La pedagoga y docente de la FFyH, Marina Yazyi, propone miradas y herramientas que trascienden el debate instalado en torno a la educación en tiempos de pandemia, para “no caer en la trampa de salud o educación”. Integrante de un proyecto de Extensión con años de trabajo territorial, sostiene que es posible pensar otra escuela a partir de la experiencia y saberes acumulados por educadorxs, niñxs, adolescentes y organizaciones sociales. El recorrido de la Facultad en este sentido, su participación en la Comisión de Niñeces y Adolescencia de la Mesa de Trabajo por los DD.HH y el reclamo al Estado provincial de políticas integrales más allá de la actual coyuntura sanitaria.
Dejando al margen cálculos electorales, mezquindades políticas y estrategias de marketing –que las hay, y muchas-, las instituciones educativas han sido uno de los ámbitos más afectados por la pandemia, por las implicancias que tiene en el aprendizaje y socialización de niñxs, adolescentes y jóvenes. Sin certezas sobre la duración, impacto y consecuencias futuras de un virus que ha puesto al mundo contra las cuerdas, el universo escolar ha tenido que adaptarse a casi todo en el último año y medio. Nadie lo sabe y suena aventurado afirmarlo, pero la escuela que funcionó hasta el 20 de marzo de 2020, cuando sin imaginarlo ni advertirlo sentíamos que entrábamos al rodaje de una película de ciencia ficción, probablemente sea parte del pasado.
Sin otra experiencia previa siquiera parecida en la historia –por lo menos no a nivel planetario-, la educación viene surfeando el qué y el cómo enseñar y aprender en un contexto sanitario, económico y social que desnudó –o puso más en evidencia lo que ya era evidente- desigualdades históricas. En esta situación inédita, la virtualidad apareció como alternativa de urgencia ante lo riesgoso de la presencialidad en las aulas, pero la tecnología es un arma de doble filo, por los impactos que de por sí tiene en la salud su utilización extrema, y porque amplios sectores de la sociedad no acceden a las herramientas básicas para poder ser parte del proceso de aprendizaje.
Sin embargo, el debate “virtualidad/presencialidad”, que atraviesa de manera vehemente a la sociedad toda, no alcanzar para explicar una realidad que es mucho más compleja y diversa, que requiere voluntad política, recursos y creatividad para garantizar el derecho a la educación de todos y todas.
Como aporte a este debate –nacional y mundial- entrevistamos a la especialista Marina Yazyi, pedagoga, profesora de la Escuela de Ciencias de la Educación de la FFyH y de la Facultad de Artes de la UNC. Directora del Proyecto de extensión “Niñez y derechos en territorio: espacio sociopedagógico de acompañamiento a las trayectorias educativas en Villa Cornú”, participa desde ese lugar de la Comisión de Niñeces y Adolescencias de la Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos de la Provincia de Córdoba, y es desde esas experiencias y prácticas de docencia, investigación y extensión desarrolladas en la FFyH y la FA de la UNC, lo que le permite a ella y a su equipo cuestionar “esa falsa dicotomía presencialidad/virtualidad”.
Además, Yazyi participó junto a profesionales de la medicina y la bioinformática en la presentación de una CARTA ABIERTA POR UN ESTADO PRESENTE PARA GARANTIZAR LA SALUD Y LA VIDA, elaborada por la Comisión de Salud de la Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos de Córdoba y que adhirió el Consejo Directivo de la FFyH en la sesión del 7 de junio.
- En la agenda pública y el sentido común que se construye fundamentalmente desde los medios, todo parece reducirse a esa disyuntiva, ¿es así o hay otras alternativas?
– Lo acumulado por las escuelas, por lxs diversxs maestrxs y educadorxs en Córdoba, indican que centrarnos exclusivamente en esa dicotomía deja por fuera otras formas que asumieron los procesos educativos en el contexto de emergencia sanitaria. Sabemos que en tiempos de pandemia no se suspende la educación, se hace escuela de diversos modos, más allá de los edificios. Se hace escuela en cada casa, domicilio, en cada “encuentro” con saberes que propician lxs educadorxs de la mano de organizaciones territoriales e instituciones que han colaborado para sostener el derecho a la educación.
Para diversos referentes del campo educativo plantear la cuestión solo en términos “virtualidad/presencialidad”, es, según Yazyi, “caer en una trampa, porque el debate no puede llevarnos a elegir entre salud y educación, para aprender y enseñar hay que estar sanos y vivos”. Desde esa condición elemental –o que debería serlo- y que el Covid-19 ha puesto en jaque, “las prácticas educativas se han reconfigurado de diversas maneras, porque la educación está presente de modos que son nuevos e inéditos. Por ello es fundamental gestar de manera urgente políticas públicas que supongan alternativas integrales para no quedar entrampados. Hoy la mejor enseñanza es cuidar y cuidarse, cuidarnos entre todxs”, afirma la entrevistada.
En este sentido, señala que “hay que hacer parte a lxs niñxs, adolescentes y jóvenes, a las familias, de este tiempo histórico que nos toca vivir como humanidad. Y hacer parte significa poner en común los saberes respecto a las medidas sanitarias y trabajar pedagógicamente con ellxs, porque es la situación sanitaria la que irá marcando las posibilidades o no de la presencialidad”.
- Hablas “nuevas formas de hacer escuela”, ¿qué implicaría eso? ¿Nos referimos a la actual coyuntura o pueden ser experiencias que sirvan para cuando pase la pandemia?
– Así como nuestra vida cotidiana se vio trastocada en la pandemia, las instituciones educativas, los tiempos, espacios, interacciones entre pares y con lxs docentes, los agrupamientos, las propuestas de enseñanza y los procesos de aprendizaje se han reconfigurado, han asumido nuevas formas, pero claramente recuperando posicionamientos, historias y experiencias que ya “estaban siendo”.
Estas experiencias incluyen diversas articulaciones entre las escuelas y demás organizaciones, instituciones: cuadernillos que se crean y/o resignifican en cada escuela, para cada grado/curso, para lxs niñxs, adolescentes y jóvenes.
También se han desarrollado propuestas pedagógicas muy interesantes con radios comunitarias y bibliotecas populares, es decir, experiencias de actividades que exceden el trabajo con diversos soportes tecnológicos, por ejemplo, propuestas literarias, artísticas, lúdicas, bolsitas con materiales educativos que en varios casos son entregados casa por casa por lxs propixs educadorxs, directivxs, auxiliares, miembros de centros de salud y/u otras organizaciones territoriales. Incluso en otros casos, cuando hay acceso a dispositivos y/o conectividad, -y es significativo incluirlos- se crearon propuestas desde audios, audiovisuales, podcast, imágenes/ilustraciones, etc.
- ¿Cuál ha sido y viene siendo la experiencia de la FFyH en esto?
– Como proyecto de extensión (equipo integrado por profesionales del Centro de Salud y referentes comunitarios de Villa Cornú, docentes, estudiantes y egresadxs de la carrera de Ciencias de la Educación de la FFyH) desde hace varios años participamos de esos entramados territoriales. Junto a organizaciones sociales de una red comunitaria habilitamos y desarrollamos el espacio sociopedagógico “Taller de la imaginación”, que acompaña a las trayectorias educativas con el propósito de garantizar y restituir a lxs niñxs el cumplimiento de sus derechos, específicamente los que refieren a las garantías de una educación inclusiva e igualitaria. Este espacio, del que participan niñxs de 4 a 14 años, se inscribe en los procesos de acompañamiento que el Centro de Salud de Villa Cornú realiza a aquellas familias que se encuentran en situaciones de mayor desigualdad.
Desde el inicio del “Aislamiento social, preventivo y obligatorio” (ASPO) y posterior “Distanciamiento social, preventivo y obligatorio” (DISPO), dispuesto por el Gobierno Nacional ante el Covid-19, compartimos como equipo la relevancia de sostener, desde prácticas de cuidado, el acompañamiento a las trayectorias educativas de lxs niñxs del barrio. Entendimos que era necesario habilitar otros espacios y tiempos que involucren a las niñeces a conversar, jugar, leer, dibujar, cantar e imaginar más allá de la emergencia sanitaria que supuso la pandemia. Espacios y tiempos que promuevan la participación y el protagonismo infantil, y que pongan a disposición de ellx otros vínculos con los saberes, de la mano de expresiones estéticas y culturales diversas.
Como equipo diseñamos kits para jugar e imaginar, que son compartidos con las profesionales del Centro de Salud, quienes recorren cada semana, casa por casa, para hacer llegar las actividades e insumos. Son creaciones artesanales que incluyen artículos de librería, alimentos para meriendas y desayunos, además de propuestas socioeducativas (sonoras, visuales). Actividades que implican experiencias con la naturaleza, por ejemplo, con la luz del sol, ramas secas, piedras, hojas, tierra y el propio cuerpo. Siempre con recursos que proveemos o que sabemos son fáciles de obtener. También contienen textos literarios que invitan a imaginar y crear los propios, ya que intercambiamos con lxs niñxs cartas en papel, postales e historietas.
De todas maneras, quiero destacar que como educadores apostamos a la escuela presencial, segura, cuidada, porque “estar en la escuela” supone habitar el mundo de lo público, lo común, lo colectivo, el encuentro cara a cara entre pares y entre generaciones. La no presencialidad tensiona esto y muchas de esas cuestiones no se pueden reemplazar desde las pantallas y a la “distancia”.
Prácticas educativas resignificadas en pospandemia
En una nota de abril, Adriana Puiggrós decía que “la no presencialidad no es lo ideal y no deberá ocupar para siempre todos los procesos de enseñanza, escolarización y aprendizaje, los soportes tecnológicos han sido efectivos en la pandemia y momentáneamente pueden sustituir la presencialidad, porque lo que se tiene por delante es una situación límite y lo primero que hay que hacer es cuidar la salud y la vida”. A lo que dice una de las más reconocidas pedagogas argentinas, Yazyi agrega: “A esos soportes hay que sumar otros que por sí mismas las instituciones educativas y lxs educadorxs tuvieron que crear ante la falta de estos. Por eso entendemos que estas experiencias pedagógicas que se gestaron en la pandemia, en el “mientras tanto”, abren a un porvenir que, seguramente, recuperará esas prácticas educativas novedosas, de invención, y serán resignificadas en pospandemia, es decir, “cuando pase este temblor”.
- Destacas redes educativas y sociales para garantizar el trabajo educativo, ¿Quiénes son lxs protagonistas de esas redes y qué necesitan en su trabajo territorial-educativo?
– Desde hace varias décadas se vienen construyendo redes territoriales entre escuelas de todos los niveles y modalidades, organizaciones y movimientos sociales, centros de salud, centros vecinales, centros comunitarios, radios, clubes, gremios, bibliotecas populares, entidades religiosas, etc. En estos tiempos de pandemia estas redes siguieron trabajando para hacer frente a las condiciones de desigualdad social y educativa, -cada vez más profundizadas-, que atraviesan a las familias, niñxs, adolescentes y jóvenes, y también a lxs educadores de nuestra provincia. Hay un colectivo educativo y social que ha trabajado intensamente desde mucho antes de la pandemia y en la pandemia, para sostener desde diversos modos la escolaridad de lxs niñxs, adolescentes y jóvenes. Lxs educadorxs y referentes sociales sabemos qué hay que hacer y es necesario que se escuchen esos saberes.
- ¿Cómo es la participación en la Comisión de Niñeces y Adolescencias de la Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos de Córdoba?
– Como equipo de extensión participamos en dicha Comisión y desde ese espacio, en 2020 y a 15 años de la sanción de la Ley Nº 26.061 “Protección integral de los derechos de niñas, niños y adolescentes”, realizamos una Carta Abierta a la Comunidad Cordobesa que recoge el relevamiento realizado entre las organizaciones e instituciones que participamos. Allí se da cuenta de los impactos de la pandemia COVID – 19 y cómo han afectado de modo particular a lxs niñxs y adolescentes, sobre todo a quienes viven en situación de pobreza, o que, por condición de género, cultura, pertenencia a pueblos originarios, territorio o salud, padecen otras desigualdades. En lo que va del 2021 esos impactos se han profundizado aceleradamente de un modo alarmante y dramático.
- Decís que educadorxs populares y organizaciones territoriales saben qué hacer y exigen al gobierno provincial políticas integrales ¿Cuáles serían esas políticas?
– Frente a estas experiencias articuladas de escuelas y organizaciones se requiere de manera urgente un Estado provincial que ponga a disposición recursos materiales, económicos, personal para promover lo que ya se está haciendo, poner en valor esos saberes desde políticas concretas que se articulen con eso y/o generen nuevas articulaciones intersectoriales. El contexto actual demanda un Estado presente, que asuma las funciones de cuidado como cuestión pública y colectiva, no desde una lógica de control y de “evidencias”, que no hace más que profundizar las desigualdades en los procesos educativos. Por eso vemos necesario recuperar ciertas figuras institucionales -que en los últimos años desaparecieron frente al desmantelamiento de políticas y programas nacionales y provinciales-, como las maestras comunitarias u otras promovidas por programas socioeducativos y tecnológicos que permitían el despliegue de políticas públicas integrales para la formación docente, el acompañamiento a las familias y los procesos educativos de miles niñxs, adolescentes y jóvenes. Este vaciamiento de políticas desnuda que las acciones y estrategias desplegadas han quedado libradas a las buenas voluntades y/o posibilidades de esas escuelas, organizaciones, instituciones, de sus historias y articulaciones.
- En un panel a principios de junio mencionaste la necesidad de un relevamiento provincial para poder saber cuál es el estado de situación y desarrollar las políticas adecuadas, ¿Cómo sería eso?
– Así como a inicio de 2020 se llevó adelante desde la Comisión de Ciencias Sociales de la Unidad Coronavirus COVID-19 del Ministerio Nacional de Ciencia y Tecnología, un estudio y relevamiento del impacto social de las medidas de aislamiento social en el marco de la pandemia del Covid-19 desde la Provincia de Córdoba se podrían convocar a lxs universitarixs, científicxs y profesionales del campo social, sanitario y educativos, para relevar la situación local y diseñar alternativas integrales que permitan coordinar acciones, políticas y programas específicos. Otra iniciativa que se podría mirar es la “Mesa Interministerial de Políticas de Cuidado” que se creó a Nivel Nacional en el año 2020.
Consideramos que no sólo es urgente reforzar el presupuesto educativo para cubrir vacantes docentes, duplicar el personal, garantizar sueldos dignos, materiales educativos impresos, acceso a dispositivos y conectividad a lxs educadorxs y estudiantes que esta situación supone, la Provincia también debe cumplir los acuerdos del Consejo Federal de Educación de los cuales participó, y generar las condiciones intersectoriales e integrales desde políticas y programas educativos que garanticen las prácticas de cuidado que hoy más que nunca el derecho a la educación requiere.
No creo que haya una receta mágica, y no venimos a decir qué hay que hacer, sino compartir una experiencia que requiere escuchar cómo se está transitando esta situación, buscar soluciones razonables en conjunto, mirar qué se está haciendo en otros distritos para recuperar las experiencias y redes que posibilitan hacer escuelas de otro modo. Estos tiempos requieren que el Estado provincial asuma la responsabilidad política del cuidado integral para niñxs, adolescentes, familias y educadorxs.
Por Camilo Ratti
Fotografías: gentileza Marina Yazyi