“Los indios montoneros. Un desierto rebelde para la nación argentina (Guanacache, siglos XVIII-XX)”, es el título del último libro de Diego Escolar, quien presentó esta valiosa investigación sobre los Huarpes en el marco de las Jornadas ConHistoria #3 que organizaron la Escuela de Historia, el Doctorado en Historia y el Área de Historia del CIFFyH de la Facultad de Filosofía y Humanidades. Mientras se desarrolla el Tercer Malón por la Paz que de Jujuy a Buenos Aires irá reuniendo a las comunidades originarias para resistir la reforma constitucional del gobernador Gerardo Morales, este investigador del Conicet aborda la problemática indígena de Cuyo y adelanta que trabaja en un nuevo libro sobre los mapuches.
“Mirá, tenes que ver esto, es muy importante para nosotros. Me lo dejó mi padre, ahí está toda la historia nuestra, ahí se muestra porqué la tierra siempre fue de los Huarpes”.
Diez años después de investigar la historia cultural, política y ambiental de la etnia que la historiografía y antropología nacionales decretaban extinguida desde hace 300 años, en la última etapa colonial, Diego Escolar encontraba el tesoro escondido. Inquieto, curioso, expectante, el profesor de antropología social y cultural de la Universidad Nacional de Cuyo e investigador del Conicet recibía documentación inédita sobre este pueblo indígena del centro de Cuyo, protagonista de las luchas federales en el siglo XIX junto a los caudillos que resistían el centralismo porteño y la conformación del Estado Nacional que intentó borrar a sangre y fuego la presencia de los pueblos indígenas en la flamante nación europeizada que emergía luego de casi 70 años de guerras civiles.
Sin comprender lo que significaban esos papeles resquebrajados y amarillentos por el paso del tiempo, Escolar se topaba con pruebas irrefutables que complementaban el trabajo de etnografía e historia oral que venía realizando a lo largo de los años. “Me muestran una bolsa con papeles que estaban en un rincón de un mueble tirado de un rancho lleno de polvo, en medio del desierto. Yo hacía diez años que trabajaba con ellos”.
- O sea, recién a los diez años sintieron la confianza para entregarte documentación que a priori parecía clave para ellos.
Sí sí, claro, me muestran eso y eran unos papeles rotos, amarillos y cuando empiezo a ver, después de muchos años de reconstruir hojas rotas, empecé a transcribir y descubro que eran un compendio de juicios de papeles reales, de declaraciones, hechos en distintas épocas por las tierras de Guanacache. Estamos hablando de documentos que van desde el siglo XVIII hasta principios del siglo XX, aunque la mayor parte llegaban hasta 1830, siglo XIX. En esos papeles se advierte la defensa de la tierra que hacen identificándose como indios contra terratenientes, y toda su argumentación se afirmaba en que esas tierras les pertenecían porque la Corona Española se las había reconocido, pero en la época criolla los terratenientes se las querían sacar. Había testamentos de caciques de 1713, un juicio de un Protector de Indios que se nombraba como abogado defensor, esto ya en 1830, plena etapa republicana. En esos documentos se expresa cómo los Huarpes solicitaban el Protector y el entonces gobierno de Mendoza lo nombraba, una cosa anómala, y están los alegatos del Defensor. Todo en base a que eran indios, que les daba derechos sobre esas tierras. Dicha argumentación estaba, como también la del Fiscal que lo impugnaba porque sostenía que era demasiada tierra para tan poca gente, lo mismo que se dice ahora con las comunidades originarias de las distintas provincias. También hay un decreto del gobierno de Mendoza que les reconoce las tierras de Guanacache, y están los límites que defendían. Bueno, nada de esto había sido nunca investigado ni publicado por ningún investigador de la región, jamás. Sin embargo, ahí hay toda una historia de lucha judicial por la tierra en el centro de Cuyo por territorios que llegaban hasta el 1900. A partir de esos papeles también empiezo a ver que otras familias también tenían papeles, archivos personales, historia de la comunidad, algunos me los muestran y a otros llego por indicios, porque no me los muestran. Así fui reconstruyendo que eran los mismos documentos, copiados a mano por sus ancestros para que no desaparecieran, para que no se los roben en los tribunales o los soldados en alguna guerra. Pensemos que durante el siglo XIX hubo 70 años de guerra civiles, incluyendo principalmente la sublevación del Chacho Peñaloza, donde estas tierras de los Huarpes habían sido un epicentro de reclutamiento de tropas de los federales. Y acá es importante destacar que esta gente había mantenido una relación autónoma con los gobiernos provinciales, es decir, lo que se conocía como las Lagunas de Guanacache, en el centro de Cuyo, en los límites de Mendoza y San Juan, eran un reducto al que no entraba nadie, era difícil, se perdían en los montes y las lagunas.
- ¿Funcionaba como un territorio indígena autónomo?
Estaba esa dualidad, porque aparecían documentos del gobierno de Mendoza, pero en esas tierras había autoridades nombradas por ellos, o sea, diría que eran casi autónomas, totalmente indígena y campesina. Lo que este libro cuenta es la historia de todo ese proceso de autonomía y lucha por la tierra, judicialmente y militarmente, porque hubo rebeliones, hasta 1875 o 1878, o sea, hasta muy tarde. Los últimos caudillos federales y locales eran indígenas de acá, como Santo Guayama, soldado del Chacho Peñaloza y lugarteniente de Felipe Varela, que después siguió en esta zona. Yo rastreo eso y cómo era la incidencia en la política local. Rastreo la historia indígena de la argentina criolla. Cómo, muchos de los considerados gauchos de las montoneras eran o se movilizaban por su tradición y lucha indígena, por sus tierras, cosas que la historiografía nacional nunca reconoció, porque decían que los gauchos eran llevados por caudillos estancieros sin motivos propios, solo carne de cañón, sin tradición política propia. Pero no fue así, tenían una tradición popular ligada a su ascendencia indígena que se va continuando en liderazgos que se van pasando los papeles, documentos que van presentando a la justicia en función del contexto político, cuando no daba, los escondían. Así, 150/200 años, y este libro reconstruye la historia de ellos y la historia política regional muy en detalle. La historia nacional desde una mirada gaucha e indígena. Historia de los indígenas que se está descubriendo en Córdoba y en otras provincias pero más hacia acá en el tiempo, encontrándose pruebas sobre la lucha por la tierra y no solo sobre ellas.
Negación histórica
Como su autor lo cuenta, “Los indios montoneros. Un desierto rebelde para la nación argentina (Guanacache, siglos XVIII-XX)” es el fruto de años de trabajo sobre la historia política, territorial y ambiental de los Huarpes de Cuyo desde el período tardo colonial, que es el período de su supuesta y definitiva «extinción», hasta la década de 1940. “El libro es producto de muchos años de laburo, te diría que la cocina lleva más de 20 años, porque también escribí otros trabajos sobre esto. Arrancó a fines de los 90, cuando empecé con gente que se identificaba como Huarpe o descendiente de los Huarpes, tanto en Mendoza como en San Juan, en la zona cordillerana de San juan, en la frontera con Chile, territorio de arrieros y baqueanos que llevan ganado a Chile, o que son cazadores furtivos o hacen trabajos con mulas en la cordillera. Yo trabajaba con ellos desde antes de recibirme. Y empecé a ver con el paso de los años en distintas situaciones que ellos se identificaban como indios o descendientes, y a veces no. La identidad india era negada en la sociedad sanjuanina y mendocina”, cuenta Escolar.
En su trabajo de campo, el investigador compartía viajes a caballo en territorios inhóspitos, y en esos trayectos sus interlocutores traían lo indígena hacia el presente, las costumbres de los “indios de antes”, sus sitos arqueológicos, sus pinturas rupestres. “Hablaban de eso y muchas veces se identificaban con una historia indígena, lo que había pasado con sus tierras que fueron perdiendo a manos de ricos o por la acción del Estado que se las apropiaba para hacer parques nacionales. Pero ellos eran los originarios que fueron corriendo y marginando a lugares desérticos, salvajes, sin títulos de propiedad. Esta parte de la investigación es la prehistoria del libro actual”, señala Escolar. “Era muy loco cómo esas identidades aparecían y desaparecían, sus narrativas, y cómo lo indígena empezaba a aparecer. Incluso en las ciudades de San Juan y Mendoza conocí grupos que se identificaban como Huarpes y hacían militancia Huarpe, a pesar de que los intelectuales de la región los habían negado. Aparecía una discordancia entre la desaparición de los Huarpes hace 300 años con la gente que decía que era Huarpe o se identificaba como tal a fines de 1990 y principios del 2000, algo que se da en otras partes de Argentina y de América, un proceso que tiene patas comunes, pero que acá era más fuerte porque este pueblo supuestamente se había extinguido”.
Esa “discordancia” entre la historiografía oficial sobre los Huarpes y lo que Escolar iba descubriendo en sus investigaciones y trato con quienes así se identificaban, habilitó la razón de ser del libro actual: “Entendí que había que explicar la historia intermedia, es decir, lo que había ocurrido entre la actualidad y la supuesta extinción de los Huarpes, qué había pasado en términos históricos, porque se los consideraba extinguidos, qué había pasado con sus tierras, si quedaban descendientes, porque es una etnia que conocemos muy poco. De hecho, los Huarpes eran el ejemplo clásico para mostrar los grupos extinguidos, incluso mucho antes de la época de la organización del Estado Nacional, de mediados del período colonial español, supuestamente en 1700 ya no quedaban Huarpes”, sostiene el autor del libro.
- ¿Te abocaste a lo subterráneo de esa historia?
Eso fue parte de la investigación, empecé a ver que había menciones a los Huarpes en épocas más cercanas que no habían sido tenidas en cuenta. Por ejemplo, Sarmiento escribió sobre ellos de manera contradictoria, a veces decía que estaban extinguidos y a veces que vivían en la zona rural de San Juan, entonces iba y venía entre las dos posibilidades. Y después, en el siglo XX, encontré registros de Huarpes y comencé a trabajar mucho con la historia oral, me expandí a la región de Cuyo, el epicentro de los Huarpes, que es una región desértica entre Mendoza y San Juan, lo que antiguamente fue una zona de lagunas, esteros, muy verde, un territorio que se secó por la acción del Estado y las élites. Este epicentro eran las Lagunas de Guanacache, donde estuve diez años haciendo trabajo de campo, viviendo con los campesinos en el desierto. Ahí la mayor parte de la gente se identifica como Huarpe, son puesteros rurales que viven muy separados unos de otros y no tienen la propiedad de la tierra, viven hace generaciones resistiendo avances de terratenientes o empresas, en general lo han resistido con éxito. Entonces me pregunté cómo fue la resistencia en ese territorio, que serán unas 700 mil hectáreas. Trabajé con memorias orales donde aparecía esta lucha por la tierra y la violencia política antigua, del siglo XIX, entre unitarios y federales, y luego las rebeliones ya con el Estado Nacional. Encontré historias fragmentarias, de bandidos, fantasmas, cosas sobrenaturales, tipos degollados que todavía gritaban, historias de indios, y fui reconstruyendo esas cosas hasta que en un momento dado, una familia con la que trabajaba mucho, me muestra los documentos que te comentaba al principio.
- ¿Porqué indios montoneros?
Las rebeliones gauchas se llamaban montoneras, eran tropas irregulares gauchas y siempre se hablaba de ellos en las rebeliones, eran las principales fuerzas en estas tierras, los principales gauchos de Varela eran los laguneros de Guanacahe, está en la zamba de Vargas, eran la tropa principal, había una historia militar de autonomía.
- ¿Hasta cuándo llega temporalmente el libro?
Hasta 1940, justo antes de la aparición del peronismo, no trabajo sobre el peronismo, pero de alguna manera explico la historia de los «cabecitas negras» anterior a su surgimiento. Muchos de los informantes míos por ejemplo han sido contratistas de viña, obreros de bodegas o dirigentes sindicales vitivinícolas, que emigraron en la década del 40, que es cuando se secan definitivamente las lagunas. La historia de cómo les van robando el agua, el agua para los viñedos durante los siglos XIX y XX, por eso es también una lucha ambiental, en la que van reclamando el agua del río que llega hasta ahí. Y más arriba en el tiempo se repite, a fines del XIX y principios del XX, contra los inmigrantes europeos. En esa época había caciques que mantenían la lucha por las tierras, aunque supuestamente no existían más. Y ellos iban escondiendo los documentos, muchos de los cuales se los robaban, eran un tesoro.
- ¿Hay una segunda parte del libro, desde el peronismo para acá?
No, lo que pasa es que durante el peronismo muchas de las diversidades se subsumen en el proceso de incorporación política popular del período en el “pueblo trabajador” peronista. El peronismo crea una identidad popular nueva que subsume a todas estas otras en una instancia mayor, con una presencia política mayor donde todos estos sectores también se sienten representados, a cambio en muchos casod de “disolver” las identificaciones indígenas. Eso lo trato en un libro anterior, “Los dones étnicos de la nación. Identidades Huarpe y modos de producción de soberanía en Argentina”, donde laburo ese traspaso o intercambio de dejar de lado un poco las identidades culturales previas para ser parte de un nuevo estado político popular que les da cabida, por primera vez. Eso implicó una especie de desetnitización, creando una nueva pseudo etnicidad de “cabecita negra”, concepto que crean las élites.
- ¿Cómo está la situación actual, teniendo en cuenta que la Legislatura de Mendoza negó que los mapuches sean parte de la nación Argentina? ¿Tan fuerte es la negación indígena en Mendoza?
Absolutamente, por eso nunca saltó esta historia de los Huarpes y su presencia territorial en el centro de Cuyo. Siempre fue un problema político para las elites locales no controlar a esta gente, que invadían las ciudades, como en San Juan u otros pueblos, eran pueblos que te bajaban un gobernador.
- ¿Cómo es hoy la situación de Huarpes y otras etnias indígenas?
Mendoza y San Juan son provincias muy negadoras, sobre todo Mendoza, muy conservadora. Algunas de estas comunidades tienen personería jurídica otorgada por el INAI, hoy hay más de 30 comunidades Huarpes en Cuyo, la mayor parte están ahí o cercanas, al sur de San Juan, en el desierto que va de San Juan a San Luis, que es la zona que aparece en los documentos guardados por siglos y que coincide con los mapas de las comunidades que hoy se reconocen o tienen fragmentos de esa historia.
- ¿Cuál crees que es el aporte del libro a esa historia indígena de Cuyo?
El libro tiene mucho laburo historiográfico para contrastar los documentos que tenía, mas lo que encontré en Chile, San Juan, Buenos Aires, hasta en Francia encontré y reconstruí mucho mas, año a año. Muchos viejos me decían que escribiera su historia, porque no había nada de nada, los historiadores provinciales no habían escrito por motivo políticos, no solo por no saber, sino por negar el derecho a la tierra de los indígenas. Además, en la academia había y hay sectores que históricamente se habían beneficiado con la apropiación de las tierras indígenas. Nunca sacaron a la luz estas luchas por una cuestión académica y política.
- ¿Cómo se recibió este trabajo en las comunidades?
Muy bien, les ha servido mucho para comprender gran parte de su historia, el porqué de su negación y para sus demandas territoriales, también el libro anterior aportó en ese sentido.
- ¿Y en la academia?
A muchos en la Universidad Nacional de Cuyo no les gustó, nadie trabajó la historia indígena desde el período tardo colonial en el centro y norte de la región. Hay negación total, nunca aceptaron la continuidad hasta el presente, y menos esta instancia intermedia entre la colonia y la actualidad, por eso lo principal del libro es haber estudiado el siglo XIX hasta la conformación del Estado Nacional. Para ellos, los indios se acabaron en la colonia y chau. Lo más cercano era 1700 y de ahí para atrás, por decreto, no existían los indios. Una cosa mitológica, como si con el Estado Nacional hubiera cambiado la población, su historia y sus memorias y listo. Pero bueno, con todo mi laburo ya estoy en una posición donde puedo demostrar el proceso de negación y la continuidad de una historia indígena. Y ahora con la cuestión de la negación oficial de la presencia Mapuche en Mendoza, escribí en contra de eso y se armó un quilombo tremendo, declaré en la Legislatura, me censuraron en medios privados y hasta en medios de la Universidad, donde me bajaron notas que me habían hecho, hicimos una denuncia ante el Rectorado por censura, fue heavy.
- ¿Negar a los Huarpes y a los Mapuches tiene una explicación concreta, está ligado a intereses económicos y políticos?
Sí, totalmente, las tierras que ocupan los Mapuches, que antes no estaban conformadas jurídica o legalmente como comunidades mapuches, es el objetivo. Un proceso similar al vivido por los Huarpes, esos intereses económicos y políticos quieren sus tierras y los recursos que hay en ella, igual que en Jujuy, por intereses mineros, petrolíferos, turismo, lo mismo pasa en la Patagonia. La principal dinámica es sacarles la tierra a los campesinos pobres y generar empresas, cobrar regalías petroleras, y para ello tienen el poder judicial a favor, matones, las policías.
- ¿Cómo ves a las comunidades hoy?
En algunos casos mejoraron, sobre todo durante el kirchnerismo, aunque en general se acuerdan más de ellos cuando son oposición, no gobierno. El INAI hizo algo, pero el problema es que en muchos casos dentro de estos gobiernos populares hay sectores ligados a los intereses que están en contra de los derechos indígenas. En San Rafael, el intendente es peronista y salió en contra de los Mapuches, porque él tiene litigios con los Mapuches. Y en la Legislatura de Mendoza algunos integrantes del Frente de Todos como Laura Chazarreta y aliados como José Luis Ramón defendieron muchísimo a los Mapuches, lograron que fuéramos a la Comisión de Derechos y Garantías a discutir esta supuesta inexistencia de los Mapuches en la provincia de Mendoza. Perdimos la votación, aunque ganamos la discusión largamente, porque otros legisladores del Frente de Todos fueron neutrales, por eso perdimos la votación, una actitud parecida a lo que pasó en Jujuy. Somos minoría, pero aún así los indígenas que se organizan pueden resistir los desalojos, a diferencia de otros puesteros que no están organizados. Los que tienen reconocimiento tienen herramientas para defender su tierra y los recursos, ya sea en la calle o legalmente, por eso jode tanto la lucha indígena. Tanto con los mapuches en Mendoza como con las comunidades del norte por lo que implica ahora el litio.
- ¿Están organizados los Mapuches de Mendoza con los de Neuquén?
Hay conexión, pero hay de todo, porque también hay rivalidades o distintas posiciones, aunque para estas luchas se articulan, es un aprendizaje en lo legal, se apoyan mutuamente. Estas cosas que investigamos les sirven.
- ¿Han podido insertare en la economía de sus territorios? Pienso en el turismo, lo campestre o el comercio.
Algunos sí, pero también encuentran trabas, por ejemplo en el sur son comunes los campings mapuches, pero tienen trabas de municipios, siempre es conflictivo. Otros tienen emprendimientos turísticos, hay algunas cosas, no muchas, la mayoría son campesinos pobres que pastorean cabras. En el norte trabajan más en los cultivos, pero acá es pastoreo de subsistencia, poca incidencia en el mercado.
- ¿Existen incentivos o políticas públicas destinadas a sus comunidades?
Hay algunas, pero siempre vienen mal paridas, programas que no funcionan o duran poco, hubo algunas iniciativas.
- ¿Estás trabajando en otro proyecto con o sobre indígenas?
Sigo el tema Mapuche, estoy preparando un libro con el debate Mapuche, la historia de su genocidio en Mendoza, el traslado de niños durante la Campaña del Desierto y su reparto como esclavos por parte de las élites. Vengo registrando la historia de esxs niñxs, que son miles, sobre todo la historia de lxs prisionerxs, cómo fueron apropiadxs, las familias apropiadoras, la iglesia cómplice en todo eso, hasta la década del 50. Eran niñxs a fines de siglo XIX y llego hasta mediados del siglo XX. También laburé con partes militares, documentos de la época donde salían a dónde lxs repartían, las actas de bautismo y los elementos para apropiárselos. Acá hay una relación con el robo de bebes durante la dictadura, es impresionante el paralelismo. Esto le vengo haciendo en paralelo a este libro sobre los Huarpes.
Diego Escolar
Es docente en la Universidad Nacional de Cuyo en la cátedra de Antropología Social y Cultural de la carreras de Sociología y Trabajo Social e investigador principal del Conicet. Desde ese lugar profesional asegura estar “posicionado” para trabajar con “mucha independencia para patear el tablero”. En este sentido, cuenta que en CONICET tiene lugar de trabajo actualmente en el CASLEO en Barreal, San Juan, «así que voy y vengo entre Mendoza capital y Barreal, donde trabajé mucho con los arrieros».
Por Camilo Ratti
Fotos: Pablo Molina