindica la dictadura, existía antes del macrismo y es un paso más que la Teoría de los Dos Demonios, sostienen que la dictadura fue un mal necesario”.
Para la socióloga, en la Argentina hay un sentido común de que sí existió un Terrorismo de Estado: “Hay una aceptación de que hubo una dictadura, aunque algunos la justifiquen, que es el discurso de los militares. También se acepta que se cometieron crímenes. Yo no escuché a nadie negar que hubo desaparecidos. Pueden discutir la cifra, pero nadie va a decir que no hubo desaparecidos. Creo que es difícil encontrar a alguien que niegue esto. Lo que puede ocurrir, y ocurre, es que haya personas que piden que los represores, que están muy viejitos, cumplan su condena en sus casas y no en la cárcel. Lo piden por una cuestión humanitaria, pero sin negar lo que pasó”.
Las violencias hoy
Referente intelectual en investigaciones de género y movimientos sociales, Jelin habló también sobre las violencias que atraviesan hoy a América Latina. “A mí me preocupa muchísimo la desigualdad”. Y traza una relación con los años 70, donde la discusión pasaba por la desigualdad económica, “el coeficiente de Gini”, que mide las diferencias entre ricos y no tan ricos, y pobres. Pero no se ponía el acento sobre otras. “La desigualdad de género era mayor, la desigualdad étnica era mayor”. Y si bien asume que aún persisten muchas dificultades, valora que “ha habido transformaciones en un sentido más igualitario en algunas cuestiones de género y de reconocimiento de los derechos de los pueblos originarios”.
De todas maneras, propone una conceptualización “en clave de desigualdades”, así, en plural. “Desigualdades múltiples, que son interrelacionadas, que no se pueden pensar en países o en naciones, sino en términos globales, porque hoy en día la mayor desigualdad que una puede imaginar es el lugar donde uno nace”.
Por Camilo Ratti
Cámara, sonido y posproducción: Maximiliano Broggi,
Francisco Palomeque y Lisandro Civarolo.