Rhonda Dahl Buchanan, traductora de literatura latinoamericana y directora del Programa de Estudios Latinoamericanos y Latinos de la Universidad de Louisville (Estados Unidos) participó durante el mes de abril de dos actividades organizadas por una cátedra de la Escuela de Letras de la FFyH y dos equipos de investigación del Ciffyh. En su visita a la Facultad, dialogó con la docente María del Carmen Marengo sobre los aspectos y problemáticas de la traducción de las obras de autores latinoamericanos al inglés.
En su paso por Córdoba, invitada por la cátedra de Literatura Argentina III de la Escuela de Letras de la FFyH y los equipos «Problemas de la investigación literaria» y “Teatro, política y poesía, confluencias y tensiones. Las producciones teatrales, 1980-2010”, del Área de Letras del Centro de Investigaciones «María Saleme de Burnichon, Rhonda Dahl Buchanan, directora del Programa de Estudios Latinoamericanos y Latinos de la Universidad de Louisville, dio la conferencia «Objetos perdidos: Lost and Found in Translation», el pasado 17 de abril. Posteriormente, el 19, se realizó el encuentro con investigadores, traductores, becarios y estudiantes, titulado “Traducir la investigación literaria, investigar traduciendo. Ideas y experiencias en investigación y traducción”.
Buchanan es traductora de la Trilogía de Entre Ríos de la escritora cordobesa Perla Suez, de obras de Ana María Shua, y actualmente tiene en preparación textos de Tununa Mercado. “En este momento estoy viviendo con ella en Buenos Aires y cuido su gata mientras ella no está. Ahora está escribiendo un libro y tengo que sentarla para hacerle preguntas, es muy difícil porque los autores con los que trabajo tienen muchas actividades”, cuenta Rhonda.
Invitada por Alfilo, María del Carmen Marengo, docente de Literatura Argentina III e investigadora del Ciffyh, dialogó con Buchanan sobre los aspectos y problemáticas de la traducción de las obras de autores latinoamericanos al inglés.
– Rhonda, quería preguntarte ¿Cómo ves el oficio del traductor en el ámbito académico?
– Podría repetir lo que decía en la presentación. Había un debate sobre si este oficio de la traducción es algo que valga la pena, si es trabajo que cuenta como trabajo académico. Hace como diez años, la idea era que un profesor debía concentrarse en el trabajo crítico, de obras de la literatura y, si tenía interés en la traducción, lo podía hacer como un hobby, pero poco a poco, esta actitud, un poco pensando que cualquiera que sea bilingüe puede ser traductor, que sólo hace falta tener a mano un diccionario y que no es una actividad que requiera imaginación, creatividad, diría que ya está cambiando. De hecho, en nuestro propio departamento en la Universidad de Louisville, hemos agregado toda un área dedicada a la traducción y los alumnos que están estudiando la maestría en español, también pueden elegir como su área de investigación, el arte de la traducción. Puede ser para enseñarles la traducción en cuanto a lo profesional, para medicina, para trabajo social y también literatura.
– ¿Cómo surge tu interés por traducir autores argentinos?
– Yo siempre digo que entré en el mundo de la traducción por la puerta de la cocina, que comencé trabajando con la obra de autores argentinos y mexicanos y de ahí me hice muy buena amiga de estos escritores. Eventualmente cada uno me invito a traducir sus novelas, cuentos y ensayos, y pensé: “¿Puedo hacer esto? No tengo la preparación, pero voy a probar”, y descubrí que me encantó, me fascinó, y comencé a desarrollar más y más las habilidades con la traducción, hasta participé de un programa de tres semanas de residencia, en un centro de traducción en Canadá, donde había traductores de todo el mundo y cada uno de nosotros estábamos con un experto en traducción. A mí me tocó Margaret Sayers Peden, que es la traductora para Isabel Allende, Carlos Fuentes y muchos otros escritores latinoamericanos, así que fue un lujo poder trabajar con ella.
-¿Cuál es el primer escritor argentino que tradujiste?
-Ana Maria Shua me invitó a traducir unos cuentos brevísimos que tenía, para meter en una revista. Pensé que iba a ser facilísimo porque eran tan breves, pero al contrario, por ser tan breves, era mucho más difícil, porque es como traducir poemas, hay que pensar en el ritmo, el lenguaje tiene que ser muy conciso, la sintaxis muy precisa y también hay que captar el chiste, el desenlace humorístico al final.
– Entre otros autores, también tradujiste uno muy nuestro como es el caso de Perla Suez.
– Sí, es por ella que estoy aquí ahora. Ella me planificó este viaje y quisiera agradecerle en esta entrevista (risas). Vine para trabajar con ella sobre un libro que estoy escribiendo, que se publicara aquí en Córdoba con Juan Carlos Maldonado y su editorial Alción. El libro se llamará “Las madrigueras de la memoria en la obra de Perla Suez”, y hago una conexión con la madriguera de Tununa Mercado, otra escritora cordobesa cuya obra traduzco. Ella tiene esa maravillosa novela que se llama “La madriguera” y fue a través de Tununa que pude conocer a Perla, por eso la menciono en el prólogo y le doy las gracias. Con Perla empecé con “Letargo”,”El arresto” luego “Sobre Complot”, y en EEUU conseguí una editorial que publicó las tres novelas en una trilogía. Cuando la editorial Norma se entera de este contrato, ellos deciden publicar las tres novelas también, reeditarlas en un solo tomo, y usaron mi nombre “Trilogía de Entre Ríos”. Perla tuvo que luchar diciendo: “Hay que poner el nombre de mi traductora en la solapa”, porque todo fue posible porque yo lo hice, y esto es algo por lo que los traductores estamos luchando, por tener nuestros nombres en los libros que traducimos, cuantas veces leemos reseñas y nunca hablan de la traducción, si no fuera por ello, no podrían estar reseñando.
– No se dan cuenta que trabajo es esto, que hay que ser creativos…
– Así también hay traductores y traducciones que logran mucho prestigio y los profesores de lenguas extranjeras recomiendan esa traducción.
– Sí, es cierto. El maestro de todos es Gregory Rabassa, quien ha hecho la traducción maravillosa de “Cien años de soledad”. García Márquez dice que la traducción es mejor que el original (risas).
– Como el Quijote que había leído Borges en inglés, que después dice que se desilusionó cuando lo leyó en español. ¿Qué problemas te presentó la obra de Perla para la traducción?
– Varios problemas que tuve que resolver. En primer lugar ella es una escritora argentina judía, yo no soy ni argentina ni judía, así que tuve que investigar mucho el tema de la inmigración, comenzando por su propia familia, que son rusos, del linaje ashkenazi, que vinieron en el siglo XIX. Tuve que aprender sobre las masacres, los cosacos, la persecución del zar Nicolás II, ya que sus propios bisabuelos fueron asesinados por cosacos, investigar la cultura judía que se mete en los libros, las comidas, las costumbres religiosas, el lenguaje, el uso muchas expresiones en idish. Lo que me ayudó es que fui con ella y su esposo Roberto Suez a Entre Ríos, a Basavilbaso, y me explicó mil cosas y pude comer sus platos, visitar la sinagoga. Pero esto era de contenido, el segundo problema que tuve que resolver era por el estilo de su forma de escribir. En “Letargo” va y viene al pasado porque es una narradora de 50 años, que está recordando su niñez, pero de pronto es la niña de doce años hablando, a veces la perspectiva narrativa cambia en la misma frase. Las mudanzas son temporales y espaciales. Y además Perla emplea una narración muy parca, minimalista, quita todo lo superfluo. A veces, para mí en español sonaba como muy cortante, entonces tomé un poquito de libertad de unir aquí y allá ciertas frases, porque ella repetía muchas veces el sujeto en el mismo párrafo, “la niña, la niña…”, y yo pensé que en inglés eso iba a sonar rarísimo, entonces usé más pronombres que sujetos.
– Y con respecto al vocabulario, las palabras en idish, otras lenguas…
– Es muy interesante porque ella en sus libros mete muchas voces de otras lenguas, por ejemplo hay italiano, latín, portugués, ruso, idish. Lo que ella hace en el original es que aparecen en letra bastardilla, no traducida, entonces lo que yo hice fue asegurarme de que estuvieran escritas correctamente. De hecho consultando a mis colegas que son profesores de francés, de griego, de italiano, de alemán y de hebreo, pude pescar errores en el original, se los pasé a Perla y fueron corregidos para la trilogía. También aprendí el significado de esas expresiones, para saber de qué se trataba, aunque yo no las traduje, porque no están traducidas en el original, sobre todo no traducir el idish, porque esa es la lengua que los padres y abuelos usan para ocultar secretos de los niños. Es parte de la inspiración de sus libros, porque de niña ella escuchaba murmullos, pero cambie idish castellano a idish anglosajón, porque tenemos una comunidad judía muy grande en EE.UU. que usan el idish, pero no se escribe igual.
– ¿Qué hiciste con los argentinismos, como mate o patrón?
– Ese fue otro problema. Pensé si debía explicar con notas al pie de la página esas cosas de Argentina y decidí que no, que es un reto para el lector. Yo ayudo un poquito con el contexto, por ejemplo, dejé “mate”, pero le agrego el verbo drink, entonces ya sabes que es una bebida. El caso de patrón es problemático, yo no quise ponerlo en inglés, porque es máster y da la idea de la esclavitud y no tiene nada que ver. Tenemos otra palabra que podría usar que es boss, pero eso también tiene otra connotación, así que mejor lo deje como patrón, lo mismo que señor y señora, para darle también un poquito de sabor de donde viene.
– ¿Cuál es el mercado que hay en EE.UU. para las traducciones de autores latinoamericanos?
– El español es la segunda lengua en EE.UU. Tenemos mucha gente que habla español y, aunque los hijos de ellos en muchos casos no tienen el español como primera lengua, entienden el español que hablan sus padres o abuelos, y pueden hablar español, pero no lo estudian como lengua, por lo tanto, yo tengo alumnos en mis clases que tiene nombres como Gonzáles, Ramírez, López, que no escriben el español tan bien como mis alumnos norteamericanos, que han aprendido la lengua… Pero, de todas maneras, hay todo un público que sí tiene interés en mantener el conocimiento, saber sobre su cultura, y compran y leen. También es muy popular la idea de usar los libros de traducción en clase. Yo creo que hay mucho interés en esto.
– En ese sentido, ¿cómo ves la recepción de los escritores argentinos o latinoamericanos en la universidad?
– En el caso del programa que dirijo, que se llama “Estudios latinoamericanos y latinos”, hemos invitado a muchos escritores a hablar. Yo creo que hay una buena recepción de los escritores, por ejemplo Cristina García, que es cubana, vino a nuestra universidad, pero dio todas sus charlas en inglés, sus obras están escritas en inglés, aunque ella y yo hablamos en castellano. Hay toda una generación de escritores jóvenes, 20 a 30 años, que realmente prefieren escribir en inglés, aunque hay mucho español metido en sus textos.
– Ahora me gustaría pasar a otro tema, que es el viaje literario por Argentina. Me parece interesante por los autores que mencionaste en tu conferencia aquí.
– Para mí, traducir es como viajar, porque uno puede conocer otros mundos traduciendo, sumergirse en otros mundos, pero siempre les digo a mis alumnos que tener un libro es como tener un pasaporte a otros mundos. Siempre uso esa metáfora. Les puedo mostrar un viaje literario por la Argentina. La idea es mostrar que la cultura argentina no se equivale a la cultura porteña. Todo el mundo conoce a Buenos Aires, el obelisco, el tango y las Madres… Hay otras caras de la Argentina y comienzo con un viaje muy al norte con un amigo muy querido, Héctor Tizón, que falleció el año pasado. Para mí fue muy difícil porque tenía este texto escrito desde hace muchos años y tuve que cambiar todos los tiempos verbales al pasado. Hablo de Tizón y de ese mundo de la Quebrada de Humahuaca, que él trata de rescatar, toda esa cultura olvidada. Dicen que es como una crónica de la derrota. Luego hablamos de su libro “La casa y el viento”, que escribió en el exilio en Madrid. Paso por Tununa Mercado, que es cordobesa, y hablo de la casa del exilio en su obra, porque ella también se exilió en México trece años. Hablo de la memoria en sus obras. Después vamos al Chaco, a la obra de Mempo Giardinelli, otro gran amigo mío, que tiene una novela que se llama “Santo oficio de la Memoria”, que terminó mientras estaba en Louisville como profesor visitante, y yo estoy en esa novela. La novela tiene más de 90 páginas, así que hay que buscar con cuidado, él metió un sueño de mi mamá, como el último sueño de la nona. Para mí fue muy emocionante, ahí está el tema de la inmigración italiana, una saga de tres o cuatro generaciones. Después vamos a Perla Suez, lo de Entre Ríos y todo lo que acabamos de hablar sobre ella, la memoria, el saber de los judíos, de los rusos judíos que fueron a las colonias agrícolas de Entre Ríos. Finalmente, a propósito, dejé a Ana Maria Shua al final, por el orden cronológico de la vida, pero también porque quería poner a Buenos Aires al final. Ella también es judía, su familia son judíos marroquíes y libaneses, entonces tiene un libro que se llama “El libro de los recuerdos”, donde quería meter todas las historias que le contaban de niña, y de grande fue a entrevistar a sus tíos sobre lo que ella recordaba. Y cada persona tenía un versión distinta, entonces decidió meter todas las versiones. Es muy humorística esta novela.
– Los autores que vos traducis, ¿después ven esa traducción?
– Depende. En el caso de Ana Maria Shua, soy muy afortunada, su inglés es excelente. Le puedo mandar un texto y ella dice “excelente, mejor que el original” o “acá deberías cambiar esto, porque no entendiste bien lo que quería decir”, ella me ayuda así. Con Perla Suez tuve que mandar mensajes con muchas preguntas, por ejemplo, de los problemas de la naturaleza, que tanto mete en sus novelas, árboles, flores, animales que no existen en EE.UU. Alberto Luis Sánchez, es mexicano, y su inglés es bastante bueno. A él le gusta que nos sentemos juntos, él lee en castellano y yo leo la misma frase en inglés. Para Alberto es muy importante el ritmo, la poesía de la prosa y juntos podemos arreglar algunas cosas, así que depende.
-¿Eso te ayuda como traductora?
-Sí, claro que sí. Hasta ahora no he traducido a ningún muerto, que sería difícil consultarle (risas).
– Por último, ¿qué impresión te llevas de esta visita? ¿Cómo fue tu experiencia con nuestros alumnos?
– Fueron muy afectuosos. Me sentí como en casa. Estaba un poquito nerviosa pensando si les iba a interesar esto. Pude sentir desde el principio que estaban interesados, las preguntas fueron muy buenas y quisiera mencionar y agradecerle al profesor Javier Mercado, que me ayudó con aspecto técnico y luego le hice leer los haikus eróticos de Alberto Sánchez, y lo hizo muy bien.
Rhonda, acabo de leer la entrevista que te hicieron. Tununa es una amiga queridísima y conozco a Ana María Suez y a Perla Shua a quienes hace tiempo no veo. ¡Felicidades, Rhonda! Tal vez, podríamos volver a entrar en contacto y quizá pueda interesarte traducir alguno de mis libro.
Un abrazo,
Aline Pettersson