Matías Borg Oviedo
Soy Cuba (1964), coproducción cubano-soviética dirigida por Mikhail Kalatozov, es un homenaje a la Revolución Cubana que constituye un ejemplo de vanguardia cinematográfica desde su aspecto formal. En palabras del guionista Yevgeny Yevtushenko, la película, concebida como “poesía visual” también es homenaje al cine vanguardista soviético de los años veinte. Podemos encontrar en ella dos escenas alusivas a Martí: en una aparece su busto como símbolo para los revolucionarios; en la segunda, la voz narrativa parafrasea algunas líneas del poema “Yugo y estrella”. El film recupera la figura de José Martí como símbolo y a partir de su retórica revolucionaria. Si bien las alusiones al poeta podrían parecer incidentales y superfluas a primera vista, nos interesa recuperar el diálogo que habilitan, un diálogo con la literatura latinoamericana que no ha sido explorado por la crítica. Aun cuando al film le ha sido restituido su merecido lugar en la historia del cine, parece no tener lugar en tanto arte latinoamericano, lugar que nos interesa explorar aquí. De algún modo, al citar a Martí, Soy Cuba vuelve visible la historia de los lazos que proyecta el modernismo: de Latinoamérica a Europa y a la Unión Soviética, y de vuelta a Latinoamérica. El film es parte de un modernismo que vuelve sobre la isla, transformado por traducciones y en un nuevo formato.
Palabras clave: Soy Cuba – José Martí – modernismo – poesía visual
Texto completo: OVIEDO_Dossier