Eduardo Mattio, director del Centro de Investigaciones de la FFyH, habla sobre el uso del lenguaje inclusivo. Las resistencias que genera y su potencialidad para visibilizar la diversidad de géneros y profundizar en la Educación Sexual Integral. “Es un pequeño movimiento que muestra que las cosas no están bien como estaban y que hay otras cosas que hacer con el lenguaje”, afirma.
“Poques diputades que están indecises. Les cuerpes gestantes. Yo entiendo que sea el lenguaje inclusivo, pero hablar bien no cuesta nada –dice Eduardo Feinman, en relación a cómo se expresa Natalia Mira, vicepresidenta del Centro de Estudiantes de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini –. “¿Esto les enseñan en los colegios? Son un mamarracho!”, afirma el periodista, entre indignado e irónico, mirando la cámara.
El video se viralizó, en momentos en que la Cámara de Diputados de la Nación lograba de manera ríspida darle media sanción al proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Es imposible pretender que en los albores del siglo XXI, ante el auge mundial de las luchas feministas, la no discriminación por la diversidad de géneros, la ampliación de derechos y las nuevas formas de relacionarnos, las sociedades modernas no se vean modificadas y que estos cambios no se traduzcan en tensiones y rupturas frente a los usos y las normas convencionales del lenguaje.
Eduardo Mattio es Doctor en Filosofía, docente de la Cátedra Etica I de la Escuela de Filosofía y actual director del Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC. Como un terreno cada vez más fértil, desde hace años, su campo de investigación está vinculado con la filosofía y los estudios de sexualidad, género y lenguaje.
Para Mattio, estas modificaciones que vemos ahora con el uso del lenguaje inclusivo, que comenzaron en un principio “de manera juguetona, seria y hasta coloquial”, desnuda esa necesidad de romper con la preponderancia del masculino neutro.
La decisión de incluir la diversidad de géneros, que en un principio y dentro de lo textual comenzó con el uso del ‘@’ la ‘x’ o el asterisco, y que luego en el lenguaje oral se le otorgó sonoridad con el uso de la ‘e’, se debe principalmente a la necesidad visibilizar lo que quedaba afuera. “El uso del lenguaje inclusivo, incluye”, dice Mattio. “Pone en evidencia aquello que no está presente y que falta”. Además, recuerda que desde hace siglos, dentro del uso convencional del castellano, en sus formas genéricas “han estado ausentes las mujeres, las personas del LGTB (Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales), y muchísimos otros sujetos que no se encontraban nombrados”.
Naturalización & Rechazo
Si el objetivo es incluir ¿Por qué cuesta tanto incorporar una modificación en el lenguaje?
Para Eduardo Mattio existen muchos sectores conservadores, sumamente reactivos a estas modificaciones que, por lo general –como le sucede al periodista Eduardo Feinman–, reaccionan de manera irascible ante estos cambios. Quizás “porque comienzan a percibir que en este pequeño movimiento hay algo del heteropatriarcado que se conmueve. Y entonces, parece que hay que mantener el lenguaje intacto. ¿Cómo si fuese que el lenguaje, en sus usos cotidianos, no está en permanente movimiento? Sin embargo, pese a que el lenguaje siempre está moviéndose, hay sectores sociales que hacen todo lo posible para dejarlo así, como está”.
El aire fresco, la inclusión, la decisión de nombrar aquello que escapa al esquema heteronormativo y binario (hombre/ mujer) irrumpe desde los sectores más jóvenes.
“Los chicos, las chicas y les chiques –como dicen ahora–, lo que están haciendo es quizás una revolución insignificante”, observa Mattio. “Pero son de esos pequeños movimientos que muestran que las cosas no están bien como estaban, y que hay otras cosas que hacer con el lenguaje”.
Son apenas 10 minutos de entrevista. Pero si uno se regala ese tiempo para escuchar las reflexiones de Mattio, logra comprender cómo vulneran, dañan o hieren ciertos usos del lenguaje.
También explica por qué lo que no se nombra se invisibiliza y por lo tanto, pareciera que no existe.
Además, el rol que cumplen los espacios formales, como las Universidades y las Escuelas ante las modificaciones del habla. Y la insistencia en profundizar sobre la Educación Sexual Integral, para entender la relación directa que existe entre el deseo, el placer y lenguaje.
Texto y entrevista: Irina Morán
Cámara: Maximiliano Broggi
Edición audiovisual: Francisco Palomeque y Lisandro Civarolo